El café de la marina, de José Marcelino García, por Olga Rico Cadavid. 17/02/2014

0
493

 

El café de la marina

José Marcelino García
Editorial KRK, Oviedo, 2014

Cuando llegó a mis manos este  libro, galardonado con el Premio Asturias de Novela de la Fundación Dolores Medio, me invadió una mezcla de sorpresa y curiosidad. De antemano, y teniendo en cuenta el carácter marinero de mi pueblo natal, me atrajo el título: “El café de la Marina”. También la portada me resultó familiar y a la vez muy sugerente. Llegué a casa y, sin esperar mucho, me senté a leerlo con interés. Enseguida me di cuenta de que tenía entre mis manos un libro muy especial que irradiaba una belleza poética a través de una prosa cuidada con esmero. 

Su autor, José Marcelino García Fernández, nació en Candás, en una familia de una larga tradición marinera. Este hecho, unido al haber vivido en este pueblo costero en una época especialmente rica en contrastes y con un ambiente propicio para ser novelado, le sirvió de inspiración para escribir tanto esta historia como otras de sus obras: «Barrios de Candás», «El humo de los barcos»,«Domingos por el rastro de Gijón» y el hermoso poemario titulado «Mar enarbolada».
Sus más de quinientos artículos de opinión,  escritos como columnista del diario El Comercio de Gijón, demuestran que es un escritor versátil que maneja la pluma con maestría. 
En «El café de la Marina», José Marcelino García, con gran pericia, va narrando los recuerdos de una vieja maestra que, en la mesa de un café, observa a través de la ventana el abrigo del muelle en una tarde lluviosa.
» García es un escritor versátil
que maneja la pluma con maestría
 
 La sencilla historia de amor vivida hace años en aquel pueblo, y que la anciana de mirada desolada hace presente en un intento de aferrarse un poco a la felicidad perdida, da pie al autor para elaborar un lúcido retrato psicológico del personaje central.
Las narraciones en presente y en pasado se armonizan con tal maestría que la novela se carga de contenido sin solución de continuidad, sacando a la luz el interiorismo complejo de los personajes en una trama que fluye con erudita facilidad.
Los sentimientos y elucubraciones de la vieja maestra se intercalan con su pasado en ese pueblo, a donde llega en el oscuro año 1936 para trabajar de interina. Allí vivirá una apasionada historia de amor que marcará para siempre su vida.
La creación atmosférica con abundantes descripciones está expuesta de forma impecable sin romper el ritmo de la narración que, en forma de monólogo o diálogo, salta del melancólico presente a un pasado especialmente dramático donde emerge con gran luminosidad este amor, a la vez carnal y a la vez etéreo, que envuelve la vida de la joven maestra.
Con gran ternura y lirismo, José Marcelino García deja patente el enfrentamiento entre el deseo de los personajes y la cruda realidad, y al estilo de Herman Melville, obra en ellos una penetración no solo psicológica sino también filosófica.
Nos encontramos pues ante una de esas obras con la que podemos disfrutar de una literatura exigente. Una novela que invita a repetidas lecturas como si se tratase de un poemario, y que está destinada  a brillar con luz propia en cualquier biblioteca.
Me complace decir que, después de leer este libro, siento una especial admiración por su autor, José Marcelino García, y que para definir su escritura me viene a la mente una frase de Ernest Hemingway: «El escritor… si sabe emplear los recursos bien tendrá estilo, será escritor y artista»

Olga Rico Cadavid es escritora