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Memoria de un mundo nuevo. El fósil vivo, de Alfredo Hernández García. 7/01/13

 
 
MEMORIA DE UN MUNDO NUEVO
 
 
El fósil vivo
Alfredo Hernández García
Autoedición. Oviedo, 2012
291 páginas
12 euros
 
            Entre los escritores acomodados, que expresamente conciben sus novelas para agradar al gran público, y los complicados, aquellos que deliberadamente se arriesgan con propuestas literarias alejadas de cualquier tipo de concesión al lector, Alfredo Hernández García (Valencia, 1959) se encuentra sin duda en la privilegiada nómina del segundo grupo. Con su novela “El fósil vivo” hace una radical apuesta por una literatura comprometida nada más que con la misma literatura, en la que el respeto al posible lector le lleva a considerarlo al menos tan inteligente –y tan exigente- como el propio autor.
            El argumento se puede resumir de forma sencilla si decimos que una arqueóloga del lenguaje llamada María del Océano debe redactar el Informe Bauer a partir del hallazgo del primer fósil vivo. Este personaje se llama Ausonio, procede de la isla de Hostia y habla un castellano muy arcaico, a través del cual va contando a la paleógrafa la fantástica historia de la civilización perdida a la que perteneció. Sin embargo, llevado por su privilegiada memoria -representando así lo que Rilke consideraba el deber del artista como testigo de la memoria cultural del hombre-, la narración del fósil va haciendo cada vez más compleja una trama en la que se va creando ante el lector un mundo irónicamente parecido al nuestro, con su dios (el Sobrestimado), un libro sagrado (el Sacrotocho), un fundador de la civilización (Bauer, llamado el Primer Decente) y unas leyes consideradas “saberes impinchables de la moralidad” (los Verdamentos). Es precisamente la emergencia de un “homo moralis” (dotado de un “tuétano” u órgano de la moral) lo que posibilita el advenimiento de una nueva cultura destinada a arrumbar la “cultura rupestre” de los homínidos, aquellos que, deslizándose por la pendiente de la indolencia, degeneraron hacia el “homo bronceadus” o bichanclo.
            Como puede notarse, el nuevo mundo se manifiesta a través de un lenguaje también distinto, compuesto de palabras que han forzado su forma para adquirir un más preciso y revelador significado. Este es uno de los hallazgos más luminosos de Alfredo HG en una sobresaliente novela repleta de destellos verbales, ingeniosos neologismos, imágenes deslumbrantes y guiños metaliterarios, relampagueado todo ello con un humor deslenguado que provoca el extrañamiento de un lector que debe estar atento para poder  encarnizar la fantástica idea del escritor.
 
Marcelo Matas de Álvaro es escritor.
 

  

La casa en ruinas, de Manuel García Rubio. 27/12/2012

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La casa en ruinas
 
Manuel García Rubio 
Ediciones del viento,
A Coruña, 2012.
 

Ricardo Tremp, directivo de un importante grupo inversor que acaba de adquirir la clínica Stella Maris, recibe la llamada de un antiguo compañero de instituto, que le da una noticia preocupante: un mendigo que dormía a la puerta de su casa familiar de Saucedal, abandonada desde que él se instalara en Madrid muchos años antes, se encontraba entre la vida y la muerte tras caerle encima parte de un balcón del inmueble. El accidente le obliga a regresar a su pueblo, muy a su pesar, y a reencontrarse con un pasado del que solo salvaba el amor puro que siempre había sentido hacia Mela, una adolescente deliciosa, más bien una niña. El choque con sus recuerdos, y especialmente con el de ese amor que de manera íntima había rechazado por anómalo, le hará vivir una experiencia terrible, real y misteriosa al mismo tiempo.

Rafael Reig: «La literatura intenta hacernos más comprensibles para nosotros mismos». Por Lauren García. 19/12/2012

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 Rafael Reig

«La literatura intenta hacernos más comprensibles
para nosotros mismos»

Por Lauren García 

 
Camarada de aventuras de la más alta intensidad literaria, Rafael Reig (Cangas de Onís, 1963) no pierde la capacidad de asombrar y asombrarse. Constancia de ello deja constancia en su última novela Lo que no está escrito, que confunde con indiscutible autenticidad literatura y existencia. El libro, que se despega en medio de la intriga policíaca, es otra escala arriesgada para la trayectoria ascendente de este autor asturiano. Rafael Reig, autor de recientes libros exitosos, como Sangre a borbotones o Manual de literatura para caníbales, tiene la exigente legitimidad del que lleva como pasaporte una vida dedicada a la letra impresa.
 
 
—¿Podríamos tildar a los personajes de Lo que no está escrito de descarriados? 
Algunos lo son, están en la periferia del mundo que compartimos los demás, al margen de lo que el resto conocemos como realidad. Otros, sin embargo, los que a mí me interesan más (el padre, el hijo, la madre), viven en cambio una vida dentro del carril, que en la superficie es la misma que vivimos todos, pero en cuyo fondo hay un légamo oscuro, un agujero imantado, provocado por su egoísmo, y que se irá corriendo y ensanchando como el punto de una media hasta destrozar por completo el tejido de sus existencias. Creo que cualquier lector se preguntará, como me he preguntado yo al escribir, si ese rasguño en la tela, ese fondo oscuro que no está a la vista, no se hallará presente en su interior, qué tamaño tendrá y si será o no posible remendarlo a tiempo, antes de que se lleve todo por delante.  
 
—Se muestra la relación entre un padre y un hijo, ¿es esa relación filial muy literaria? 
Sin duda, pero sólo porque la literatura siempre se ha propuesto contar la vida, y esa relación es el núcleo de casi todas las vidas. Todos somos hijos y la mayoría además somos también padres. Los padres y los hijos se enlazan con un nudo ciego, imposible de desatar; y corredizo, porque se va apretando más cuanto más intentas librarte de él. Ni somos comprendidos por nuestros padres ni somos capaces de entender a nuestros hijos, no sabemos querer sin hacer daño, no logramos sentir la realidad del amor de los demás, nos defraudamos unos a otros y siempre sentimos miedo de no merecer que nos quieran: incapaces de vivir con amor, tampoco nos resignamos a la soledad. Non tien igual, no hay remedio: así somos y la literatura intenta hacernos más comprensibles para nosotros mismos.  
 
—¿Destila la novela esencia de barrio? 
Confío en que sí, aunque tengo que reconocer que nunca he sido un chaval de barrio. He conocido barrios y a muchos chavales de barrio y eso es lo que utilizado para recrear un barrio de Madrid, La Elipa, en el que lo cierto es que casi nunca he estado. Más que una representación realista de un barrio o de la vida de barrio, con lo que yo he escrito es con la idea de barrio, con la idea de la vida de quienes nunca salen en la foto y hacia quienes nadie mira. 
 
—Hay en la novela un juego entre la realidad y la ficción… 
A fin de cuentas, toda novela es un juego entre la realidad y la ficción, ¿no? Si fuera real, dejaría de ser novela; si sólo fuera ficción, perderíamos todo interés en leerla. En ese equilibrio, en esa tensión sucede toda novela, el espacio narrativo son los intersticios entre lo real y lo ficticio, es ahí donde es posible, como quería Marianne Moore, construir un estanque artificial en cuyo interior haya sapos de verdad. Eso es la novela: una ficción que acaba tratando de la propia vida de quien la lee.
 
» Todo escritor es comprometido,
lo sepa o no, lo quiera o no.
  

—¿Es Madrid el escenario idóneo para una novela de acción?
Para mí, sí, porque yo hice el bachillerato en Madrid. Todas las cosas que tienen primera vez, a mí me pasaron por primera vez en Madrid. El Madrid en el que suceden mis novelas no existe, es el Madrid de mis quince, veinte años, pero tal y como lo reconstruyo ahora: una ciudad imaginaria y con un solo habitante, que soy yo. Podría escribir sobre Arizona o sobre Cangas de Onís y seguiría siendo el mismo sitio. En cuanto a la acción, la que a mí me interesa es interior: el miedo, el propósito oculto, la sospecha. La peripecia es sólo el instrumento para desencadenar esa acción interior y la peripecia puede suceder en cualquier sitio. No me considero un escritor muy costumbrista, sobre todo en esta novela, en la que el escenario se podría cambiar a cualquier ciudad que tenga una montaña más o menos cerca, da igual que sea Oviedo, Bogotá o Viena. 
 
—Da clases de escritura en la escuela Hotel Kafka, ¿cuánto hay de mecánica y de creatividad a la hora de enseñar a escribir? 
Mis clases suelen ser de lectura, porque creo que, si uno lee bien, aprende a escribir. Lo que hacemos en clase con una novela se parece a lo que hacen los niños con los juguetes: la desmontamos por completo, le sacamos las tripas, miramos todas las piezas, intentamos comprender la maquinaria interna y cómo ha sido construida. Luego la montamos otra vez y, aunque en ocasiones nos sobre alguna pieza, hasta ahora siempre hemos logrado volver a ponerla en marcha. Leer es en mi opinión un acto creativo. Hay mucha creatividad en la lectura como en la escritura, pero la creatividad no se sujeta en el aire: el suelo es lo que tú llamas mecánica y yo prefiero llamar técnica. Ambas se complementan: cuanto más sólida es tu competencia técnica y tu experiencia como lector o escritor, más tierra firme tendrá tu creatividad y por tanto m&aa
cute;s fuerza y más capacidad de crecimiento.
 
 
—¿Ha de prodigarse mucho un escritor en prensa? 
Lo que tiene que hacer un escritor es escribir. Lo demás son pamplinas. Dicho esto, además de escribir, personalmente procuro acercarme a los lectores, en la prensa, pero también a través de mi blog o de las redes sociales. Esto ni quita ni pone nada a lo que escribas, es una decisión personal. En mi caso, procuro ser cordial y asequible, porque sólo me considero escritor cuando estoy sentado delante de la máquina. En cuanto dejo de teclear y me levanto, ya no soy escritor, sino padre de familia, peatón, buen amigo, parroquiano de ciertos bares o, por qué no, un caballero amable que atiende a la prensa.  
 
—¿Existe el escritor comprometido o ese compromiso es inherente a su trabajo? 
Todo escritor es comprometido, lo sepa o no, lo quiera o no. Philip Roth es un escritor comprometido a favor del patriotismo norteamericano y los valores tradicionales, igual que Johathan Franzen. Pérez-Reverte está comprometido con el credo legionario, por ejemplo. Belén Gopegui en cambio es una escritora comprometida con la lucha revolucionaria y la transformación social. Si uno no elige su compromiso, se lo elige el sistema y sin darse cuenta se compromete con la ideología dominante, como si fuera transparente o no fuera ideología.  

Bajo el hechizo hipnótico del maestro: Homenaje a Enrique Morente, de Los Evangelistas. Por Manolo D. Abad. 19/12/2012.

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 Bajo el hechizo hipnótico del maestro

Homenaje a Enrique Morente, de Los Evangelistas

Por Manolo D. Abad
 
 
 
Los Evangelistas 
Homenaje a Enrique Morente
El Ejército Rojo- Sony, 2012
 
J (voz, guitarra, teclados), Antonio Arias (voz, bajo, teclados), Florent Muñoz (guitarra), Eric Jiménez (batería y percusión). 
 
Como si de un Cid Campeador de la creación se tratara, Enrique Morente sigue venciendo en la batalla que tantas veces ganó: la de superar fronteras estilísticas y aunarlas bajo el sentimiento más puro y desgarrado. Los Evangelistas es el monumento soñado en clave de rock hipnótico, psicodélico, que han tejido unos discípulos aventajados que hoy encarnan la antorcha del gran maestro granadino para rendirle algo más que un merecido homenaje. Iluminados por el vértigo de las emociones, saliéndose del eje conservador de lo convencional y abriéndose a esquemas sonoros fuera de lo común (por más que mencionemos nombres como Spacemen 3, Galaxie 500, Spiritualized o My Bloody Valentine con cierta ligereza, sus enseñanzas siguen abriendo un amplio, inhóspito campo de cultivo), Los Evangelistas han conseguido dibujar el mundo de Enrique Morente desde una perspectiva propia. Todo eso no se hubiera podido lograr sin un concienzudo trabajo en las bases rítmicas, con la hondura de los pasos de la Semana Santa, que permiten a Eric Jiménez mostrar su maestría como baterista capaz de un despliegue superior al del horno con el que atiza Lagartija Nick o la aplastante dinámica que exige el ruidismo melódico de Los Planetas. Las aportaciones flamencas inciden en arrebatar las emociones, bien con la espeluznante voz de Carmen Linares en “Delante de mi madre”, bien con los tonos marca de la casa vía Soleá Morente en “Yo poeta decadente” y la sensacional “La estrella”, donde consigue poner la carne de gallina como lo hiciera el maestro homenajeado y, a la sazón, su padre.
El culto al riesgo acaba otorgando unos frutos que, tras la erosión de las múltiples escuchas, va ganando en matices y engrandeciéndose, tal como ocurrió en la capital “Omega”, con la que sería un error compararla, aunque los méritos –el tiempo dictará sentencia- pensamos que van a equipararse.
En definitiva, una obra destinada a perdurar en el tiempo y a marcar un lugar destacado en el rock que trata de escapar de reglas y convenciones. Honesto, singular, brillante homenaje al legado del maestro Enrique Morente, a su valentía y a su espíritu transgresor y de creativa integración de culturas diversas pero marcadas por el hálito de lo humano. 

Presentación de La leyenda de Jay-Troi, de Daniel Menéndez Cuervo. 12/12/2012

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CORVERALITERARIA

 

 

FANTASÍA HERÓICA EN CORVERA… CON

«LA LEYENDA DE JAY-TROI»

DE DANIEL MENÉNDEZ CUERVO

El Jueves 13 a las 19h el autor presenta la novela en el Centro Socio-Cultural de Las Vegas

 

LA LEYENDA DE JAY-TROI (EdicionesAJEC 2012), novela de épica fantástica de Daniel Menéndez Cuervo, se presenta el jueves 13 de diciembre a las 19h en la Sala de Arte del Centro Socio-Cultural de Las Vegas, con entrada libre y gratuita.

 

Daniel Menéndez, candasino del 73, publica una sorprendente primera novela que está arrasando online y que se ajusta al espíritu discursivo de clásicos incontestables de la fantasía heróica como el CONAN de Horward o el ya mítico JUEGO DE TRONOS de Georges R. Martin.

 

El autor participará en la presentación de su obra y el Grupo de Teatro de Las Vegas hará lectura de alguno de los más señalados pasajes de la obra.

En un lugar llamado Mississippi, por Fernando Fonseca. Ensayos & Discursos, de W. Faulkner. 16/12/2012

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EN UN LUGAR LLAMADO MISSISSIPPI
» Los escritores que nos interesan son aquellos

que irremediablemente nos hacen evocar a las estrellas.
» “El Mississippi comienza en el vestíbulo de un hotel

de Memphis, Tenesse, y se extiende hacia el sur

hasta el Golfo de México”.
 

A partir de aquí, nos encontramos con el Faulkner que más nos interesa y más nos enseña y más nos deslumbra: nos encontramos con el Faulkner que nos permite manifestar la gratitud por el inconfundible marchamo que ha dejado en la literatura universal de la segunda mitad del siglo XX en adelante. Se trata de esa textura poliédrica (en su caso tan personal e inconfundible), presente en todos sus trabajos —desde la más compleja de sus novelas hasta la menor nota de prensa—, que conduce indefectiblemente al más célebre laberinto geográfico de cuantos pueblan el atlas universal de la literatura: Yoknapatawpha. Ay, eterno Mississippi… Bíblica eufonía en torno a la vasta identificación de un territorio con el espíritu de un hombre bebedor de whisky y sus consecuentes tautologías. Porque, como arranca su relato Mississippi, “El Mississippi comienza en el vestíbulo de un hotel de Memphis, Tenesse, y se extiende hacia el sur hasta el Golfo de México”.  

Este escritor, a medio camino entre la figura intocable del que se sabe ocupando un buen lugar en la gloria y la figura del mercenario del mecanoscrito, luchando cada día, en cada hora, por romper la barrera del lentísimo tiempo sureño, es de los pocos, de los poquísimos —raro, raro, raro…— que nos hacen vivir la impagable experiencia de comprobar hasta qué punto es posible que la prosa desborde los límites a menudo oxidados del consabido recipiente que la sustenta y le da cobijo. 

            ¿A que ahora se comprende mejor mi visión de las estrellas?… Nunca se sabe.

 
Fernando Fonseca es escritor

Presentación de Jorge Ordaz y David Fueyo. 10/12/2012

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El próximo viernes 14 de diciembre a las 20 horas en la sala de arte localizARTE (Melchor García Sampedro 15, Oviedo se llevará a cabo una presentación conjunta por parte de

Jorge Ordaz

quien presentará el libro «RLS» y de

David Fueyo

con su nueva plaquette «Mi primera colección de perdedores», en la editorial 45revolucionesporminuto.


El acto contará con una sesión musical punk a cargo de Santiago Bertault.

Nada es lo que parece: 10 Corsarios, de Tito Montero. Por Manolo D. Abad. 10/12/2012.

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Nada es lo que parece
 
Por Manolo D. Abad
 
 
 
Tito Montero 
10 Corsarios
Besti Audax, 2012
 
 
Periodista de dilatada trayectoria, a pesar de su juventud, tanto profesional como creativa (el recordado programa de cine en RPA La Pantalla Mecánica, el cortometraje Duets, el precio de la fama), el inquieto asturiano Tito Montero (Oviedo, 1978) da el salto a la literatura con una novela negra digna de interés. Nada que ver con ridículas, estrafalarias muestras “regionales” del género —lamentables operaciones, patéticos ejemplos de “explotation” de lo que ya es la moda que suple a la “novela histórica”—, la ópera prima de Montero destaca por su fidelidad a los códigos del género y por alejarse de la pretenciosidad con que muchos abordan su primera obra. El lanzamiento del libro vino acompañado de una inusual campaña de promoción donde el autor desplegó su conocimiento cinematográfico y del mundo del espectáculo para dar a conocer su obra.
 
10 Corsarios, a pesar de algunas caídas de ritmo, es una novela ágil, directa, que también sabe desarrollar en torno a su atractiva trama de asesinatos y misterios un agridulce retrato de la sociedad actual de la mano del descreído policía Lucho Sirgo. Trufado de referencias cinematográficas, casi podríamos definirlas más como cinéfilas, televisivas y musicales, fruto inequívoco de su trabajo como periodista cultural en TPA, Tito Montero propone una intriga donde los espejos de la realidad se contornean en torno a la caza del asesino, que no es más que la propia persecución de los fantasmas vitales del turbulento detective protagonista. Ambiciones ocultas o expuestas, pasados como mínimo oscuros, exponentes fieles de un género que Montero venera con la distancia cínica de su mismo protagonista y al que aporta una obra para leer con avidez y sin pausa.

 

Es hora de recapitular: Cajas de música difíciles de parar o el desencanto de Nacho Vegas, de Carlos Prieto. Por Alfonso López Alfonso. 10/12/2012.

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Es hora de recapitular

Por Alfonso López Alfonso
 

Carlos Prieto
Cajas de música difíciles de parar
o el desencanto de Nacho Vegas
Lengua de Trapo, Madrid, 2012
Epílogo de Fernando Alfaro
 
Cajas de música difíciles de parar, el segundo disco en solitario de Nacho Vegas, marcó un antes y un después en el panorama de la música indie española a principios del siglo XXI, o eso al menos sostiene Carlos Prieto, autor de este libro en el que se habla de todo lo que implica el disco: drogas, muchas drogas -este hombre se fumó en plata parte de la jodienda de vivir-, sexo y rock and roll; y en el que el propio Vegas pone una parte importante de la letra con sus respuestas a diversas entrevistas, en general reflexivas, concienzudas y cargadas de sentido común:
 
«En realidad, la música nunca es punta de lanza de nada -nos dice-, solo viene a ser una constatación de algo que ya existe, o de algo que ya está en el aire. Los cambios sociales determinan manifestaciones culturales populares como la música, pero obviamente no sucede a la inversa. La música es simplemente la banda sonora del mundo en el que nace. En ese sentido, tal vez la música popular nunca podría ser calificada de revolucionaria, pero tampoco creo por ello que sea reaccionaria. Pienso en ella como un foco de resistencia».
 
Al decir de Carlos Prieto, buen conocedor de nuestra cultura de la Transición a esta parte: «El indie español de los noventa era el reino de la ironía, los guiños a la cultura popular y el culto a lo anglosajón. Nadie quería escuchar ‘cosas oscuras y desagradables’ en español. Nadie quería ir ‘hasta el fondo’. Alguien tenía que hacer el trabajo sucio». Y, según parece, ese trabajo se lo echó a los hombros un joven bastante tímido que se olvidó del pudor para sacar adelante las letras de sus dos primeros discos, Actos inexplicables y Cajas de música difíciles de parar, en los que los problemas familiares, las drogas, la ambigüedad sexual y las adversidades del amor tienen una presencia capital. «A Nacho Vegas le estalló el conflicto en casa. En la figura de su padre se daban cita la reconversión industrial, los efectos de la despolitización, la autodestrucción suicida, la mujer-madre sufriente… No parece fácil eludir todo esto: la ruptura generacional estaba servida a base de contarlo todo en sus canciones» —aquí convendría recordar, o mejor, escuchar, "El ángel Simón"—. A la cosmética melódica que era norma entonces, él opuso una honestidad en carne viva apoyándose en sólidas letras-río, largas, profundas, oscuras, épicas, trágicas y también irónicas —hay bastante más retranca de la que parece—, cargadas de referentes culturales que van de LosHousemartins a Buero Vallejo, de Mike Leigh a Dennis Cooper, todo un acervo de asperezas bien digerido.
 
Con Cajas de música difíciles de parar Nacho Vegas jugó a ser maldito, cultivó esa figura y dio de bruces con el mal: «No estaba fascinado especialmente por la heroína; lo estaba un poco por todas las drogas, por la literatura sobre drogas, por la música sobre drogas, y las quise probar todas […] Y yo no quería quitarme el aburrimiento, yo rara vez me aburro; quería quitarme la tristeza». A buen seguro ya le ha perdonado hasta el capitán Ahab. 

Nunca tan pocas líneas dieron para tanto, por Manuel García Rubio. 7/12/2012

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NUNCA TAN POCAS LÍNEAS DIERON PARA TANTO
 
A propósito de una mesa rendonda titulada Las líneas de la mano y celebrada en Pravia (Asturias) el 6/12/2012 
 
Por Manuel García Rubio.
 
Las líneas de «Las líneas de la mano» son muy pocas, menos que las líneas de la mano, pero dieron mucho de sí. Gracias a ese misterioso cuento de Julio Cortázar, que se encuentra en las Historias de cronopios y de famas, Armando Murias fue capaz de abrir y mantener un debate sobre la naturaleza del microrrelato, sus orígenes y su futuro, que resultó vivo y profundo; tanto que se fue de tiempo y de lugar, pues pervivió más allá de las paredes de la biblioteca de Pravia. Junto al moderador, ocupaban tribuna, si puede decirse así, Jorge Ordaz, Manuel Herrero Montoto y quien esto escribe. Cada uno expuso su interpretación del cuento de Cortázar y los valores que le atribuía.
Para Ordaz, Cortázar es un escritor de referencia y se le notó en el entusiasmo con el que apuntó sus impresiones. No puedo menos que recordar su Gabinete de ciencias asturales, nítido homenaje al autor argentino, que escribió a cuatro manos con Juan Luis Martínez, y que para mí representa la piedra fundacional de la narrativa moderna en nuestra región, el eslabón entre los escritores asturianos que tuvieron que sufrir su oficio bajo la dictadura de Franco y los que nos subimos a sus lomos para seguir en la brecha. Al menos en mi caso, ese libro, junto con Prima Donna, también de Jorge Ordaz, y El asesinato de Clarín y otras ficciones, título freudiano donde los haya, de Francisco G. Orejas, fueron los que me llevaron a creer que escribir en Asturias, y hacerlo muy bien, era una posibilidad venenosamente atractiva.
Manolo Herrero es más de Cunqueiro que de Cortázar, pero diseccionó  «Las líneas de la mano» con maestría de cirujano y humor inteligente y socarrón, el que a mí más me gusta, ese que Rafa Reig reivindica como humor atlántico, el que no impone la carcajada sino que la propone mientras te obliga a reflexionar. Lea Omara, la trapecista quien quiera ampliar información o aspire a nota. Herrero concluyó que el relato de Cortázar hablaba de la eternidad, y lo hizo de una forma muy gráfica, extendiendo la línea de la vida de su mano izquierda a lo largo del brazo, ayudado de un bolígrafo a modo de bisturí.
A mí, el cuento de marras (¿qué diablos significará «de marras»?, se preguntaría Juan José Millás, el mejor microrrelatista español según mi criterio) me produjo desconcierto, esa sensación de no saber ante qué realidad te encuentras. No lo había pensado hasta entonces, pero llegué a la conclusión de que el relato hiperbreve tiene más de poesía que de narración. Aquí, el impacto de las palabras por sí mismas, su sonoridad, su textura, su capacidad para la sugerencia son más importantes que el quién, el qué, el cómo y el cuándo de una historia. En mi vida, solo escribí dos microrrelatos, tantos como poemas. No valgo ni para lo uno ni para lo otro, y, si por algo será, no toda la culpa ha de ser mía.
La sala se animó cuando Armando Murias invitó al respetable a intervenir. Las hordas de escritores que llenaban el foro se lanzaron en tromba a mirar el asunto desde todas sus aristas, desafiantes, atrevidos, inteligentes, aunque, al final, dejaron a todos los títeres con sus cabezas. Lo de nuestro acendrado cainismo es una leyenda injusta. Salieron a relucir Poe, Onetti, Chejov, Horacio Quiroga y, por supuesto, Cortázar, entre otros muchos. Y quedó en evidencia que España no ha sido llamada por el camino del cuento, por más que nuestra realidad financiera lo desmienta. Se salvó Ignacio Aldecoa y, de los vivos, nuestro Pepe Monteserín, que tomaba notas como un poseso, acaso preparando algunos de sus microtextos para La Nueva España, imprescindibles para quien quiera enterarse de qué va la cosa.
O sea, que nunca tan pocas líneas dieron para tanto. De verdad.
 
Manuel García Rubio es escritor. Acaba de publicar La casa en ruinas, Premio Ciudad de Salamanca de Novela 2012.