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Concierto de Ángel Petisme: Ministerio de la Felicidad. Fundación Aula de las Metáforas. 10/12/2013

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Ángel Petisme: Ministerio de la Felicidad

Fundación Aula de las Metáforas te invita al concierto de Ángel Petisme.

Viernes 13 de diembre de 2013 | 20:00 horas | Capilla de los Dolores, Grado.

El hombre diminuto, de Hernán Valladares, por Virginia Gil Torrijos. 8/12/2013

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Hernán Valladares.
La grandeza de los hombres diminutos

 
El hombre diminuto (Bohadón Ediciones, 2011) ha sido la última obra publicada de Hernán Valladares. Previamente a ella le han precedido otra novela Dioses y mosquitos y cinco poemarios El juglar del Apocalipsis, Vidrieras, Las horas y los hombres, En honor de la verdad y La sombra luminosa.
El hombre diminuto pudiera ser entendida en una doble dimensión, por un lado como una lectura de entretenimiento y aventuras, de estructura clásica, que contiene una amarga crítica sobre la civilización y el progreso, pero también como un texto psicológico, de antropología y ficción, que en algunos momentos nos recuerda un viaje hacia «el corazón de las tinieblas» del personaje,  una viaje hacia la decadencia, hacia la ausencia de humanismo y hacia la mera satisfacción de los instintos más primitivos. El autor nos demuestra en este texto su gran dominio estilístico y la maestría de su prosa, por momentos hipnótica.
Pero realizar la reseña de esa magnífica novela, es sólo la excusa para contaros algo de Hernán, porque Hernán en su grandeza, Hernán a su gran humanidad y a su compromiso social, es un brillante escritor apenas conocido en el mercado editorial. Hernán, nació en Madrid en 1970, pero ha sido ciudadano de este ancho mundo y esa anchura le trajo hace tiempo a Oviedo y Asturias, dónde ha vivido casi una década. En un mail fechado con fecha de marzo, le propuse a Hernán adherirse a la asociación de escritores de Asturias. Y él me contesto textualmente:
«Me he exiliado a México. Pero sigue enviándome cosas y estaré atento. Si crees que puedo estar vinculado aun no estando físicamente allí, pues dímelo y vemos. Por aquí, contento. Con mucho y diverso trabajo. Escribo mi próxima novela (un proyecto tremendamente ambicioso intelectualmente y que a buen seguro me llevará más de un año de trabajo) y me sacan un libro de poemas en el DF (En honor de la verdad. 29/03/2013). Así que, ¡activo! Y sobreviviendo».
Hace un mes en Pravia, justo antes de cenar y de pasar una velada memorable riendo y bebiéndonos la noche, tuve noticias de Hernán. «Hernán ha tenido un accidente, me ha llamado su editor muy afectado. Parece ser está en Toledo, en el centro de recuperación de lesiones medulares», dijo Caramés.
Querido Hernán, en este maldito mundo sin Dios, tienes la suerte marcada en este juego, han sido dos los accidentes, el primero el que te hizo escritor, y luego éste, el que supongo te hará aún más grande en la esfera literaria, porque sólo alguien como tú, con tu capacidad de lucha será capaz de reinventarse. Seas Hernán Valladares o seas Herni Valvarezsky, he visto has comenzado de nuevo con tu blog: “diariusinterruptus” y desde aquí esperaremos pronto tú próxima novela y la adhesión a esta asociación.
Nadie como tú sabrá contarnos que hay allí, al otro lado del dolor. Supongo que de algún modo, los que nos sentimos en mayor o menor grado escritores y que aquí nos juntamos, tenemos algo en común: no nos amedrentamos y como tahúres solitarios le retamos un su esencia un pulso a la vida. Si ganamos o perdemos es sólo cuestión de perspectiva.
 
Virginia Gil Torrijos es escritora

Presentación de En el bosque, bajos los cerezos en flor, de S. Ango, por Jesús Palacios. 5/12/2013

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El próximo viernes día 13 de diciembre (fecha no del todo casual), tendrá lugar la presentación del libro En el bosque, bajo los cerezos en flor, de Sakaguchi Ango, primer título de Satori Ficción, la nueva colección de la editorial asturiana Satori, especializada en literatura y cultura japonesa, en el que he tenido el placer de colaborar con un amplio epílogo. Con este motivo, charlaremos sobre el gran clásico macabro de Ango, llevado al cine y el anime, así como sobre el resto de títulos de esta colección dedicada a la literatura fantástica y de misterio nipona, que está ya dando a conocer obras fundamentales del género de autores como Osamu Dazai, Shiro Hamao o Kenyi Miyazawa.

El acto tendrá lugar a las 20.00 h. en el acogedor recinto de La Librería de Bolsillo (C/. Adosinda, nº 3) de Gijón, donde estaré junto a los editores para pasar un buen rato evocando a los maestros conocidos y desconocidos de la literatura de género japonesa.
 

 

 

Entrevista con Pawel Pawlikowski, autor de Ida, gran triunfadora del 51 FICXixón. Por José Havel. 01/12/2013.

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 Hermosísima pero arriesgada propuesta estética, la película Ida de Pawel Pawlikowski (Last Resort, My Summer of Love, The Woman in the Fifth) recibe premios allí donde concurre. A los galardones de Toronto, Gdynia, Varsovia o Londres se suman ahora los del Festival Internacional de Cine de Gijón a los mejores largometraje, actriz (Agata Kulesza), guión y dirección artística, así como el Premio del Jurado Joven al mejor largo.

Filmada en resplandeciente blanco y negro, con el clásico formato cuadrado de pantalla, en un ejercicio fílmico de sobrecogedora elegancia aplicado a reducir el cine a su más pura esencia, Ida sitúa su acción en la Polonia de principios de los años 60. Anna (Agata Trzebuchowska) es una huérfana de 18 años, o al menos eso cree ella, cuya vida ha pasado enclaustrada en el convento católico de las monjas que la educaron. Antes de permitirle tomar sus votos como hermana de la caridad, la Madre Superiora le ordena visitar sorprendentemente a su único pariente vivo: Wanda Gruz (Agata Kulesza), una alcoholizada juez de autodestructiva vida disoluta, conocida como Wanda la Sangrienta por su papel de implacable fiscal estalinista contra los “enemigos del Estado”, a principios de los 50. Aunque reacia a resucitar recuerdos dolorosos, esa tía materna revela a Anna varios secretos: su verdadero nombre es Ida Lebenstein, nació judía en Piaski, sus padres fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial y logró sobrevivir gracias a un sacerdote católico local; así comenzó su vida entre las monjas. Wanda y Anna, ahora Ida, deciden emprender la búsqueda del desconocido lugar donde se hallan enterrados los padres de la joven —quizá un bosque, tal vez un lago—, en un intento por proyectar algo más de luz sobre el doloroso pasado de su extinta familia. 

 

—¿Esperaba Pawel Pawlikowski una acogida de crítica y reconocimientos internacionales tan buena para Ida? 

La verdad es que no. Nunca pensé que tuviera esta recepción. Para mí ha sido una sorpresa. Pensé: bueno, si hago una película polaca, con un reparto de actores que no son conocidos y, además, desde una perspectiva muy formal, entonces no va a tener una gran repercusión. Encima no corren buenos tiempos para los filmes polacos, pues no tienen hoy mucha cobertura en los festivales, no están de moda. Así que fue una muy grata sorpresa ver esta buena acogida en los certámenes cinematográficos con tantos premios. 

 

—¿Podría hablarnos de la génesis de este proyecto de tan compleja naturaleza, por la propuesta estética que plantea, pero al mismo tiempo con temas importantes aliados a una investigación detectivesca que, a su vez, entraña el interés añadido del estudio de dos caracteres confrontados? 

La génesis de Ida fue un proceso largo. En primer lugar, había una serie de elementos históricos con los que estuve jugando durante todo este tiempo. Siempre me ha resultado interesante la época de principios de los 60 en Polonia. (Yo quería crear una película de ficción en Polonia –la primera mía allí–, pero no ambientada en la actualidad, cuyas claves desconozco.) Los 60 era una época que yo recordaba desde la perspectiva de un niño pequeño y, a título personal, me resultaba muy atractivos, muy cercanos a mi corazón, los sentía muy íntimos. En parte, decidí situar el filme en ese tiempo por ese recuerdo infantil tan intenso. Recordaba de mi niñez imágenes, sonidos, olores, sabores, pero también tenía recuerdos obtenidos de los álbumes de fotos de la familia.  

Ese período era también atractivo desde un punto de vista social, dada su originalidad: la Segunda Guerra Mundial había concluido no mucho tiempo atrás y el estalinismo había terminado recientemente. Se trataba de un mundo devastado, petrificado, muerto. Sin embargo, al mismo tiempo empezaba a verse una cierta vitalidad y juventud con el surgimiento del rock´n roll, del jazz, del pop, un mundo que también recuperaba esa juventud. 

Por otro lado, hay otra pieza que ha tenido importancia en el largometraje: la fe. Pero no como una convención religiosa, sino como algo más trascendental. A menudo en Polonia existe, el tópico de hablar de los polacos católicos. Creo que esto no va más allá de una mera fórmula sociocultural. Mi intención ha sido hablar sobre una persona religiosa que no se definiera como la típica polaca católica, sino que tuviera una fe mucho más profunda y real, trascendental. 

Todas estas cosas tuvieron mucha influencia en el nacimiento de la película. Han interactuado en su creación varios elementos: la fe, la identidad y los recuerdos personales.

  

» En Polonia tenemos el problema
de estar hechizados por la historia 

 
 
—¿El origen de Wanda la Sangrienta tiene sus raíces hundidas en la realidad histórica?
 
El origen del personaje de Wanda Gruz responde a mi encuentro con una mujer real. No es exactamente la misma persona, pero sí me inspiró la idea para crear esa figura: una polaca que conocí en Oxford cuando estudiaba allí a principios de los años 80. Se trataba de la mujer de un profesor. Esa mujer ya tenía una cierta edad y era un encanto, irónica, divertida… Tomé el té con ella algunas veces por aquello de hablar con alguien en polaco. Luego, unos diez años después, en la BBC, oí que se había reclamado desde Polonia a una ciudadana [Helena Wolinska Brus], que resultó ser esa mujer, por crímenes de lesa humanidad, pues había sido fiscal estalinista (finalmente no fue extraditada a causa de su condición de refugiada política). Yo me preguntaba cómo es posible que una persona sea, por un lado, tan irónica, con tan buen sentido del humor, tan dulce y cálida; y que, por otro lado, haya cometido este tipo de crímenes. Incluso llegué a plantearme escribir un documental sobre ella, pero me dijo que mejor no hacerlo.
 
Wanda es parecida: ha cometido delitos, tiene esa parte dulce aunque es dura y cruel a la vez. Los orígenes de este personaje se hallan en su idealista juventud marxista-leninista antes de la guerra, luego de la cual tiene un hijo, se transforma en una figura pública y se fanatiza; por lo que termina siendo alguien cínico y sin fe. En cuanto a la joven monja, yo había escrito otro guión, igual que como con Wanda, aquélla con la que quería hacer el documental. Junté ambos libretos para dar lugar a Ida.

 

» En la creación de Ida han interactuado varios elementos:

la fe, la identidad y los recuerdos personales

 
 
—Se observa una heterogénea suma de partículas originarias…
 
Todos estos ingredientes citados los deposité en un recipiente a fin de crear Ida. Ha sido un proceso en el que intenté ordenar este caos de ideas y de sentimientos. Personalmente, defino lo que yo hago como crear caos para luego encontrar un orden interesante que le dé forma redondeándolo. Deseaba realizar una obra muy formal que no fuese explicativa, que no ilustrara nada que no estuviera fuera de la película. Pretendía que todos sus aspectos (actores, fotografía, montaje…) tuvieran idéntica importancia, alumbrar así un todo coherente aun a partir de una matriz caótica de componentes tan diversos entre sí. Básicamente esta es la naturaleza del “monstruo” que he alumbrado. Y por ello todo el mundo está confundido.
 
En Polonia me preguntan qué quería expresar yo con esto, qué debe interpretarse, qué está bien y qué está mal en el filme (dónde está el bien y dónde el mal). Lo único que yo perseguía era crear cine, ir más allá de los argumentos históricos y retóricos. Existen muchos argumentos históricos, sí, pero no forman parte de mi trabajo. Mi deseo es realizar una película coherente y universal al mismo tiempo. Lo cierto es que en Polonia tenemos el problema de estar hechizados por la historia. Poseemos una historia muy rica y pasamos mucho tiempo intentando explicarla, lo cual es algo que en las pelis nunca funciona. Yo solamente anhelaba crear un paisaje cinematográfico que funcionara por sí mismo y que se basara en la idea de la fe, la historia, la música y otros muchos temas.  
 

» Creo caos para luego encontrar un orden
 
 
—Volviendo a Wanda, se percibe en ella un dualismo conmovedor…
 
Sí, es un personaje dividido en muchos sentidos, desgarrado. Por un lado, es una mujer sensible, con sentido del humor, a la que le gusta bailar y hacer el amor; pero también alguien con mucha ideología, que sigue siendo muy intelectual, agarrada una idea agonizante, podrida, muriente. Así pues, decide convertirse en un personaje duro porque no puede asumir la idea de verse a sí misma como una víctima. Wanda desplaza de su vida el pasado personal y la familia, escapa de ellos. Sin embargo, cuando su sobrina se presenta, caen derrumbados todos esos muros defensivos que había levantado, su armadura se resquebraja. Por otra parte, se trata de un personaje cálido y complicado. Con ella ocurre como con Ida. Podemos decir que su alma es un auténtico campo de batalla. Por ello, muchas personas podrán identificarse con su personaje, como yo.
 
 
—Me gusta mucho cómo utiliza usted la noción del secreto en el largometraje: primero tiene que ver con el pasado de la protagonista Anna/ Ida y de su tía Wanda, pero después se extiende al desarrollo del carácter de ambas, cuyos resultados argumentales sorprenden al final porque desactivan las apariencias…
 
Estoy totalmente de acuerdo con su apreciación, concuerda del todo con mis intenciones.
 
 
—La elección del blanco y negro se antoja acertadísima en varias direcciones…
 
La elección del B/N no fue una decisión intelectual, algo sobre lo que yo reflexionase. Cuando estaba escribiendo Ida me venían a la cabeza las imágenes en blanco y negro, pensaba en B/N, quizá porque yo ya me imaginaba ese perí
odo así y no por otro motivo. Igualmente quería reducir el filme a lo esencial, no deseaba que hubiera ruido, demasiado color ni demasiados elementos durante el rodaje. El B/N me ayudaba a centrarme en los componentes esenciales y esperaba que también el público. Quizá aporte asimismo un toque intemporal.
 
 
—El formato cuadrado 4:3 parece ayudar en la concentración de los componentes dramáticos dentro del campo visual…
 
El 4:3 no fue una elección decisión muy reflexionada. En mi opinión s un tipo de encuadre muy bueno para mostrar los rostros, las caras. La verdad es que estuve haciendo pruebas con este formato y no me gustaba cómo terminaba de quedar: parecía que los actores ocupaban más espacio de la cuenta y entonces, de manera intuitiva, decidí inclinar la cámara un poco hacia arriba para dar más aire a las imágenes, para incorporar algo más de cielo por arriba. Así, por intuición, empecé a hacerlo y me pareció que resultaba más interesante lo que estaba filmando. Y me gustó. No sé explicar muy bien por qué había tomado esa decisión, pero me pareció que generaba un efecto curioso en el que las figuras parecían perdidas en el espacio de una forma vertical, no horizontal, que es lo que suele pasar. No fue una decisión premeditada. Claro que después esto crea problemas con los subtítulos, porque no sabíamos dónde colocarlos, pues tapaban parte de la acción.
 
 
 
» Generé un efecto de figuras perdidas en el espacio
de una forma vertical, no horizontal
 
 
—Por encima de la incontestable apuesta formal, Ida denota un logrado equilibrio entre todos sus aspectos: estética, temas, emoción…
 
Mi deseo era que la imagen estuviera en pie de igualdad con la interpretación, que ambas poseyeran idéntico protagonismo. Huía de la belleza por la belleza. De hecho, tuve que cortar algunas de las imágenes más hermosas: me pareció que eran incluso narcisistas y no contribuían realmente a impulsar la trama ni la emoción que perseguía transmitir en la película. En el cine –y eso es algo de lo que también he sido víctima− suele ocurrir que, para comunicar emoción, hay que mover la cámara. Yo, personalmente, creo que la emoción también se transmite a través de la composición y de la luz.
 
A mi juicio, la mitad del público va a salir de la sala de proyección diciendo que Ida se trata de un filme muy esteticista, intelectual, y ni siquiera se meterá en lo que quería transmitir. Pero también habrá muchas otras a las que este lenguaje les conmueva por el hechizo de la forma de la película, lo cual es algo que me satisface bastante. Cuando tomé la decisión de dejar de mover la cámara, ello me generaba muchos nervios, pero aposté por este lenguaje y vi que llegaba al público (evidentemente no todo) y esto me dio una gran alegría. Parece que esta apuesta ha dado buenos resultados. 

 

 

» Creo que la emoción también se transmite

a través de la composición y de la luz

 
 
En efecto, la cámara gusta de permanecer “silenciosa” en Ida
 
Introduje en el filme el aspecto de no mover la cámara: las tomas las hacía estáticas, para de esta forma no dar demasiada información al espectador. Quería limitar el campo de visión para intentar sugerir más mostrando menos. En parte estoy yendo a contracorriente, porque el mundo actual es un mundo de ruido, de mucha información, de mucho movimiento, un mundo en el que parece que todo es muy frenético. De alguna forma, yo deseaba limitar todo eso. En parte, Ida es una película de escapismo del momento actual, un filme de silencio donde se sugiere mucho para dar espacio a la imaginación del público. Así, cuando termina la película esperamos que los espectadores puedan llevarse en su imaginación algo de lo visto en la sala de cine.
 
 
 
José Havel es analista y realizador cinematográfico.  

 

Pepe Monteserín: la alegría de escribir. Por Javier Lasheras. 26/11/2013

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Pepe Monteserín lleva en el asunto literario veinte años con pleno conocimiento de causa, como poco. Aunque hablando con él diríase que toda la vida, incluyendo los meses anteriores a su nacimiento. Seguro que ya estaba allí tomando nota de todo lo que sucedía a su alrededor. Me lo presentó Manuel García Rubio hace unos 18 ó 19 años, o eso creo si mi memoria no me engaña, y enseguida le convencí para que formara parte de aquella maravillosa troupe que fue Literástura (más de 40 autores circulando por una treintena de casas de cultura e institutos de secundaria, con encuentro literario nacional y la publicación de un libro con lo escrito y hablado).

» Monteserín es un lector voraz y atento
y también un escritor con ambición

Sí, eran otros tiempos, porque luego unos desprevenidos cortaron la línea con el paraíso literario y llegó el derramamiento generalizado, ¿recuerdan?: el libro blanco, los gastos suntuarios e irresponsables, la mácula en el Niemeyer, etcétera, etcétera. Me cuenta Helios Pandiella, el diseñador de aquellos libros, que uno de ellos, titulado Literástura ’98: Cien años después, y que ahora puede leerse en internet ya ha tenido más de 8000 visitas en menos de un mes. El caso es que hablando con Monteserín durante el regreso de uno de aquellos bolos, creo recordar que del oriente de Asturias, me di cuenta de que me hallaba ante un lector voraz y atento y también ante un escritor con hambre, con ese hambre que es la ambición de escribir cada día para ganarse el pan con el sudor de cada una de las palabras que encadenaba y con el deseo de despertar del letargo a tantos lectores como su estilo e historias pudieran. Desde entonces he disfrutado con sus libros y, al mismo tiempo, he asistido al crecimiento del autor que, a mediados de septiembre de este año, presentó su última obra, la novela Me levanté herido. Durante la presentación, escoltado por Raquel Díaz Rámila, su mujer, y por su amigo Luis Arias Argüelles, pude observar cómo el tiempo le había vestido con una camisa más cómoda, sin las apreturas de los primeros tiempos cuando escribió Mar de fondo, Mañana perdí los nervios o Los chispazos burlones de las estrellas. Pero la comodidad de esa camisa no le ha quitado ese punto de nervio tan necesario para no confiarse: «Yo necesitaría un bucle de cinco minutos para decir lo que pienso», se arrancó o se despojó, según, con sus gafas, una para cerca y otra para lejos y tal es su pasión por el lenguaje que, si pudiera, aun contaría con otra más para ver las fibras de las que está hecha cada palabra, sus venas, arterias, huesos, humores y tendones con el fin de entender el espíritu de su origen y las posibilidades de sus odios y amoríos con

» En su última novela, Me levanté herido pone en juego
una parte muy importante de su vida familiar

otras. Y comprobé también que el tiempo y la literatura han dejado en Monteserín un poso de ceniza sobre su cabeza muy a juego con esa edad de plata que ha alcanzado y que le ha servido para quitarse el peso empresarial subyacente. A cambio se ha puesto por montera la alegría del lector y la fortuna inquietante del escritor, lo que a la postre le han convertido en un cazador obsesionado con la pieza, cual Acab en el Pequod buscando a sotavento la joroba y la cabeza de la Ballena Blanca, guarecido delante de la pantalla del ordenador y con la libreta siempre a mano a la espera de cobrarse con cada disparo su mejor página. Que la comparación no sirva para pensar ni de lejos en la desquiciada amargura del capitán o en la de cualquier letraherido: Monteserín disfruta escribiendo y hablando de literatura. Y ya que hablamos de su disfrute digamos que el estilo de Monteserín es siempre, y por lo general, barroco, cuestión que él mismo ha afirmado desde hace tiempo sin ambages. Pero esto conviene matizarlo, pues lo general suele acarrear imprecisiones que acaban por errar el tiro. Tengo para mí que el estilo de Pepe Monteserín atiende a la precisión lingüística tanto como a la precisión estructural y, por tanto, a la más alta precisión derivada de la relación entre ambas. De ahí que en cada uno de sus libros pueda rastrearse una sólida urdimbre que lejos de construir un pesado esqueleto lo aligera porque nada que moleste queda suspendido en el imaginario del lector. Es decir, es barroco, sí, pero consistente, además de lúcido y divertido. Este equilibrio entre los contenidos exactos y el continente en movimiento continuo, es el que procura por lo general una lectura placentera, llena de ingenio y entretenimiento y que tanto acerca a los lectores de diferente condición y alcance. Tal vez fuese este uno de los rasgos principales que los editores de Lengua de Trapo atisbaran en Monteserín para publicar en 1999 el libro de relatos El viajero que huye (en el que aparece el magnífico La dama de cedro). A partir de aquí y hasta el año 2007 vendrá una explosión literaria que, a pesar de que el propio autor declare que «No soy consciente de ello», pocos autores han conocido: gana el Premio Francisco Ayala con Caballos de cartón, el Ciudad de Alcalá con Los ángeles más hermosos, el Emilio Alarcos de novela en 2004 por Se detuvo el mundo y en 2007 el Premio Lengua de Trapo por La lavandera. Entre tanto, se ha alzado con varios premios de la crítica de Asturias y publica en ese período otras cuatro obras, entre ellas Matómela Dumas, una espléndida y muy sutil narración de espíritu matemático y ciencia literaria. Y todo ello con una respuesta muy notable tanto por parte de la crítica como de los lectores.

» Su estilo atiende a la precisión lingüística
tanto como a la precisión estructural

Más de 3000 artículos publicados en La Nueva España (esos «“billetes” diarios», como él los l
lama, llenos de reflexión, chispazos, visibilidad, humor y generosidad con tantos compañeros de letras) y seis años después desde su última novela, reaparece con esta historia sobre la Guerra Civil española en la que además de poner de nuevo en juego su estilo —un estilo que según la opinión de un editor nacional «sería una mezcla casi imposible pero absolutamente reconocible, 
con destellos de Proust, Cervantes y Pessoa»—, pone también en juego una parte muy importante de su vida familiar y a cuya consecución pone en la sartén literaria todo el amor del mundo. Me levanté herido (Septem, 2013) es una novela que «empezó como un homenaje a mi padre; al morir él sin conocerla, pasó a ser también un homenaje a mi madre. Quería escribir además sobre falangistas en una época donde los falangistas están condenados de antemano. En suma, un homenaje a mi padre en toda regla, para que quede claro que lo admiro y lo respeto públicamente.» No seré yo quien juzgue si estamos ante la novela más acabada del autor, la que consigue un mayor vuelo literario, pero sí pienso que es una de las más enteras pues muestra las claves ya maduras que mueven el universo monteseriniano: sólida estructura narrativa, detalle hasta la obsesión y fineza con los personajes. Una novela que se enmarca en un año en el que Pepe Monteserín ha publicado dos cuentos ilustrados, Tac, tac, tac, plof, en Narval (Lengua de Trapo) y Cuatro esquinines (Pintar-Pintar), la biografía El peligro del éxito (Nobel), la inmediata publicación en Cuadernos (Trea), de un cuento sobre el agua, tres en realidad, titulados Tres en agua y la finalización de otra novela y un Diccionario de un escritor. Es por esta relación por lo que el autor afirma que «mi mejor año fue éste, 2013».

Casi todo el que lo conoce sabe que este autor dejó su profesión anterior, aparejador y ejecutivo inmobiliario (sin duda con un mayor interés crematístico) por el oficio de escritor. Lo suponemos satisfecho con el cambio, pero reconoce que «dedicarse a escribir, como es mi caso, es una ruina económica; en este sentido, la cosa cambió poco porque se

» "Nunca tuve tantas ganas de escribir.
Es como si escribiera para el futuro."

concibe mal la ruina de la ruina. Hay menos a ganar pero lo que uno busca es el prestigio, y en este sentido no hay muchas menos oportunidades y tampoco la respuesta ha de ser inmediata. Es como si escribiera para el futuro. Mi estado de ánimo es muy bueno. Nunca tuve tantas ganas de escribir. Menos ganas, en cambio, de leer y menos de vivir.»

Pero veinte años doblando esquinas, las de la vida y las de los libros, dan para mucho más, así que sólo cabría aportar a este impreciso perfil que es natural de Pravia, «y con eso queda dicho todo», tal y como anuncia la portada de su página web. Bueno, casi todo. Porque también es el cronista oficial de Pravia y, año tras año, ejerce de anfitrión en unas jornadas de literatura que allí organiza la Asociación de Escritores de Asturias con la complicidad de su alcalde, su bibliotecaria y sus gentes. El resto puede leerse en sus libros ya publicados y en los que vendrán, siempre una aventura, un largo viaje a la espera de doblar no sabemos si el Cabo de Hornos o el de Buena Esperanza para cumplir con la travesía que le llevará a entregar su más preciada carga al puerto de los lectores olvidados. 

Foto: cedida por Pepe Monteserín.

Presentación de Praga, ciudad literaria, de Pedro Antonio Curto et.al. 25/11/2013

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Praga

" ¿Cuándo una ciudad se convierte en un lugar mítico? (…) Praga es más que una ciudad, un espacio mítico, seduce con lentitud a través de los murmullos de sus piedras. En la capital de Bohemia aún es posible encontrarse con el pasado, con la historia."


 

Te invitamos al acto "Praga, ciudad literaria", que se realizará el viernes 29 de noviembre a las 19:30 horas en el salón de actos del Ateneo Jovellanos sito en Centro Cultural Cajastur en la calle Colegiata 2

 

Praga


En el misma participaran:

– Jaime Gonzalo Cordero, filólogo, que realizará una presentación del acto.
-Pedro Antonio Curto, escritor y coautor de la antología.
-Álvaro Díaz Escobedo, escritor y coautor de la antología.
 
 
 

Praga es más que una ciudad, un espacio mítico, seduce con lentitud a través de los murmullos de sus piedras. En la capital de Bohemia aún es posible encontrarse con el pasado, con la historia. Se halla paseando por sus calles, al lado del río Moldava, cruzando por alguno de sus dieciocho puentes. Praga es mucho más que sus cafés o sus cervecerías, es una ciudad para abandonarse, para entregarse al sabor de sus calles y plazas. El lector lo comprobará en estos extraordinarios relatos. Pedro Antonio Curto es el autor del excelente prólogo que nos acerca la magia praguense. La idea que mueve a M.A.R. Editor ya ha quedado fijada en otras ocasiones: unir a los clásicos de ayer con los que algún día serán nuevos clásicos. Y en esta ocasión lo hace en homenaje a una ciudad tan mágica como Praga.