Por David Fueyo
Mercedes García Amado escribe como quien respira entre silencios, y lo hace con la naturalidad de quien ha hecho del asombro un hábito desde niña, cuando los libros de lectura escolar abrían ventanas a mundos mágicos que vuelven a existir al adentrarnos en sus páginas. Cuentos e historias que, quienes caminamos sus sendas a la ficción y a la musicalidad, guardamos como un universo propio de color frente a la monotonía de lluvia tras los cristales.
Mercedes, Merche para quienes la queremos, vive con la palabra siempre al borde del corazón. Ella encuentra en la escritura un rincón cálido y propio, donde reinventar el mundo desde su mirada auténtica. Escribe poemas que son canciones, canciones que se recitan y que hacen bailar al intelecto y al alma, versos con olor a bergamota y a luz si la luz tuviera olor además de estar reflejada en las palabras que escribe.
Ligada a la tierra asturiana y a su lengua, defiende la creación como acto de presencia, como forma de estar y contar y, por supuesto, no hace falta que me diga que tiene mucho que contar porque lo sé, porque la conozco y porque su obra es profunda y fecunda y de ella espero siempre lo siguiente, siempre lo que va a llegar para volver a escucharla recitar y que el universo se vuelva un poco más amable gracias a sus palabras. Practica yoga, escucha a Serrat o a Aute, contempla a Hopper y a Frida, y busca, también en la literatura, narrar los silencios, esos que no tienen texto, pero sí verdad.
¿Qué tendríamos que saber de ti que no tenga nada que ver con la literatura?
Aunque mi vida está muy ligada a la palabra (soy profe, hago teatro, escribo), también hay partes de mí que respiran en otros lenguajes. Practico yoga porque necesito el silencio, el cuerpo, la respiración. Espacios donde no hay texto, pero sí presencia.
¿Cómo y cuándo supiste que te gustaría dedicarte a escribir?
Cuando tenía ocho años leía el Senda, el libro de lectura de Santillana con los ojos llenos de asombro. Me fascinaban aquellas historias maravillosas, los poemas que parecían canciones y los romances rimados que me llevaban a otros mundos. Sin darme cuenta, empecé a escribir como un reflejo de lo que leía, como si quisiera atrapar en mis propias palabras un poco de esa magia. Desde entonces, la escritura se convirtió en mi forma de descubrir y reinventar el mundo.
¿Cómo definirías tu voz literaria? ¿Crees que ha cambiado mucho desde que empezaste a escribir?
Mi voz literaria nace de la búsqueda de autenticidad. Es una voz que ha ido encontrando su modo, su ritmo, su manera de mirar.
No podría escribir de otra manera. Me basta con tener una voz propia, la mía.
Lógicamente, mi modo de mirar el mundo y de verlo y contarlo ha ido creciendo conmigo.
¿Qué historia llevas tiempo queriendo contar, pero aún no te has atrevido a escribir?
Hay una historia, una historia real que viví hace unos años, cuando trabajé en una residencia de mayores como terapeuta ocupacional.
Siempre he querido escribirla, y tengo claro lo que quiero contar. Me falta decidirme por la cronología, el orden. Aún no sé si quiero contarla desde el principio o desde el final
Si tuvieras que recomendar tres obras clave de la literatura para los lectores de LITERARIAS, ¿cuáles elegirías y por qué?
Es difícil elegir solo tres, pero siempre hablaría de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Me enseñó que la realidad puede ser mágica y que la imaginación tiene raíces tan hondas como la memoria.
Leo, sobre todo literatura en castellano. Hablaría de Bécquer, Machado, Lorca y los poetas de la Generación del 27, en los que tradición y vanguardia bailan juntas
La literatura española, desde los clásicos hasta el presente es un manantial de voces épicas, líricas, vanguardistas y actuales que fluyen desde muchos lugares y hacia diversos mares.
¿Qué obra ya publicada por otro autor o autora te hubiese gustado firmar?
Ninguna. Admiro muchas obras, pero yo solo quiero firmar la mía.
Piensa en ti como escritora dentro de diez años, ¿cómo te ves en ese no tan lejano dos mil treinta y cinco?
Espero seguir en mi camino. El mío propio. Quizá habiendo encontrado nuevas formas y nuevos silencios. Los silencios es lo más difícil de narrar.
Recomiéndanos una película, una canción y una obra de arte plástico.
La película puede ser Esplendor en la hierba o Los puentes de Madison o Memorias de África o Cold War o La vida secreta de las palabras… Me encantan las buenas historias bien narradas, con buenas imágenes y una banda sonora estupenda.
Y todas las mencionadas hablan del deseo, del tiempo y las decisiones que marcan una vida.
La canción podría ser una de Serrat, o de Alberto Cortez, o de José Luis Perales o de Aute o… Qué grandes cantautores tenemos en lengua castellana.
La obra plástica, cualquiera de Frida Kalho, o de Hopper, o de Maruja Mallo o… Porque la soledad tiene un nombre femenino.
¿Qué esperas aportar como miembro de la Asociación de Escritores y Escritoras de Asturias?
Espero aportar mi entusiasmo siempre y mi compromiso, así como mi deseo de colaborar activamente en iniciativas que promuevan la escritura y el intercambio entre autores.
Breve currículum literario:
Soy Mercedes García Amado, Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo y Especialista en Llingua Asturiana.
De niña, me pintaba los labios y le daba clase a mis muñecas.
Hoy soy profe en el MENÉNDEZ de Avilés, lugar donde nací y en el que viví siempre.
Me gusta la gente y las historias y llevo en el alma la Llingua de mi tierra.
Os adelanto que muy pronto la Editorial Tinta Chica publicará Jarabe de queso, un librín infantil mío ilustrado.
Escribir es mi forma de crear un rincón propio y cálido como un refugio nuclear.