Literatura narrativa

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 LEER  NARRATIVA  NOS  HACE  MÁS  CERCANOS

            Es de sentido común que leer es bueno, aunque a D. Quijote de La Mancha el mucho leer libros de caballería se le subiese a la cabeza. En realidad lo que suele ocurrir es que a algunas personas no demasiado equilibradas en ocasiones les da por leer en demasiado, de la misma manera que también pueden caer en otros exageraciones. Leer es bueno, en general y en particular, aunque como todos los excesos se pueda convertir en un síntoma de que algo no va bien.

            Pero lo que nos ocupa en estas líneas no es la relación de la lectura con la extravagancia, sino lo  contrario. Personalmente siempre he pensado, y sentido, que la buena lectura enriquece a la persona y que leer narrativa de ficción (novelas, relatos cortos, cuentos) propicia aún más, si cabe, esta posibilidad. Porque si es buena literatura, enseña, abre nuevas perspectivas, transmite experiencias, invita a valorar cosas buenas, previene de otras malas, etc. En fin, abre la inteligencia, las emociones, los sentimientos mucho más allá de lo que nuestro mundo personal, más o menos pequeño,  nos permite  de modo habitual en su realidad palpable.

            Me parece que fue Daudet – o alguien parecido, un  clásico francés del XIX en cualquier caso – quien dijo que la historia es la novela de los reyes y que la novela es la historia de los hombres; de modo que también se aprende mucha historia, mucha realidad vivida antes por otros, a través de la narrativa de ficción. Y a este respecto, el otro día he tenido la alegría de ver en una revista médica el resumen de un interesante trabajo publicado por un novelista anglo-canadiense, que también es profesor emérito de psicología cognitiva de la Universidad de Toronto, estudio que paso a citar y resumir.

            Se trata de Keith Oatley, que en su artículo titulado “Fiction: simulation of social worlds” (2016; 20; 618-628) de la revista científica Trends in Cognitive Sciecies, ha llegado a la conclusión de que las personas que leen literatura de ficción, se distinguen de manera notable en dimensiones  estadísticas por tener más empatía, esa cualidad humana de saber comprender, adaptarse y reconocer los sentimientos, emociones, motivaciones, ideas, conocimientos y vivencias de los demás.

            Esta diferencia no la da el hábito de leer en general cualquier cosa sino el leer literatura de ficción; pues según el mismo trabajo científico, otras personas que entraron en la observación de ese estudio no obtenían las puntuaciones necesarias para dicho resultado cuando se trataba de lecturas informativas, académicas, ensayos, estudios, informes, artículos científicos o cualquier otra manifestación de conjuntos de letra impresa.

            De modo que es un hecho a tener en cuenta: leer literatura de ficción nos hace más empáticos, y aunque como es lógico pueda haber alguna excepción que no consiga esa buena condición de sintonía interpersonal, sí que parece claro que leer novelas enriquece a las personas y a la sociedad.

                                                                                                          Ángel García Prieto

 

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