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Una entrevista ligera a Antonio Orejudo, por J. Havel y J. Lasheras. 23/07/2012

 
Una entrevista ligera a Antonio Orejudo
 
»No tengo riesgos, todo son ventajas.

José Havel y Javier Lasheras.
La compañía y la almohada.

¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?

Leer.

¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?

No tengo riesgos, todo son ventajas.

¿Qué valora más para elegir un acompañante?

Tengo familia. Hace tiempo que no elijo acompañante.

¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?

Mi barrio de Madrid. Creo que todo el mundo comprende las razones.

¿Cuál es su principal defecto?

La anticipación de situaciones futuras.

¿Y su principal cualidad?

La empatía.

¿Qué libros lee cuando viaja?

Novela ligera.

¿Y qué está leyendo ahora?

Solar, de McEwan.

¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?

Sólo si estoy tomando notas para una novela.

¿Cuál sería su mayor desdicha?

Perder alguna de mis plumas.

¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?

Libertad, de Franzen.

¿Dónde le gustaría vivir?

En Manhattan.

¿Cuál es su bebida favorita?

El gazpacho.

Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.

Manhattan Transfer y Ulises.

¿Cuál es su ciudad preferida?

Nueva York.

¿Quiénes son sus escritores favoritos?

Cervantes y Philip Roth.

¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?

Pompis.

¿Qué música suele escuchar?

La que ponen en la radio.

¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?

Con Tony Soprano.

¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?

En total, algo menos de 50 euros.

Recomiende un par de obras de arte.

Dos pinturas de Dubuffet .

¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?

Estoy en barbecho.

¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?

No leo crítica literaria.

¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?

Detesto a la gente que deglute en el cine.

Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.

Curso de Literatura europea, de Nabokov.

Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.

About se souffle y Con la muerte en los talones.

¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?

Siempre he hecho el camino inverso.

¿Qué suceso de la historia admira más?

La heroica toma de Perejil por el Gobierno de Aznar.

¿Qué red social de internet prefiere?

Twitter.

¿A quién le hubiese gustado entrevistar?

A Augusto Monterroso.

Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?

Inocente.

 

Antonio Orejudo es profesor universitario y escritor.

Una entrevista ligera a José María Guelbenzu, por J. Havel y J. Lasheras. 20/07/2012

 
Una entrevista ligera a José María Guelbenzu
 
»Soy muy buen compañero de viaje.
 
Por José Havel y Javier Lasheras. 
 
 
 
 
¿Qué valora más en un viaje?

El trayecto, lo más demorado posible.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Leer por placer u oír música.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Ninguno. Soy muy buen compañero de viaje.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
El gusto.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
A París, por fijación.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
La irritabilidad.
 
¿Y su principal cualidad?
 
La capacidad de ponerme en el lugar del otro.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
¿Policíacos?
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
La biografía de Dickens de Claire Tomalin.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Sólo cuando tengo que hacer crítica o impartir clase.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Eso ya lo contestaré cuando me suceda.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
Moby Dick
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
El vino de calidad.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
No se ha dado el caso, aunque algunas me han hecho sufrir.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Donosti.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Muchos.
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
«Con lo bien que iba todo…»
 
¿Qué música suele escuchar?
 
Jazz, clásica, popular (argentina y brasileña, sobre todo)
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Lo he hecho tantas veces, leyendo, que para qué.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
Todo depende del sitio, porque hay serias variaciones, excepto de la onza, que puede conseguirse por un par de euros.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
El Elogio del horizonte, de Chillida y El filósofo, de Fragonard.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Acabo de terminar una novela.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Con chile jalapeño
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
La ignorancia petulante, de mucho cultivo en este país.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
No tengo esa costumbre.
 
< span style=" ">Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Terciopelo azul y La noche del cazador
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
No recuerdo; creo que siempre lo he hecho al revés.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
La declaración de los Derechos Humanos.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Por ahora, y hasta que aclare, paso.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A Ernst Jünger
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Ni lo uno ni lo otro.
 
 
José María Guelbenzu es escritor, profesor y crítico literario. Ha obtenido, entre otros, el Premio de la Crítica y el Torrente Ballester de narrativa.
 
 

Una entrevista ligera a Care Santos, por J. Havel y J. Lasheras. 19/07/2012

 
Una entrevista ligera a Care Santos
»¿A quién se le ocurriría por primera vez asar una patata?
Por José Havel y Javier Lasheras.
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?

¿Cuál es su principal defecto?

¿Qué libros lee cuando viaja?

¿Es usted de las que leen con lápiz y papel a mano?

¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?

, de Dickens. Y La montaña mágica, de Thomas Mann

¿Cuál es su ciudad preferida?

Suites de Bach.

¿Con qué personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?

Recomiende un par de obras de arte.

¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?

Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.

¿Qué red social de internet prefiere?

Care Santos es escritora

Frontería, de Alejandro Fernández-Osorio, por J. Lasheras. 18/07/2012

  
Tradición de frontera
 

 Javier LASHERAS

 
Recuerdo que fue André Malroux quien dijo que la tradición no se hereda: se conquista. Y recuerdo también que fue el poeta Cintio Vitier quien afirmó que la poesía es una aportación súbita al universo. Si comienzo con estas palabras la referencia al nuevo libro de Alejandro Fernández-Osorio es porque creo que, a quienes se adentran por estos singulares y siempre fronterizos campos de batalla que es la literatura, les sienta bien el genio luminoso de los grandes creadores. Ellos supieron, y antes de ellos otros, que la creación nace bebiendo en la intemperie, rumiando ahí fuera, fuera de las murallas, lejos de las manos de los príncipes, los políticos y los banqueros, como los marranos antiguamente y como también sabe ya, a juzgar por la lectura de este libro —Frontería, Alejadro Fernández-Osorio.
Frontería es ser frontera. Esto está claro desde el inicio del libro, tal y como se nos advierte en el simulacro de prólogo. Pero Frontería, además de un tránsito o incluso de una estancia del ser, también es provocación, porque si ustedes en la soledad de su tiempo abren este libro, estarán incitando a sus partículas más elementales al pensamiento crítico, y retarán a sus semejantes siempre que sean capaces de retener, siquiera con amorosa cortesía, las palabras que franquean e inundan estos versos. Palabras que llegan para nombrar las texturas esenciales de la existencia y para desobedecer incluso a la propia lengua, tal y como reza un verso suyo: «librándome de la palabra comienzo a ser». Palabras que Alejandro también sitúa en la frontera para encantar con su ambivalencia y su ambigüedad, palabras que sirven para estar a un lado y a otro, arriba y abajo sin borrar las diferencias.
 
Pero el caso es que vivimos tiempos en que el futuro ya no es como era —ni será tampoco como nos dicen que será con esa cantinela angustiada y puntiaguda sobre nuestras gargantas y nuestros bolsillos— tiempos en que resulta muy difícil distinguir entre las diferencias que constituyen una certeza y las que conforman una impostura. No hay más que mirar a nuestro alrededor para percibir que el norte no es el sur, que el oeste olvidó su este o que nuestra mano izquierda propone y la derecha se impone.
Pienso que Alejandro Fernández-Osorio no es un impostor (si acaso tal vez un fingidor a la manera de Fernando Pessoa:
 
El poeta es un fingidor que finge constantemente, 
que hasta finge que es dolor,  
el dolor que en verdad siente.) 

y que nos ofrece esta Frontería como fruto de la experiencia de un viaje muy personal al conocimiento. Es cierto que asume un alto riesgo al entregárnoslo lleno de ritmos entrecortados, algún fraseo esquivo y quizá un lenguaje pretendidamente arcaizante, pero no menos cierto resulta que lo hace con la solvencia —casi siempre notable y sobresaliente a veces—, de quien sabe que las palabras atesoran un pasado, que la sugerencia es siempre una imagen llena de fuego y erotismo y que la vanguardia no se hace en las noches de farlopa, en los días de la vagancia o con buenos sentimientos. Y Fernández-Osorio sabe también que los fogonazos y los fotogramas de esta Frontería suya están habitados por «la luz indecisa», por «palabras de amor a medias», por galgos y serpientes, por pájaros y hombres llenos de hambre.
Si el inicio de la geografía poética de Fernández-Osorio, ese entréme donde no supe de San Juan de la Cruz —ya ven cómo él mismo se impone la medida y la mesura de la tradición— se sitúa en el origen del mundo, en el parto de una madre que continúa después por ese camino reconocido que es «el empuje a vagar sin certeza alguna hacia la calma», el fin de su territorio acaba merodeando por los cementerios marinos de Paul Valery y las precisiones, incluso las tipográficas, de Stephen Mallarmé, en un sin fin, en un no final quiero decir, «con las fronteras ardiendo en una pira» o lo que es igual, de nuevo en la mística de San Juan de la Cruz cuando dice «y quedeme no sabiendo».
Libro hermoso, de una sola pieza, corto en su factura material pero de larga longitud en la emoción que convoca para trascender la relación entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y su contexto, entre los hombres y cada palabra que nos nombra. Frontería es, sin fin, eso que vamos siendo: palabras de palabras que nombran otras palabras: porque la soledad del hombre es cierta y hay que escribirla todos los días en el más especializado laboratorio de la literatura de precisión que es la poesía.

Ya lo dijo D. Antonio Machado, En mi soledad / he visto cosas muy claras / que no son verdad. O dicho de otro modo más reciente y en palabras de Alejandro, quizás en referencia sutil a Ferdinand Celline: «No hay más remedio que vencerse para seguir viviendo». 

Una entrevista ligera a Toni Iturbe, por J. Havel y J. Lasheras. 18/07/2012

 
Una entrevista ligera a Toni Iturbe
 
»Soy muy bueno jugando al ping-pong
 
 
Por José Havel y Javier Lasheras 

 

 

 
¿Qué valora más en un viaje?
 
Volver a casa.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Practicar distintas posturas decúbito en el sofá.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Que alguien confíe su vida a mi sentido de la orientación.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Que no ronque, que no compre souvenirs de manera compulsiva y que hable un inglés que alguien entienda (no como el mío)
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
El Sognefiorden de Noruega. Porque allí fui feliz.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
El nerviosismo, la precipitación.
 
¿Y su principal cualidad?
 
Soy muy bueno jugando al ping-pong.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Libros que considero especiales. La lectura de un libro se asocia con el lugar donde lo lees.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
Hoy venía leyendo en el tren Un cielo pluscuamperfecto: Copérnico y la revolución del cosmos de Dava Sobel (Turner).
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Sólo con lápiz. Subrayo los libros, o los ensucio. Así los hago míos.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Morirme.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
Si es firmar el contrato y quedarme la pasta, El Código da Vinci.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
En un islote de la polinesia sin conexión a nada.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
El vino con gaseosa.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
El Ulises de Joyce y La Biblia.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Macondo.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Joseph Conrad, Saint-Exupéry, John Kennedy Toole, Muñoz Molina, Javier Marías…
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
«Sólo sé que no sé nada».
 
¿Qué música suele escuchar?
 
La percusión del teclado de mi ordenador.
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Cleopatra y Catwoman estarían bien.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
Si me cobran más de 40 euros me cabreo.
 
Recomiende un par de obras de ar
te.
 
Los acantilados de Moher en Irlanda y las cataratas del Iguazú.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Estaba escribiendo el recurso a una multa de tráfico. Hay que echarle mucha literatura para que te perdonen 100 euros.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Mejor a solas, pero en vaso corto.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
La falta de teología y geometría: la incapacidad que tenemos para ser conscientes de nuestra propia estulticia.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
El Código de circulación.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Senderos de gloria de Kubrick y Bienvenido Mr. Marshall de Berlanga.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Memorias de África de Dinesen.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
La revolución pacífica por los derechos fundamentales de la gente de raza negra liderada en Estados Unidos por Martin Luther King.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Ninguna.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A Cervantes.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Culpable

 
Toni Iturbe es periodista y escritor. Dirige la revista Qué Leer

Una entrevista ligera a Juanjo Barral, por J. Havel y J. Lasheras. 17/07/2012

Una entrevista ligera a Juanjo Barral
 
»Yo también soy un aprendiz de mí mismo.
 
Por José Havel y Javier Lasheras
 
 
  
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
El descubrimiento constante. El camino es vida (Kerouac).
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Suelo preguntar a las 8 de la tarde que les apetece a ellas.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
No practico deportes de riesgo.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Que tenga curiosidad y que la contagie.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
Monument Valley. Un sitio fascinante, de increíble y árida belleza.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
Hace unos años Miguel Munárriz me regaló “El arte de la prudencia”, de Baltasar Gracián. Supongo que venía al caso.
 
¿Y su principal cualidad?
 
Quizá la aspiración a corregir los defectos. Yo también soy un aprendiz de mí mismo, como dice José Luis Sampedro.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Un clásico pendiente, que hay muchos, y una obra de algún autor asturiano contemporáneo.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
Menudo reparto, de Jonathan Coe (novela) y los últimos poemas de Braulio García Noriega.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Tengo siempre cerca una libreta en la que recojo frases que me habría gustado escribir a mí.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Perder el amor de Claudia y Mila.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
Altazor, de Huidobro; Manhattan Transfer, de Dos Passos, por poner dos (pasos).
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
Me tienta Nueva Zelanda.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
La sidra con unos colegas. Mientras hay sidra hay esperanza.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
Las termino prácticamente todas. Es difícil que una novela acabe conmigo, pero en los últimos años me ha ocurrido con dos grandes obras de dos escritores a los que admiro: Meridiano de sangre, de McCarthy, y La broma infinita, de Foster Wallace. La primera, tan violenta, me desasosegaba demasiado. La segunda, extremadamente densa y conceptual, me dejó exhausto a la altura de la página 694.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
 Amsterdam: hermosa, culta, tolerante y libertina. Es fácil enamorarse de ella.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
La lista aumenta todos los años. Entre los últimos en sumarse podría citar a Ian McEwan, Kirmen Uribe y Leonardo Padura.
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
Mis certezas desayunan dudas, del maestro Galeano.
 
¿Qué música suele escuchar?
 
Pop, rock, folk, soul, jazz… Hace unos años me hice con el magnífico 1001 discos que hay que escuchar antes de morir y estoy rellenando huecos mientras aplazo la cita.
 
¿Con qué personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Con Nabokov y con Lolita, por separado. Ahora en serio: pongamos Espartaco y Lisbeth Salander.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
¿En el Alimerka o en Harrods? 
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
Cualquier cuadro de Malevich. Cualquier fotografía de Chema Madoz.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Me espera una nueva entrega del Cuaderno de Almerí
a. Ya sabe, poemas del natural.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Sensata. La crítica con saña no entra.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
La irresponsabilidad, la grosería. Juntas ni te cuento.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
Me hablan muy bien de La doctrina del shock, de Naomi Klein.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
El padrino, Billy Elliot.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Los timadores de Stephen Frears me descubrió la magnífica novela de Jim Thomson.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
La Revolución Francesa. La conquista del voto femenino. La primavera árabe. El 15-M genuino y Occupy Wall Street.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
No me gusta enredarme.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A Patricia Highsmith.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
En el fondo soy una persona bastante «inocente», y supongo que de eso soy yo principalmente «culpable».
 
Juanjo Barral es periodista y escritor.
 
 
 
 
 

Una entrevista ligera a Gonzalo Moure, por J. Havel y J. Lasheras. 16/07/2012

Una entrevista ligera a Gonzalo Moure

»Las manos libres para acariciar las páginas
o pasarlas con furia e impaciencia

Por José Havel y Javier Lasheras

 

¿Qué valora más en un viaje?  

Conocer de verdad a la gente. El paisaje, siempre por debajo del paisanaje.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde? 
 
Una cerveza para hacer balance del día, para saber si ha sido un día más, o ha sido un día menos.
 
 
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Mis despistes. Gloriosos, magníficos, pero también insufribles a veces.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Su capacidad empática: no conmigo, sino con el paisanaje.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
Leyuad, el enclave mágico y telúrico del Sáhara Occidental, casi inaccesible para un occidental. Porque allí me encontré a mí mismo, sin estar encantado de conocerme.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
El de todos: el egoísmo. Y sus variantes narcisista, victimista y solipsista.
 
¿Y su principal cualidad?
 
La capacidad para descubrir algo que pasa inadvertido a los demás.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Mezclo los que ya estaba leyendo con los de los del lugar.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
A Laura Antillano, venezolana, comunista, generosa, incansable, y extraordinaria escritora. Y a Enrique Pérez Díaz, el editor cubano por antonomasia, que también escribe poesía y literatura «sobre» niños y jóvenes.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Las manos libres para acariciar las páginas o pasarlas con furia e impaciencia.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
No volver a escribir.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
Firmar, ninguna (sonrisa). Escribir, la Odisea, para conocer aquel mundo remoto y, después, volver. Aunque me hubiera encantado ser un piojo en la cabeza de Samuel Beckett.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
O aquí donde vivo, Figueras de Asturias, o en un exoplaneta habitable sin PP ni iglesia alguna.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
Cerveza, especialmente en el aperitivo. También me gusta el «elben tam», leche de camella fermentada. Luego el vino, el whisky, la sidra, y por fin el agua fresca.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
El Ulises (confieso) y todo Faulkner, de cabo a rabo.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Si no tuviera más remedio (si no lo tuviera, insisto y suplico), elegiría Gijón.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Cormac McCarthy y Samuel Beckett.
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
Escrivivir, sin cursiva ni comillas.
 
¿Qué música suele escuchar?
 
Toda la que logra emocionarme.
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Con Francis Drake, en el puente de la Revenge, cruzando el Cabo de Hornos y con dos biodraminas. Y con Ignatius Reilly, trajinando perritos calientes en Nueva Orleans. No, mejor: con Annie Talarico (Lucia Micarelli en Treme) componiendo una canción de amor melancólico en un garito, también de Nueva Orleans.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
17 euros con 60 céntimos. Tengo un don para calcular precios. Se hacen presupuestos.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
Cualquier marina dorada de Turner, cualquier monje blanco de Zurbarán.
 
¿En la escri
tura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
En una entrevista con el fantasma (ambos sentidos, creo) de mi padre en un garito de la Boca. Y en un álbum que se llamará La verdad es una mentira que aún no ha sido descubierta.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Con trituradora de papel o con papelera virtual.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
El fariseísmo, sobre todo desde que derrotó y se apropió del cristianismo. Al mismo tiempo y por separado.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
El próximo de Murakami.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Baba Aziz, del tunecino Nacer Khemir, y Los muertos, de John Huston y James Joyce.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Los muertos, que me volvió a llevar a Dublineses de un modo distinto. Grande, Huston.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
La expulsión del imperio británico de la India, by Ghandi.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Facebook, por la (posible) socialización instantánea de la verdad o la belleza.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
Eh, que soy muy curioso, y la lista es interminable. Carl Sagan recién muerto, Judas Iscariote antes de la última cena y después, HAL con la nave vacía, Diógenes sin taparle el sol…
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Como el replicante Roy Batty, inocentemente culpable.
 

Manolo Abad: “Vivimos en una sociedad del silencio”. Por Lauren García. Fotos de Pablo Lorenzana.

La pluma impenitente de Manolo Abad exprime de forma insolente a los personajes que crea, los moldea a golpe de hacerlos creíbles en medio de los incesantes maltratos de la vida. Su último libro Viajes al fondo del precipicio (Turbulencias, 2012) contiene buena dosis de acción, noches enconadas donde se apura la última copa como un sueño marchito y seres dolidos, sobre los que el escritor asturiano arroja pertinentes gotas de realidad cristalina y carne herida. Viajes al fondo del precipicio, segundo libro de Manolo Abad tras Vasos sucios en la madrugada (Septem, 2008), sonsaca los vicios y penurias de una sociedad que se tambalea como un borracho a pie de barra; su autor sabe que quizás todas las artes puedan resumirse en una.

—Muchas de las tramas de su nuevo libro se refieren al poder y sus círculos concéntricos, ¿por qué se centra tanto en este aspecto? 
 
En cada uno de los libros de relatos parto de una serie de ideas-base que van impregnando a cada uno de los cuentos. En Viajes al fondo del precipicio una de esos, bien podríamos llamarlos, cimientos era la venganza, la reacción ante la injusticia. La sociedad actual avanza hacia una separación cada vez más radical entre ricos y pobres, con una clase media ahogada, desaparecida. Ese desequilibrio acentúa los abusos y ahí se encuentra un caldo de cultivo ideal para alguno de mis relatos, con un poder servil a los intereses de los pudientes… Un aspecto que nutre la serie negra desde siempre y que también se presenta en este segundo libro de relatos mío pero desde una perspectiva no ya de un género negro puro, como sucedía en Vasos sucios en la madrugada sino más desde algo que podríamos denominar realismo negro. 

—También está muy presente la noche con el alcohol y todas sus tentaciones…  

Sí que hay algunos relatos donde la noche es el escenario, pero, bueno, hay otros donde no aparece para nada: "Friday, I´m in love", "La cruz de San Pancracio", "Sueño de papel", "La culpa"…  
 
—Le agrada poner a sus personajes en complicaciones, ¿las vidas ejemplares no tienen cabida en su literatura?

Tanto como que me agrade… (Risas). No creo en las vidas ejemplares, siempre hay alguna zona oscura dentro de nosotros. Que tire la primera piedra quien no la tenga. Pero sí que, llevando a muchos de mis personajes a situaciones límite, podemos conocer algunas reacciones a las que todos estamos expuestos. La sociedad actual tiene un alto componente de hipocresía, de simulación, probablemente por una perversa utilización que los medios de comunicación hacen de muchas vidas privadas realmente repugnante. Vivimos en una "sociedad del silencio", como cantaban Lagartija Nick en aquella canción (la letra decía "La sociedad del silencio vuelve a enmudecer"), una sociedad despiadada en esos silencios de conveniencia, hipócritas. Una sociedad más pendiente del qué dirán o de la apariencia que de la esencia del ser, de vidas ejemplares que no son más que mentiras para ejemplificar y justificar el modo en que ejercitan su poder los más pudientes.  

—¿Le cuesta menos escribir sobre mundos que conoce bien como la literatura y el periodismo?

No te creas. Dice mi buen amigo Ignacio del Valle que le cuesta trabajo escribir sobre la actualidad porque le cuesta distanciarse. En mi caso, también existe la dificultad de esa cercanía. Sin embargo, lo que sí sucede es que las historias ambientadas en esos mundillos sí que surgen con mayor facilidad. A partir de la génesis de cada una de esas historias es cuando comienzan los problemas (risas) para tratar de conseguir la distancia.   

—Como ya evidenciaba en su anterior libro Vasos sucios en la madrugada, ¿tiene una deuda manifiesta con la literatura y el cine negro?

Sí, claro. En mis años más inciertos y confusos de estudiante universitario me volqué en la lectura. Me pasaba jornadas enteras "pirando" en la Biblioteca Pérez de Ayala de Oviedo, empapándome de literatura y, en especial, de serie negra. Lo del cine negro viene de mi formación francófona, muchos años de estudiante en la Alianza Francesa de Oviedo. Su director, Lucien Cugnac, era un fanático del polar y organizaba ciclos en versión original en el salón de actos. Y también se veían muchos clásicos de la serie negra americana y francesa en el segundo canal de TVE. Hoy es verdaderamente complicado acceder a este tipo de cine. Una pena.  

—¿Es un riesgo publicar en una  editorial nueva e independiente como Turbulencias?

Es evidente que hay una parte de riesgo clara al ser uno mismo quien lleva las riendas de todo el proceso. En mi caso, me ha ayudado la experiencia de seis años al frente de la revista cultural Interferencias. Tiene una parte de riesgo, pero, por otro lado, al estar tan cerca de todo el proceso de edición y distribución, las satisfacciones son mayores, aunque haya que redoblar esfuerzos. Y, lo mejor de todo, es que uno sabe exactamente lo que vende y, casi, casi, a quien llega. Puedes destinar los ejemplares que quieras a promoción y no tener que estar a expensas de que los tipos de la editorial hagan o no su trabajo. Es algo que está sucediendo en el mundo de la música y que, poco a poco, va dándose en el literario. Eso sí: hay que estar dispuesto a trabajar muy duro por tu obra.  

—Con la perspectiva de haber colaborado muchos años en numerosos medios de comunicación, ¿qué le sobra y de qué adolece la cultura asturiana actual?

Le sobran charlatanes y aprovechados. Falta una proyección exterior y un afianzamiento de puertas adentro, perder e
sos complejines y llegar al público asturiano (o que cada uno encuentre su espacio dentro de ese público). Por último, capillitas, zancadillas y puñaladas traperas también me sobran, aunque, me temo, que son inevitables.
 

Una entrevista ligera a Jesús Palacios, por J. Havel y J. Lasheras. 13/07/2012

 

Una entrevista ligera a Jesús Palacios
 
»Amigo mío: nadie es inocente.
 
Por José Havel y Javier Lasheras.
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
Llegar con vida.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Apagar el ordenador.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Morir de aburrimiento buscando lugares imposibles.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Que sea capaz de aguantarme.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
Praga. Para arrancarle el secreto del Golem y la vida eterna.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
No tengo ninguno… bueno, quizá un exceso de modestia.
 
¿Y su principal cualidad?
 
Mi saber enciclopédico.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Depende del lugar al que viaje. Suelo llevar autores del país, ciudad o región que visito.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
El Homóvil de Jesús López Pacheco.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
No, pero sí con un montón de papelitos para ir señalando páginas.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Que me regalaran un e-book.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
Lolita de Nabokov.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
En lo profundo del bosque.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
La sangre de virgen. Pero es casi imposible de encontrar.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
Cien años de soledad, que para mí fueron unos diez minutos, y En busca del tiempo perdido, que adoro, pero nunca encuentro tiempo para poder terminar.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Me temo que, nuevamente, Praga. Siempre Praga.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
¡Uf! Muchos: Lovecraft, Nabokov, Capote, Dostoyevski, Hrabal, Camille Paglia, Flaubert, Clark Ashton Smith, Borges, Chandler, Chesterton, Robert E. Howard, Ladislav Klima, Bulgákov, Poe, Gore Vidal, Andréy Beli, Jean Ray, Jean Giono… No están todos los que son, pero son todos los que están.
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
Quizá aquella de Woody Allen: «es benigno». Y una de Lewis Mumford que cito de memoria y mal, pero es más o menos: «El recipiente nunca debería evolucionar más deprisa que su contenido».
 
 
 
¿Qué música suele escuchar?
 
Variada. La llamada clásica —del Barroco y el Renacimiento a los modernos y vanguardistas, me gusta mucho la música inglesa del XX: Vaugham Williams, Elgar, Britten, Walton…—, música electrónica y techno, rock duro y psicodélico, pop, música folklórica de lugares absurdos, jazz, chanson francesa… No sé, menos flamenco y fusión, de todo.
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Históricos: el Hombre de Piltdown y el Barón de Munchausen. Ficticios: Tura Satana y Jayne Mansfield.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
El jamón ibérico -¡hace tanto que no lo como!- debe estar como mínimo entre 13 y 20 euros los 100 gramos, una copa de vino decente (rioja o ribera) entre 1.80 € y 2.50 €, un libro de poemas —como suelen ser finitos— entre 12 y 20 € (aunque yo los suelo comprar de segunda mano: de 2 a 8 €) y una onza —peso cuya equivalencia me evade—, o sea, una tableta, de Lindt al 70 % de cacao con unas «gotas» de sal de mar, 1,70 € y a veces, Dios es grande, la segunda unidad a mitad de precio.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
La Venus de Willendorf y El ojo que todo lo ve de Odilon Redon.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Una novela inacabada.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Con estilo y más literaria que crítica.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
La economía. Por separado: la ignorancia, el fanatismo y la publicidad.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
Lucifer Circus de Pilar Pedraza.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Faster, Pussycat, Kill! Kill! de Russ Meyer y ¿Qué tal Pussycat? de Clive Donner.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Si vale serie de televisión, gracias a una vieja serie alemana de los 70, que ponían en televisión cuando era niño (ahora solo ponen series americanas y españolas), descubrí las maravillosas aventuras de El soldado Schweik de Jaroslav Hasek.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
El hundimiento de la Atlántida.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
¿Qué es una red social de internet?
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A Orson Welles.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Amigo mío: nadie es inocente.
 
Jesús Palacios es escritor, crítico de cine y asiduo colaborador y especialista en diversos festivales.

 

 

Una entrevista ligera a Ada Menéndez, por J. Havel y J. Lasheras. 12/07/2012

 Una entrevista ligera a Ada Menéndez

 
»Estoy priorizando más mi vida personal que la poética.
 
Por José Havel y Javier Lasheras
 
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
El/la acompañante/s.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
El amor en mi nuevo chaise longue.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Que me dé la vuelta si no me gusta el/la acompañante/s.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Que lleve mi ritmo vital y no me estrese con maratones turísticos.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
La casa de mis abuelos, en un pueblo de Salas. Porque ahí jugaba de pequeña en madreñas, cocinaba guisos de barro para los caracoles, me lavaba la cara en una palangana y desayunaba leche recién ordeñada de las vacas que teníamos en la cuadra.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
La impaciencia, sobre todo con los/as poetas que van por ahí representando un papel de sí mismos.
 
¿Y su principal cualidad?
 
La impaciencia, conmigo misma.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Sobre todo revistas: Muy Interesante, National Geographic e Interviú.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
La antología de poesía matemática, dirigida por Jesús Malia y editada en Ediciones Amargord: ∏OETAS.
 
¿Es usted de las que leen con lápiz y papel a mano?
 
Yo no soy tan intelectual ni interesante, hace tiempo que no escribo nada a mano. Y cuando leo, leo.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Tener que trabajar toda la vida de lo que trabajo ahora (soy comercial para un centro de enseñanza no reglada).
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
La mía propia. No tiene sentido desear firmar una obra publicada que no sea la propia porque entonces es que no soy tan buena u ocurrente como para haber podido escribir algo así.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
En la casa de mis abuelos.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
El colacao.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
Cualquiera de Pérez-Reverte y Lucía Etxebarría. Aunque tengo sin terminar una de Javier Marías (Mañana en la batalla piensa en mí) porque me pareció un verdadero tostón. Ah, bueno, has dicho «grandes novelas»… en ese caso Cien años de soledad  (me perdí en el árbol genealógico) y El Quijote (sólo he podido leerme la versión ilustrada infantil).
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Gijón, por supuesto.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
J.D. Sallinger, Tennessee Williams, Saramago y P
elayo Fueyo, por ejemplo.
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
«Soy sólo un verso que está equivocado», de Manolo Tena.
 
¿Qué música suele escuchar?
 
Folk, sobre todo norteamericano.
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Sin duda, con Máximo Décimo Meridio. Y a solas.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
Nunca he comprado jamón ibérico puro de bellota. Tampoco me gusta el vino y no lo compro. Un libro de poemas son sólo 10 pavitos de nada y la onza de chocolate yo calculo que saldrá a 15 céntimos.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
La pintura La bella durmiente, de Frederic Leighton. La película Funny Games, de Michael Haneke (versión austríaca).
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
En nada, estoy priorizando más mi vida personal que la poética.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
A solas.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
A un mismo tiempo: la política y el sindicalismo politizado. Por separado: detesto madrugar para trabajar, odio trabajar por las tardes y me cabrea trabajar en verano.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
Si no lo he leído, no puedo recomendarlo. Aunque estoy convencida de que cualquiera de Saramago estará bien.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Un tranvía llamado deseo y American Beauty (y Gladiator!!).
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Siempre me ha pasado a la inversa.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
 El fin de la segregación racial.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Facebook.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A Kurt Cobain.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Inocente, yo no estaba allí cuando ocurrió.
 
Ada Menéndez es autora de varios libros de poemas e imparte talleres literarios en la Escuela de Escritura Alternativa LITTLE BECKY