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Presentación de Reflexiones para crear ideas en el futuro de los indignados, de José Luis Caramés Lage. 22/10/2013.

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El Jueves, 24 de octubre de 2013, a las 20:00 horas,

en el Club Prensa Asturiana


José Luis Caramés Lage


Presenta el libro

REFLEXIONES PARA CREAR IDEAS
EN EL FUTURO DE LOS INDIGNADOS

 

Participan:

Pedro Antonio Curto

novelista y colaborador periodístico

Virginia Gil Torrijos

poeta y directiva de la Asociación de Escritores de Asturias

José Luis Caramés Lage

novelista y profesor honorífico de la Universidad de Oviedo

 

 

Entrevista a Ernesto Colsa, por Javier Lasheras. 18/10/2013

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En medio de este universo siempre difícil y complejo como es el de la familia literaria, Ernesto Colsa (Oviedo, 1968) aparece como un tipo singular que no se vanagloria ni con lo leído ni con lo escrito pero que, a cambio, disfruta con la experiencia que le proporciona la inteligencia de la creación, venga de donde venga. Un tipo que concibe las etiquetas para derribarlas, duro con la ñoñería y tierno con quien, como él, tiene pavor a la muerte. En sus labios las parcas aparecen por doquier y eso sólo puede ser fruto de un inmenso amor a la vida. No por entero a todo lo que sucede en esta vida, claro está, y tal vez por eso, porque hay asuntos que le ofenden y le perturban, se dedica, entre otras cosas, a escribir. Su ópera prima es este telegrama de 459 páginas que ha dado en titular Cieno, publicada en la editorial asturiana KRK ediciones. Una obra bien estructurada y dosificada que va tomando cuerpo con cada peripecia, alcanza su clímax poco después de la mitad del libro y lleva al lector en volandas hasta la insospechada y bien resuelta cima del desenlace. Formas clásicas, lenguaje preciso, en ocasiones exagerado y a veces barroco, con referencias científicas, musicales, artísticas y literarias y un catálogo de personajes y un espacio, Antojanuela —ya inolvidable—, que conduce irreverente pero con buena mano, a tiempos y lugares donde el lector pueda encontrarse.
Y a usted por qué le dio por escribir esta historia. ¿Cuál cree usted que es su origen más cierto?
El origen próximo, si quince años puede considerarse como tal, fue el intento de novelar una especie de tesis doctoral sobre el Equipo de Acción Sonora, célula de agitación y terrorismo musical en la cual milité durante la segunda mitad de los locos noventa, cuando todo Cristo tenía un fanzine, un programa de radio, un conjunto musical o un taller de cestería.
El origen remoto no ha sido otro que dar rienda suelta a la vanidad inherente a todo primate, lo cual consiste en destacar entre quienes lo rodean a uno a base de guantazos o esparciendo la simiente —sin duda la manera más efectiva—, o bien mediante el ejercicio de las artes por parte de quienes no tenemos talento para lo anterior.
Fascinante. En su opinión, diría que Cieno tiene más de autorretrato exagerado o de estado desaforado del subconsciente. Y, por favor, podría dejar esas maracas sobre la mesa. Me aturde.
Con lo de «estado alterado del subconsciente» supongo que se referirá a las digresiones introductorias a cada capítulo, donde me sirvo de un interlocutor ficticio para vomitar el veneno que llevo dentro, que ignoraba fuera tanto, y que efectivamente las concebí al modo surrealista, una especie de brainstorming demente y rencoroso, aunque con cierta trampa porque tienen mucho trabajo de posproducción; por ello no podemos hablar de escritura automática pura, digamos que se trata de escritura semiautomática o secuencial. En este sentido, Cieno contiene los dos elementos que menciona en su pregunta. Por cierto, en esas digresiones se desvela el final de la trama, lo digo por los listos que se los saltan porque les parecen demasiado farragosas, sin puntos y aparte y todo eso, que con alguno me he encontrado.
» El protagonista de Cieno 
siente un gran placer
ejerciendo la venganza
Sí, yo me he encontrado con tres durante la última semana. Dicen que ahora en el otoño suelen aparecer con más virulencia, tras las curvas del verano. Por cierto, ¿qué tiene más curvas, el amor o el sexo?
Tres lectores de Cieno, nada menos. Con mi madre y yo mismo ya son cinco, porque presumo que usted habrá hecho una simple lectura oblicua o, como mucho, decúbito supino, que nos conocemos. Pues para que lo sepa, aspiro a que el próximo verano mi novela la lea una de cada cinco personas en la playa, como la del sueco ese de hace un par de años, y entonces seguro que sus preguntas ya no serán tan impertinentes, porque sepa que a mí el sexo no me interesa nada, lo único que me gusta es ir al parque a ver besarse a las parejas.
Percibo por sus entrelíneas que echa de menos a lectores complejos y sin complejos, de esos que se meten entre pecho y espalda los textos de quienes escriben para la literatura en mayúsculas, esperando vender por doquier y pasar a la Historia y noto, además, un cierto tufillo de hipersensiblería, amén de seguir los pasos de Peeping Tom. Por cierto, ¿cómo le va a usted la vida de lector? ¿Es cóncavo o convexo? Si deja el tembleque de la pierna, le pido a la camarera que le sirva otra cerveza.
La verdad es que estoy un poco nervioso; no debería haberle vendido la metadona a aquella anciana. [Risas] En fin, mi experiencia como lector es un tanto falta de criterio; ante una crítica favorable por parte de quien no me merece crédito descarto el libro; lo malo es cuando ocurre al revés, porque me he tragado algunos mamotretos antológicos al haberme fiado de la opinión de algún santón. En general, no suelo abandonar cuanto comienzo así me produzca la mayor de las migrañas, aunque alguna vez he claudicado; en otras ocasiones no tengo muy claro si he perdido el tiempo miserablemente. Por ejemplo, ¿le gustan a usted Pynchon, Sebald, Ferrer Lerín? ¿O, por el contrario, le irritan sobremanera?
¡Vaya! Me lo temía. Está usted frisando el estupendismo. Le confieso que no he leído a Ferrer Lerín y, además, no sé quién es. Por favor, ilústreme. En todo caso, le diré que ahora mismo estoy leyendo, por si acaso, El inventario general de insultos de Pancracio Celdrán y La razón como lenguaje de Lafont; en este último exactamente voy por la página 31, donde dice «El lenguaje constitutivo del "mundo" versus el lenguaje como "instrumento"». Supongo que no le apetecerá seguir por ninguno de estos dos caminos así que, centrándonos en Cieno, ¿por qué asuntos cree que deberíamos pronunciarnos y no continuar permaneciendo mudos? Y aquí tiene su cerveza.
 
» Tenía
claro que el final
de Cieno no iba a ser
la alegría de la huerta
Podría decir que Cieno preludia la presente crisis, mostrando cómo se despilfarraban los recursos públicos en épocas de opulencia presupuestaria, o que describe el modo de vender la existencia por un salario engañosamente digno, o que plantea la tesis de que el éxito acaba con quien no sabe sobrellevarlo, pero también puede hacerlo la mediocridad más atroz. Sería fácil decir algo como esto, pero se trataría de un engaño porque no he pretendido nada en absoluto. No hay en Cieno moraleja, ni crítica, ni ansia de respuestas. Cieno no le busca sentido a la vida, porque la vida carece de sentido y de finalidad. ¿O acaso tengo yo cara de místico? ¿Por quién me toma usted? ¿Por el Paulo Coelho del hemisferio norte?
 
Bueno, hombre, no se ponga así. Sólo intentaba intimar. Si quiere le pido otra cervecita. En fin, cambiemos el tercio. ¿Qué le pone más Niels Bohr o Mónica Belluci?
Una conversación sobre Mónica Belluci va perfecta en una reunión de cuarentones rijosos pretendidamente sofisticados, como nosotros. Niels Bohr es más para vacilar en el chigre con los amigotes, todo pedo, comiendo gambas con los dedazos y diciendo tonterías sobre el gato de Schrodinger. Hay que saber comportarse en todas las situaciones, señor mío.
Hablando con usted me entran unas ganas pantagruélicas de comer. Como experto en bazofias gastronómicas, según deduzco por Cieno, ¿qué prefiere que pidamos: hamburguesa de gasolinera, una tapita de gambas ultracongeladas o lo que reste del día anterior?
Aunque me he visto obligado a desmentir que, por fortuna, Cieno no es autobiográfica por mucho que me haya inspirado en ciertas realidades que experimenté muy de soslayo, donde sí me identifico por completo con el protagonista es en su falta de interés por la gastronomía. Al contrario de lo que suele ser habitual, conforme me voy haciendo viejo valoro cada vez menos el supuesto placer de la comida; sólo la concibo como un trámite, un medio para subsistir más que un fin en sí misma, de modo que, si el hambre aprieta, me suscita el mismo placer el manjar más delicado que un «perolo de tojunto», esa aleatoria y circunstancial receta que se describe en la novela consistente en una mezcolanza recalentada de restos provenientes de latas abiertas en diferentes fechas, al cual consigo dotar de un sabor uniforme a base de saturarlo de especias no obstante la diversidad de ingredientes utilizados en cada ocasión. 

Como quiera. Ya veo que no le gusta el sexo ni la gastronomía. Le advierto que se me van agotando los temas importantes, así que vayamos a los trapos menores. Creo que su personaje puede entenderse como la metáfora de un país y una época que ha llegado a la frontera del infierno. ¿Está usted de acuerdo?

Eh, eh, que yo no soy un asceta, un straight edge ni nada parecido. Solo le doy a las cosas el valor que tienen, pero el valor se trata de algo muy subjetivo, y unas me interesan más que otras. Por ejemplo, el protagonista de Cieno no es un gastrónomo, parece evidente, pero siente un gran placer ejerciendo la venganza, «el único lujo del proletariado», según sus palabras. En cuanto a si al personaje puede considerársele una metáfora del cataclismo nacional, ya le gustaría a él llegar tan lejos. Le repito que la novela no pontifica ni pretende construir tesis alguna más allá de mostrar la absoluta carencia de valores éticos de ese pobre hijo de la gran puta. Y deje de mandar mensajes con el móvil, que le estoy viendo.

Siento incomodarle, pero estoy enganchado a una conversación en alejandrinos con la condesa de Molledo. ¡Adora a los poetas! Pero, perdone, hablábamos de su novela. También creo que Cieno se adentra en el inconsciente familiar, en esa estructura básica de la que nadie está libre y por la que a veces sufrimos más de la cuenta. En el caso del protagonista, parece que no queriendo asumir su destino, impone su carácter y acaba recibiendo un destino digamos que inesperado. ¿Sabía usted ya el final cuando comenzó a escribir esta obra?
Tenía claro que el final no iba a ser la alegría de la huerta, pero una de las razones de mi parón creativo durante más de un lustro —aparte de no acordarme de nada desde mediados de los noventa hasta el dos mil— tuvo su origen en un intento de asesinato que sufrió el protagonista en una de las entregas de La Última Canana de Pancho Villa, la editorial donde fui sacando por capítulos el boceto de la novela. Cuando resolví el móvil del suceso, lo demás vino rodado: completar los intersticios de la trama, acentuar el perfil abyecto del protagonista y abundar en unos desajustes familiares más propios de otras latitudes que de nuestro opulento norte.
¿Espera algún premio, el Tigre Juan por ejemplo, alguna recompensa o éxito por mínimo que sea o es usted de los que piensan que el éxito comercial es una línea directa al fracaso de quien se considere un escritor? Por cierto, la condesa me invita a cenar mañana junto con otros amigos, uno de ellos de nombre Zacarías, ¿le apetecería acompañarnos? Le puedo asegurar que el servicio en casa de la condesa es exquisito y su conversación muy divertida.
El Tigre Juan lo tengo algo complicado, más que nada porque creo que se falló el otro día. Había pensado en montar un tinglado parecido a uno que puso en marcha un primo mío, accionista de varias sociedades, quien donó la pasta para una fundación que se dedicaba a otorgar premios muy rimbombantes a empresas de su grupo, ya sabe, esas etiquetas de ciertos productos, sobre todo de alimentación, donde figura un membrete que pone «Medalla de Oro 2000, 2001, 2002 y 2003», conferido por una entidad abstrusa, y uno piensa: «Joder, esto tiene que ser bueno de verdad, nada menos que cuatro medallas de oro consecutivas». Es un modo más alambicado de autopromoción, pero me falta capital; si se anima, podemos ir a medias con las ventas. O mejor aún, seguro que esa a condesa amiga suya, que estará forrada, le encantaría colaborar en el proyecto. Podríamos llamarlo «Premios Cuerpo Celeste», y Cieno sería la primera obra premiada. Tengo entendido, además, que acaba usted de terminar una novela y necesitaríamos un accésit. ¿Qué le parece la idea?
Se lo agradezco, pero me viene fatal. Yo soy más de my way. Seguro que ese premio conlleva discurso y cena y lamento comunicarle que estoy a dieta por prescripción facultativa. Además, luego habrá que opinar sobre Cataluña, Merkel y la última monería china. Y de la condesa debo advertirle que en lo relativo a empresas prefiere el ciempiés al saltamontes. Pero, perdóneme, esto es una entrevista y estoy destrozando el género. Hay lectore
s que confiesan haber leído su libro casi del tirón ¿estará contento y agradecido, supongo?
Con la novela me ha pasado algo muy curioso, supongo que positivo. Resulta que existen en ella pasajes muy heterogéneos, desde una fabulación sobre ucronías burocráticas a clasificaciones de salivazos y desgastes de suelas pasando por «diálogos interiores» en bloques de texto monolíticos o versos laudatorios sobre la droga, además del hilo narrativo stricto sensu, por supuesto. Pues bien, yo albergaba dudas acerca de la aceptación de ciertos pasajes en exceso arriesgados, pero varias personas me los han descrito como sus favoritos, y su referencia casi nunca ha coincidido.
¿Y en qué harinas literarias anda metido ahora?
 
Le estoy pegando a England’s dreaming, de Jon Savage. Un poco de punk nunca viene mal, aunque la literatura rock suele ser abominable, salvo escasas excepciones. Una de mis citas favoritas –sale en Cieno, por cierto- es una de Frank Zappa sobre el periodismo musical: «Escribir de música es como bailar de arquitectura».
Usted es abogado de formación y empleado público. A la vista de su experiencia tiene alguna definición particular de la palabra «Administración»? Y, dígame, ¿de no haberse dedicado al sector público en qué le hubiese gustado usar su tiempo laboral?
La administración es el arte de generar papeles y trasladarlos de un lugar a otro hasta su expurgo definitivo o microfilmado en función de su aparente relevancia. En cuanto a la segunda cuestión, parece dar a entender usted que yo me dedico a la función pública porque me gusta y, si bien yo no llego a los niveles de molicie del protagonista de Cieno, nada me resulta más aborrecible que madrugar. Ahora pregúntele a un parado, a un opositor o a un jornalero su opinión sobre estas disertaciones de mesa camilla acerca de lo chungo del trabajo, y nos partirá la jeta con razón.
Desde el punto de vista literario, ¿cree que el exceso es una virtud o un defecto?
 
Una virtud, por supuesto; pero no solo en la literatura, también en la vida misma. Aunque este tipo de respuestas maximalistas suelen encerrar peligro; seguro que algún listo te sale con lo de «pues la democracia será mejor que la dictadura, pero Hitler alcanzó el poder mediante unas elecciones». Pues eso, que el exceso me parece bien siempre y cuando quien lo ejerza no tenga la capacidad de apretar el botón. No sé si me explico… Me encuentro tan aturdido…
Ya veo. Echa de menos sus maracas. Está bien. Yo pillo una y usted otra. Vamos allá.
 
Volaaando voy…
 
Volaaando vengo… vengo
 
Por el camiiinooo…
 
…yo me entretengooo.
 

 

Visor 2013. 16/10/2013

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VISOR’13: LITERATURAS es la novena edición de una iniciativa que, ininterrumpidamente desde el año 2005, ha ido abordado diferentes géneros y estilos literarios en compañía de más de cincuenta autores y autoras de reconocida trayectoria.

La literatura, como otras artes, ha ido experimentando un proceso de evolución de manera paralela a los nuevos tiempos.
A lo largo de los últimos años la narrativa y la poesía, en consonancia con los cambios sociales, las nuevas tecnologías y los nuevos planteamientos estéticos, no solo han evolucionado en sus referentes argumentales, sino que hemos ido asistiendo también a una oferta heterogénea tanto de formatos como de soportes
Esas complicidades con otras fórmulas de comunicación han dado como resultado nuevas propuestas literarias.
Desde el punto de vista editorial y a pesar de las dificultades actuales de un mercado en retroceso y seriamente amenazado, la aparición de nuevos sellos con apuestas sugerentes es una evidencia que pone de manifiesto la resistencia del sector a las contrariedades del momento.
A pesar de todos los contratiempos la literatura no ha dejado de ofrecernos numerosos motivos de satisfacción y no solo partiendo de las fórmulas habituales.
Desde los tímidos inicios en los años noventa hasta la gran proliferación actual, la pequeña pantalla ha ido incorporando contenidos de alta calidad en formato de serie televisiva, con guiones bien elaborados y de gran contenido literario.
Series como la ya legendaria Twin Picks, The Soprano, The Whire, Breaking Bad y bastantes otras son ejemplos de cómo algunos creadores han traspasado los límites de sus territorios cotidianos para crear obras maestras en formatos televisivos.
En esa apuesta por lo híbrido la literatura infantil y juvenil ha sido uno de los géneros de mayor progresión en numerosos sentidos.
Frente los tradicionales mensajes moralizadores han ido apareciendo propuestas innovadoras, con enfoques pedagógicos más educativos y menos adoctrinadores. La combinación de nuevos temas con planteamientos gráficos muy diversos y creativos, han hecho de la literatura infantil y juvenil un género literario en expansión.
VISOR’13:  LITERATURAS tiene la voluntad de ser una jornada donde estas aportaciones puedan ser tratadas, contribuyendo a la difusión de la nuevas propuestas narrativas en compañía de los creadores y estudiosos que lo hacen posible.

Presentación Revista Barcarola. 14/10/2013

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Logo Asociación de Escritores

 

La Asociación de Escritores de Asturias

Presenta en Asturias el número 79-80 de la revista

Barcarola

Dedicado a Clarín adolescente, obra inédita.

Intervienen:

-Luis Arias Argüelles-Meres, profesor de Literatura

-Ana Cristina Tolivar Alas, biznieta de Clarín

-Juan Bravo Castillo y José Manuel Martínez Cano, directores de la revista

Presenta: Armando Murias Ibias, presidente de la Asociación de Escritores de Asturias

Clarin adolescente. Obra inédita

Salón de actos de la Biblioteca de Asturias (El Fontán, Oviedo)

Viernes, 18 de octubre de 2013, a las 19,30 horas

Alredor de la quintana: animales y otros bichos, de María Esther García López. 13/10/2013

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Alredor de la quintana: animales y otros bichos.
María Esther García López
Editorial Trabe.

Alredor de la Quintana ye una obra que recueyi dellos artículos publicaos en La Nueva España  nos años 2009-2010, nel especial La Nueva quintana. Nestos rellatos, Esther García fai alcordanza de dellos animales que tán venceyaos a l’aldea. Rellatos toos ellos qu’espeyan una visión de los mesmos dende’l puntu de vista etnográficu y sentimental, onde se cuenten anéudotes, querencies y creencies, curaciones, rezares, vivencies y recuerdos al rodiu d’estos “collacios” que tán presentes y formen parte de la vida de la casería n’Asturies. Rellatos toos ellos qu’amuesen la sensibilidá d’esta autora valdesana narrando la memoria de la so infancia na tierra que la vio nacer.

 
Naz en La Degol.lada-Valdés-Asturies, onde pasa la so infancia y parte de la so mocedá. Ye Poeta y escritora destacada en llingua asturiana y castellana, tanto pol númberu de títulos publicaos como pola calidá de la so obra. Ye Llicenciada en Pedagoxía, Maestra, y Esperta en Filoloxía Asturiana y ye miembru correspondiente de l’Academia de la Llingua Asturiana. Tien publicaos dellos títulos de didáutica ya investigación histórica y etnográfica, y ye autora de llibros de testu pa la enseñanza del asturianu pa Educación Primaria y Secundaria. Collaboradora habitual de La Nueva España dende hai más d’una década, y collaboradora de numberoses revistes culturales y d’investigación. En narrativa y poesía tien publicaos dellos títulos como El tatuaxe (1998) el so primer llibru de narraciones pa neños. Destaca’l so llibru de poemes L.luribaga (2003), Zamparrampa, poemes pa nenos y nenas (2004), Tiempu d’Iviernu (2005), Faraguyas (haikus) (2007), el primer llibru de haikus escritu en llingua asturiana y que tuvo un gran ésitu nos foros lliterarios. Pisadas (2008), poemariu pol que se-y conceden el “Premiu Uviéu “ de poesía 2006, que convoca l’Ayuntamientu d’Uviéu. Nel xéneru narrativu destaca la so obra de relatos Historias de vida ya señas de muerte (2006) y A la gueta l’Amor (2010) publicáu por editorial Trabe. Parte de la so obra ta recoyida en distintes antoloxíes. Recibió’l Premiu de Relatos Curtios “Fernández Lema” na so edición de 2007, pol so relatu Performance y el Premiu “Xosé Álvarez” que convoca’l Centru Asturianu de Madrid pola so obra La Maestra, publicaos en respeutives antoloxíes dedicaes a estos premios. Recibe’l “Acesit León Delestal” pol relatu tituláu “La boda” (2010). Ye autora de dellos títulos de lliteratura infantil: Musical-landia,(2008) Menú de Versos (2009) y Deva y el Pitín (2010). Estos trés últimos publicaos en dos versiones, castellán y asturianu.
Nel añu 2007 recibe’l urogallo de bronce del Centru Asturianu de Madrid.
Dalgunos de los sos poemes fueron musicalizados pol compositor Ernesto Paredano, y editaos nel discu Alebrix.
 
 
 

El olor de los elotes, de Manuela Cantón. Por Óscar Calavia. 13/10/2013

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El Olor de los Elotes

 

El olor de los elotes

Un buen título tiene algo de enigma: ¿cómo ese detalle que nadie había tenido en cuenta, que se diluye en la atmósfera y es tan familiar, se convierte primero en el hilo del que se tira para resolver la trama, y después acaba por darle nombre? Es el caso de ese olor de los elotes -las mazorcas de maíz tierno- que se asan en un modesto brasero, un olor que inunda tantas calles y plazas mexicanas, que para un extranjero puede ser un punto demasiado punzante.  Puede decirse, revelándolo todo y no revelando nada, que El olor de los elotes es una intrincada fábula sobre el sacrificio humano. Tomado como lo que es, un tema serio, y no esa carnicería recreativa que ha trivializado el cine: el modo más radical de hacerse otro.
 
» El erotismo está en ese modo
en que un abrazo se superpone a otro
 
La novela llega a él por medio de dos alegorías. Una es la del acto de escribir en sí, como destino o como condena; el escritor como rehén o galeote de algún poder mal definido. Es ese un tema sobre el que los escritores vuelven una y otra vez, a despecho de que, según todas las apariencias, escribir sea un oficio libre y muy deseado: ¿es tanto sacrificio, escribir? Esa pretensión puede fatigar; pero Manuela Cantón le da vida con una metáfora densa. La novela cuenta un secuestro inexplicable, que no se sabe cómo ni por qué ni para qué se ha perpetrado. Mientras amigos y familiares temen por la víctima, esta se ve obligada a escribir, sin saber por qué ni para qué, ni hasta cuándo: también, claro está, teme por sí, y con motivo.
 
» Más que sobre México
es esta una novela en México.
 
 
El otro camino, o la otra alegoría, es la del erotismo, en un sentido fuerte de la palabra. Ese en el que no se podría hablar de consultorio erótico, tienda de artículos eróticos, ni siquiera, tal vez, de literatura erótica. O sea, El olor de los elotes no trata de juegos refinados o exagerados, de dulce libertinaje o de historias picantes, sino de un resplandor muy sombrío bajo el cual los protagonistas se despojan de mucho más que de la ropa. El tramo central de El olor de los elotes se dedica a describirlo y, aunque esté cuajado de instantes en que las metáforas granadas se suman a la mención cruda de los sexos, de sus formas y de sus acciones, en vez de sustituirla, el erotismo no está tanto en ese material expresivo como en el despliegue de la narración. En lugar de enhebrar sobre una línea las relaciones amorosas, estas se desarrollan o estallan a partir de un punto que podría ser escogido al azar. El erotismo está, sobre todo, en ese modo en que un abrazo se superpone a otro: en ondas, cortando y entrelazando. Las relaciones entre los personajes, amigos, hermanos, madres, hijas, amantes o enemigos, no sirven para «arquitectar» un drama, sino para acercarse, mediante ensayos reiterados, a esa
 
» Es la intensidad con que el texto de Manuela
Cantón atraviesa su propia espesura, la que da
a esta novela  ese triunfo extraño de las mejores
 
encrucijada del deseo, la muerte y la fecundidad. Néstor, Anastasia, Malena, Ernesto, Denis, Camelia, Hugo, Sara, Aliseda: los protagonistas son siempre extremos. De vigor, o de sensualidad, o de cicatería, o de desarraigo; y mal que pese a esos caracteres fuertes, hay algo en sus historias que los convierte en impulsos sucesivos de un mismo instinto.
Muchos de ellos escriben, como el personaje principal (está incluido en la propia noción del género «novela» que tantos personajes, a su vez, escriban) y ello siempre es un modo de indagar sobre lo que lleva del acto de escribir, en sí recluso y lineal, al remolino corporal que la narración es capaz de evocar. ¿Por qué una ficción emociona? ¿Cómo lo que se escribe se puede tornar real? ¿Hay alguna divinidad que acepte como ofrenda seres imaginados, en lugar de toros o corderos?
 
» En el cielo cristiano ya sabemos que
no se fornica, pero tampoco se come.
 
Más que sobre México es esta una novela en México. Hay barriadas miserables a ojos vistas y bandas de narcos en la sombra; hay esa convivencia sin afectación del horror y la maravilla; hay la Santa Muerte que hilvana, junto con el olor del maíz, todo el relato. El de la Santa Muerte es en México un culto marginal, a veces asociado con los delincuentes pero no exclusivo de ellos, que tendría mal acomodo en otros países donde Dios parece obligado a ser benigno. Protege de amenazas muy reales, concede lo que sólo se puede pedir en secreto. Es un poco fútil llamarlo «nuevo culto», aunque no haga mucho tiempo que se habla de él. La Santa Muerte es la parte más adusta de un trío de seres inquietantes que la imaginación mexicana ha creado: ella, y Catrina, ese esqueleto presumido y alegre, y la Llorona, esa madre fantasmal y desesperada de cuyas apariciones ya hablaban las crónicas de los conquistadores. Esas mujeres fatales sólo pueden vivir en un país trágico, como esas famosas calaveras de azúcar del Día de los Muertos. Y digo trágico no porque la novela se recree en el exotismo macabro, o porque se ocupe en disertar sobre los excesos de miseria o de violencia. Manuela Cantón conoce México lo suficiente para no caer en la caricatura de un México de canana y metralleta, sombrero y carestía; en su escenario hay libreros, dulzura cotidiana, calles ruidosas, estudiantes, pero eso no le impide ser trágico. Ojalá México fuese un país mucho menos doliente, y en ese caso habría que ver si renunciaba a todos esos símbolos que se complacen en unir lo más vital y lo más letal.
 
» Manuela Cantón conoce México lo suficiente para no caer
en la caricatura de un México de canana y metralleta
 
Puede que no, que las calaveras siguiesen exhibiendo sus dientes, sugiriendo risa y voracidad al mismo tiempo, y siguiesen siendo golosinas; y que el maíz, el alimento del que está hecha la carne como rezaban los viejos cantares indígenas, sea por eso mismo, a su modo, un cuerpo humano. Quién no sabe que alimentarnos para vivir nos convierte por eso mismo en alimento -aunque sea de la propia tierra- y que la tragedia humana se reduce en último término a algo así de simple. En el cielo cristiano ya sabemos que no se fornica, pero tampoco se come. Lo trágico no es algo que la sensatez o las buenas políticas públicas puedan eliminar, aunque les guste ganar méritos ocultándolo. Es ese posible amor por ese «hombre que es todos los hombres y que está en el banquillo en nuestro lugar hasta que a nosotros nos llegue la hora y tengamos que ocupar su puesto», como dice un acertado epígrafe, tomado de McCarthy, uno de los autores favoritos —más de una vez se le cita en el libro— de la autora. El sentimiento trágico puede ser incluso feliz, y por eso mismo «erótico» no debe ser incompatible con «sagrado».
Las ocupaciones profanas no siempre son relevantes para entender a un escritor, pero el caso es que Manuela Cantón —profesora en un departamento de Antropología— ha investigado y escrito mucho sobre religión, y lo ha hecho con una sobriedad metódica y ajena a todo sensacionalismo. En cierto sentido es ahora, en la ficción, donde queriendo o no sigue esa reflexión hasta sus últimas consecuencias, que no pueden compendiarse en un abstract. El pecado inicial de su protagonista consiste precisamente en querer estudiar, reducir a razón, una devoción que se ha inventado huyendo de la razón (que, reconozcámoslo, para poco sirve en algunos tiempos y lugares). Pero él lo comete ya provisto de una conciencia alerta. Así dice, no mucho antes de que se inicie su aventura: «mi percepción de lo que me ocurre aquí y ahora nunca es pura. Viene precedida, acompañada y seguida de un cortejo de emociones emboscadas que se multiplican como espejos enfrentados, imparables encadenamientos de visiones siempre caprichosas, jirones de recuerdos próximos o remotos, míos o acaso de otro».
 
» al lector le cabe descubrir quién narra y quién es narrado.
 
El olor de los elotes es una primera novela, que no se ha refugiado en esos géneros más seguros de la reminiscencia, el testimonio generacional, la evocación personal o histórica. En lugar de eso, se ha dirigido resolutamente a grandes obsesiones de la literatura. He hablado de dos de ellas. Otra, a la que ya he aludido indirectamente, es esa que quizás haya fundado el género: la ficción dentro de la ficción, o el escribir como un espejo que captura a quien escribe y a quien lee. La narración se pliega varias veces sobre sí misma y al lector le cabe descubrir quién narra y quién es narrado. Pero creo que no es ese juego tantas veces bien jugado, sino la intensidad con que el texto de Manuela Cantón atraviesa su propia espesura, la que da a esta novela ese triunfo extraño de las mejores: el de hacer creer que lo que cuenta, por inaudito que sea, es autobiografía; o, aún más, que al leerlo se convierta, al menos por unos instantes, en la autobiografía de quien la lee.
 
Óscar Calavia es escritor y profesor de antropología en la Universidade Federal de Santa Catarina. Tiene en su haber el Premio Tigre Juan de novela, por Las botellas del señor Klein.
Más información en http://cafekabul.blogspot.com.es/

La última de todas las batallas, de José Luis Espina, por Diego Prado. 7/10/2013

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La última de todas las batallas

 

 

La última de todas las batallas 

José Luis Espina
Edit. e.d.a libros (2013), 209 pág.
 
Booktrailer
 
 
Si un rasgo común define los 11 relatos de La última de todas las batallas, el nuevo libro del narrador y activista cultural asturiano José Luis Espina, éste es el de la tristeza que destilan sus personajes, seres desencantados que observan el presente con incredulidad y tienden a refugiarse en un pasado más amable, bien sea en el territorio inmarchitable de la infancia o simplemente en el recuerdo de tiempos mejores. Vacío y desconcierto hermana a todos los protagonistas de estos relatos, algunos más cercanos al fragmento narrativo que al cuento en su definición más clásica, por cuanto los hay que apenas esbozan una historia donde los presagios y las intuiciones son primordiales. Se tratan de relatos que podríamos definir como «realismo psicológico» (no en vano, Espina es licenciado en Psicología), puesto que el magnífico ahondamiento introspectivo de los personajes muchas veces se sobrepone a la acción misma y marca el rumbo de la historia.
 
» Espina luce un lenguaje musculado
y firme, lo cual se agradece
 
Dos cuentos, sin embargo, vendrían a desmontar un poco lo afirmado, ya que Suerte y Soplo de musas muestran rasgos fantásticos más que evidentes, en especial el segundo de ellos que juega con la idea de la detención del tiempo. Aún así, el resultado no se aleja de la voluntad conjunta de repudiar un presente gris y sin atributos, donde los horizontes parecen óleos en blanco y negro tiznados de desesperanza.
Con ecos de la narrativa breve norteamericana (MacCullers, Carver) pero también europea, La última de todas las batallas muestra una voluntad por eludir la realidad deslucida del presente en una especie de búsqueda de salvación (seguramente infructuosa) en el tiempo ya consumido, ya gastado, ya vivido, pero que se nos aparece demasiadas veces como el único legado que nos justifica frente al abismo.
 
» Vacío y desconcierto hermana
a todos los protagonistas
 
Ante la paulatina raquitización de la prosa actual, Espina luce un lenguaje musculado y firme, alejado del plano e impersonal tono funcional que una buena parte de los narradores de ahora utilizan, lo cual se agradece. Lenguaje e introspección son, pues, las dos grandes bazas de la literatura de este autor, que sabe y conoce que el empleo de la palabra correcta es la más fructífera herramienta analítica para evocar los estados interiores de los personajes, e incluso pronosticar sus acciones. 
 
Diego Prado
 
 

Fundición 2.1, de Javier Lasheras y Las CasiCasiotone. 7/10/2013

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El próximo jueves, 10 de octubre, a las 19,30 horas, en el C.M.I. La Arena de Gijón,
Javier Lasheras y Las CasiCasiotone
vuelven a ofrecer, tras su paso por el Centro Cultural Valey,
el spoken word Fundición 2.1
Una lectura, una música y una atmósfera que te envolverán.

Duración: 45 minutos.
http://fundicion-spokenword.blogspot.com.es/ 

Fundición es un libro de poemas en el que se cuenta la historia de un hombre ante el mundo actual y, al tiempo, ante la experiencia amorosa. Una historia de redención y fundación que, tras pasar por el paisaje de la memoria, propone un clima de emociones viscerales, claras y directas. 

Por su parte, Fundición 2.1 es —heredando el argumento y la atmósfera del texto escrito— el resultado de un diálogo entre el autor del libro y dos creadoras —también lectoras e intérpretes atentas— que, unidos, insinúan al espectador otra perspectiva sensorial, independiente pero complementaria del texto poético y, en cualquier caso, activa. Así, si unas veces es la palabra la que sugiere una música determinada, en otras es un sonido el que complementa la narración, visitando geografías y construyendo arquitecturas distintas a las que suele provocar el texto escrito. Pero no sólo. A veces ocurre que el sonido del lenguaje escrito y el no escrito, sus ritmos, tonos y acentos, evocan una imagen, una emoción o una sensación inesperada. Es aquí, en este encuentro, donde mejor se puede expresar y apreciar ese espacio —«la cálida intemperie de la belleza»— en el que se entremezclan y entrometen la poesía actual de Javier Lasheras y la música electrónica experimental de Eugenia Pañeda y Ana Quiroga, Las CasiCasiotone. 

Este spoken word —o recital concierto— es también una invitación para que el espectador descubra las diversas grabaciones de campo y referencias del imaginario sonoro de Las CasiCasiotone. Grabaciones «artesanales» que han sido modificadas a través de efectos e instrumentos virtuales, generando atmósferas y texturas para el texto literario. 

Al fin, ¿pueden causar la misma excitación las palabras de un verso o el sonido del mar cuando se derrama y penetra en la arena de nuestra mente que los acordes de un fagot, un violín o un piano? Y más allá, ¿podrán complementarse?

Noche Blanca en Oviedo

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La Asociación de Escritores de Asturias colabora con la intervención desinteresada de varios de sus autores en:

Encuentro poético con Antonio Merayo. 2/10/13

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Antonio Merayo

ENCUENTRO POÉTICO EN EL CENTRO DE CULTURA ANTIGUO INSTITUTO
con


Antonio Merayo

 

Viernes, 4 de octubre, a las 20,00 horas.

 

Presenta: Julio Obeso

Música: Cecilia Aivar (violín) y Sonia Cartón Martín (piano)

Organizan: Asociaciones culturales "Encadenados" y "Versos libres"