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Una entrevista ligera a Eva Vaz, por J. Havel y J. Lasheras. 1/08/2012

 
Una entrevista ligera a Eva Vaz.
 
» A mí, por no hacerme, no me hacen ni crítica.
 
Por José Havel y Javier Lasheras.
 
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
La compañía y la forma de interactuar con los paisanos.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Leer en el sofá que tengo en la terraza.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Si conduzco yo, todo es purísimo riesgo. También soy madrugadora y me gusta ver cómo se levanta la ciudad; intento que me acompañen y toco un poco los cojoncillos, pero al final me voy sola.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Que sea práctico y expeditivo, que viene de expedición.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
A todos los que he ido excepto al hostal La Callosina, en Elche. Con el nombre ya se intuye el lugar…
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
Que a veces grito y me sale el gen Vaz. Mi marido cree que voy a ir al infierno, pues mira qué bien… Yo coleguearé con Silvia Plath tomando tequilas y él, en el cielo, tomará té con Ted Hughes.
 
¿Y su principal cualidad?
 
Mi alegría, donosura y vivacidad.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Poesía, no hay tiempo para más.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
Estoy releyendo un libro que en su día casi modificó mi vida, El lobo estepario de Hermann Hesse. Luego volveré a releer Obstinación, de Hesse también. Es difícil digerir que ya no me parece un libro tan redondo. No se debe releer: a veces hace daño.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Sí, me gusta volver a ellos en los momentos más sublimes y me encanta como mi marío se pone de color azul.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Conducir por la mañana, por la tarde y por la noche. Y aún así, aunque sigo conduciendo mal, ahora me regalan otro punto.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
Cualquier poema de Wislawa Szymborska (nunca escribiré su nombre bien).
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
En una playa del sur, justo en la que vivo.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
La cerveza (y si es checa es que muerro varias veces seguidas).
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
La antología poética de Nietzsche (vergonzosa). Ya sé que no es una novela, qué más da.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Barcelona o Granada, lugares felices.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Tantos… César Vallejo, por ejemplo.
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
«Soy el ruido de los venenos».
 
¿Qué música suele escuchar?
 
Música rock independiente. Como las canciones de los payasos.
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Con Holden Caufield y con el patrullero Mancuso.
 
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
Lo siento pero para 100 gramos de jamón, una sola copa de vino es insuficiente. El valor… depende de la compañía pero si es buena pagaré con sonrisas y los ojos haciendo chispitas.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
El Hombre de Antonio López y la poesía visual de Joan Brossa.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Me estoy ahogando en un montón de poemas a los que busco una espina dorsal común.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
A mí, por no hacerme, no me hacen ni crítica.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
El verano en Islantilla ¿Y por separado? A todas esas personas ruidosas, ordinarias, sudando por todos sus sitios, ocupando el espac
io, antipáticas y soeces.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
La Biblia
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
La otra mujer (un drama de Woody Allen), La vida de Bryan. Uff… estas preguntas son imposibles.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Siempre lo hago al revés.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
La II República española.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
No uso ninguna. No tengo ganas ni tiempo. ¡Y no me riñas!
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A mi psiquiatra.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Culpable, siempre, de disfrutar tanto de las cosas ricas de la vida.
 
 

Eva Vaz es empresaria y escritora.

Recordar lo imaginado: Sal dulce, de José Ángel Ordiz. Por Marcelo Matas de Álvaro. 01/08/2012.



José Ángel Ordiz
Sal dulce
Editorial Quadrivium
Girona, 2012
398 páginas
 

 

 
 

 

Es posible que la llamada autoficción, para ir más allá de lo que habitualmente pretende ser una mera autobiografía novelada, deba servirse de la ironía para distanciarse del contenido de lo narrado. De ahí que para obtener el marchamo de ese género literario tan frecuentado en la actualidad, el autor no tenga más remedio que concebirse a sí mismo como personaje, es decir, poner todo el empeño en crearse a través de máscara interpuesta, y no limitarse tan sólo a trasladar fielmente al papel sus pasadas vivencias en el mundo real. Este distanciamiento es logrado de forma magistral por José Ángel Ordiz (San Martín del Rey Aurelio, 1955) en su última novela Sal dulce (Editorial Quadrivium, 2012), pues su escepticismo irónico no se limita a la invención —tan habitual en tantas “autoficciones” del momento- de un personaje que lleve su mismo nombre asociado a las propias características físicas, sino que, forzando una nueva vuelta de tuerca, su identidad se desdobla en otro que cuenta con un itinerario biográfico compartido con el autor. Sin embargo, lejos de centrarse en la personalidad dual de un Dr. Jekyll y Mr. Hyde –logro sin duda fácil de conseguir para un profesor de química como Ordiz—, la trama se abre a una variedad de personajes que irán urdiendo con hilos a menudo agridulces la diversa y compleja red que entrelaza sus vidas.  

Ordiz compone su novela con la fórmula que suele ser habitual en el resto de su obra, en la que los aspectos formales cobran una especial importancia: la concepción del espacio –Asturias— no sólo como territorio o mero escenario de la trama, sino como un personaje más con el que debe relacionarse el resto; el tiempo enroscándose sobre sí mismo circularmente, a la manera proustiana; la continua fragmentación de la historia que, sin embargo, no impide perder la unidad del hilo narrativo; los cambios de puntos de vista, de voces que fuerzan al lector a variar su ubicación ante lo narrado; los diálogos, que parecen transcritos literalmente por el oído atento del escritor y que por sí solos hacen avanzar la trama como si se tratara de una obra dramática; la capacidad de los personajes para pegarse a la realidad de la vida, es decir, al artificio de una ficción que pueda hacer verosímil su condición de seres de carne y hueso; el humor como contrapunto necesario para que el pesimismo vital se compadezca con una especie de existencia burlesca. Es la “sal dulce” a la que alude el título, el dolor que añadimos a las heridas que nunca cicatrizan, sobre todo las causadas por los amores perdidos o contrariados o no satisfechos, pero también el alivio que a menudo nos trae el recuerdo amable de los momentos felices, aquellos que procuramos siempre alimentar en la memoria.  

De esta forma, José Ángel Ordiz  —galardonado con el Premio de la Crítica de Asturias en 2009 y 2010— ha logrado una ambiciosa novela que culmina el empeño iniciado con otras obras (Mujer te doy (2009), Las luces del puerto (2010), En aquel tiempo (2010)) y en la que, posiblemente con el pretexto de ajustar cuentas consigo mismo, no hace otra cosa que inventar la vida, es decir, recordar lo imaginado en un ejercicio de madurez que sólo se puede llevar a cabo después de haber vivido lo escrito y escrito lo vivido los 53 años que, según el autor, ha tardado en escribirla.  

Una entrevista ligera a Antonio Ventura, por J. Havel y J. Lasheras. 31/07/2012

 
 
Una entrevista ligera a Antonio Ventura
» Soy un perro fiel.
Por José Havel y Javier Lasheras.

nazis que se encuentra en París. Desde que lo vi por primera vez, a los dieciocho años me conmovió especialmente.

Cuál es su principal defecto?

Y su principal cualidad?

o viaja?

ayor desdicha?

Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?

Dónde le gustaría vivir?

un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.

les son sus palabras predilectas o su frase favorita?

Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?

ndenos un libro que aún no haya leído.

ganos un par de películas que todo el mundo debería ver.

llama, que subió en un autobús para blancos en EE.UU.

ltimo, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?

Una entrevista ligera a Mónica Rodríguez, por J. Havel y J. Lasheras. 30/07/2012

 
Una entrevista ligera a Mónica Rodríguez
»«Qué más quisiera el gato que lamer el plato»,
es que lo decía mi abuela.
Por José Havel y Javier Lasheras.
¿Qué valora más en un viaje?
La diferencia.
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
Leer. Por desgracia toca baños y cenas.
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
Que me gusta leer a las 8 de la tarde.
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
La buena disposición.
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
Mi casa. Por allí tengo mi sombrero.
¿Cuál es su principal defecto?
La tozudez.
¿Y su principal cualidad?
La constancia. (Es lo mismo que la respuesta anterior, salvo consecuencias)
¿Qué libros lee cuando viaja?
Los que puedo.
¿Y qué está leyendo ahora?
Liberación de Sandor Marai.
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
Noooo.
¿Cuál sería su mayor desdicha?
Que le ocurriera algo a mi familia.
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
Cien años de soledad.
¿Dónde le gustaría vivir?
Donde vivo, con terraza y cien metros cuadrados más.
¿Cuál es su bebida favorita?
El agua. (Una mañana tras una velada con una buena botella de vino.)
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
¿Solo dos?  Perdí dos veces mientras los leía sendos libros de Rayuela. La segunda vez estaba cerca del final. Lo di por imposible. En busca del tiempo perdido tampoco pude acabarlo, pero lo tengo en la mesilla en reposo. Algún día lo retomo.
¿Cuál es su ciudad preferida?
Madrid
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
García Márquez, Juan Farias, Gonzalo Moure, Roald Dahl, Toni Morrison, Dostoievski, Miguel Delibes… imposible decirlos todos.
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
«Qué más quisiera el gato que lamer el plato», es que lo decía mi abuela.
¿Qué música suele escuchar?
Clásica.
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
Nikola Tesla, Chopin, Leonardo da Vinci, Pipi Calzaslargas… mis padres.  
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
Incalculable si todo es bueno (excluyo el chocolate)
Recomiende un par de obras de arte:
El nacimiento de Venus, de Botticelli. Mujer mirando al mar, de Dalí. Cualquier cuadro de Modigliani, ay, que solo eran dos.
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmersa?
Un libro donde el ferrocarril es el protagonista.
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
Me da igual (no me refiero a la crítica)
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo?
La gente que detesta, odia y se cabrea a un tiempo. ¿Y por separado? Los políticos, los banqueros, la iglesia y la monarquía, quiero decir, la hipocresía y la corrupción.
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
Tantos, por suerte. Pongamos, el último de Vargas Llosa.
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
El lado oscuro del corazón y All that jazz. No sé si deberían verlas todo el mundo, pero son mis preferidas, sin duda.
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo? 
Es posible que de alguna, pero no lo recuerdo.
¿Qué suceso de la historia admira más?
La invención de la escritura
¿Qué red social de internet prefiere?
Facebook.
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
A mi abuela, la madre de mi padre, que murió antes de que yo naciera.
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
Culpable.

  

Una entrevista ligera a Manuel Herrero Montoto, por J. Havel y J. Lasheras. 27/07/2012

 
Una entrevista ligera a Manuel Herrero Montoto
»Ante la policía, no digamos militares,
me cago por la pata abajo.
Por José Havel y Javier Lasheras.
Kamasutra.
raza pura.
Jane, la novia de Tarzán.
perronas y una perrina, casi los dos reales.
Y dijo: «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra…» 

 

Manuel Herrero Montoto es cirujano y escritor.

Entre el Sol y la Tierra, de Constan Fernández. 26/07/2012.

 

 

 
Constan Fernández Fernández
Entre el Sol y la Tierra
Vivencias de Catherine III (TDAH)
Editorial Seleer
16 euros

 

Una novela que pretende adentrar al lector en una de las enfermedades con las que la vida quiso que la escritora Constan Fernández se familiarizara y que cierra la trilogía protagonizada por el Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), un síndrome en el que existe una alteración en el sistema nervioso central, la cual se manifiesta mediante un aumento de la actividad, impulsividad y falta de atención.

El argumento en esta ocasión está vinculado con otra de las pasiones de la autora : los toros. La novela narra la experiencia de unos jóvenes afectados por este síndrome que conviven en una dehesa de toros bravos, un animal que –según asegura la autora– al igual que el enfermo de TDAH, se domina con cariño.

 

Indian Country, de Dorothy M. Johnson: Esplendor del Western.26/07/2012.

 
Dorothy M. Johnson
Indian Country
Valdemar
Traducción de José Menéndez-Manjón 
264 páginas
18 €   
 

La colección de relatos Indian Country (1953) de Dorothy M. Johnson, la más talentosa narradora del Oeste americano, no es un libro sobre cine propiamente dicho, aunque sí una obra muy vinculada al séptimo arte gracias a piezas suyas como “Un hombre llamado caballo” o “El hombre que mató a Liberty Valance”, bases de los famosos filmes homónimos de Elliot Silverstein (1970) y John Ford (1962), respectivamente, celebérrimos hitos del western. 

Esos dos cuentos, junto con “El árbol del ahorcado”, origen a su vez del clásico cinematográfico de idéntico título dirigido por Delmer Daves en 1959, aparecieron elegidos entre las cinco mejores narraciones westernianas del siglo XX, dentro de la votación que en 1995 efectuó la Western Writers Association entre sus miembros, todos escritores profesionales del western. Los otros dos más votados fueron “Encender una hoguera”, de Jack London, y “Lost Sister”, también de Dorothy M. Johnson. A ésta debe el quinteto de honor, pues, cuatro de sus componentes. Es más, las grandes antologías de la literatura del Oeste han seleccionado “Lost Sister” doce veces; “Un hombre llamado caballo”, cuatro; y “El hombre que mató a Liberty Balance”, siete.  

Clásico entre clásicos, la autora de Iowa es todavía semidesconocida por el lector medio europeo. El género literario del western no goza hoy del debido prestigio fuera del ámbito anglosajón, asociado como está en Europa a productos orientados al consumo de masas. Salvo contadas excepciones, en lengua española desaparece el western internacional a partir de los años 70. «Y esa es, aún hoy, la curiosa situación del western en España», según bien apunta Alfredo Lara en su presentación a la edición que de Indian Country ha hecho Valdemar como inauguración de “Valdemar / Frontera”. Mediante esta colección específica de narrativa del Oeste, la editorial madrileña pretende reintegrar a dicho género la dignidad cultural perdida entre nosotros; una legitimidad que, por el contrario, nadie discute en la actualidad a las cumbres de su vertiente cinematográfica. 

Dorothy M. Johnson (1905-1984) escribió poco, lo cual no le impide ser una escritora deslumbrante. El alto índice de calidad de su escasa producción la sitúa, sin paliativos, entre los mejores cuentistas anglosajones de toda la historia, de todos los géneros. Bien documentada, Johnson describe el Far West con honradez y sin sentimentalismo, al margen de cualquier prejuicio (no hay cowboys ni indios buenos o malos por definición), confrontando las brutalidades respectivas de la “civilización” y la “vida salvaje” desde un estilo directo, lacónico, seco, claro, de acción, aparentemente simple a la vez que evocador, con un sentido narrativo impecable y unas historias llenas de matices, y por ello inolvidables. Indian Country ofrece algunas de las más hermosas páginas de la literatura. Sus once relatos demuestran que el western era ya un género literario de primer orden antes de que Hollywood lo elevase a los altares genéricos del cine.  

Una entrevista ligera a Luisgé Martín, por J. Havel y J. Lasheras. 26/07/2012

 
Una entrevista ligera a Luisgé Martín
»Melancolía. Es sonora, evocadora y hermosa.
Y ambigua, que es una gran virtud en una palabra.
Por José Havel y Javier Lasheras.
¿Qué valora más en un viaje?
A esta edad, la sorpresa, la fascinación de ver algo que no haya visto.
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
Perder el tiempo, pero de formas muy diversas.
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
Que me dé un brote psicótico y me meta en el caparazón de tortuga que llevo siempre.
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
No elijo acompañantes, los tengo ya asignados.
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
Quizá Nueva York, vulgarmente. Porque allí cabe todo, cabe cualquier viaje.
¿Cuál es su principal defecto?
Tener muchos defectos.
¿Y su principal cualidad?
Creo que el apasionamiento, que, en ciertas dosis y contextos, puede ser también uno de los defectos de la pregunta anterior.
¿Qué libros lee cuando viaja?
O ágiles o emparentados con el lugar al que viajo. Si voy a Líbano me puedo llevar una novela absorbente o una novela de un autor libanés, pero no una novela densa de un sueco, por ejemplo.
¿Y qué está leyendo ahora?
Capital erótico, de Catherine Hazim, y El asesino hipocondriaco, de Juan Jacinto Muñoz Rengel. Ambos estupendos.
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
Nunca, salvo que la lectura tenga algún objetivo muy específico y necesite datos.
¿Cuál sería su mayor desdicha?
Morirme, para qué vamos a andarnos con medias tintas.
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
Frankenstein. Y muchas otras, claro, pero esa de un modo especial.
¿Dónde le gustaría vivir?
En Madrid, pero en una casa que estuviera en el centro, con jardín y aislada de todos los ruidos. Es decir, en el palacio de Liria, por ejemplo, pero creo que la Duquesa no lo vende.
¿Cuál es su bebida favorita?
El vino. Con diferencia.
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
En busca del tiempo perdido, por larga, y Madame Bovary, por pesada. Las dos francesas, pero no tiene nada que ver.
¿Cuál es su ciudad preferida?
Madrid, por el hemisferio izquierdo, y Nueva York, por el derecho.
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
No sé si favoritos por determinantes en la juventud, pero Borges, Cortázar, Dostoievsky, Cervantes y Clarín. No menciono a los vivos porque tendría que pensármelo más.
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
Melancolía. Es sonora, evocadora y hermosa. Y ambigua, que es una gran virtud en una palabra.
¿Qué música suele escuchar?
Ahora escucho poca música. Antes, que escuchaba mucha, todo tipo de música: desde radiofórmulas hasta Bach, que es mi compositor de cabecera.
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
La lista sería interminable. Con James Dean y Paul Newman. Con Azaña. Con Scott Fitzgerald. Con Fouchet. Con Batman sin Robin (no me gustan los tríos). Con Don Quijote y con Ana Ozores. Y sobre todo con el Rey Arturo, que no sé si es histórico o de ficción, aunque lo prefiero de ficción.
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
Todo junto, 40 euros. Aunque depende de la elección del vino.
Recomiende un par de obras de arte.
Nighthawks, de Edward Hopper, y cualquier lienzo de Rothko, que es de las pocas cosas que colgaría en mi casa con verdadera felicidad.
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
De una novela corta que ya he prácticamente terminado. Otra vez la historia de alguien que no está a gusto siendo quien es. La eterna cantilena.
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
Con un chorrito de limón, si puede ser.
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
La impuntualidad. Y por separado, la estupidez, la estupidez soberbia y la impuntualidad de nuevo.
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
Alguno de los que aún no he escrito, si no se me toma a mal. Y La Biblia, que debe de ser buenísimo.  
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
El último tango en París, que está en un injusto baúl de los recuerdos, y la primera parte de Matrix (pero sólo la primera parte, que es pura filosofía sabia), por no remontarme a clásicos indiscutibles.
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
Hago memoria y no recuerdo ninguna. Creo que siempre que me ha interesado un libro por una película, he tratado de leer antes el libro, porque si no luego las imágenes lo contaminan todo.
¿Qué suceso de la historia admira más?
La abolición de la esclavitud de Abraham Lincoln.
¿Qué red social de internet prefiere?
No prefiero ninguna, la verdad. Y todavía tengo mis dudas sobre sus sótanos oscuros. La que más he usado es Facebook.
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
A Miguel de Cervantes y a Hitler. Aunque en el caso de este último habría tenido que ser con intérprete.
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
Culpable, por supuesto. ¡Qué pregunta!

Una entrevista ligera a David Roas, por J. Havel y J. Lasheras. 25/07/2012

 
Una entrevista ligera a David Roas
»Paso de los monumentos que no te hacen sentir nada.
Por José Havel y Javier Lasheras.
¿Qué valora más en un viaje?
La independencia. Y que me lleve a un lugar donde se coma bien. Ver cosas bonitas comiendo platos asquerosos, arruina un viaje. No soy ningún explorador ni un fanático progre capaz de sufrir lo indecible para recorrer la Mongolia Exterior o los pintorescos pueblos de la India selvática.
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
Tomar una cervecita, siempre que se pueda.
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
Que te asalten distorsiones y horrores cotidianos diversos… Siempre que viajo me pasan cosas raras… O quizá todo sea culpa de que mi mirada sobre la realidad ya es rara y eso provoca que las cosas se descontrolen.
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
Que le guste comer y beber bien.
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
Difícil elegir. Quizá últimamente sea Lima. El año pasado pude vivir allí 2 meses seguidos y fue una maravillosa locura. Y se come de miedo. Y la literatura, brutal… Aunque lo mismo puedo decir de Dublín (cambiando la comida por la bebida)
¿Cuál es su principal defecto?
Soy un pesado discutidor.
¿Y su principal cualidad?
Soy muy disciplinado en todo lo que hago.
¿Qué libros lee cuando viaja?
No escojo nunca en función del viaje. Lo que llegue a mis manos en ese momento.
¿Y qué está leyendo ahora?
Dos libros de cuentos de amigos escritores del otro lado del Atlántico: Cuentos para no matar y otros más inofensivos, de Giselle Aronson, e Histórias para ninar dragões, de Wilson Gorj. Combinados con El día de la langosta, de Nathanael West.
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
Siempre. Y muchas veces no para anotar cosas sobre el libro, sino para apuntar ideas que me surgen mientras leo acerca de lo que yo mismo estoy escribiendo en ese momento.
¿Cuál sería su mayor desdicha?
Además de morirme (de lo que no se librará uno, por lo que aquí no vale el condicional “sería”), la ceguera, la sordera…
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
Buf, muchas… Desde Ficciones, de Dios-Borges, a El corazón de las tinieblas, de Conrad, pasando por las Alicias de Carroll, el Ulises de Joyce, varios cuentos de Cortázar… Por pedir que no quede… Y si pienso en obras más recientes, varios cuentos de David Foster Wallace, Ajuar funerario del gran Fernando Iwasaki, Los altillos de Brumal de Cristina Fernández Cubas, varios cuentos de Lorrie Moore…
¿Dónde le gustaría vivir?
No creo que exista una ciudad perfecta… Si pudiera, construirá una con lo mejor de las que más me gustan (véase la respuesta a la pregunta 16)… Eso sí, no viviría nunca en un pueblo (lo hice de 1975 a 1995 y fue bastante horrible), ni en el campo (necesito asfalto bajo los pies… y buenos bares)… Eso sí, sea donde sea tengo que tener el mar al ladito.
¿Cuál es su bebida favorita?
La cerveza, el orujo casero, el Albariño, el whisky de malta… y el Jameson, un gran amigo (y el mejor compañero para ver The Wire una y otra vez).
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
Eso lo tengo mucho más claro, y sé que confesarlo siendo profesor de Literatura Comparada quedará mal (por eso sólo diré una): En busca del tiempo perdido. Nunca he logrado pasar del segundo tomo… Lo siento, pero es un puro coñazo. Me aburro. Paso de los monumentos que no te hacen sentir nada.
¿Cuál es su ciudad preferida?
No puedo escoger una sola, porque no creo que ninguna sea perfecta. Te digo mis preferidas (sin orden), de las que recortaría partes y con ellas crearía un Frankenstein a mi medida: Barcelona, Dublín, Madrid, Lima, Lisboa, Palermo y Nueva York.
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
Algunos ya los he mencionado antes: Borges, Poe, Joyce, Flann O’Brien, Conrad, David Foster Wallace, Lewis Carroll, Coetzee, Cristina Fernández Cubas, Mrozek, Kafka… Y varios más.
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
«Saliendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria» (Groucho Marx).
«Corría el año 1987. La moda de beber a lo loco nos dio a todos una razón para vivir. Las superautopistas de la información nos enseñaron lo que cualquier memo opinaba sobre Star Trek. Y la domesticación del perro seguía inalterable su curso» (Homer Simpson, filósofo posmoderno).
¿Qué música suele escuchar?
Rock (sobre todo), blues, jazz, flamenco… (nada de clásica, me deja frío, y eso es lo peor que le puede pasar a la música)… Mis favoritos, los que más escucho: Nick Cave, Tom Waits, The Black Keys, P.J. Harvey, The Pixies, Mark Lanegan, Johnny Cash…
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
Siempre con alguien con el que pudiera pasar un rato divertido e inteligente.
*Reales: Groucho Marx, los Monty Python, Bukowski, Dorothy Parker, Frank Zappa, Flann O’Brien… Evitaría por todos los medios reyes, emperadores, militares, grandes filósofos, escritores sublimes (sobre todo poetas), científicos excelsos, pintores profundos… seguro que eran muy aburridos y fatales conversadores… y peores bebedores.
*Ficticios: yo creo que hay pocos con los que pasaría una velada: Ignatius J. Reilly (aunque acabaría matándolo, durante un rato tiene que ser genial), Henry Chinaski…
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
Evitando entrar en el maldito terreno económico, de esos cuatro productos el que cuesta más –intelectualmente hablando- es sin duda el buen jamón de bellota.
Recomiende un par de obras de arte.
El Lagavulin (16 años) y Apocalypse Now.
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
Pues ahora ando puliendo una novela, que espero tener terminada cuando acabe el verano, y ya estoy trabajando en un nuevo libro de cuentos (aunque ya hay otro esperando en la editorial: se publicará a principios de 2013).
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
Según quién la haga, mejor con unos orujitos. Las penas y/o las tonterías, con orujo, saben mejor.
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
La derecha y la Iglesia. Sólo ellas son capaces de provocarme ese triple efecto. Por separado: detesto a los carotas, odio a los fascistas (de todo pelaje, incluidos los fundamentalistas religiosos y los fundamentalistas-de-lo-políticamente-correcto… es decir, cualquiera que pretenda controlar nuestra forma de pensar y de expresarnos), y me cabrean los rebaños de idiotas que no piensan y se acogen a la primera estupidez que se pone de moda.
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
La novela El caníbal, de John Hawkes. La compré el otro día siguiendo los consejos de varias personas en cuyo criterio confío. Espero poder hincarle el diente enseguida.
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
Apocalypse Now y El Padrino. No sé cuántas veces las he visto… y lo seguiré haciendo.
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
Tengo que decir un tópico: el Drácula de Tod Browning.
¿Qué suceso de la historia admira más?
Evitando los tópicos (ciencia, medicina, escritura…), la invención (¿descubrimiento?) del jamón de pata negra. O el día en que a un tipo se le ocurrió hervir un pulpo.
¿Qué red social de internet prefiere?
Facebook… un perfecto instrumento de propaganda y de intercambio de delirios.
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
A Bukowski.
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
Culpable, siempre culpable.

  

Una entrevista ligera a Álvaro Colomer, por J. Havel y J. Lasheras. 24/07/2012

 Una entrevista ligera a Álvaro Colomer 

»«Cuando ves a un hombre de verdad, ¿a que te avergüenzas de lo que eres?», en Warlock de Oakley Hall.
 
Por José Havel y Javier Lasheras
 
 
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
El regreso. Siempre parto muy animado, pero al cabo de un tiempo estoy hasta las narices del destino y, sobre todo, del hotel. Por eso apoyo totalmente los viajes de un par de días. Ya casi no quedan ciudades que merezcan más de dos días.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Cerveza con el periódico, a ser posible La Vanguardia, en el bar de debajo de mi casa.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Conseguiré que acabes sintiéndote como una molestia. Cuando yo viajo quiero entrevistar a gente, sentarme a leer, tomar notas y hacer dibujos en una libreta. Todo lo demás me molesta, compañero incluido.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Su silencio.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
Volvería a viajar a Egipto con toda mi familia, igual que lo hicimos en 1985. Nunca he sentido tanto amor como en aquel viaje.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
Mis cualidades principales –capacidad de soledad, capacidad de concentración, capacidad aislamiento- son defectos para los demás.
 
¿Y su principal cualidad?
 
Mis defectos principales –capacidad para pasarme horas riendo, siempre y cuando no sean horas de trabajo- son cualidades para los demás.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Novelas escritas por autores del país al que voy. Por eso me gusta Albania, porque casi no tiene escritores.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
El lobo de mar de Jack London. Me dicen que es una novela juvenil y yo les respondo que no tienen ni puta idea de lo que dicen.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Sí. El papelito donde tomo notas acaba quedándose dentro del libro. Nada como reencontrarlo al cabo de los años.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Tener que ganarme el pan con el sudor de mi frente. La necesidad de conseguir dinero para vivir es lo peor que le puede pasar a un escritor.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
Warlock de Oakley Hall. Una novela épica ambientada en el Lejano Oeste. Incluso me hubiera gustado ser cualquiera de los personajes, principalmente cualquiera de los que no mueren.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
En Madrid. La industria cultural está en Barcelona, pero los escritores están en Madrid.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
La Cerveza, sobre todo San Miguel, y whisky, sobre todo Glenfiddich.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
¡Uf! Te podría decir medio centenar. Cuando alguien le decía a Jaime Gil de Biedma que se había leído Crónica de una muerte anunciada, el poeta le preguntaba: ¿Y en qué página la dejaste? Creo que se podría preguntar eso con muchísimos grandes clásicos.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Región, de Juan Benet. No es una ciudad, pero espero que sirva.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Hace unos años te habría dicho que Thomas Bernhard, Robert Walter, Enrique Vila-Matas y W.G. Sebald. Actualmente digo Ramón J. Sénder, Oakley Hall, Gonçalo Tavares y yo mismo.
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
«Cuando ves a un hombre de verdad, ¿a que te avergüenzas de lo que eres?», en Warlock de Oakley Hall.
 
¿Qué música suele escuchar?
 
Soy una analfabeto musical. Me gusta la música que escuché durante la infancia y adolescencia. Creo que no he descubierto nada desde entonces y, la verdad, no me importa lo más mínimo.
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Me gustaría abrazar a Frankenstein y llorar con &eacut
e;l. Me gustaría invitar a un café a Sadam Hussein y pedirle que me explicara su versión. Me gustaría mirar a los ojos de Lolita y saber si realmente era tan fascinante.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
Jamón de bellota: ni idea (y eso que mi abuelo era de Cumbres Mayores, provincia de Huelva). Copa de vino: ni idea (pero la cerveza cuesta 1,60 euros en el bar de debajo de mi casa). Un libro de poemas: el de un autor corriente, 12 euros; el de un autor que merezca tapa dura, 20 euros. Una onza de chocolate: ni idea de cuánto es una onza.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
Cualquiera de Antonio López o Eduardo Arroyo. En todo caso, también Edgard Hopper o Tiziano.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Una novela de no-ficción sobre la intervención de las tropas españolas en la Guerra de Irak. (Esta respuesta justifica muchas de mis contestaciones a lo largo del cuestionario, ya que mi mundo gira absolutamente en torno a la literatura bélica y a la actualidad del mismo tema).
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
A solas, como los medicamentos. Uno tiene que ser consciente del sabor real de las cosas amargas.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
Detesto, odio y me cabrean las interrupciones durante mi jornada laboral. Mirándolo por separado, detesto a los conductores que cada día tratan de hacerme caer con la moto. Odio tener que dedicar un segundo a libros que no merecen ni un escupitajo. Me cabrea el éxito de los novelistas que no se preocupan lo más mínimo por el lenguaje. Esto me cabrea muchísimo.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
Estoy convencido de que la nueva novela de Fernando San Basilio es buena. La tengo en la mesita de noche, pendiente de lectura, y espero no equivocarme.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
A chorus line, de Richard Attenborough, Lost hightway de David Lynch y cualquiera de Rebeca Linares, una actriz porno fascinante.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
El río que nos lleva. La película es de Antonio del Real, y me llevó a la novela de José Luis Sampedro.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
La invención de la electricidad.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Twitter. Facebook me parece para almas en pena, mientras que Twitter tiene un carácter más profesional.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A Ernest Hemingway mientras se pegaba los pelos postizos del pecho, a Vargas Llosa después de arrear un guantazo a García Márquez y al negro de Ana Rosa Quintana mientras veía por la tele a su ‘representada’.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Siempre culpable. Y lo digo muy en serio.
 
 
Álvaro Colomer es periodista y escritor.