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Distorsiones, de David Roas, por José Luis Espina. 5/12/2010.

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Distorsiones

David Roas
Páginas de Espuma, 2010.
 
Seguramente la mayoría de ustedes piensan que la realidad es una, la que se vive de forma anodina las 24 horas del día, la que se nos aparece al abrir los ojos por la mañana después de que el zumbido molesto del despertador nos saque del sueño, uno de los pocos lugares donde esa realidad cotidiana y cicatera queda interrumpida por unas pocas horas para dejar paso a otros mundos inconscientes, inconsistentes y no siempre deseados.
En el cosmos literario de David Roas las cosas funcionan con mecanismos menos engrasados y en esa realidad plana y lineal a la que estamos habituados se producen a veces quiebros que nos abocan a escenarios inciertos.
En el mundo ordinario de Roas uno se encuentra a la entrada un panel de contadores como esos que se encaraman a las paredes de muchas casas pero que en lugar de regular la entrada de corriente sirven para que alguna mano poco inocente o el puro azar alteren el normal fluir de las cosas.
Distorsiones (Páginas de Espuma – 2010) es un libro dividido en dos partes: ESPEJISMOS, un total de 20 de relatos en su mayoría de los considerados como de género fantástico, y ASIMETRÍAS, 9 microrrelatos adicionales. Aunque parezca paradójico nada hay más anclado en la realidad que el género fantástico, una realidad de la que parte para ponerla en tela de juicio con la finalidad de transgredirla y cuestionarla.
Hay otras realidades encubiertas, otros escenarios solapados, la realidad tiene una imagen especular, la otra posible.
 
…El 20 de julio de 1969 Neil Armstrong y Edwin Aldrin se paseaban por la luna. A poco más de 100 km de distancia Michael Collins pilotaba el Apollo 11 procurando que todo estuviese dispuesto para la vuelta de los dos héroes. Solo 100 km lo separaban de la superficie lunar mientras los otros dos aparecían ante los ojos del mundo como los auténticos protagonistas de aquella aventura… ¿ustedes lo hubiesen aceptado de buen grado?..¿Y Collins…qué se le pasaba por la cabeza a Collins?
 
…Un hombre intenta entrar en el edificio de su casa sin conseguirlo. Por el efecto de una dimensión desconocida, nada más atravesar el umbral de la puerta se encuentra de nuevo saliendo por la misma…no hay opción de avanzar…entretanto la noticia corre como la pólvora…
 
…Una clase a un grupo de universitarios, una explicación sin mayor importancia, la insistencia de los alumnos por poner en práctica lo que solo parece un experimento aparentemente aburrido e inocuo salvo para la integridad de un gato. En el mundo de lo fantástico todo acaba teniendo consecuencias inesperadas.
 
….Viajar en avión y en primera clase puede no solo ponernos a salvo de las acostumbradas incomodidades propias de la clase turista, puede convertirse en el otro lado de la historia, la cuestión es saber cuál de las dos es la verdadera si es que alguna verdad puede ser escrita con mayúsculas.
 
…El campo no es siempre ese lugar apacible y bucólico donde pastan las vacas y zumban las abejas. El campo es también un territorio macabro donde se recrea la vileza humana, un espacio perverso al que David nos transporta en compañía de un personaje deplorable…
 
…¿Y cómo afrontar el que tu otro yo se convierta en tu competidor sexual, cuando esa imagen desdoblada de uno mismo irrumpe en nuestra cama para poner en cuestión nuestras habilidades amatorias?
 
…Ah… y por cierto… si alguno de ustedes acostumbra a predicar la palabra divina entre las casas del barrio tenga cuidado con no toparse con determinado personaje de este libro, tal vez renieguen para siempre del intento…
 
Estas y muchas otras podrían ser invitaciones para adentrarnos en estas Distorsiones, numerosas incógnitas abiertas en una estructura narrativa impecable. Pero recuerden, como en todo lo fantástico, la respuesta la tienen ustedes.
 
 
David Roas (Barcelona, 1965) es profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona. Como escritor combina asuntos propios de lo fantástico con lo grotesco y lo absurdo, siempre en busca de… una distorsión de lo real a medio camino entre lo inquietante y lo burlesco. Buen ejemplo de ello es su libro de microrrelatos Los dichos de un necio (1996) y el volumen de cuentos Horrores cotidianos (2007). Algunas de sus narraciones han sido recogidas en las antologías Ciempiés. Los microrrelatos de Quimera (2005) y Mutantes. Narrativa española de última generación (2007). Especialista en literatura fantástica, Roas ha dedicado a este género diversas obras, entre las que cabe destacar los siguientes ensayos: Teorías de lo fantástico (2001) y De la maravilla al horror. Los orígenes de lo fantástico en la cultura española (1750-1860) (2006)
 
Publicado en Inspiraciones máximas, inspiraciones mínimas, blog de José Luis Espina, el 27 /11/2010.
Fotografía de David Roas realizada por Alba Espina.

 

Aproximación a aquel Nuevo Cine Español de los 60. Por José Havel (02/12/2010).

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A principios de la década de los 50 el grueso del cine español presentaba una más que notable mediocridad global. El esclerotizado conformismo de la estrecha industria cinematográfica española no ofrecía alternativa alguna a la malsana preponderancia de los consabidos derroteros tradicionales, tendenciosamente jalonados de gloriosas epopeyas heroicas, paroxísticos melodramones, talentosos niños prodigio y bufonadas varias. Se trataba, pues, en (acertadas y célebres) palabras de Juan Antonio Bardem, de un cine “políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico”.

Por aquel entonces, la influencia del neorrealismo italiano en España se circunscribía prácticamente a ese espléndido precedente prístino del Nuevo Cine Español titulado “Surcos” (José Antonio Nieves Conde, 1951); mientras que la lucha por escapar de un falso cine español y acercarse a la auténtica realidad social del país estuvo protagonizada, durante los 50, por dos personalidades aisladas a contracorriente de lo preestablecido, las dos grandes esperanzas blancas de un utópico cambio, que constituyeron el verdadero pórtico de ese nuevo cine próximo: el ya citado Bardem y Luis G. Berlanga, cuyas obras eran tenidas en cuenta en los festivales internacionales y comentadas en las páginas de las más reputadas publicaciones especializadas de Europa. A Bardem y Berlanga debemos “Esa pareja feliz” (1951); “Bienvenido Mr. Marshall” (1951), galardonada en Cannes y altamente celebrada por el mismísimo Cesare Zavattini; “Muerte de un ciclista” (1955); “Calabuch” (1956); “Calle mayor” (1956); “Los jueves milagro” (1957); “La venganza” (1957)… Y si a ello añadimos que el influjo, a la postre inevitable, del cine neorrealista italiano sobre la nueva generación de realizadores españoles propició que la década de los años 50 se cerrase con un puñado de películas comprometidas con lo real, como “El pisito” (Marco Ferreri, 1958), “El cohecito” (ídem, 1959), “Los chicos” (ídem, 1959) y “Los golfos” (Carlos Saura, 1959), no cabe extraer otra conclusión que la de que, pese al rancio anquilosamiento generalizado del conjunto fílmico español, se transparentaba cada vez más la irrevocable confirmación de la necesidad de un cine que rompiera con la imperante obsolescencia oficialista, en sintonía con aquellos vientos de renovación que al filo de los 60 soplaban de la mano de la Nouvelle Vague francesa, el Free Cinema inglés, los Nuevos Cines Socialistas, la Escuela de Nueva York, el Nuevo Cine Latinoamericano, etc.

Entremedias, se había producido otro de los factores clave que hicieron posible la aparición del Nuevo Cine Español: las Conversaciones Cinematográficas Nacionales de Salamanca, las cuales fueron convocadas para abordar los problemas que aquejaban al cine nacional de entonces y acabaron siendo una suerte de manifiesto teórico acerca del proyecto del Nuevo Cine Español. En el llamamiento escrito por Eduardo Ducay y Ricardo Muñoz Suay podían leerse cosas como las que siguen: “El cine español vive aislado. Aislado no sólo del mundo, sino de nuestra propia realidad… El problema del cine español es que no tiene problemas, que no es ese testigo de nuestro tiempo que nuestro tiempo exige a toda creación humana…”. Un llamamiento que concluía así: “El cine español está muerto. ¡Viva el cine español!”.

A pesar de estar en peligro de suspensión desde su misma convocatoria (llegaron incluso a estar prohibidas), las Conversaciones de Salamanca se celebraron entre los días 14 y 15 de mayo del año 1955, recogiéndose sus conclusiones generales en nueve puntos principales: adquisición de una personalidad nacional (más) real; necesidad de apoyo del Estado a un cine estéticamente valioso, con calidad artística o interés nacional y que encare temas de importancia; urgencia de revisión del Derecho cinematográfico; requerimiento de protección económica estatal; necesidad de una crítica honesta e independiente; creación de la Federación de Cineclubs y eliminación de la censura para sus proyecciones; el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC) debe ser la cantera fundamental de técnicos y artistas de la industria cinematográfica; exigencia del fomento del cine documental; necesidad de la aportación de los intelectuales españoles y, por extensión, de la Universidad. Las Conversaciones de Salamanca conocieron una tan enorme como impensable resonancia. A raíz de la publicación de sus conclusiones la polémica se extendió a la prensa diaria y especializada. A (casi) todas luces era necesario, pues, un cambio en el cine español que lo enriqueciese, validase y universalizase a partir de una mejor entendida conciencia nacional. Urgía la existencia de un cine germinado de las semillas plantadas en Salamanca, atento a la realidad de España y elaborado por nuevas generaciones de cineastas al margen del triunfalismo acomodaticio de la industria.

Otra de las causas generadoras del Nuevo Cine Español fue la llegada de José María García Escudero a la Dirección General de Cinematografía, un hombre de talante dialogante, no mal considerado dentro de los sectores progresistas, que había estado presente en Salamanca. Sus dos mayores preocupaciones se centraban en la censura y la protección de los jóvenes realizadores. García Escudero intentó articular para el cine español un modelo censor que delimitase más concretamente las fronteras de lo posible y explicitase las reglas a fin de orientar a censores, directores, productores, distribuidores y exhibidores. Así, se nota una tímida liberalización de las normas de censura establecidas en 1963 dentro de la reforma del marco legal por aquella época en curso. No obstante, los condicionamientos derivados del control ejercido por la infatigable censura se dejaron sentir ostensiblemente. De igual manera, en agosto de 1964 una orden ministerial activa un nuevo sistema de protección al cine español, dirigido sobre todo a filmes declarados de Interés Especial, que permite la amortización del cine auspiciado o, en su defecto, más o menos tolerado por el franquismo.

La cosa es que la nueva administración, con Manuel Fraga Iribarne a la cabeza del Ministerio de Información y Turismo y con José Mª García Escudero al frente de la Dirección General de Cinematografía, se topa con toda una generación empeñada en acceder a un cine español de distinto carácter, a un cine español con sed de renovación y decidida aspiración de emparentarse con las últimas tendencias fílmicas europeas y americanas.

Aunque los límites cronológicos del Nuevo Cine Español se establecen a lo largo de la década de los 60, puede decirse que es entre 1962 y 1967 cuando se configura su núcleo básico. Cabiendo asimismo afirmar que su período de mayor esplendor el que va de 1964 a 1966, a tenor de los títulos de significación producidos entre uno y otro año. A partir de 1960 salen ya del IIEC, luego transformado en la Escuela Oficial de Cine (EOC) a partir de 1962, promociones de la mayor solvencia: los paladines de la inminente Nueva Ola española que estaba por llegar. En 1960 se convierten académicamente en cineastas gente como Miguel Picazo, Manuel Summers, Basilio Martín Patino o José Luis Borau, cuyas respectivas prácticas fin de carrera (“Habitación de alquiler”, “El viejecito”, “Tarde de domingo” y “En el río”), de una tonalidad definible como realismo crítico intimista, son presentadas en una sesión matinal en el Palacio de la Música con una notable aceptación de público. Señalemos de paso que también de 1960 son dos documentales que prueban un acercamiento de índole realista a las cuestión social: “Notas sobre la emigración española” (Jacinto Esteva) y “A través de San Sebastián” (Elías Querejeta y Antonio Eceiza). Volviendo a los realizadores titulados, en 1961 firman sus prácticas de fin de curso Julio Diamante (“Lágrima del diablo”), Horacio Valcárcel (“La cinta”) y José Luis Vitoria (“Despedida de soltero”). Y en 1962 hacen lo propio Antonio Mercero (“Trotín Troteras”, pieza breve celebradísima en su día), Mario Camus (“El borracho”), Francisco Regueiro (“Sor Angelina virgen”), Manuel López Yubero (“Diario íntimo”) y Javier González (“A las diez y media”).

Es cierto que en idéntico año de 1962 debutan en el terreno del largometraje Julio Diamante con “Los que no fuimos a la guerra”, cinta basada en una narración de Wenceslao Fernández Flórez que conoció una buena recepción crítica en el Festival de Venecia, así como Jorge Grau con “Noche de verano”, un filme cercano a Michelangelo Antonioni premiado en los certámenes de Mar del Plata y Valladolid. Pero lo cierto es que es en 1963 cuando comienza a caminar de hecho el Nuevo Cine Español, cuando obtiene su acta de nacimiento. Porque de 1963 datan la internacionalmente multipremiada “Del rosa al amarillo” (Manuel Summers), “El buen amor” (Francisco Regueiro), “El próximo otoño” (Antonio Eceiza), “Llanto por un bandido” (Carlos Saura), “Los farsantes” y “Young Sánchez” (Mario Camus), ésta última basada en un relato de Ignacio Aldecoa. Obras tras las que vinieron entre 1964 y 1966, como ya hemos apuntado, los más estimables títulos del movimiento cinematográfico que nos ocupa. Veamos. De 1964 son “El espontáneo” (Jorge Grau), “La niña de luto” (Manuel Summers), “Los felices 60” (Jaime Camino) y “La tía Tula” (Miguel Picazo), probablemente la obra cumbre del Nuevo Cine Español. En 1965 fueron realizadas las espléndidas “El juego de la oca” (Manuel Summers), “Nueve cartas a Berta” (Basilio Martín Patino), “Con el viento solano” (Mario Camus) y “La caza” (Carlos Saura). De 1966 es la no menos destacable “La busca” (Angelino Fons). A partir de 1967, por mucho que los directores más emblemáticos luchen por aspirar al posibilismo de la “autoría”, algunos desde la órbita de Elías Querejeta, la verdad es que el espíritu del Nuevo Cine Español empieza a disolverse, mientras éste experimenta simultáneamente un proceso de revisión crítica teórico-práctica.

A juicio de muchos, en permanente contradicción entre sus ínfulas revulsivas en cuanto a lo ideológico y sus formas expresivas, pueden enumerarse a vuela pluma como rasgos esenciales del Nuevo Cine Español su general adscripción a un realismo de inclinación naturalista-costumbrista, su aliento neorrealista tributario de los postulados de Guido Aristarco, su condición de dolorido lamento, su preferencia por la cuestión social y que gran parte de sus títulos fueron usualmente ejecutados sin tener en cuenta a sus potenciales espectadores, de lo que consecuentemente se derivó su habitual el fracaso en taquilla de la mayoría de sus filmes, el rechazo del público y las paulatinas dificultades para poder llegar a las pantallas. Tal debacle comercial forzó, en enero de 1967, la creación de las llamadas salas de arte y ensayo, a fin de proporcionar una vía de exhibición para tales películas, sobre todo a aquellas que asistían a los festivales internacionales y no solían gozar del beneplácito del público celtíbero.

Hay que indicar que desde 1965 cobra cuerpo la llamada Escuela de Barcelona, según se mire, como parte integrante del Nuevo Cine Español o bien como tendencia artística autónoma (Carlos F. Heredero habla de las patentes raíces mesetarias del primero frente a la segunda). Lo que en verdad importa, sin embargo, es que esta corriente catalana supone una manifestación artística paralela al Nuevo Cine Español, aunque de intenciones bien distintas, por cuanto aboga decididamente por la libre investigación estética y la declarada emancipación de los principios naturalistas característicos del foco cinematográfico de Madrid. Los más destacados cineastas y filmes de la Escuela de Barcelona fueron sin duda Vicente Aranda (“Fata Morgana”, 1965), Jacinto Esteva y Joaquín Jordá (“Dante no es únicamente severo”, 1967), Gonzalo Suárez (“Ditirambo”, 1967), Carles Durán (“Cada vez que…”, 1967), Pere Portabella (“Nocturno 29”, 1968)…    

El principio del fin del Nuevo Cine Español data de 1967, cuando José Mª García Escudero es sustituido en noviembre por Carlos Robles Piquer en la nueva Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos. Además, la censura cobra renovados bríos, desparece la categoría de Interés Especial, la EOC entra en declive bajo sus nuevos mandatarios y la deuda del Estado con los productores asciende a más de 230 millones de pesetas de la época, con lo que se produce un manifiesto descenso de la producción y con ella, la muerte del Nuevo Cine Español.

Hay quienes otorgan carta de naturaleza al Nuevo Cine Español en tanto que movimiento cinematográfico de existencia verdadera, tal como parece demostrar la aparición aglutinadora, durante los años 60, de un espíritu homogéneo de reformar/ renovar el fosilizado cine de España, de una común estética de cariz realista y de una generación creadora con su correspondiente obra artística. Por el contrario, otros sostienen que el denominado Nuevo Cine Español, con sus más de 20 premios internacionales, no se trató sino de un mero producto surgido del calculado pseudo-aperturismo del régimen franquista de cara a Europa. Ante esto, quizá lo más adecuado sea acogerse a las aseveraciones de estudiosos como Román Gubern [véase Augusto Martínez Torres, Cine español, años sesenta, Barcelona, Anagrama, 1973], para quien “el Nuevo Cine Español fue un cine de inconformismo controlado por el Ministerio de Información y Turismo… los límites impuestos a ese inconformismo fueron los propios de la crónica en clave de crítica menor y naturalista de las costumbres, más que de estructuras político-sociales… La Administración se sirvió de (y financió) este cine a la vez que los jóvenes directores se servían de la Administración para poder realizar sus películas”.

 

Los niños de la Guerra Civil española en Dinamarca. Por Jose Ceballos (02/12/2010).

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Desde pequeña sentí curiosidad por las cosas que mi madre contaba sobre su estancia en Dinamarca durante la guerra civil y la emoción y el cariño con que ella recordaba al pueblo danés. Hace cinco años me decidí a conocer un poco más sobre su historia. Escribí a la embajada danesa para saber si ellos podían proporcionarme algún tipo de información y me remitieron al “Museo del Obrero”, uno de los más importantes de Copenhague, donde se conserva gran parte de la historia de este grupo social desde los inicios de la revolución industrial. Envié un e-mail al museo solicitando información y me contestó la Sra. Dorte Hansen, agregada cultural del museo, que muy amablemente se ofreció a ayudarme, iniciándose así nuestra correspondencia. Entre la documentación que me envió se encontraba una lista de 122 niños y niñas en la que se encontraban el nombre de mi madre y mis tíos como parte del grupo que en 1937 había sido acogido en aquel país. Tras un año de correspondencia con la Sra. Dorte, que para entonces ya estaba muy implicada en mis investigaciones, mi madre y yo decidimos viajar a Dinamarca. El hecho de ir acompañada con un protagonista directo de aquellos hechos me facilitó mucho las cosas. A nuestro regreso tuve la oportunidad de publicar un artículo en el periódico El Comercio de Asturias  y fue así como contacté con varios de los supervivientes de aquella experiencia, que me ayudaron con sus recuerdos a esclarecer esta parte de la historia del exilio republicano. Comencé entonces a reconstruir la historia de estos niños desde su salida de Santander hasta su regreso a casa.
 
En agosto del 37, cuando la guerra civil española estaba en pleno auge, se creó “El Consejo Nacional para la infancia evacuada” con la intención de poner a salvo a los más pequeños; más tarde se creó “El Comité Internacional de Coordinación”, porque los niños estaban siendo repartidos por diferentes países. Estos organismos dependían del Ministerio de Instrucción Pública y los niños de entre 5 y 15 años podían ser inscritos en las oficinas de “Asistencia Social”, que se hallaban en la calle Hernán Cortés, nº9,entresuelo, antes llamada calle General Espartero, para enviar a los niños temporalmente a Francia.
 
El día 1 de Agosto de 1937, salió de la estación de Bilbao, situada en la Plaza de las Cachabas, un tren cargado de niños con el emblema de la cruz roja en el techo de cada vagón. Este convoy iba en dirección a Gijón (Asturias).  Desde Santander salieron niños vascos que se encontraban refugiados allí y, sobre todo, cántabros, que se unieron a un numeroso grupo de niños asturianos en el puerto del Musel en Gijón. Allí les esperaba un barco carbonero francés, llamado Ploubalanec, que los llevaría a Burdeos. Salieron de Gijón al atardecer, escoltados por dos barcos ingleses. Todos recuerdan el miedo que pasaron porque los buques nacionales el  “Almirante” y el “Cervera” les persiguieron en su salida; incluso recuerdan el sonido de las bombas que estos lanzaron a modo de amenaza. Llegaron al puerto de Pauillac, cerca de Burdeos, a media mañana del día 2. Después de darles algo de comer los llevaron en tren hasta Saint-Cloud, en Val d’Or, cerca de París, donde fueron alojados en una antigua fábrica de coches acondicionada para la ocasión, junto con miles de personas, entre niños y adultos. Allí fueron alimentados y vacunados. Tras mes y medio de estancia en Francia los niños fueron distribuidos a otros países. Al despertar la mañana del 21 de septiembre, cada niño tenía un cartel a los pies de la cama con el destino que les daban: Rusia o Dinamarca. Así se seleccionó el grupo de 122 niños entre vascos, cántabros y asturianos.
 
Durante nuestra visita a Dinamarca pude comprobar la implicación que el pueblo danés había tenido desde el inicio de la guerra civil en España. La opinión pública danesa conocía la terrible situación que se estaba viviendo en España gracias a la labor de la “Fundación Matteoti“, una de las primeras organizaciones creada en París para ayudar a los niños españoles, y más tarde se creó un comité en Dinamarca, “The Danish Nationalwide Collection for the help for distressed spanish women and children”, que se encargó de colectar y gestionar las ayudas enviando tanto ropa como comida para las mujeres y niños refugiados en las colonias españolas situadas en Cataluña.
 
En Julio de 1937, el encargado de negocios español en Dinamarca había pedido al Comité de ayuda danés que se hiciera cargo de alguna colonia de niños en su propio territorio, ya que la situación en Francia era insostenible. En respuesta a esta petición se creó el “Comité para la residencia de los niños españoles en Dinamarca”, y el Ministro de justicia dio su visto bueno para albergar de forma temporal un pequeño grupo de niños españoles. Uno de los personajes implicados en este comité fue el socialdemócrata Hans Hedtoft-Hansen, miembro del Parlamento y lider de la fundación Matteoti. El Comité se encargó de recoger fondos para el mantenimiento de los niños. La colecta de estos fondos comenzó de forma tradicional, pidiendo contribuciones a todo el pueblo danés. Por 50 coronas al mes podían apadrinar uno o varios niños. Esta opción fue muy bien acogida entre particulares, centros de trabajo, compañías y asociaciones de distinta índole. Las contribuciones de juguetes y ropa eran bien recibidas también. La campaña iniciada por el Comité tuvo un gran apoyo popular, incluso el Rey de Dinamarca y empresas como la Compañía cervecera Calsberg apadrinaron niños españoles.
 
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Mi madre y yo tuvimos la oportunidad de comprobar que todos los periódicos de la época dedicaban una o varias columnas diarias a los distintos incidentes de la vida de los niños. Frases como “estos valientes pequeños refugiados” o “con sus grandes ojos marrones”, algo exótico en aquel país Nórdico, eran comunes en la prensa diaria.
 
Los niños, acompañados de algunos maestros y maestras españoles, fueron enviados en tren hasta Dunkerque. Allí fueron embarcados en el A.P. Bernsdorff hasta Esbjerg y, finalmente, Copenhague. El día 22 de septiembre llegó un primer grupo 14 niñas y 56 niños; el día 29 del mismo mes llegó el segundo y último grupo, con 52 niños más. Todos coinciden en que el recibimiento fue muy cariñoso. Al llegar al puerto les regalaron una banderita danesa y una bolsa de golosinas. A su paso por todas las estaciones desde Esbjerg, a través de la isla de Fionia, hasta Copenhague la gente salía a recibirlos en todas las estaciones. Los niños fueron alojados en un colegio situado en Ordrup, una zona residencial a las afueras de la capital. El día 20 de Octubre un grupo de 30 niños, los más mayores, fueron enviados a un colegio de verano en la playa de Hasmark, en Odense. Esta colonia era mantenida por sindicatos locales y un buen número de comerciantes que les proporcionaban distintos materiales. La vida de los más pequeños en Ordrup estaba muy bien organizada. Los niños tenían clases, impartidas por profesores españoles, gimnasia, talleres, excursiones, visitas, y todos participaban en la limpieza y organización de la colonia. Tenían además un equipo de fútbol que llegó a ser muy famoso en las competiciones organizadas por los colegios de los alrededores.
 
Entre las cosas que más les impresionaron de aquel país algunos recuerdan las escaleras eléctricas que aún no existían en España; otros, el poder contar con agua corriente, o la cantidad de comida que les servían hasta saciarse.
También pudimos visitar el colegio San Andrés, en Ordrup, donde habían estado alojados, pero fue imposible para mi madre reconocer el edificio, ya que había sido parcialmente destruido durante la 2ª Guerra Mundial.
 
Visitamos la Biblioteca más grande de Dinamarca, situada en un pueblo cercano a Copenhague, donde pudimos consultar, incluso fotocopiar, unos libros donde se registraban los nombres de los niños, su procedencia, su edad y sus respectivos padrinos. Cada niño tenía entre 4 ó 5 que podían ser empresas, asociaciones o particulares, que se encargaban de las distintas necesidades, e incluso los llevaban a sus casas en los periodos vacacionales. Asimismo pudimos consultar un libro donde quedaron registrados los análisis médicos que les realizaron a su llegada, con datos como la altura, el peso, el estado de su dentadura, etc.
 
Entre el profesorado español desplazado a Dinamarca para encargarse de la enseñanza de los niños estaban Filomena Ruiz Rebollo, Cionin Ruiz Rebollo y Luis Cubel; más tarde se incorporaron Alexandre Solana Ferrer y su mujer.
El director era Zabala, un personaje argentino que había sido campeón de maratón. Todos le recuerdan como una persona dura y cruel que les golpeaba y castigaba a menudo y sin motivo. A los pocos meses de su estancia en el campamento fue descubierto cuando intentaba, aprovechando un viaje del equipo de futbol, pasar a los niños a territorio alemán para entregárselos al gobierno de Hitler, que pretendía dárselos a Franco, y fue expulsado. Su puesto fue ocupado por D. Jesús Revaque Garea, hasta entonces exiliado en Francia. D. Jesús Revaque era un maestro de Valladolid afincado en Santander. Había sido director del colegio Menedez Pelayo, y además de que muchos de los críos ya habían sido alumnos suyos en Santander, enseguida supo ganarse el cariño de todos los niños y adultos de la colonia. El resto de la plantilla lo formaban 8 personas danesas, entre ellas Krag-Müller, un veterano jugador de fútbol internacional que se encargaba de las clases de gimnasia y deportes.
 
A finales del mes de mayo los niños son reunidos de nuevo en el colegio de Vejstrup, cerca de Svendborg, en plena naturaleza y muy cerca de la playa. Por un lado, el colegio de Hasmark tenía que iniciar su función habitual como campamento de verano para niños daneses y, por otro, el colegio San Andrés de Ordrup había incrementado mucho el alquiler. En este nuevo colegio se concentraron 96 niños. Los periódicos mencionan que algunos de los niños habían sido devueltos a Francia al poco tiempo de llegar, que otros habían sido reclamados por sus padres al lograr salir de España, que dos regresaron para unirse con sus hermanos en un campamento francés y tres fueron adoptados por familias francesas, mientras que una de las niñas, Dionisia Contreras Larena, de 9 años y natural de Portugalete, había muerto. Todos los protagonistas con los que he podido hablar recuerdan este episodio como algo muy triste, aunque ninguno recuerda como ocurrió, ni cuál fue la causa de su fallecimiento. En este nuevo campamento los niños continuaron con sus clases y actividades, además de ir a la playa, organizar excursiones y reuniones en las que recitaban poesías, cantaban, representaban pequeñ
as piezas o bailaban bailes tradicionales de su tierra para entretener a sus visitantes. La vida de los niños trascurría apacible y feliz, ajenos a los problemas que su presencia estaba provocando en el gobierno danés.
 
El gobierno de Franco en Burgos mostró un gran interés en la repatriación de los niños, pero dado que no existían relaciones diplomáticas entre los gobiernos danés y franquista, el embajador alemán, Alfred Tweede, actuó como mediador, solicitando una lista completa de los niños, que le fue denegada por el ministro de asunto exteriores danés.
 
En Abril de 1938, la presencia de los niños españoles se convirtió en un tema candente dentro del Parlamento danés. El Sr. Purshel, un parlamentario simpatizante con el régimen fascista, defendía en la postura alemana de entregar los niños al gobierno de Franco y reconocer así la legitimidad de éste, según habían hecho ya Inglaterra y Francia. Por su parte, el Sr. Larsen, comunista, y el Sr. Hancroft, socialista, defendían la estancia de los niños. En Agosto, el comité se reunió con el delegado de la España Republicana en Dinamarca para decidir el futuro de los niños y acordaron finalmente enviarlos a Francia, entre otras razones porque la situación política en Dinamarca era muy delicada, así como por problemas financieros, ya que resultaba más barato mantener la colonia en Francia, además de ser más fácil la repatriación desde allí.
 
El 24 de septiembre los niños abandonaron su colonia en Vejstrup. Todos recuerdan que fue un día muy triste. Le entregaron a cada uno una maleta con sus iniciales llena de ropa, regalos y un pequeño libro que contenía fotos y detalles de su vida en Dinamarca, además de una carta de despedida escrita por el comité, donde les expresaban su tristeza y su deseo de un feliz regreso a casa. El trayecto a Francia fue el mismo que habían realizado un año antes. Fueron albergados en el castillo de Bessy cerca de París. Esta nueva colonia se mantenía con fondos daneses, gestionada por “la Comisión Internacional para los niños españoles evacuados”, cuyo lider era el Sr. Solana Ferrer y el supervisor danés, el Sr. Henrik Seedorff, de la embajada de Dinamarca en París.
Allí se intentó en todo lo posible que los niños continuaran con su vida diaria, clases, talleres, deportes, etc.
 
Varios niños, sobre todo los mayores, fueron enviados a otros campos, otros se reunieron con sus padres, y la colonia acogió a otros pequeños necesitados.
Un gran número de niños abandonaron el campamento el 30 de Abril de 1939, entre ellos mi madre y sus dos hermanos. Un año más tarde, el día 1 de Abril de 1940, la ayuda danesa fue definitivamente interrumpida por el estallido de la 2ª Guerra Mundial. Muchos de los niños que quedaban fueron trasladados a otros campamentos en Francia o Bélgica, de acuerdo con el desarrollo de la Guerra Mundial; otros regresaron a casa por su propia cuenta. Algunos fueron retenidos en la frontera con España y obligados a trabajar para el ejército francés, limpiando camiones, establos o realizando tareas de diversa índole. Allí permanecieron varios meses viviendo en unas condiciones miserables, pasando hambre y frío, hasta que fueron embarcados en un tren hacia España.
Algunos me contaban que al entrar por la frontera había grandes montones de dinero republicano y los soldados les animaban a cogerlo, entre risas, porque ya no tenía ningún valor. Cuando llegaron a sus respectivas ciudades se les llevó a orfanatos; en el caso de Santander, fueron entregados en La Gota de Leche. Al ir sus padres o familiares a recogerlos les obligaban a firmar un documento en el que culpaban al gobierno de la República como único responsable de la evacuación de los niños en contra de su voluntad. Mi abuela se negó a firmar dicho papel y eso le produjo algunos problemas, aunque finalmente logró reunir de nuevo a toda la familia. Los niños cuyos familiares habían desaparecido o se encontraban en prisión se quedaban a vivir en el orfanato.
 
Hace dos años Iñaki Ibisate (realizador asturiano), me propuso realizar un documental sobre mi investigación histórica, tuvimos la suerte de contar con muchos de sus protagonistas, gracias, entre otras, a la inestimable ayuda de José Cezón, periodista de El Comercio, gente encantadora que nos dio la oportunidad de conocer de primera mano experiencias muy diversas, recuerdos de una historia dura y cruel, pero todos coinciden en una cosa: el agradecimiento y cariño que, después de 70 años, aún sienten por el pueblo danés. Tras varias averiguaciones descubrímos que existía una filmación del año 1937, con imágenes de unos niños refugiados en suelo danés. Escribí a varias bibliotecas y videotecas hasta que la localicé en el Danish Film Institute de Copenhague, donde se ofrecieron a enviármela muy amablemente.
Cuando recibí la película no sabía muy bien qué era lo que me iba a encontrar. Fue uno de los momentos más emocionantes que he vivido en toda esta andadura cuando pude ver a mi madre, una preciosa niña de 8 añitos, con cara de asustada, esperando en una estación para subirse a un tren hacia un destino desconocido. En otras imágenes aparece asistiendo a clase con D. Jesús Revaque, haciendo gimnasia,&nbsp
;juegos y distintas actividades.
 
El día 13 de Septiembre de 2008 conseguimos, Iñaki Ibisate y yo, reunir a muchos de estos niños de la guerra en torno al monumento llamado “Elogio del Horizonte”, erigido en Gijón, a pocos metros del puerto del Musel, de donde habían partido hacía tantos años. Fue una jornada inolvidable para mí, llena de emociones y cariño, produciéndose encuentros realmente conmovedores. Frases como “es mi segunda patria”, “cariño, todo el que quisieras”, “nos trataron como a reyes” o “me emociono cuando hablan de Dinamarca” fueron comunes en aquel encuentro y nos dan una idea del afecto con que estos “niños” recuerdan aquel país 70 años más tarde. El título que Iñaki Ibisate le puso a este documental es Elogio al Horizonte (Iñaki Ibisate, 2008), porque, como alguien dijo una vez, “La verdadera patria del ser humano quizá se encuentre en el horizonte”. Espero que nunca nos encontremos en una situación semejante, que nunca cerremos los ojos ante la realidad de personas que hoy están pasando por ella.

Dejemos el pesimismo para tiempos mejores, de Diego Medrano. Por Armando Murias Ibias (30/11/2010).

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Algo bueno tiene que ocurrir cuando surge una nueva editorial con ganas de dar un puñetazo de rabia sobre la mesa de la Literatura. Y mucho mejor si su primera apuesta es por un autor que vive como escribe, ¿o es al revés?

En los 30 relatos que encierra Dejemos el pesimismo para tiempos mejores, (Editorial Pezdeplata, 2010, 201 págs., con prólogo de Leopoldo María Panero), Diego Medrano se mueve como pez en el agua (nunca mejor dicho) en el terreno literario que conoce con más precisión. Así –como hiciera Beatriz con Dante— nos muestra de qué sustancia está conformado el paraíso de la literatura (donde habita Antonin Artaud, entre otros), de la fotografía (como el siempre desconcertante Alberto García-Alix), de la música (con Janis Joplin, que nos dejó con 27 años por una sobredosis de pureza), de la pintura (la mística rectangular del suicida Mark Rothko)  y un largo etcétera. También nos lleva –de la mano de Virgilio— por los rincones más tenebrosos del purgatorio (pensiones de mala muerte, sótanos, cárceles, manicomios) donde en cada peldaño-relato el Arte se abrasa en la bohemia infecta de la destrucción, la única forma de escritura. En lo más hondo del averno, con Diego Medrano tocamos la Literatura hasta quemarnos, sentimos el aliento enfurecido de los que vivieron para (y aquí caben todas las preposiciones: a, ante, bajo, con, contra…) la Literatura y el Arte, por eso “camino, entristecido, dándole vueltas a la palabra “polla”. No creo que sean mejores una palabras que otras, no veo otro camino que el que se opone al recuerdo” (pág. 26). 

Es el viaje por la deriva de la vida, entre el deseo y la muerte, donde tienen su morada Rimbaud y Joyce, Enrique Vila-Matas y Jack Kerouac. En este minucioso periplo lleno de amor y de conocimiento, los relatos de Diego Medrano nos conducen por las efímeras rosaledas repletas de hachís y locura, por pasillos de sombras y destellos, por las avenidas de la mendicidad y la sífilis, por los jardines de la tristeza, por la abulia de los días y los disfraces de la noche. Es entonces cuando sentiremos en nuestro rostro el color azul del aliento que tienen los gigantes, cuando palparemos con nuestras yemas la textura con la que se escribe la tragedia de vivir.

 

Lo que siempre está ahí, de Marcelino Menéndez. 30/11/2010

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El próximo día 30 de noviembre, a las 8 de la tarde, en el Museo Ramón Gaya de Murcia, se presentará el libro

Lo que siempre está ahí

de

Marcelino Menéndez

Presenta: Juan Tomás Frutos, Presidente del Colegio de Periodistas de Murcia.
 

Operación Drácula, de Pilar Sánchez Vicente. 24/11/2010

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Año 2009, en Madrid dos muchachas rumanas aparecen brutalmente asesinadas en el barrio de Salamanca, víctimas, se sospecha, de alguna red de explotación sexual. Veinte años antes, en el Danubio, se halla el cadáver de un profesor de la Universidad de Bucarest, activista contra los dragados del Delta y perseguido por el régimen de Ceaucescu. En este caso la inspectora Ocaña se enfrenta a un despiadado asesino que disfruta bebiendo la sangre de las mujeres. Pero ella tiene sus propios demonios personales…

KRK ediciones.

Operación Drácula, de Pilar Sánchez Vicente. 22/11/2010

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Presentación de la nueva novela de Pilar Sánchez Vicente
 
 

Operación Drácula

 
 Museo Barjola (Gijón) miércoles, 24 de noviembre, a las 19.30 h.
 
En el acto intervendrán, además de la autora, Alejandro M. Gallo, escritor y César Inclán, de KRK Ediciones.

Al finalizar el acto, por cortesía de la autora, se servirá una copa de cava.

Clapton: Eric & Friends, por Yose Álvarez-Mesa. 22/11/2010

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“CLAPTON”: ERIC & FRIENDS
 
Por Yose Álvarez-Mesa
 
 

El pasado 29 de septiembre, y tras cinco años de silencio discográfico, salió a la venta  el nuevo álbum de Eric Clapton, titulado “Clapton”. Es un trabajo de estudio, compuesto por doce versiones de sus canciones favoritas, además de dos temas inéditos.
 
El disco es un homenaje a la música que le marcó y que más ha influido en su carrera, e incluye country, ragtime, soul, blues y jazz estándar de los años 30 y 40. Temas por los que se pasea con la soltura a la que nos tiene acostumbrados en todos los estilos en los que ha sabido moverse a lo largo de su extensa trayectoria.
 
Muchas veces, un disco de versiones suele hacernos vivir en dos tiempos: el pasado en que fue creada la canción original y la tecnología con que se reinterpreta hoy. Sin embargo, en este caso, todo queda diluido entre los dedos de esa “mano lenta” que nos traslada, sin más, a los tiempos gloriosos de Menphis, New Orleans, Jackson o Nashville . Sólo hay que cerrar los ojos y dejarse llevar.
 
budo2.jpgClapton ha sabido, desde siempre, buscarse buenas compañías, ya que ha hecho duetos memorables con lo mejor de la escena mundial. Y no ha sido menos para este trabajo: ha reunido a un grupo de virtuosos que han aportado ese granito de arena para hacer de cada canción una pieza única.
 
En la grabación de este álbum, que hace el número 19 de su carrera en solitario y ha sido coproducido por Clapton y Doyle Bramhall II,  han participado músicos de lujo y amigos como JJ Cale, Willie Weeks, Jim Keltner, Walt Richmond, Sheryl Crow, Allen Toussaint, Wynton Marsalis, Steve Winwood, Jim Keltner, Allen Toussaint, y Derek Trucks.
 
En definitiva, un disco para escuchar una y otra vez y descubrirnos en cada nota ese mundo que Eric ha querido mostrarnos.
 
Track list:
 
1. TRAVELIN’ ALONE (Melvin Jackson)
Abre el álbum esta versión de Lil’ Son Jackson’s, con un duelo de guitarras entre Clapton y Doyle Bramhall II, acompañados por el órgano Hammond de Walt Richmond. Completan este blues Jim Keltner (percusión y batería), y Willie Weeks (bajo).
 
2. ROCKING CHAIR (Hoagy Carmichael)
Un relajante blues con Abe Laboriel Jr. a la batería, Dereck Truks en la guitarra, Willie Weeks al contrabajo, y Richmond al piano. Nikka Costa pone su voz en los coros.
 
3. RIVER RUNS DEEP (Jonh W. Cale)
Este tema de Cale “suena” cien por cien Clapton. Colaboran a que este sonido sea más contundente J.J. Cale (guitarra y coros), Jeremy Stacey (batería), Justin Stanley (percusión), Willie Weeks (bajo), James Poyser (órgano), Walt Richmond (piano eléctrico), Greg Leisz (guitarra), Neal Sugarman (saxo tenor) y The London Session Orquestra (cuerdas)
 
4. JUDGEMENT DAY (Snooky Pryor)
Ritmo de Nueva Orleans en el que destaca la armónica de Kim Wilson. Completan el elenco Doyle Bramhall a la guitarra, Jum Keltner a la batería, Willie Weeks al bajo y Walt Richmond al piano. Coros: Terry Evans, Arnold Mc Culler y Willie Green Jr.
 
5. HOW DEEP IS THE OCEAN (Irving Berlin)
Una buena versión que permite a Clapton mostrar por qué se le ha puesto el apodo de Hand Slow. Le acompaña una suave orquestación con Jim Keltner a la batería, Willie Weeks al contrabajo, Walt Richmond al piano, Wynton Marsalis con la trompeta y The London Session Orquestra en las cuerdas.
 
6. MY VERY GOOD FRIEND THE MILKMAN (Johny Burke/Harold Spina)
Más sonido de Nueva Orleans para este tema en el que colaboran Allen Tousaint y Walt Richmond (pianos), Wynton Marsalis (trompeta), Michael White (clarinete), Matt Pyreem (tuba), Troy Andrews (trombón, trompeta), Herman Labeaux (batería) y Chris Severan (contrabajo).
 
7. CAN’T HOLD OUT MUCH LONGER (Walter Jacobs)
Un tema potente donde Clapton le arranca a su guitarra los tonos más blues. Le acompañan Doyle Bramhall (guitarra), Jim Keltner (batería), Walt Richmond (piano), Willie Weeks (contrabajo) y Kim Wilson (armónica).
 
8. THAT’S NO WAY TO GET ALONG (Robert Wilkins)
Un blues con tintes boogie en el que Clapton y J.J. Cale comparten protagonismo tanto en la guitarra como en la voz. Colaboran en este número Walt Richmond, Jim Keltner, Doyle Bramhall, Justin Stanley, Willie Weeks, James Poyser y Steve Riley.
 
9. EVERYTHING WILL BE ALRIGHT (John W. Cale)
Otro tema de Cale, jazz suave con un alarde de cuerdas (The London Session Orquestra) y viento (Prinz Board, trompeta; Tim Izo Orindgreff, saxo; Elizabeth Grea, trombón) amalgamado por un buen trabajo de Paul Carrack al órgano y Richmond al piano.
 
10. DIAMONDS MADE FROM RAIN (Doyle Bramhall/Justin Stanley/Nikka Costa)
Canción a dúo con Sheryl Crow que se aparta un poco de la línea del álbum al ser un tema más actual. Excelente solo de guitarra de Clapton, arropado por un buen plantel de colaboradores: Kim Keltner, Jeremy Stacey, Doyle Bramhall, Willie Weeks, Walt Richmond, Sereca Henderson, Prinz Board, Tim Izo Oringreff, Elizabeth Lea, Justin Stanley y The London Session Orquestra. Coros: Nikka Costa, Debra Parsons y Lynn Mabry.
 
11. WHEN SOMEBODY THINKS YOU’RE WONDERFUL (Harry Woods)
Jazz de New Orleans de la década de 1930 donde destaca el buen trabajo al piano de Allen Toussaint y la sección de vientos a cargo de Wynton Marsalis (trompeta), Dr. Michael White (clarinete), Troy Andrews (trompeta, trombón) y Matt Pyrem (tuba).
 
12. HARD TIMES BLUES (Lane Hardin)

Un blues suave con una mandolina de fondo tocada por Clapton y un buen solo de guitarra de Doyle Bramhall. Les acompañan Jim Keltner (batería y percusión), Willie Weeks (contrabajo) y Walt Richmond (piano).
 
13. RUN BACK TO YOUR SIDE (Eric Clapton/Doyle Bramhall II)
Esta composición de Clapton y Bramhall tiene el sonido rock que Eric hacía en los 80. Buenos coros con reminiscencias gospel a cargo de Nikka Costa, Debra Parsons y Lynn Mabry. Completan la banda Doyle Bramhall y Dereck Trucks (guitarras), Jim Keltner (percusión), Willie Weeks (bajo) y Walt Richmond (piano).
 
14. AUTUMN LEAVES (Joseph Kosma/John Mercer/Andre Prevert)
Cierra el disco este estándar de jazz, un tema lento con la voz de Clapton en un registro intimista lleno de matices. Le acompañan Walt Richmond al teclado, Willie Weeks al contrabajo, Abe Laboriel Jr. a la batería y The London Session Orquestra en las cuerdas.
 
Fotos extraídas de la Web del artista:
http://www.ericclapton.com/
 
Para escuchar los temas:
 

TRANSVERSOS. Pravia, Asturias. 6 de noviembre de 2010.

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TRANSVERSOS

 

Pravia. Ocho y cuarto de la tarde. Con la voz afilada de un locutor poderoso y el dominio de un presentador avezado bajo mil luces, Manolo Abad dió la bienvenida a Jacobo de Miguel. Con las primeras notas los asistentes ya supieron que asistian a un espectáculo muy singular para estos tiempos en fuga.

Las manos del pianista, sobre un fondo azul y negro, volaban y las voces de cada poeta, señaladas por un haz de luz blanca, fueron revelándose suntuosas y cayendo precisas con cada verso: golpes, caricias, taconeos, islas, palmas, repiques, narraciones, aguas, silencios… Fluían armónicas la música y la literatura, arropadas por las sugerencias de fotografías en blanco y negro que se proyectaban sobre el lienzo del escenario. Un atrezo justo y cálido (un bar de artistas), en tonos rojos y ocres para envolver a doce autores y un pianista que se entregaron esa noche al público para ofrecer un buen ejemplo de cómo el arte puede unir sus voces para lanzar emociones sin necesidad de recurrir a imposturas, En este lance, mucho tuvo que ver la lectura previa que Jacobo de Miguel hizo de los poemas de los poetas. Félix Grande, flamenco, supo agradecérselo y al final se encargó de alabarle -"Jacobo, que Dios te bendiga"- por su interpretación, por cada fraseo, por ese estilo que algo debía a Keith Jarret y que traía reminiscencias de Glenn Gould. Pravia. Diez de la noche. Qué gran noche la de aquel día.

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A continuación se muestran los enlaces facilitados por José Luis Espina a través de los cuales se puede acceder a las lecturas de los poetas participantes en TRANSVERSOS.

 

LECTURA POÉTICA DE JULIO RODRÍGUEZ

http://www.youtube.com/watch?v=Aywy0AUhgVg

 LECTURA POÉTICA DE RUBÉN RODRIGUEZ Y JOSÉ LUIS PIQUERO

http://www.youtube.com/watch?v=AqM5IXY0YE8


LECTURA POÉTICA DE JAVIER LASHERAS Y JUANJO BARRAL

http://www.youtube.com/watch?v=mLBuhukDn5s

 LECTURA POÉTICA DE CARMEN BORJA Y RICARDO LABRA

http://www.youtube.com/watch?v=gxjrg1Fnxs0

 LECTURA POÉTICA DE MIGUEL ROJO Y FERNANDO BELTRÁN

http://www.youtube.com/watch?v=17M1SJsY0us

 LECTURA POÉTICA DE ESPERANZA ORTEGA, LUIS ALBERTO DE CUENCA Y FÉLIX GRANDE

http://www.youtube.com/watch?v=utLpTNTua10