Reseña de CASA, novela de Guillermo Rico

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Por Armando Murias Ibias

La editorial asturiana Camelot vuelve a apostar por la literatura transgresora de Guillermo Rico (Gijón  1980), después de la publicación de su primera novela, Todas esas lágrimas (2017). Es de agradecer que editorial y escritor puedan ofrecernos literatura en estos momentos de zozobra y quiebra en muchos de los valores que nos sujetan como cultura.

blank En CASA, Guillermo Rico utiliza unos planteamientos textuales entreverados con otros musicales y cinematográficos que pretenden liquidar de una vez por todas los modelos recibidos por la tradición realista de los grandes novelistas de finales de XIX y parte del XX. Hay que recordar que fue hace cien años cuando un conjunto de ismos iconoclastas (dadaísmo, futurismo, creacionismo, surrealismo, etc.) quisieron por primera vez romper y enterrar los cánones tradicionales, pero la barbarie de las diferentes guerras hicieron volver las aguas del arte a los cauces tradicionales.

Frente a ese mundo lineal de la novela clásica, Guillermo Rico nos muestra una imagen fiel al tiempo contemporáneo. Así, en CASA se puede observar la influencia por las distintas voces  (música, cine, series televisivas, publicidad, tipografía) que forman parte del discurso que guía el comportamiento actual de nuestra cultura. Por eso, el lector encontrará en esta novela algunas de las características que definen la literatura en la actualidad: el fragmentarismo, la elipsis y la precisión en una sociedad exclusivamente urbana, refinada y culta. Una pasarela de vanidad y confusión en la que desfila una multitud de personajes variopintos y nebulosos.

En todo este mundo onírico y perturbador se deja ver la influencia de la cultura literaria anglosajona, representada en América por Don Delillo y en España por Ray Loriga, entre otros.

CASA es una novela en la que el lector es una pieza más en el rompecabezas  que es nuestra existencia, un intérprete de una historia no cerrada de este mundo en el que los humanos “somos caníbales disfrazados de corrección”.

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