Literatura anónima, por Ramón Ortega. 6/12/2010

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Literatura anónima
 
 

Como profesor de Literatura Española trato de explicar a los alumnos las principales características de los distintos periodos culturales que se han desarrollado en la historia de la península Ibérica. A través de los textos que se van leyendo, busco que ellos mismos hagan un razonamiento crítico de los elementos más significativos de cada corriente. Me ayudo, por ejemplo, de las desventuras de Lazarillo para mostrar la crisis de los valores propios de la Edad Media durante el Renacimiento, de los ensayos prolijos de Feijoo para mostrar la importancia que se le dio a la razón en la Ilustración, de las enamoradizas rimas de Bécquer o de la rabia escupida en los poemas apócrifos de Espronceda, para hablar de la trascendencia de los sentimientos en el Romanticismo, del pesimismo y la crítica social de los autores de la Generación 98… Ayer terminábamos de leer dos relatos: Los de la tienda de Ana María Matute y La lengua de las mariposas de Manuel Rivas. Aproveché para centrarme en la literatura contemporánea: la ausencia de historias cerradas, la complicidad que se busca con el lector para completar los relatos, etc. Hacia el final de la clase un alumno me interrumpe para soltar la inocente pregunta que motivó este artículo: “Muy bien esto de la literatura contemporánea, pero ¿qué es lo que va a pasar con la escritura en los próximo años? ¿Cómo lo clasificarán los estudiosos del futuro?”
 
La curiosidad es de agradecer, pero ¿cómo puede responderse a dicha preguntita? En todo caso, no quise esquivarla, así que me aventuré formular una hipótesis: Lo que se nos viene encima, contesté, es un periodo que tiene como personaje principal al autor anónimo y osadamente continúe con una improvisada disquisición:
 
Internet ha revolucionado nuestra sociedad: la transmisión de la información, el acceso al conocimiento, las comunicaciones, etc. Pues bien, la forma de hacer literatura, por supuesto, no es la excepción. Cada vez es más habitual que aquella persona que tiene inquietudes literarias diseñe un blog y lo alimente con entradas que pueden explorar todos los géneros existentes o incluso confeccionar algunos nuevos. Poesía, teatro, narrativa, todo al alcance tanto de los creadores como de posibles lectores. Ya no hace falta esperar a que una editorial apueste por la obra de estos literatos; si lo que el escritor quiere es comenzar a divulgar sus textos, Internet se lo permite de forma gratuita, eficaz e inmediata. Y no sólo hay que hablar del plano literario, cualquier artista puede subir sus creaciones. Fotografías, vídeos, música o incluso una mezcla de todo. Las personas tienen una oportunidad con la que no se contaba antes: Un radio de acción amplísimo, casi universal.
 
No es que vayan a desaparecer los libros tal y como los conocemos ahora. Quizá cambien su forma; hay quien asegura que se dejará de usar el papel. En cualquier caso esto sólo atañe al soporte de las obras y no al modo de ser producidos; el proceso editorial detrás de las creaciones literarias persistirá. O sea, que nos guste o no, autores al estilo de Ken Follett seguirán cosechando grandes ventas. Pero a la par, otro grupo de artistas alcanzarán un grado de independencia que bien utilizado puede llegar muy lejos. Antes, sin Internet, esta posibilidad era extremadamente limitada y costosa.
 
Todo tiene sus desventajas. Hay cientos de miles de entradas, lo que hace sencillo desorientarse y extraviarse en el ciberespacio. Se tiene que ser muy crítico y sobre todo selectivo a la hora de lanzarse a una búsqueda. Sin embargo, no es imposible, e incluso es probable, llegar a buen puerto. Tengo muchos amigos que al igual que yo tienen su propio blog. Ya no me sorprende que sean más las personas que me invitan a visitar sus páginas de Internet cuando les cuento mi afición por la escritura. Lo que sí que me asombra es la calidad que encuentro en los textos que leo en dichos espacios. Escritores argentinos, mexicanos, peruanos, españoles… (por citar sólo autores de la lengua española); de cuentos realistas, fantásticos, policíacos, románticos…; de poesías de la vida, el amor, la soledad, la muerte …; de artículos, reflexiones, opiniones y debates… Una pluralidad estilística y cultural. Pero si tuviera que encontrar una característica común, es que en casi todos los casos, los autores carecen de una repercusión mediática. Dicho en otras palabras, son casi todos tan desconocidos como el que escribe esta reflexión. Pero ahí están, escribiendo tenazmente; mostrando día a día su calidad, su creatividad y su talento. Anónimos todos, pero su voz tiene una fuerza más importante que cualquier nombre. No habrá manera de acallarlos; así que sentémonos enfrente del ordenador y dediquemos unos minutos a explorar. Con suerte, terminaremos maravillados.
 

 

Ramón Ortega es escritor mexicano, profesor de literatura (Universidad Nebrija) e investigador en la Universidad Complutense. Actualmente realizando la tesis doctoral: Perspectivas y fundamentos filosóficos en la fisiología de Walter Bradford Cannon

Ha publicado artículos de diversos temas (literatura, filosofía, divulgación científica, etc.) en distintos medios. Ha escrito una compilación de relatos llamada Un gran salto para Gorsky que puede descargarse en: http://sites.google.com/site/ungransaltoparagorsky/ 

Ahora está terminando un segundo libro de cuentos llamado Anecdotario de un Breaking up, cuyo  primer capítulo ya es posible descargárselo desde el mismo sitio.

 

Foto: Monumento para un escritor húngaro anónimo pero famoso, de Juliane Jacobs (borrador)

 

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