Asamblea General Extraordinaria del 23 de febrero de 2013
La literatura erótica: presentación de Omara la trapecista, de Manuel Herrero Montoto. 29/01/2013
El próximo jueves, 31 de enero a las 20:00 horas, en Literatura de Invierno: los jueves literarios de la Vinoteca La Consistorial (junto al Ayuntamiento de Oviedo), tendrá lugar la tertulia «La literatura erótica: presentación de Omara la trapecista.» con Manuel Herrero Montoto. Acompañarán al autor Javier Lasheras y Marta Magadán.
La casa en ruinas, de Manuel García Rubio. Por Javier Lasheras. 28/01/2013
Manuel García Rubio teje una novela rápida y eficaz —piezas de un puzle que ordena el pasado y fija la alquimia del presente— que navega por las aguas complejas de las relaciones paterno-filiales, las no menos difíciles —tiernas, morbosas y dubitativas— del vínculo con una menor (el capítulo 10 sirve de reflexión sobre el asunto y hasta es probable que exista alguna reminiscencia dostoievskiana: el Stavroguin y la Matriosha de Los demonios), los paraísos secretos y esos bocadillos «envueltos en melancolía» que todos hemos de comer y aprender a digerir si somos capaces de arrostrar sin falsificaciones esa tierra del pasado so pena de que acabemos convirtiéndola en la tierra de nadie. Aunque, ¿quién sabe?: lo posible y lo imposible son líneas que afloran cuando nos acercamos a ese abismo que es el pasado y García Rubio, en La casa en ruinas, las escribe para que el lector las evoque.
Javier Lasheras.
El lado bueno de las cosas, de David O. Russell. Por José Havel. 27/01/2013.
Locura de amor
El lado bueno de las cosas, de David O. Russell
Por José Havel
Adiós a las armas, adiós a los cristales. Optimista irreductible, Pat Solitano (Bradley Cooper, lejos de su habitual registro de tipo encantador) tira por la ventada cerrada de su habitación el ejemplar de la novela de Hemingway que lee antes de irse a dormir. Le ha indignado el triste desenlace del relato, porque el mundo ya es bastante duro de por sí como para permitirnos no ser positivos o negarles finales felices a las historias. Así se lo hace saber a sus ya acostados padres (Robert De Niro y Jacki Weaver, la macbethiana abuela de Animal Kingdom), atónitos en su dormitorio ante la intempestiva soflama literario-vital: son las cuatro de la madrugada.
Pero más que un carácter estrafalario, Pat padece trastornos bipolares. Ha pasado ocho meses en un psiquiátrico tras perderlo todo: casa, trabajo y pareja. Ahora debe vivir con sus progenitores; aunque anhela reconducir su vida y recuperar a su ex mujer, a quien no puede acercarse a menos de 150 metros según reza la orden judicial solcitada por ella misma. Claro que Pat quiere conseguir sus objetivos sin tomar medicación. Además, contará con la imprevista ayuda de la joven Tiffany (Jennifer Lawrence, reciente Globo de Oro), viuda ninfómano-depresiva tan fuera de órbita como él.
Después del clasicisimo de alta gama de The Fighter (2010), David O. Russell retoma con El lado bueno de las cosas (Silver linings playbook, 2012) la senda de la comedia excéntrica, en la línea indie de Extrañas coincidencias (2004), aquella menospreciada rareza, con reparto estelar, donde unos estrambóticos detectives existenciales investigaban la interconexión causal de las casualidades.
El lado bueno de las cosas descansa casi totalmente sobre el personaje principal, continua fuente de duelos verbales, si bien David O. Russell muestra asimismo interés por su entorno familiar, un poco al modo de The Fighter. De ello se sirve para introducir en el relato dos líneas de fuerza complementarias: una relación paterno-filial desordenada (De Niro está estupendo en la ambigua progresión de su papel de apostador supersticioso) y un romance anticonvencional. La primera de ellas presenta mayor relieve dramático, pues la historia de amor acaba perdiendo fuelle, igual que el filme en su tramo final, un tanto disueltos ambos en la molicie. Sin embargo, que la gestión de los momentos álgidos diste de ser óptima (se antojan excesivas ocho nominaciones a los Oscar), no resta simpatía ni honestidad a esta agridulce comedia romántica, obra de un cineasta aún a la búsqueda de equilibrio en su discurso.
La buena novela, de Laurence Cossé. Por Ángel García Prieto. 21/12/2013.
Una original narración sobre la novela
La buena novela, de Laurence Cossé
Por Ángel García Prieto
La transición española y la literatura, con Armando Murias Ibias y Javier García Cellino. 20/01/2013
El próximo jueves, 24 de enero a las 20:00 horas,
en los jueves literarios de la Vinatería La Consitorial
(junto al Ayuntamiento de Oviedo) acogerá la tertulia
«La transición española y la literatura»
con Armando Murias Ibias y Javier Garcia Cellino
y la presentación de las novelas
Nómadas y El día que me quieras de Armando Murias
y Círculos de tiza de Javier García Cellino.
Os esperamos
Presentación de Noctuario de Thomas Ligotti, a cargo de Jesús Palacios. 14/01/2013
El síndrome Kalashnikov, de Natalia Menéndez. Por Javier Lasheras. 14/01/2013
Ciertamente, Natalia Menéndez ha conseguido con este libro alcanzar una línea de expresión reconocible y ya vislumbrada en poemas de libros anteriores. Una línea que ahora ha emergido a la superficie sobre todo si atendemos a los poemas de mayor extensión, manifestando un tono coloquial ajustado, sin derivas en exceso narrativas, cincelando el verso para que la palabra poética no pierda su función. A este grupo pertenecen, entre otros, poemas como «Arder» (Aquí ardían siempre las calles y / crujían las hojas bajo las suelas / encendidas de los zapatos.); «Grietas I» (Y, ahora, la memoria es tan sólo una grieta, / y nosotros somos otros, un proyecto fallido, / acomodados cadáveres de aquellos sueños.); «Grietas II» (Si alguien viene a buscarme / que lea las cicatrices que dejé / en cada página escrita.); «Crudo invierno» (Que digan lo que quieran de nosotros / porque a pesar de la humedad de la costa, / a pesar del hielo, yo estoy decidida a incendiarme / … / a que estalle en mil pedazos mi cuerpo, / … ); «Aves de paso» (Los hoteles de Europa conservan nuestras huellas, / reproducen nuestros miedos, / y tras el regreso ya no somos los mismos.).
Parece que la autora ha utilizado en general una versificación menor para poemas más breves y son estos los que pueden llegar a resultar más herméticos, oscuros o áridos como son los titulados Selva, Rojo, Destellos o Telón. Sin embargo, se compensan con la levedad de otros o el resplandor de algunos Instantes cuando Natalia Menéndez escribe: «No sé si aprendimos algo / cuando llegó la noche, / pero en cada fotografía / que guardo / se revela un mundo.»
Y dentro de este mundo revelado por la autora cobra una especial preeminencia la selección de un léxico que representan dos líneas simbólicas. Una aparece como un goteo sutil: es ese muro, esa piedra, la roca, al fin las ruinas de metal y de palabras. Otra surge como una ráfaga incesante y sirve para imprimir en el lector esa idea de que la vida —la pública y la privada— está llena de combates a veces menesterosos y a veces aterradores, pero de los que nunca se sale indemne. La guerra, la herida, el combate, las balas, el incendio, las cicatrices, la derrota sólo son las palabras que brotan del fusil de asalto que Menéndez cuelga al hombro o porta entre sus manos, pero que nunca deja abandonado. Un fusil que apenas guarda silencio. A veces, entre bala y bala, con un tono de melancólica sensualidad y otras, entre palabra y palabra, con una inquietante nostalgia como en el poema La vuelta a casa cuando dice «Lo que esconde este poema acaricia la niebla / y la piel no compartida.»
Al fin, es de agradecer que este libro esté escrito con músculo y con cabeza, llegando a alcanzar notas de belleza en sus momentos más excitados y paroxísticos, un libro que toma partido de manera inteligente por el combate y la lucha como forma de entender esa construcción / deconstrucción que es la vida, pero a través de un uso cuidado tanto del lenguaje (por cierto, dicho sea de paso, también hay poéticas a lo largo del libro que encuentran su cenit en el logrado Al amanecer, la poesía estaba de mi parte) como de la imaginería y que empasta bien con el mensaje, mostrando así un sabio alejamiento tanto de las improvisaciones y las pulsiones de la inmediatez como de los vacíos afinadores y obispos de la poesía del crucigrama.
El AK-47, el kaláshnikov, es un fusil que apenas se encasquilla y es famoso por su seguridad en diferentes condiciones climáticas. Puestos a ponerle alguna pega, dicen los entendidos, parece que le falta algo de precisión en las distancias largas. Bueno, nadie es perfecto y, además, conociendo el ingenio ruso, no será muy difícil que en el futuro se mejore todavía más. Pero supongo que Natalia Menéndez esto ya lo sabe. El futuro, hoy por hoy, es un lugar tan inhóspito como el presente. Así pues leamos y disfrutemos este libro y ya veremos lo que el tiempo le depara.
Leyenda vs. Realidad: El Hombre de las Sombras (The Tall Man). Por José Havel. 11/01/2013.
Leyenda vs. Realidad
El Hombre de las Sombras (The Tall Man)
Por José Havel
Durante tres años su popularidad ha sido tal, que algunos dieron como auténtica la historia del Hombre Delgado (The Slender Man) u Hombre Alto (The Tall Man). El inquietante asunto había comenzado a raíz de una fotografía recuperada entre los escombros del incendio de una de las bibliotecas de Stirling, California, en 1986. En tal instantánea, tomada el 1 de junio de dicho año por Mary Thomas, puede verse a un grupo de niños jugando en un parque. Junto a ellos, al fondo, bajo la sombra de un árbol, se aprecia una figura extraña, muy flaca y alta, toda de negro, con extremidades filiformes.
Ese mismo día, todos aquellos críos (catorce) desaparecieron sin dejar rastro ninguno; dos semanas después, también la fotógrafa. Sólo se halló el cuerpo de uno de los chiquillos, al cabo de cinco meses, en un pantano cercano. Su cadáver presentaba un relativo buen estado de conservación: había permanecido vivo al menos cuatro meses desde que desapareciera. Tétrico, si nos paramos a pensar un poco. Pero… ¿qué fue del resto de los pequeños? ¿Se los llevó el Hombre Delgado? La historia de tan raro ser no paró ahí. Se hallaron más fotografías; se descubrieron testimonios gráficos antiguos, incluso.
Afortunadamente, todo resultó ser una leyenda urbana propalada por Internet. Ahora conocemos hasta la fecha exacta de su origen. El mito viral del Hombre Delgado empezó el 8 de junio de 2009 con el concurso de fotografías paranormales del foro Something Awful. La premisa era transformar, mediante manipulación digital, imágenes de la realidad ordinaria en escalofriantes documentos sobrenaturales que pareciesen verdaderos.
Convertido en un fenómeno sociológico, el bulo del Hombre Delgado u Hombre Alto ha inspirado relatos, falsos documentales (Marble Hornets), videojuegos y, cómo no, un largometraje de ficción: la coproducción franco-canadiense El hombre de las sombras (The Tall Man), protagonizada por Jessica Biel a las órdenes de Pascal Laugier, realizador de la alucinada El internado (Saint Ange) (2004) y de la espeluznante Martyrs (2008), vista en el último FICXixón. El cineasta francés firma un filme de terror atípico en virtud de su temperamento racional, una versión libérrima de la leyenda como nivelación lógica de la misma. No sin sorprendernos con alguna pirueta narrativa, de esas que descolocan por completo dejándonos perplejos, Laugier juega a saber lo que de verdad pudiera haber sucedido; porque nada de fabuloso tienen las dolorosas desapariciones de niños que, a millares y para siempre, se producen en el mundo real.