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HUELLAS DE AMOR. Reseña

Autora: María Esther García López

Título: EROSione, traducción al italiano de Emilio Coco

 

Por Aurelio González Ovies

Con borrador y con lápiz me propongo no suprimir nada, ni comas, ni puntos, ni metáfora alguna, en esta entrega… Ni los arcos esbeltos de melancolía, ni el tinte decadente con el que se marchita el color de los días. Tan solo los espacios amargos y el contagio del miedo o de la indiferencia. Esther entreabre sueños, alumbra complicidad; es una poeta del mundo y todos sus paisajes, del árbol y sus raíces, de la edad y sus aldeas abandonadas. Una artesana de la palabra, una indagadora del lenguaje que averigua, en este volumen se podrá comprobar, cómo funcionan los sentidos, cómo se mueve el amor, cuánto usurpan sus esporas. Hasta dónde se aventuran sus vilanos leves como la fragilidad de nuestra estancia aquí.

Difícil de apilar en el corazón [de cualquier humano] tanta emoción y tanta intensidad:

 

En cada uno de sus libros hubo una búsqueda de expresión -tanta como lluvia y acordeones y bruma y lágrimas y socavones y estrellas- cada vez más íntegra, y en esta antología nos ofrece una colección de composiciones en las que se poetizan, desde la cercanía y con admirable destreza, el caudal de lo desconocido, la intimidad y los desvelos, la penumbra y la soledad que ya no aúlla tan agria como en otras ocasiones, por más que aún brama. Nos regala un conjunto de poemas en los que todos estos emblemas, el claror y lo fugaz, el adiós o la expectativa, el dolor y sus aposentos, el vendaval y la calma, variables constantes en su obra, se convierten en símbolos plurivalentes, en ventanales desde los que, de manera muy cercana y sincera, avizoramos lo que nos hizo ser lo que somos y aquello que no nos satisfizo y cristalizó en nuestro parasiempre.

 

Es una compilación preciosa y precisa, clásica y hodierna, fresca y reveladora. Muchas de sus piezas destacan por su fuerza carnal y seductora, otras por su proverbial brevedad, cortedad en el decir que nos conduce a las fronteras y a la ortografía de lo místico y su olor a crepúsculo; y todas, en general y en opinión de quien redacta estas líneas, porque son fruto de un oficio austero y garante de una letra, la de García López, que se erige en poesía de desahogo, implicada en una realidad interior (un interior muy esther.ior) que sobrepasa los límites del yo. Reinventa el idioma y reflexiona, a la par que genera belleza y conciencia; nos transmite la explosión del silencio que Ángel Valente hubiera enramado en sus estrofas.

 

Complicado detener esta cantidad de nubes -padres, hermanos, tactos, higueras, susurros- y de retratos sobre el horizonte de la inocencia y sus mapas de madreselva y brisa. Angustioso perderlos de vista igual que se escapaban, cielo arriba, las cometas de la infancia.

 

Deambula la autora entre el ser y la nada, entre la rosa y la decrepitud, peregrina entre el antes y el ahora, unas veces con luz, algunas a ciegas, pero siempre, memoria adelante, con el empeño del ser que ama o el que fue feliz, añoranza que se repite a modo rasguño lírico y ámbito entrañable –nido en invierno– al que no existe retorno posible, mas al que volvería a

 

compartir miradas cómplices,

saborear cariño,

en aquella mesa sin mantel,

en aquella mesa apolillada,

donde todo sabe a gloria.

 

Hay pinceladas de impotencia y desconcierto tras un amor sin ley, tras un amante que no llega, que no se alcanza; y de resignación también, ante recuerdos -sustancia del amor- que causan tristeza y obstan el presente y hurgan en nuestras heridas. Hay amor y anhelo con toda su gran variedad de manifestaciones y sentimientos, con todos sus reveses y caprichos. Hay trazos horacianos sobre la existencia y sus ciclos inexorables, lánguidos guiños hacia el tiempo que pasa, sobre el invierno que acecha o la noche definitiva que nos aguarda. Hay nostalgia y apego a los lugares y a las pequeñas cosas y a los grandes nombres propios, los de su sangre. Hay deseos y expectativas. Hay ausencia, inevitables ausencias incurables. Hay pasión y carnalidad. Ternura y ensoñación. Hay idealización e interrogantes -¿me esperas?, ¿cuándo?, ¿cuánto?, ¿por qué?…-; y contradicción, como a lo largo de los años. Y sensualidad y vacío y certezas inamovibles:

 

y te aseguro, amor mío,

que

te quiero sin preguntas,

te quiero sin respuestas.

Así,

sin más.

Sin más,

así,

te quiero.

 

Y en todo cuanto enuncia hay una respuesta de sus vivencias, sus afanes, sus sombras y sus asombros, sus secretos y sus debilidades. Por ello, como en los más clásicos, de principio a fin, enmascarado o evidente, serpentea un yo reflejado en múltiples, despliegue que aporta al libro universalidad y objetivismo, grito y rebelión, levedad y hondura.

 

Cruel y extraño aceptar que ese yo se desdibuja a medida que perdemos la voz que nos habló en los orígenes, humilde y franca, como miga de pan, como harina de amor; los brazos que nos abrazaron, los ojos que nos alumbraron como lunas crecientes.

 

En cualquier caso, poema a poema, Esther García canta a la libertad y a la permanencia, rememora la creación, agradece la tierra, expone una evolución existencial sinónima del proceso poético y sus arduos desdoblamientos. Desprende melancolía por la vida y acaricia las incertidumbres de la muerte. Y hay, pese al silencio sus paréntesis y al olvido y sus brumosas extensiones, muy poca decepción y desengaño, escasos indicios de fracaso, pocos instantes frustrados. Hay música y acordeones y algarabía y rondas. Hay, ante todo, esperanza, mucha esperanza más allá del aquí, más allá de(l) todo, al norte de lo desconocido:

 

… Te esperaré allí,

en el lugar inmenso,

donde todo es luz,

donde no cuenta el tiempo.

Te esperaré, sí,

sin obstáculos, sin miedos…

 

 

Porque quien escribe confía en la palabra e intuye que la poesía es fuente de amor. Y el amor, manantial de poesía. Poesía y amor, azules, como el mar o la eternidad. Urgentemente azules como las infinitas probabilidades de cada acaecer, de cada condicional que nos limita y jamás descifraremos, de cada si que nos mantiene en vilo, con la ilusión inédita y el sueño de soñar que sueña un sueño, con el brillo de la juventud que no quisiéramos dejar atrás: si tú fueras luz…, si tú fueras silencio…, si tú fueras viento…, si tú fueras invierno…, si tú fueras sol…, si tú fueras… ¡Y si fuera…!

 

Gozoso es el adentrarse en estas páginas de sublime erotismo, de arte sublime y sublimación de los besos y los delirios.

 

 

 

Aurelio González Ovies

 

 

 

 

 

VIAJANDO EN TREN POR NAVIDAD. Texto de José Fernández Chimeno

 

 

«Existen extraños lugares, así como existen extraños cerebros, extrañas regiones del espíritu; lugares elevados y miserables. En la periferia de las grandes ciudades, donde las farolas se hacen más escasas y los gendarmes van en parejas […] En estos lugares está el fin, el hielo, la fuerza, la nada…» (En casa del profeta / Thomas Mann)

 

Aquel viaje, en la víspera de Navidad, supuso el comienzo de muchas cosas extrañas, y de una doble vida, tan descabellada, que hoy Martin se pregunta si todo aquello no habría sido un sueño. Lo siguiente que recuerda, después de ser vestido por su madre con ropas de domingo (los mejores zapatos, jersey y pantalones, abrigo de paño y una bonita visera de charol), es que se encontraba en la sala de venta de billetes de la Estación del Norte de Astorga, cuando el alba despuntaba. Por la Avenida de la Estación “flotaba un ancho banco de niebla”, que porfiaba por penetrar en el interior…, y salir por la puerta de acceso al andén central, ensombreciendo la máquina de vapor y los vagones de madera. Entre uno y otro extremo se hallaba ese espacio diáfano, reservado para los viajeros de arribo y embarque; alguno de los cuales dormitaba en la anexa sala de espera. Además de la cola de viajeros impacientes, a la espera de que se abriera la ventanilla para la venta de billetes y asomara el rostro soñoliento del expendedor de billetes, nada sorprendente sucedía a los ojos de un joven muchacho…, hasta que, a un lado de la puerta con arco de medio punto, que da acceso al andén, descubrió la luz atrayente de un quiosco de prensa. Acostumbrado como estaba Martín a pasear la vista en los escaparates y, en ocasiones, a pegar la cara al cristal de las librerías de Astorga, buscando las últimas novedades en libros infantiles y tebeos, aquello resultó todo un hallazgo. Se acercó ensimismado para observar tan insólito tesoro, y hubiera estado así toda una eternidad, si no fuera porque se escuchó decir a través de la megafonía: “Pasajeros al tren”.

Su padre le cogió por la solapa y le dijo: “Vamos, está a punto de salir”.

Él no sabía muy bien a donde se dirigían, aunque su madre se lo había dicho el día anterior: “Vas a acompañar a papa en el tren, hasta Villafranca del Bierzo. Allí os espera una tía de tu padre, soltera y muy anciana, que está acogida en el asilo y que, antes de entregaros lo poco que tiene, desea despedirse del único familiar que le queda. También le ha pedido querer conocerte”. Al instante, «isócrono, maquinal, el tren corría insensible a las inquietudes de los dos viajeros» (La esfinge maragata / Concha Espina)

Durante el viaje, debió de quedarse dormido en más de una ocasión. Otras tantas, aburrido, salió al pasillo, para ver de pie el paisaje verde y umbroso, moteado por grandes manchas blancas. Había nevado la noche anterior en el altozano de Brañuelas, la puerta de entrada al Bierzo. De vez en cuando, cualquier viajero, ávido de echar un cigarrillo, bajada la ventanilla y un aire gélido, cargado de olor a humo negro salido de la locomotora del tren, entraba por la abertura. Era el momento de volver al asiento.

El regreso supuso para su padre una cartera con objetos de valor y, para él, un consejo, del cual nunca podría liberarse: «el tesoro está dentro de ti». No sabía muy bien lo que había querido decir aquella mujer de mirada dulce y bondadosa –encarnaba con naturalidad el espíritu de la navidad-, a la que creía haberle caído en gracia; hasta que al anunciarse la llegada a la estación de Astorga, algo debió de venirle a las mientes, pues, ante el asombro de su padre, Martín saltó del asiento del compartimento asignado, salió al pasillo del vagón de tercera clase y echó a correr hacia la puerta. Pero esto ocurriría más tarde.

Antes él era un niño feliz. Era un niño feliz en la ciudad del chocolate. ¡No hay muchas que tengan más fábricas de chocolate que librerías! Persuadido del carácter proteico de la literatura, estaba decidido a cambiar lo que en un “mundo feliz” sería el arma más poderosa (chocolate o juguete) por otra todavía mayor: la palabra. Con la propina del domingo…, y algún dinero que siempre aparecía de improviso entre semana, surgía el dilema de elegir entre un dulce-juguete o ahorrar para un nuevo libro. Cuando tenía lo suficiente, resuelto ya el dilema, corría a la librería Cervantes o El Progreso, luego de vaciar su hucha.

En ellas había un crisol donde crepitaba desde el humor trágico al drama humorístico, desde la novela histórica a la poesía, desde los clásicos teatrales y los no menos filosóficos…, todas obras de escritores laureados y, en definitiva, maestros del oficio literario que han dejado «la agonía y sudor de un espíritu humano para hacer algo que no estaba aquí antes…» (William Faulkner) Para aquellos de su edad, los Clásicos Juveniles de Bruguera eran los libros-tebeo más demandados. Recordaba algunos títulos con especial devoción, entre otros muchos: La isla del tesoro (R. L. Stevenson), Robinson Crusoe (Daniel Defoe), Moby Dick (Herman Melville), Los tres mosqueteros (Alejandro Dumas), Ivanhoe (Walter Scott), Aventuras de Tom Sawyer (Mark Twain), Oliver Twist o Cuentos de Navidad (Charles Dickens).

Aun así, no era el único de los jóvenes adolescentes que gastaban su dinero en aventuras escritas en páginas de papel. Ya fuera invierno severo o calima veraniega, la mayoría de los niños astorganos no faltaban a la cita semanal con sus sueños, prestos a identificarse con Jim Hawkins, David Copperfield o Tom Sawyer. ¡Todos estaban allí, para deleite suyo y formación cultural de sus mentes receptivas! Y, ahora, volvemos al momento en el que el tren arribó a la estación de Astorga. Retrocedemos al instante en que Martín “salió al pasillo del vagón de tercera clase y echó a correr hacia la puerta”.

Sin esperar a que su padre pudiera detenerle, saltó al andén y buscó raudo el quiosco de la estación. Enseguida, puso sus ojos en las obras literarias que estaban expuestas a la venta: La caída de la casa Usher (con el primer detective de ficción, Auguste Dupin, creado por Edgar Allan Poe), Escándalo en Bohemia (primera de Las Aventuras de Sherlock Holmes, el detective privado inglés creado por Arthur Conan Doyle; junto al doctor Watson, que vive cerca de la estación de tren de Paddington), Asesinato en el Orient Express (con Hércules Poirot, el pequeño detective belga creado por Ágata Christie, en 1934), y El hombre que miraba pasar los trenes (con Jules Maigret, el comisario de ficticio de la policía judicial francesa, creado por Georges Simenon, en 1938). ¡Todas obras de misterio e intriga!

Faltaban aun muchos días para la llegada de los Reyes Magos, pero él tenía in mente cual sería uno de sus regalos. La saga de adquisiciones seguiría a lo largo del tiempo con obras emblemáticas, como El espía que surgió del frio (escrita por el británico John le Carré, y publicada en 1963) y El nombre de la rosa (de Humberto Eco, publicada en 1980), dentro del género literario de la novela negra histórica, que no parece tener fin. Y aquí es donde quiero llegar, pues la mayoría de los jóvenes de su edad, en Astorga, y tal vez en muchas localidades con estación de tren, se tenían que conformar con lo primero (que ya es bastante para un adolescente), quizá por miedo a explorar la periferia de las grandes ciudades.

Ese era su secreto y esa era la razón por la que él acabaría escribiendo novelas. No tiene más mérito que otros, pues: «Si he logrado ver más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes». Frase atribuida a Isaac Newton. Ahora, pasados los años, cada vez que se encuentra en una estación de ferrocarril, cuando se acerca la Navidad y «flota un ancho banco de niebla», busca el lugar donde está la librería. Ese espacio mágico donde Martín sigue encontrando los mismo libros de misterio e intriga de su juventud y, también, donde sigue encontrando a los mismos jóvenes que merodean a su alrededor, como sabuesos intrigados por ese hueso al que no saben por dónde hincarle el diente, pero en los que se ve anidar, en sus ojos, la curiosidad. La cualidad esencial que les llevará a perder la “feliz ingenuidad” de su edad, y les adentrará en un mundo sutil y terrorífico, donde «está el fin, el hielo, la fuerza, la nada…»

 

Poemario ANDANCIU/ANDANCIA de María Esther García López

CUANDO EL AMOR PALPITA

Por Aurelio González Ovies

Imagina tú: andancia de deseos, andancia de luz, andancia de liberación. Porque, tanto entonces como ahora, estamos en un continuo enredo de preguntas. Nos asaltan las dudas, la oscuridad, las sombras. Sobre manera, en la época de tinieblas en la que Esther -juego con los títulos de alguna de sus composiciones- crea estos poemas tan testimoniales, grabados nel cuadernu d’un tiempu / enlllenu de borrones, tachadures, y pallabres nada. Burilados en el estar, indefensos y solos -la soledad, en Esther, acompaña- tres la ventana, / como un ave ensin ales. Hablamos, por tanto, de un poemario y de una etapa de asfixia, de pensamientos sinceros, de unos meses de desasosiego, pero, ante todo, de un paréntesis donde el amor, como el de Jaime Gil de Biedma, alentó jazmines y alhelíes, noches de entusiasmo y otras de desvelo. El amor palpita. El amor quema. El amor, aquí, inflama, verso a verso, en cada página.

 

De Sara Sanz
De Sara Sanz

Escribimos cuando la nueche -pocas veces metáfora de aguardo- llega, / cuando’l dolor amaga… Y todo lo que escribimos nace y crece de nuestras inseguridades y desemboca en los dominios de otras incertidumbres. Todo lo que escribimos limita, al norte, con nuestros deseos; al sur, con nuestros pesares; al este con lo que nunca seremos; al oeste con los que están y estuvieron, mas no estarán con nosotros. Lo cierto es que no discernimos si vivimos nada más que para recordar o si, obstinados, recordamos porque no vivimos del todo, porque existimos a medias. No somos capaces de descifrar cuánta extensión de nosotros quedaría flotando en el presente si nos arrancaran la memoria, qué proporción debemos a la esperanza, cuántas gracias a lo sufrido, ni cómo identificarnos si no echáramos de menos, ni a quién añoraríamos sin antes haber amado.

 

Escribimos para enfrentarnos al rápido mundo que no aceptamos ni nos admite, al mundo que da vueltas y, como el hombre -el ser humano- tropieza y se destroza, una y mil veces, sobre la misma tierra; para abrirnos en palabra, desgajarnos, y encerrarnos, en soledad, en algún libro, sobre un cómplice papel, donde, como el nordeste, l’amor se siente hasta nes orielles de la nueche. Para volver a lo imposible y aspirar su perfume y sentarnos un momento frente a la misma mar de todas las infancias y llamarnos a lo lejos y acercarnos a nosotros mismos y sonreír de nuevo al tocar en nuestra carne la pureza. Para subir al humo y asumir la ceniza, reconocer que nunca estaremos completos, que falta algo; que

 

hai dalgo que nun cuadra,

qu’influi nes emociones

cuando menos los esperes…

 

Y que nada se olvida para siempre, nada nos muere definitivamente salvo el cuerpo y la belleza, la pubertad y su brillo. Porque necesitamos otra realidad, con más fondo y menos superficie, con más apego y menos odio, con menos de más. Porque hay fechas en que miramos con más exactitud, quizás con más tristeza, las cosas, los objetos, y descubrimos en sus formas ausencias y escalofríos, distancia y desconocidos túneles como de transparencia, lluvia rala / que nos enxuga la esistencia; instantes urxentes, tan inaplazables como un besu o un abrazu. Porque quisiéramos ser y formar parte de la fosforescencia de la juventud, del fulgor de una estrella, del vacío del eco, de la piel del ayer. Ser y estar en aquel otro corazón que hace latir el nuestro, que nos precipita y nos apura muncho a vivir. / Vivir a tope. Porque nos embelesan los imanes del tú, con todo su poder de evidenciar nuestra fragilidad y desnudez. Nos ciegan los visos de lo inalcanzable, fresco y novedoso, alejado de las insuficiencias de lo cotidiano, de lo ya muy frecuente.

 

Escribimos para ensayar una ruptura, por más que sea bajo las amarras de lo de siempre. Como quien almacena inquietudes. Como quien colecciona insectos muy brillantes, para poder guardar, bajo alfileres, apetencias fugaces, lapsos muy precisos, emociones intensas, aromas, fechas, gestos y solsticios. Para sobrevolar, de cuando en cuando, por entrañables paisajes donde, a no ser desde el verso y su estatura, solo crecen heridas, solo gruñe el silencio, solo atajos cubiertos de ramaje y espinos -una vez más, la soledad muy sola-. Para ¿esclarecer? de dónde venimos, qué ceguera nos obliga a dar la espalda a quien nos espera, qué brisa azul -el azul en Esther García es sinónimo de eternidad y de erotismo y de intimidad -nos aprisiona y nos inmoviliza donde jamás, por uno mismo, nos hubiéramos detenido.

 

Escribimos para, cuando no encontramos nada firme, retornar a lo perdido, para no extraviarlo definitivamente, para acercarnos a sus espacios evanescentes y, desde allí, percibir el olor de la casa, sus ruidos, sus maderas; y escuchar el ríu que cuerre ensin priesa, como antaño; y mirar a los hermanos, na mesma pica l’árbol; y avistar a los pas, sentaos, a la vera’l camín… Y mirar, con los ojos de niña, les manes teñíes del zusme de les zreces; corroborar que lo que fue y los que fueron tan de verdad enxamás destiñeron.

 

Escribimos porque, paradójicamente, nos atraen los secretos de la sinceridad, nos capta la hondura de lo aparente, el más allá de lo imprevisible, los garfios del amor. Porque sabemos que son muchos los que piensan que un poema no vale para nada, pero un universo sin poemas, sin sentimientos que no sirven para nada, ya no sería un universo porque todo sería útil para algo, más lucrativo y nosotros aún más cicateros y mezquinos. Porque nos sentimos a salvo cuando anudamos mensajes y ahogamos nuestros desesperos, nuestras deudas y nuestros gritos. Y Esther abunda en esta idea: todo queda dicho, hasta en lo que no decimos, así que:

 

Nun me faigas preguntes indiscretes.

Nun quixera entrar en más detalles.

 

Escribimos para asegurarnos un hilo al que agarrarnos en estaciones débiles y colgarnos la fe como un escapulario; para sumar los momentos / que pasamos echando númberos / y cuentes de ¿cuántu amor? Para erguir una torre con los nombres que son imprescindibles, por más que en ella solo aniden las cigüeñas, por más que desde ellas, brillen / los nuestros díes en ruines. Para dar, de tarde en tarde, un repasu al amor, a la dulzura de meses caducados, a la avidez de los labios que hemos rozado, a los delirios / que nos amaguen a diario; la soledá mui sola... Para convocar circunstancias eternamente pendientes, nubes perpetuas. Para acceder al Dios (¿al Amor, al Azul?) que sospechamos, esdrújulo y sonoro. Para internarnos en lo infeliz y resurgir con gozo, más entusiastas y semivivos, aunque sea sin aquello que echamos de menos, y

 

cola máscara puesta,

la máscara que tapez lo que quiero…,

a la gueta la llibertá,

cola llibertá del vientu.

 

Escribimos porque nos amplifica soñar por los sueños de los sueños; porque nos obligamos a ascender a todas las latitudes; porque exigimos seguir por diferentes caminos. Porque nos reconvertimos, nos vencemos, nos sumergimos en lo opuesto, nos apartamos de nuestros pasos, examinamos las huellas y concluimos: cuando ya no somos nadie, somos lo que escribimos. Cuando apenas existimos, existimos porque escribimos. Cuando advertimos cadenas, vamos libres porque escribimos. Cuando presentimos muerte, escribimos y continuamos vivos. Y porque, como bien apunta la poeta: güei tamos necesitaos / de tenrura, de branu y de canciones. Y porque como atinadamente advierte G. López, todo es cavilación. Nada seguro:

 

Seremos quién a ser nós, ¿seremos los mesmos?

Siguiremos a la espera de que pase’l tiempu

a la espera de besos y sonrises,

a la espera,

sí,

a la espera.

Dempués de tanta sede.

 

CUANDO L’AMOR PALPITA

 

Imaxina tu: andanciu de deseos, andanciu de lluz, andanciu de lliberación. Porque, tanto entós como agora, tamos nun continuu enriedu d’entrugues. Asáltennos les duldes, la escuridá, les solombres. Sobre manera, na dómina de tiniebles na qu’Esther -xuego colos títulos de dalguna de les sos composiciones- crea estos poemes tan testimoniales, grabaos nel cuadernu d’un tiempu / enllenu de borrones, tachadures, y pallabres nada. Grabaos nel tar, indefensos y solos -la soledá, n’Esther, acompaña- tres la ventana, / como un ave ensin ales. Falamos, polo tanto, d’un poemariu y de una etapa d’afuegu, de pensamientos sinceros, d’unos meses de desasosiegu, pero, primero de too, d’un paréntesis onde l’amor, como’l de Jaime Gil de Biedma, alendó xazminos y alhelís, nueches d’entusiasmu y otres d’esconsueñu. L’amor palpita. L’amor quema. L’amor, equí, inflama, versu a versu, en cada páxina.

 

Escribimos cuando la nueche -poques vegaes metáfora d’espera

llega, / cuando’l dolor amaga… Y too lo qu’escribimos naz y medra de les nueses inseguridaes y desagua nos dominios d’otres insegurances. Tolo qu’escribimos  llenda, al norte, colos nuesos deseos; al sur, colos nuesos pesares; al este colo que nunca vamos ser; al oeste colos que tán y tuvieron, mas nun van tar con nós. Lo cierto ye que nun distinguimos si vivimos namás que pa recordar o si, testerones, recordamos porque nun vivimos del too, porque esistimos a medies. Nun somos quien a esclariar  cuánta estensión de nós quedaría flotando nel presente si nos  arrincaren la memoria, qué proporción debemos a la esperanza, cuántes gracies a lo sufrío, nin cómo identificanos si nun echáremos en falta, nin por quién sentiríemos señardá ensin antes amar.

 

Escribimos pa enfrentanos al rápidu mundu que nun aceutamos nin nos almite, al mundu que da vueltes y, como l’home -el ser humanu- zapica y estrózase, una y mil veces, sobre la mesma tierra; pa abrinos  en pallabra, esgazanos, y zarranos, en soledá, en dalgún llibru, sobre un cómpliz papel, onde, como’l nordés, l’amor siéntese hasta nes orielles de la nueche. Pa volver a lo imposible y aspirar el so arume y sentanos un momentu enfrente a la mesma mar de toles infancies y llamanos de llonxe y averanos a nós mesmos y sonrir otra vuelta al tocar na nuesa carne la pureza. Pa xubir al fumu y asumir la ceniza, reconocer que nunca vamos tar completos, que falta daqué; que

 

…hai dalgo que nun cuadra

, qu’influi nes emociones

cuando menos lo esperes…

 

Y que nada s’escaez pa siempres, nada nos muerre definitivamente salvo’l cuerpu y la guapura, la pubertá y el so brillu. Porque precisamos otra realidá, con más fondu y menos superficie, con más apegu y menos odiu, con menos de más. Porque hai feches en que miramos con más exactitú, quiciabes con más tristura, les coses, los oxetos, y afayamos nes sos formes ausencies y calafríos, distancia y desconocíos túneles como de tresparencia, agua rala / que nos enxuga la esistencia;  instantes urxentes, tan inaplazables como un besu o un abrazu. Porque quixéramos ser y formar parte de la fosforescencia de la mocedá, del rellumu d’una estrella, del vacíu del ecu, de la piel del ayeri. Ser y tar naquel otru corazón que fai llatir el nuesu, que nos acelera  y nos apura muncho a vivir. / Vivir a tope. Porque nos clisen los imanes del tu, con tol so poder d’espeyar la nuesa fraxilidá y esnudez. Ciéguennos los visos de lo inalcanzable, fresco y novedoso, alloñáu de les carencies de lo cotidiano, de lo yá bien frecuente.

 

Escribimos pa ensayar una rotura, por más que sía so les amarres de lo de siempre. Como quien almacena esmoliciones. Como quien coleiciona inseutos bien brillosos, pa poder guardar, ente anfileres, antoxos fugaces, ralures del tiempu mui precises, emociones intenses, arumes, feches, xestos y solsticios. Pa sobrevolar, de cuando en vez, por entrañables paisaxes onde, a nun ser dende’l versu y la so estatura, namás medren firíes, namás gruñe’l silenciu, namás atayos cubiertos de  xamasques y espinos -una vegada más, la soledá mui sola-. Pa ¿esclariar? d’ónde venimos, qué ceguera nos obliga a dar de llau a quien nos espera, qué brisa azul -l’azul n’Esther García ye sinónimu d’eternidá y d’erotismu y d’intimidá -príndanos ya inmovilízanos onde enxamás, por ún mesmu, nos pararíemos.

 

Escribimos pa, cuando nun atopamos nada firme, volver a lo perdío, pa nun tresmanalo pa siempres, p’averanos a los sos espacios fugaces y, dende ellí, percibir el golor de la casa, los sos ruíos, les sos maderes; y escuchar el ríu que cuerre ensin priesa, como antaño; y mirar a los hermanos, na mesma pica l’árbol; y columbrar a los pas, sentaos, a la vera’l camín… Y mirar, colos güeyos de neña, les manes tiñíes del zusme de les zreces, afitar que lo que foi y los que fueron tan de verdá enxamás destiñeron.

 

Escribimos porque, paradóxicamente, préstannos los secretos de la sinceridá, atráinos la fondura de lo aparente, el más allá de lo imprevisible, los gaxartes del amor. Porque sabemos que son munchos los que piensen qu’un poema nun val pa nada, pero un universu ensin poemes, ensin sentimientos que nun sirven pa nada, yá nun sería un universu porque too sería útil pa daqué, más lucrativu y nós entá más roñosos y miserables. Porque nos sentimos a salvo cuando anoyamos mensaxes y afogamos les nuesos desesperos, les nueses deudes y los nuesos lloros. Y Esther abonda nesta idea: tou queda dicho, hasta no que nun dicimos, asina que:

 

Nun me faigas preguntes indiscretes.

Nun quixera entrar en más detalles.

 

Escribimos p’aseguranos un filo al que garranos n’estaciones débiles y colganos la fe como un escapulariu; pa sumar los momentos / que pasamos echando númberos / y cuentes de ¿cuántu amor? Pa erguer una torre colos nomes que son imprescindibles, por más que nella solo añeren les cigüeñes, por más que dende elles, brillen / los nuesos díes en ruines. Pa dar, de ralo en ralo, un repasu al amor, a la dulzura de meses caducaos, a la avidez de los llabios que rozamos, a los delirios / que nos amaguen a diariu; la soledá mui sola… Pa convocar circunstancies eternamente pendientes, nubes eternes. P’aportar al Dios (¿al Amor, al Azul?) que maxinamos, esdrúxulu y sonoru. Pa internanos no infeliz y resurdir con gozu, más entusiastes y semivivos, anque sía ensin aquello qu’echamos de menos, y

 

cola mázcara puesta,

la mázcara que tapez lo que quiero…,

a la gueta la llibertá,

cola llibertá del vientu.

Escribimos porque nos amplifica suañar polos suaños de los suaños; porque nos obligamos a xubir a toles llatitúes; porque esiximos siguir per distintos caminos. Porque nos reconvertimos, vencémonos, somorguiámonos no opuesto, estremámonos de los nuesos pasos, esaminamos les buelgues y concluimos: cuando yá nun somos naide, somos lo qu’escribimos. Cuando apenes esistimos, esistimos porque escribimos. Cuando alvertimos cadenes, vamos llibres porque escribimos. Cuando presentimos muerte, escribimos y siguimos vivos. Y porque, como bien apunta la poeta: güei tamos faltos / de tenrura, de branu y de canciones. Y porque como atinadamente alvierte G. López, too ye cavilación. Nada seguro:

 

Seremos quién a ser nós, ¿seremos los mesmos?

Siguiremos a la espera  de que pase’l tiempu,

a la espera de besos y sonrises, a la

espera, sí,

                    a la espera.

                                       Dempués de tanta sede.

 

AMPLIAMOS PLAZO DE PRESENTACIÓN DE LOS PREMIOS DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL  HASTA EL 15 DE ENERO DE 2024

AMPLIAMOS PLAZO DE PRESENTACIÓN DE LOS PREMIOS DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL  HASTA EL 15 DE ENERO DE 2024

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ASOCIACIÓN DE ESCRITORES DE ASTURIAS PREMIOS 2021

 

XVII Premio de las Letras de Asturias

XXII Premios de la Crítica de Asturias

El XVII Premio de las Letras de Asturias es para Carmen Nozal

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La Asociación de Escritores y Escritoras de Asturias (AEA) concede el Premio de las Letras de Asturias por unanimidad a Carmen Nozal. La junta Directiva valoró su trayectoria literaria y sus méritos como poeta y dinamizadora cultural, además de su extensa obra publicada  y sus numerosos premios literarios y  galardones recibidos de distintas instituciones.

Carmen Nozal (Gijón, Asturias, España, 1964) Reside en la Ciudad de México desde 1986. Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM y egresada de la Escuela de Escritores de la SOGEM. En 2020 recibió la investidura de grado de Doctora Honoris Causa. Es miembro de la Asociación de Escritores y Escritoras de Asturias. Autora de veinte libros, entre los que se cuentan: Visiones de piedra, Premio de Poesía UNAM, 1991. Vagaluz, Premio Nacional de Poesía Elías Nandino, 1992. Hacia los flecos del frío, Premio Nacional de Poesía Salvador Gallardo Dávalos, 1993. El espejo de Luzbel, premiado por la Universidad Veracruzana, 1994. En el reino de la luz y otros poemas, publicado por el Ateneo Jovellanos, por recibir el accésit de dicho galardón internacional, España, 1999. Autora del cortometraje para animación Cuando Míster Cronos perdió el tiempo, premiado por el IMCINE y de Zona Cero: 286, testimonial sobre el sismo del 19 de septiembre, premiado por DEMAC. En 2021 recibió el Pakal de Oro por su trayectoria. Su libro De la confesión nocturna quedó finalista en el Premio Mundial de Poesía Mística “Fernando Rielo” 2020. En 2022 Emilio Coco tradujo al italiano su libro A veces en la vida, publicado en Raffaelli Editore. En 2023 obtuvo el premio Naji Namaan con el libro de poesía En esta honda oscuridad. En este mismo año se publicaron dos antologías de su obra: Sobre la tierra en Nueva York Poetry Press y Samsara en el Fondo Editorial del Estado de México. También salió editado su cuaderno de poesía Natural. Está incluida en la Enciclopedia de Escritores Asturianos. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, griego, alemán, italiano, portugués, bosnio, árabe, bable y galego e incluidos en medio centenar de antologías. Ha participado en numerosos encuentros de poesía e impartido clases y ponencias en diversas instituciones. Asimismo, fue seleccionada para participar con relato en el libro titulado La magia del futbol publicado en inglés y árabe, y lanzado en Catar con motivo del Mundial de Futbol. Actualmente dirige el Encuentro de Poetas Iberoamericanos con sede en la Ciudad de México.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobre la novela “La urdimbre y la trama 2. Enemiga mortal de mi descanso”

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Reseña de “La urdimbre y la trama 2. Enemiga mortal de mi descanso”

Autor: Marcelo Matas de Álvaro

Editorial Castalia, colección Cuentenario

Valladolid, 2023

Por David Fueyo

 

El Quijote siempre ha sido fuente de inspiración para el arte, para los historiógrafos y para los coleccionistas de refranes y frases inmortales. “¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!”, dice Cardenio acerca de su encuentro con Lucinda, su preciado objeto del deseo; y esa frase tan evocadora es la que suena en la cabeza de uno de los personajes más importantes de esta segunda entrega de La urdimbre y la trama y fíjense que escribo que este es uno de los personajes más importantes, porque en este caso Andrés Retamar, pieza fundamental de la primera entrega llamada Yo se quien soy, es hilo conductor sutil y casi camuflado, pero no protagonista absoluto. En esta historia el eje central, el personaje fundamental no es otro que la memoria. Veamos por qué.

Urdimbre y trama. Nuestro paso por el mundo está formado de muchas pequeñas memorias personales que esbozan la palidez de una memoria colectiva. Aquí nos encontramos justo al amanecer después de la oscuridad de la dictadura franquista en un tiempo pretérito de reminiscencias actuales. Un tiempo que también tuvo memoria y que al ser recordada en voz alta provoca el miedo y que haya que cerrar rápidamente puertas y ventanas, no vaya a ser que alguien nos escuche. Una memoria construida de otras memorias que quizás fuese mejor que hubieran sido borradas por el tiempo porque, a veces, duele y el olvido es sanador, es cierto, pero también invita a la idiotez colectiva.

La fábrica cuyas máquinas urdían y tramaban tejido de posguerra, tejido gris como ese tiempo o verde, como los militares que vestían su uniforme hecho en ese Belgrey que el lector avispado reconocerá como el Béjar donde el autor nació y pasó su juventud, ahora es un edificio en ruinas. Esa fábrica que en los años cincuenta y sesenta resoplaba esperanza lejana, pero al fin y al cabo esperanza, ahora es un esqueleto vacío del cual se surten unos jóvenes para poner coqueta una cochera donde se han de celebrar fiestas. Del derribo surge la osadía de la ilusión y el ensueño. De la ceniza nacerá un primer amor, una noche inolvidable, una fiesta repleta de gente con The Doors de fondo donde la memoria, esa protagonista, esa puta tan distinguida de Marsé simplemente desaparezca. Carpe Diem, somos jóvenes, vivamos, pero estamos en el año setenta y seis. ¿Quiénes seremos ahora cuando el lector o lectora nos devuelva a la vida tras estas líneas?

Todo en el paso del tiempo es filosofía. Y la vida en sí. Y la muerte. Pero la muerte, la muerte de una joven, el misterio, el amor oculto u ocultado, mejor dicho, por lo prohibido y lo obsceno que todo pueblo pequeño hace de lo diferente llevándolo al calor de un infierno grande también es filosófico y psicológico. El tiempo y el lugar nos ha hecho ser así. Si no hay sonrojo ante el pasado algo hemos hecho mal.

El abuelo que es cobarde y fue cobarde y es eje de la historia y alberga el macguffin que trama y urde esta historia. El abuelo que conoció a Miguel Hernández, pero el miedo, el odio, y el dolor como triada enmudece y es tormenta interna. El abuelo borracho y derrotado que es una parte de España, la que bajó los brazos y simplemente desfiló al paso alegre de la paz, pero sin alegría ni paz. La siesta fue larga y si no pasa nada es que todo va bien. La transición como deambulatorio donde unos y otros se cruzan y algunas ventanas se abren para gritarle a todos que somos libres pero que la libertad hay que pelearla en las calles y en las barricadas. Los jóvenes exaltados se cruzan con las abuelas con miedo que cierran puertas y ventanas, no vaya a ser que nos escuchen, que mil novecientos setenta y seis puede ser otra vez mil novecientos treinta y seis. Un Mercedes negro frente a alguien que ondea una bandera tricolor con una franja morada. Un tiempo mil veces retratado, filmado y escrito, aunque siempre diferente. Urdimbre y trama aún con la fábrica que son cascotes y no hay futuro. En circunstancias similares nació el punk, pero aquí quizás hacía más falta la democracia. Y quien lo recuerda dice que hubo tensión, y Marcelo Matas la refleja línea a línea.

¿Qué fue de Andrés Retamar? Andrés, que aparece poco, pero aparece de nuevo en esta reseña, como hilo fuerte y resistente, cabo retorcido que da sentido a todo, construyendo, urdiendo y tramando una memoria futura que también, en parte, es la de todos, lo único que hace es vivir. Habitar su tiempo y que todo se mueva alrededor. Y Marcelo lo cuenta. Y le deja que viva para poder contárnoslo. Y uno, que es retorcido, descubre artificios, trucos y elipsis que le hacen feliz por encontrarse dentro de un texto que parece lejano, pero se torna propio. Somos parte de esa pequeña memoria. Leer también es vivir. Entre estas líneas el lector se sentirá vivo.

Marcelo Matas vuelve a construir una novela técnicamente hablando compleja y golosa para el lector avezado, el que no deja escapar detalles, el que disfruta con los giros del lenguaje imposibles, con los diálogos sin guion ni acotación. Con la temida y odiada segunda persona para todo escritor que haya probado escribir en esta persona, la más compleja, dicen, la que menos luce pero que aquí brilla y fluye sin estridencias desde la naturalidad del que lee como si escuchara. Él juega con el lector y le guiña un ojo cuando repite el mismo párrafo a posta con cien páginas de diferencia. Él hace del texto divertimento cuando dice que cuentan y cuando cuentan de verdad. Cuando juega con la linealidad del tiempo y con la elipsis haciendo preguntas que más tarde se responderán. Forma urdimbre y trama que juega con los géneros, ya que en esta novela hay prosa, verso ajeno y propio camuflado de ajeno. También hay teatro, epístola y ensayo psicológico pues, por deformación profesional, Marcelo hurga sin contemplaciones con los pensamientos y sentimientos más profundos de algunos de los personajes que aparecen en esta entrega tan parecida y diferente a partes iguales a la primera. De toda esta obra de telar literario surge la sorpresa y el gusto por las letras gourmet en un volumen bien presentado por la Editorial Castilla de Valladolid que inicia colección de novela con esta obra.

Léanlo y saboréenlo. Sorpréndanse y déjenme terminar aquí, pues también en el Quijote se dice:  Se breve en tus razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo.

 

Ponencia sobre “Presente y futuru de la escena asturiana”

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Por Andrés Monteserín

XXIII Jornadas Literarias en Pravia

Mi nombre es Andrés Monteserín. Soy estudiante de teatro, en el segundo año de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias, en la Laboral de Gijón. Antes de ello estudié publicidad, marketing y relaciones públicas. Y antes de hablaros como actor, os voy a hablar desde mi postura como publicista.

El futuro: Actualmente está en las inteligencias artificiales. Están revolucionando el mercado. Y prácticamente todas las industrias. Entre ellas, algunas que no esperábamos. Por ejemplo, el cine y el doblaje. Muy relacionadas con el teatro. Pues al final todos somos actores.  Hollywood está en huelgas desde hace un montón de tiempo, protestas porque la inteligencia artificial va a acabar con guionistas, actores, trabajadores de efectos visuales, etcétera, etcétera. En la industria del doblaje está temblando porque ya existe una  aplicación que con la voz de un famoso; la misma voz de Leonardo DiCaprio, por ejemplo, lo traduce al español con unas inflexiones que a muchos actores nos costarían años de trabajo perfeccionar. Mientras tanto, el teatro ni se inmuta. Los musicales de Madrid siguen funcionando. O El teatro Costumbrista no se ha parado ni a pensar por un momento en la inteligencia artificial y no lo necesita.

Como digo, el teatro ni se inmuta por la inteligencia artificial. Porque lo que nos diferencia del cine y del doblaje es que estamos ahí en carne y hueso, ante los ojos del espectador, realizando un espectáculo en vivo y en directo. Y eso, ninguna inteligencia artificial lo va a poder sustituir.

Volviendo atrás. ¿Qué me llevó a mí a estudiar arte dramático? Pues desde niño en la escuela nos llevaron a obras educativas,  a obras de divulgación y vi adaptaciones del Quijote, entremeses de Cervantes vi obras del Siglo de Oro. Incluso nos hicieron representar alguna pequeña obra en el colegio. Me parece muy importante recalcar la importancia del teatro educativo. Al que ya volveré también más adelante.

Empecé con 16 años en teatro Pausa. Javier Villanueva decía que la pausa es muy importante en el teatro. Era una compañía amateur en la que terminé de enamorarme de este arte. Nunca pasamos ni fame ni sede. Pero como mucha gente me decía y pensaba yo también, que no tenía ningún futuro. Y por eso quedaba relegado a una afición, a un hobby. Así que estudié una carrera con salidas: Publicidad, marketing y relaciones públicas con un máster MBA en negocios internacionales. Trabajé de lo mío. Y no encontré demasiadas salidas. Así que hice una pequeña apuesta arriesgada por el teatro, por la pasión. El arte se trata de pasiones. De mensaje y de pasiones. Es un trabajo vocacional y  quien viene a vernos es también por vocación.

Por deformación profesional me pregunto. ¿Cómo podemos atraer más gente al teatro? ¿Cómo podemos llegar al gran público? Y al mismo tiempo transmitir nuestro mensaje que como artistas queremos contar.  Javier Villanueva lo hizo muy bien. Tenía sus toques de teatro costumbrista con su escena en la taberna y momentos de comedia que te hacían de relajación y te daban un momento de confort. Y al mismo tiempo, siempre tenía un mensaje rompedor y transformador. Gracias a eso consiguió la fidelidad del pueblo de Lieres y actualmente, que un pequeño teatrín tenga su nombre.

Como dije antes, el teatro Costumbrista no va a tener ningún problema. Con las inteligencias artificiales, ni con la decadencia del teatro de la que hablan algunos. Porque tiene un público fiel. Un público que lo que busca es la calidad de un hogar en el que reírse junto a otra gente. Viendo algo que les reconforte, que les haga pasar un buen rato en grupo.

Se considera teatro costumbrista la modalidad teatral basada en los ambientes locales, de frase ingeniosa, que evoca los tipos, el ambiente y el habla de la región; en definitiva, que ofrece una visión bondadosa y optimista y una sana alegría que invade toda la escena.

Y como me decía mi amigo y compañerío en Pausa, Pablo Martínez Sancho. Que está trabajando con José Ramón Oliva. En el Grupo Carbayín. Él siente que cuando mejor ha salido la obra es cuando más se ha reído el público. Por cierto, tuvieron un exitazo el sábado pasado en Laviana.

También, para atraer público, considero muy importante el teatro educativo, como comentaba antes. Por ejemplo, le pregunté a otro amigo, profesor de primaria, Alberto. Por cómo veía el futuro del teatro, Alberto apenas pisa el teatro. Y me habló de una astrofísica que está en Pola de Allande haciendo talleres de teatro educativo de divulgación. Un trabajo desde las aulas. Me habló también de Isabel Tejerina y su Grupo, Unos cuantos y como trataba la educación intercultural. Me habló también del espectáculo Nana que lleva ya varios años por Asturias y que es de lo poco de teatro que ha ido a ver. Y que le encantó. Espectáculos de teatro Inmersivo. Y me comentó que él como espectador muy ocasional lo que esperaba, ya que tenemos un entorno tan privilegiado en Asturias, es que en el futuro del teatro se aproveche ese entorno. Creo que en la ruta de las Xanas están haciendo también algún tipo de espectáculo inmersivo. Es nuestro entorno, un lujo que podemos aprovechar como valor diferenciador.

Para no pisar un teatro, Alberto me  dio bastantes ideas sobre de qué hablar. Y yo le recomendé para él y sus alumnos que fuesen a ver Calor, Calor. Una obra de divulgación sobre Lorca enfocada a los niños con un poco de toques inmersivos. Si no me equivoco, de Guayomini producciones. Le recomendé también esta vez ya no para niños, pero sí de divulgación, que fuese a ver cada Byron la tejedora de números (de la Westia producciones). Una obra que nos reivindica la figura de una mujer olvidada por la historia, una matemática. Y nos explica sus teoremas de una manera fácilmente comprensible para cualquier persona que no entienda las matemáticas.

Una amiga que tampoco pisa el teatro, me comentó, que su razón es porque, aquí en Asturias, apenas llega teatro musical. Lo dejo caer.

Pregunté sobre este tema también a compañeros de clase. Dos de ellos que están en activo, me comentaron lo mismo. La escena asturiana sería un referente en España. Si tuviéramos un poco más de presupuesto. Uno de ellos me comentó. Cómo sentía que muchas veces prestamos más atención a las obras que venían de fuera que a las obras que se habían preparado aquí en Asturias. Y cómo aún así, con la falta de presupuesto, y, al menos la percepción de poca atención del público, conseguíamos hacer obras maravillosas.

Otro punto que mis compañeros me dijeron que no dejase sin tocar, es la gran cantidad de fuga de talentos que se marchan a Madrid o a otras comunidades o al extranjero a buscar trabajo una vez terminan su formación en Asturias. Pues sienten que no van a encontrar salida. Un buen amigo, también compañero en Teatro Pausa,  Nico Silva, egresado de la Esad,  que ya terminó sus estudios hace un par de años, ha conseguido salida. En talleres de risoterapia, en teatro ocupacional, ayudando a gente mayor y a gente con problemas psicomotrices y alcohólicos. En la misma Escuela damos la asignatura de este tipo de teatro más enfocado en la salud y a través del proyecto confluencias han trabajado con gente con Alzheimer, con gente con cáncer etc. El teatro es algo terapéutico. Otros antiguos alumnos de la escuela han probado suerte en Madrid. Y algunos se han ido más lejos. Muchos de los que están estudiando quieren tener su propia compañía profesional en un futuro.

Actualmente y corregirme si me equivoco, hay 62 compañías profesionales en activo en Asturias. Repito, solo en el ámbito profesional son 62 compañías. Para 78 concejos. Me parecen unas cuantas. Aún teniendo en cuenta que algunas están inactivas y muchas de ellas son de un solo integrante. No debe ser fácil para la administración elegir a cual dar la subvención. Si además tenemos en cuenta la escena amateur, no podemos decir que hay poco teatro en Asturias.

Llevo hablado un rato y apenas he rozado la superficie del tema, el teatro tiene mil vertientes, variedades y aplicaciones, salidas de todo tipo y no va a dejar de evolucionar. Tiene un carácter transformador, reconfortante y terapéutico. Si me pusiera a tocar cada género teatral podríamos estar aquí todo el día.

Desde mi perspectiva los puntos clave del futuro de la escena teatral serian esos, empezando por su labor educativa social y terapéutica, seguido de su valor transformador y finalmente pues para el gran público al final es lo más importante, la capacidad de acoger a tanta gente y hacerles pasar un buen rato.

Todos los temas que he tocado se podrían desarrollar mucho mas y me he dejado muchos por mencionar, no he hablado de la gran escena amateur que tenemos en la comunidad, no he hablado de la cantidad de gente y dinero que mueve la opera en Oviedo, ni he hablado de muchos de los géneros y estilos que aun nos faltan por explotar, pero con lo poco que he mencionado creo que queda claro el punto.

Con todo esto a lo que quiero llegar es que teatro hay, y tiene futuro. Siempre ha estado ahí y siempre lo ha tenido. Desde antes de Grecia. Hasta ahora. No se me ocurre una etapa del tiempo en la que no haya habido teatro de algún tipo. Y estoy seguro de que lo seguirá habiendo. Hay miles, millones, quizá infinitas de formas de teatro. Y siempre está evolucionando. Y, como dije al principio, ninguna inteligencia artificial podrá sustituir el trabajo de un actor en carne y hueso.

Presente y futuru de la escena asturiana. XXIII XORNAES  LLITERARIES EN PRAVIA 2023

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XXIII XORNAES  LLITERARIES EN PRAVIA 2023

EL TEATRU N´ASTURIES

MESA REDONDA: “Presente y futuru de la escena asturiana”

Participantes: Andrés Monteserín, Berto Rodríguez, Saúl Fernández, Jose

Ramón López y  Roberto Corte.

Modera: Dolfo Camilo Díaz

Por José Ramón López (FETEAS)

Una vez presentada la mesa por el moderador D. Dolfo Camilo procedo a mi

breve intervención, centrada en la escena amateur de Asturias.

 

En Asturias hablar de la escena amateur es hablar de su Federación de

Asociaciones de Teatro del Principado de Asturias (FETEAS), y en el

ámbito nacional de ESCENAMATEUR.

 

Tanto FETEAS como ESCENAMATEUR son dos estructuras creadas desde

Asturias y desarrolladas bajo un modelo de gestión, fruto de años de

convivencia como programador del Ayuntamiento de Langreo con el mundo

escénico profesional de Asturias y del resto del País.

 

Relación, que en lo personal me hizo pasar una larga travesía del

desierto junto al COVID-19.

 

FETEAS aglutina en la actualidad a 27 compañías amateur de Asturias y

ESCENAMATEUR a unas 800 compañías de todo el estado español y con

relaciones bilaterales con otras organizaciones de ámbito internacional

en Italia, Francia, Portugal, etc….

 

Nuestra propuesta de trabajo con 30 ayuntamientos del Principado de

Asturias es muy sencilla. Proponemos un catalogo de espectáculos de

todos los géneros, que van desde el teatro costumbrista hasta el teatro

clásico o las nuevas tendencias.

 

En relación con el teatro costumbrista, que es aproximadamente el 50% de

nuestra oferta, estamos trabajando, junto con la Consejería de Cultura

del Principado de Asturias, en declarar este género Bien de Interés

Cultural (BIC) proceso muy avanzado y que esperamos conseguir.

 

El Teatro Amateur del principado de Asturias es un referente a nivel

nacional por su organización, pero también por sus proyectos que

desarrolla con seriedad y compromiso con las artes escénicas.

 

Decir que el número de funciones acordadas con los ayuntamientos en el

año 2023 han sido 220 de las que se ejecutarán un total de 182 a falta

de unas semanas para terminar el año dentro de FETEAS y más de 300

funciones sumando las que los grupo hacen por su parte.

 

En el capítulo de actividades a desarrollar enumerar las siguientes:

  • Preparando la Escena (Programa de Formación) con profesores no solo de

Asturias si no que también del ámbito nacional.

  • Muestra de Teatro Amateur del Principado de Asturias
  • Día Internacional del teatro
  • Encuentro de Teatro Amateur del Principado de Asturias.
  • Encuentros en el Norte.
  • Programa Conceyu sol´horru
  • Ayudas a la producción
  • Programa de Intercambios junto a ESCENAMATEUR.
  • Publicación TEATRU NÁSTURIANU
  • FETEAS Solidaria

 

En definitiva, queremos decir que el teatro Amateur Asturianu goza de

buena salud, pero también de un estancamiento de sus iniciativas, que

nos han hecho convocar reuniones dentro de la propia federación, con un

único objetivo, y es el de avanzar en nuevas iniciativas y propuestas

para la escena asturiana.

 

Por último y como se nos pide que seamos breves decir, que la escena

asturiana necesita de diálogo entre todas las partes, Administraciones,

Profesionales de la escena y Amateur de la escena, marcarse objetivos

que repercuten en los espectadores y en los ciudadanos de Asturias,

principalmente en el público juvenil.

 

Muchas gracias desde FETEAS por dejarnos participar en estes Xornaes.

 

PRESENTE Y FUTURO DE LA ESCENA ASTURIANA (XXIII Jornadas Literarias en Pravia)

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PRESENTE Y FUTURO DE LA ESCENA ASTURIANA

Por Roberto Corte

 

Exponer y posicionarse sobre el “presente y el futuro de la escena asturiana” requiere su tiempo. No es posible presentar en unos minutos los muchos elementos que conforman el hecho teatral en su conjunto ni su cuadro sinóptico. No obstante, pasaré someramente sobre algunos de ellos dando mi opinión. Lo primero es entender que el presente está relacionado con el pasado, y el futuro con el presente. Somos resultado de lo que fuimos y seremos los que somos, más la suma de novedades que entren a formar parte de nuestra trayectoria de recorrido. Se trata de un continuum, de una relación de causalidad estructurada como un argumento dramático. Lo primero que me gustaría decir es que la problemática de nuestra realidad escénica, más allá de las obviedades específicas de ciertas comunidades (lengua oficial, coyunturas puntuales y acontecimientos específicos), es muy similar a la del resto del estado, y que en una comparativa per cápita no saldríamos tan mal parados como a primer golpe de vista podríamos pensar. La praxis estructural responde al modelo “centralismo democrático”, y es fácil entender que más desarrollo, competencia y oportunidades existirán en Madrid y Barcelona que en cualquier otro territorio, de la misma manera que más desarrollo, competencia y oportunidades existirán siempre en Gijón, que en Laviana o Cudillero, por poner otro ejemplo en el espacio autonómico. Respecto al modelo ideológico que lo refrenda, es el estándar liberal. Las infraestructuras son de dominio público pero las producciones y el apartado artístico, principalmente, de ámbito privado. Y esto es así en todo el territorio nacional porque ése es el modelo empresarial que nos representa, pese a que a veces se diga lo contrario debido al alto grado de atomización alcanzado y a la precariedad laboral. Hay un estupendo libro sobre política teatral de Manuel F. Vieites, El teatro vacío, donde se analiza con rigor la problemática del teatro español y se presentan medidas alternativas para una mayor optimización de recursos. Al igual que la ADE (Asociación de Directores de Escena) lleva unos años difundiendo el proyecto “Ningún teatro sin compañía, ninguna compañía sin teatro”, un estudio de viabilidad para municipios que dispongan de compañías profesionales, con la intención de conseguir una actividad “normalizada” hacia la ciudadanía. Pero, dicho sea de paso, sin conseguir a día de hoy resultados ni despertar el más mínimo interés entre la profesión. ¿Por qué? Porque el modelo de producción empresarial que nos representa –me repito– es el privado, frente a los centros de producción públicos.

Para esbozar los elementos principales que conforman las artes escénicas del Principado podríamos dividir la exposición en dos partes: la política y la artística. A sabiendas de que las dos partes están cableadas en relación de dependencia, de que hay elementos que se presentan  libres y desconectados, o incluso formando conjunto con otras disciplinas profesionales. Pero sobre estos asuntos nada diré, por evidentes razones de tiempo y espacio.

La parte política concierne, obviamente, a las Administraciones, y está relacionada con las infraestructuras, programaciones para escolares y adultos, promoción, conciertos, subvenciones, circuitos, educación, ESAD, premios, etc. El avance que ha dado Asturias durante estos últimos treinta años en la construcción de teatros, auditorios y espacios útiles para las artes escénicas es una realidad indiscutible. Detenerse en ellos de manera pormenorizada requeriría de unas jornadas específicas. Me limitaré a decir que lo realizado aquí también se ha hecho en toda España. La mejora ha sido muy importante, es cierto, pero, todo hay que decirlo, los errores cometidos, en gran medida, también han sido de bulto. Baste con exponer sólo un argumento a mi favor: en la mayoría de los teatros, los espectadores, sentados en las butacas, no alcanzan a ver el suelo del escenario. Cualidad que destruye la perspectiva óptima e imprescindible, necesaria, para disfrutar con plenitud de la función. Y lanzo una pregunta retórica y sempiterna: ¿cómo es posible que a estas alturas de siglo todavía no se haya impuesto un protocolo de actuación para la construcción de nuevos espacios, en función del aforo, la peralta, alturas, escenario, camerinos, etc., o para la creación de espacios alternativos o polivalentes?

Respecto a los planes de programación anual, circuitos, residencias, promoción, becas, subvenciones, etc., llevados a cabo por la Consejería de Cultura a lo largo de estos años, presentan un gráfico la mar de variopinto y disonante, con picos de subida y bajada muy rocambolescos,  tal y como si estuviéramos en una montaña rusa. Como me es imposible exponer hoy algunos ejemplos diré que la opinión generalizada es la de que faltan recursos y un proyecto firme, aunque hay una parte de profesionales que notan ahora una mejora cualitativa y cuantitativa considerable (Camino Escena Norte, residencias en Laboral, etc.). Pero mi impresión como espectador percibe una panorámica de resultados muy fragmentada, y en muchos de los casos meramente testimonial, habida cuenta que hubo y hay espectáculos de mediano formato y calidad contrastada que no han tenido más que cuatro o cinco representaciones en el Principado. En el resto de España son muchos quienes cuestionan las subvenciones a la producción “anual”, porque obligan a una producción vertiginosa que trae como consecuencias superproducción, baja rentabilidad a todos los efectos, precarización, etc. Aunque desconozco la estadística y los argumentos contrastados en que se basan tales afirmaciones. En el caso de los premios a la escritura dramática, proyectos y representaciones, las Administraciones asturianas también han sido un poco como el Guadiana, con apariciones y enterramientos sin alcanzar una estabilidad firme y continuada. Hace años que ha desaparecido el premio de textos dramáticos Alejandro Casona, del Principado, quizá el concurso con mayor proyección nacional, el Pachín de Melás a la producción convocado una sola vez por el Ayuntamiento de Gijón, al igual que su anterior Jovellanos para textos dramáticos, posteriormente reconvertido felizmente en concurso a un proyecto de producción  (el de mayor cuantía económica en nuestra comunidad). Aunque la Consejería ha sido capaz de mantener el Asturias Joven de textos teatrales, el Nel Amaro a las representaciones en asturiano y ahora el nuevo Pachín de Melás a textos en asturiano, al que deseamos prósperos y felices años. La creación de la ESAD en Asturias es sin duda uno de los hitos más trascendentales en nuestra comunidad escénica. Valorada y reconocida por la mayoría de los profesionales por sus muchas actividades llevadas a cabo, su pedagogía y buenos resultados, comparte problemáticas de reconocimiento y estatus educacional respecto al modelo universitario, con el resto de centros ESAD del estado. Aunque tiene en su contra el haber perdido la especialidad de Dirección y Dramaturgia (intuyo que debido al nulo interés de la Consejería de Educación del Principado del momento). Los importantes proyectos y actividades realizadas, complementarios a la labor docente, no le han impedido convocar ininterrumpidamente durante años el modesto concurso de textos dramáticos Dulce por Amargo.

En el apartado artístico no entraré a dilucidar el concepto “autoría” ni sus muchas implicaciones (no hay tiempo). Me limitaré a decir que la creación es plural y multidireccional, y que va de lo dramático convencional con predominio de la comedia y la farsa (Maxi Rodríguez, Laura Iglesia, Eladio de Pablo, etc.) a lo performativo postdramático (danza, mixturas, instalaciones, Borja Roces y su Matanza, etc.),  pasando por el teatro costumbrista (casi exclusivamente en el ámbito amateur) y una nueva autoría que ya empieza a aflorar con sensibilidad siglo XXI, y que yo identifico en la pieza de Néstor Villazón Mudanza, por poner un ejemplo. Una obra a base de monólogos donde la pareja protagonista decide conscientemente enfrentarse a un embarazo de riesgo, antes del embarazo. Un planteamiento audaz, en este caso “dramático”, impensable en personas de mi generación, pero que se sitúa ya en una nueva ética y poética “ecológica” (Eva Vallines la llamará “ecosostenible”), que en otros autores se manifiesta principalmente en tono de humor, y por el tratamiento de unos asuntos “trascendentales” que se presentan rebajados, al ser abordados desde la cotidianidad y la convivencia. En lo que concierne al teatro amateur, salvo excepciones, su interés recae en el denominado teatro costumbrista –tan genuino– con variables de contemporaneidad temática y ambiental, gozando del tradicional respaldo por parte de los espectadores.

No he podido asistir a las mesas sobre el teatru y el nuevu teatru popular asturianu, y bien que lo siento. Más allá de la consideración específica al tratarse de una lengua tradicionalmente ligada al costumbrismo y al ámbito amateur (aquí cabría hablar de un neocostumbrismo profesional nonato, muy potente –Escena Apache y su Planeta Joselín–, de la misma manera que Alonso de Santos autodefinía como neosainete su Estanquera de Vallecas), el teatro en asturiano tiene las mismas virtudes y los inconvenientes que el resto de teatro realizado en las lenguas minoritarias del estado (la riqueza cultural que eso implica y su ámbito restringido), más el agravante de no ser lengua oficial, disponer Asturias “sólo” de 1.000.000 de habitantes y el no contar con una praxis profesional “normalizada”, más allá del teatro para niños. En otro orden de cosas jamás entenderé por qué no se programa  en el estado español teatro en euskera, gallego, asturiano y catalán, en versión original. Hace cuarenta años las compañías gallegas representaban en galego fuera de su comunidad, y Guillermo Heras, recientemente fallecido y director de la Muestra de Teatro Contemporáneo de Alicante, así continuó haciendo en su programación. En fin, un tema de vital importancia el de nuestro teatro en asturiano, sobre el que deberíamos hablar largo y tendido y al que las Administraciones y los profesionales le debieran de prestar más atención.

La programación de los grandes teatros de nuestras ciudades principales requeriría de un debate acerca de su planteamiento ideológico-artístico, al igual que el reconocimiento e incidencia de FETEN en nuestras compañías, las actividades organizadas por iniciativas privadas con o sin apoyo institucional (los encuentros de Teatro del Norte o las novedosas y muy fructíferas jornadas sobre autoría realizadas por Dramática Insania, por ejemplo) o algunas de las publicaciones de textos teatrales en edición papel. Temas todos sobre los que convendría hablar de vez en cuando con la intención de tomarle el pulso a una escena –la nuestra– que palpita de forma vigorosa, aunque con arritmias de diversa índole. Muchas gracias a la Asociación de Escritores de Asturias por organizar este encuentro y haber contado conmigo.