Una entrevista ligera a Raúl Castañón, por J. Havel y J. Lasheras. 21/08/2012

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Una entrevista ligera a Raúl Castañón
 
» Me relaja mucho el jazz vocal femenino
Por José Havel y Javier Lasheras. 
 

 ¿Qué valora más para elegir un acompañante?

Conversación y aportaciones compensatorias de mis carencias. Son plazas bastante abiertas y numerosas, como se ve.

 ¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?

A mi Oviedo. Es literalmente el aire que respiro desde siempre y se nota. Me fortalece y regenera, como le ocurre a cualquier otro animal en su hábitat.

¿Cuál es su principal defecto?

Dudo entre mi irritable flor de piel y mi enervante desinterés por una mayoría de cosas.

 ¿Y su principal cualidad?

Intento ser agradecido.

 ¿Qué libros lee cuando viaja?

Antes solía llevar dos de bolsillo por aquello de la variedad y la liviandad. Ahora llevo en formato electrónico lo que nunca podré leer.

¿Y qué está leyendo ahora?

Estoy saliendo (espero que algo menos ignorante) del Laberinto español, de Gerald Brenan.

 ¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?

Me es inevitable, sí.

 ¿Cuál sería su mayor desdicha?

La de cualquiera, perder la salud o las ganas de vivir.

 ¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?

La Ilíada, ya puestos a desear.

 ¿Dónde le gustaría vivir?

En la trama inmortal de más de un centenar de libros.

 ¿Cuál es su bebida favorita?

Depende de la hora. Puede ser agua, café o té. Con alcohol, el vino y la cerveza. Hasta el punto de que mi copa es una pinta de cerveza Guinness.

 Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.

Que recuerde ahora, El arco iris de gravedad de Pynchon.

 ¿Cuál es su ciudad preferida?

La mía. Aunque no tenga (aún) las llaves, es la que conozco mejor.

 ¿Quiénes son sus escritores favoritos?

Borges, Onetti, Saramago, Dostoievski…

 ¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?

Como frase-compendio me gusta la de Bertrand Russell sobre la dificultad de aprender en la vida los puentes que debemos cruzar y los que debemos quemar.

¿Qué música suele escuchar?

apenas, pero me gustan el soul y el blues, algo del folk irlandés y me relaja mucho el jazz vocal femenino.

 ¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?

Con Julio César, con Churchill, con Rick Blaine, con Ana Karenina, con Marilyn Monroe, con Catwoman…

 ¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?

Supongo que el precio fluctuará con los mercados, el oro y la madre que lo desp
achó. No es mal menú, en cualquier caso.

 Recomiende un par de obras de arte.

Ufff, sólo de pensarlo me sobreviene el síndrome de Stendhal y no puedo concretar.

 ¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?

Relatos nuevos, proyectos novelescos, mapas sin territorio todavía… Vaya usted a saber: son las historias las que eligen el cuándo y el cómo.

¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?

Mejor con bicarbonato.

 ¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?

La hipocresía que dobla y degrada la moral. Y por separado, pues por ejemplo las prisas, la falsedad y el dormir de menos.

 Recomiéndenos un libro que aún no haya leído. 

Anatomía de la melancolía de Robert Burton. Tiene siglos, pero suena a terapia necesaria de plena actualidad.

 Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.

Una clásica y otra reciente: Casablanca y Watchmen.

 ¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?

 El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati.

 ¿Qué suceso de la historia admira más?

El descubrimiento y aplicación de la electricidad.

 ¿Qué red social de internet prefiere?

Sólo conozco eso del «caralibro».

 ¿A quién le hubiese gustado entrevistar?

A algún dios del Olimpo, en algún momento de la eternidad.

 Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?

Culpable de algunos pensamientos, tanto impuros como impresentables; inocente del asesinato de Kennedy. Juro que en aquello no tuve nada que ver.

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