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Donde nadie me llama, encuentro con Fernando Beltrán. 10/05/2012

 VIERNES 11 DE MAYO

VALEY CENTRO CULTURAL DE CASTRILLÓN

“Donde nadie me llama”HORA 19,00 horas

Encuentro con el poeta FERNANDO BELTRÁN (Oviedo 1956) en un recorrido comentado por los distintos poemarios del autor.(1980-2011); poeta, profesor del Instituto Europeo de Diseño y de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid y fundador del estudio creativo El Nombre de las Cosas. Presenta, Leopoldo Sánchez Torres, director del Aula de las Metáforas

Exposición «Mujeres Encontradas» de Fernando Beltrán , situada en el Foyer del Teatro (11 al 27 de mayo)

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“Versus Mundi”HORA 20,00 horas Una muestra comentada y en boca de algunos de los protagonistas de la poesía más joven: CRISTIAN DAVID LÓPEZ, SARA TORRES, JOSÉ LUIS SEVILLANO Y ANA VEGA. Dirigidas las lecturas y la charla con los asistentes al acto por el poeta extremeño, crítico literario, profesor de la Universidad de Oviedo y director de la Revista Clarín, JOSÉ LUÍS GARCÍA MARTÍN.

Comunicado de la Junta Directiva de la AEA. 10/05/2012

 

                             COMUNICADO DE LA JUNTA DIRECTIVA
 
Oviedo, 8 de mayo de 2012.
 
Estimados Silvia Cosío e Inaciu Galan:
 
En nombre de la Junta Directiva de la Asociación de Escritores de Asturias, les agradecemos tanto el amable escrito que nos ha hecho llegar el señor Galán como el Manifiestu remitido por la señora Cosío.
En efecto, la convocatoria de los XIII Premios de la Crítica de Asturias no incluyen por el momento las modalidades en asturiano. Ello es debido a las siguientes razones:
1.- La Asociación de Escritores de Asturias «Adenda» es una asociación de carácter cultural que se rige por unos estatutos aprobados democráticamente y que tiene como objetivos los siguientes:
 
ARTÍCULO 2.- La asociación tiene los siguientes fines: la promoción y difusión de la obra de los escritores nacidos o residentes en Asturias, así como la defensa de sus derechos e intereses.
 
ARTÍCULO 3.- Para el cumplimiento de estos fines se realizarán todas aquellas actividades que contribuyan a los fines de la asociación y, en concreto, aquellas destinadas a la promoción y difusión de los escritores nacidos o residentes en Asturias.
 
2.- Los premios tienen su antecedente en los Premios Apolo, que fueron convertidos en Premios de la Crítica de Asturias en lengua española en el año 2000. Posteriormente, por iniciativa del entonces presidente de la AEA, con el acuerdo de la Junta Directiva y ratificado por la Asamblea, se extendieron a varias modalidades en lengua asturiana. La iniciativa, sin duda alguna, respondía a un esfuerzo por atraer a nuestra asociación a más autores que publicaban en lengua asturiana de los que en aquel momento había en la misma. El objetivo era construir una Asociación en la que ellos también participaran y se sintieran representados. Para ello nunca tuvimos en cuenta la promoción de la lengua asturiana ni valoramos procesos de normalización lingüística o consideraciones sociopolíticas.
 
3.- Desde entonces, y durante nueve años, hemos puesto los medios humanos y materiales para su realización, si bien es necesario advertir que siempre ha resultado muy difícil y complejo llevarlos a cabo, y ello a pesar de la colaboración puntual de algún socio y del trabajo desinteresado de coordinadores y miembros de los diversos jurados. En este punto, y transcurrido este tiempo, constatamos una vez más que la AEA ha fracasado en este objetivo, por cuanto la presencia de autores que escriben en lengua asturiana dentro de la Asamblea de Socios siempre ha sido minoritaria y su representación actual en la Junta Directiva, inexistente. Es decir, el 99% de todo lo que se ha realizado para los autores que escriben en lengua asturiana se ha hecho gracias al esfuerzo y la generosidad de otros autores que no escriben en lengua asturiana. No es nada que nadie tenga que agradecer. Tan sólo se trata de un hecho constatable y objetivo.
4.- Como es habitual en toda asociación, la Junta Directiva, elegida en una Asamblea Extraordinaria, lleva a cabo las actividades culturales que considera oportunas en virtud de las directrices marcadas por la Asamblea y aquellas otras pertinentes cuando la situación así lo requiere. Y también como es lógico en toda asociación, existen una serie de prioridades que vienen marcadas por la presencia responsable y la opinión activa de sus socios.
 
5.- La AEA, en tanto que carece de carácter profesional, no puede bajo ningún concepto arrogarse el derecho de representar a todos los escritores de Asturias. No obstante, siempre hemos procurado, en la medida de nuestras posibilidades, que todas nuestras acciones y actividades favorecieran a todos los escritores sin distinción alguna.
 
6.- La convocatoria de los Premios de la Crítica de Asturias, en tanto que actividad cultural de esta asociación dentro de su programación anual, no puede suponer un derecho adquirido por nadie, sea cual sea su condición o su lengua ni, por supuesto, ninguna obligación de ningún carácter —ya sea cultural, político, social o moral— tanto para la AEA como para los órganos que la rigen. De hecho, con anterioridad a esta convocatoria ya se habían suprimido o cambiado algunas modalidades y también otras muchas actividades habían dejado de realizarse. Y de ello no puede inferirse que en algún momento hayamos apartado ni negado la lengua española o la asturiana.
 
7.- Por otra parte, la situación política del Principado de Asturias ha hecho que, a día de hoy, la AEA haya pasado de contar en los Presupuestos Generales del Principado de Asturias para 2011 con una partida presupuestaria notable para realizar diversas actividades culturales, a otra situación que inevitablemente nos ha abocado a suprimir, recortar, priorizar y ordenar actividades dentro de nuestro plan anual. En este punto, es bueno recordar que el anteproyecto de presupuesto del Principado de Asturias del actual gobierno en funciones para el año 2012 arrojaba para la Asociación de Escritores de Asturias la nada despreciable suma de 0 euros. Posteriormente —y a menos que estemos equivocados, algo que en este punto nos alegraría sobremanera—, en la prórroga presupuestaria, y por el momento, no aparecemos. Estas palabras no representan ninguna queja: no es este el lugar ni el momento. Tan sólo se trata, de nuevo, de un hecho constatable y objetivo.
 
8.- Dado que sólo contamos con los ingresos procedentes de las cuotas de los socios, hemos tomado decisiones que incluyen, entre otras, elegir cuáles son las actividades básicas de la Asociación y darles un orden de prioridad a cada una para tratar de llevarlas a buen término. Una de ellas es la convocatoria de los «Premios de la Crítica d’Asturies» en las modalidades en lengua asturiana. Sin embargo, ésta no es la actividad fundamental de la Asociación y por eso, y de momento, aún no han sido convocados. De igual manera tampoco sabemos si podremos realizar el acto de entrega de los premios o la celebración de las XII Jornadas de Literatura así como otro tipo de actividades entre las que se incluyen, por citar sólo un ejemplo, la publicación de autores asturianos. Al respecto, nos hubiese gustado contar con el apoyo, la comprensión y la voluntad de ayuda por parte de los autores a quienes están dirigidos nuestros premios en lengua asturiana.
 
9.- Recientemente, el día 28 de abril de 2012, se ha publicado en el BOPA la resolución por la que se aprueba la convocatoria de las subvenciones para programas de actividades culturales de asociaciones. Por supuesto, la AEA, en el ejercicio de su derecho va a presentar su programa anual de actividades y, entre ellas, propondrá al igual que en otras convocatorias los Premios de la Crítica de Asturias tanto en español como en asturiano. Todo ello sin menoscabo de las acciones oportunas que esta Junta Directiva considere necesario realizar para encontrar apoyos a nuestras actividades.
 
10.- Aunque parezca obvio recordarlo, la AEA mantiene y ha mantenido siempre un exquisito respeto por todos los escritores, por sus obras y por la lengua que utilizan.
 
11.- No podemos permanecer al margen de un texto titulado Manifiestu de protesta pola exclusión de les obres en llingua asturiana de los Premios de la Crítica y que hemos recibido a través de la señora Silvia Cosío Vaquero.
A este punto podríamos pensar que los firmantes del texto no saben lo que escriben y que quienes lo hemos leído no sabemos entender lo que leemos. Pero seamos sensatos y bondadosos y pensemos que los firmantes no son seres inocentes y que saben leer y escribir a la perfección, así como que en la AEA saben leer y entender los textos que les hacen llegar.
En primer lugar se dice que: «Escudándose nel argumentu de la crisis y de que se presenten poques obres a la convocatoria, l’Asociación d’Escritores d’Asturies decide escluyir a les obres n’asturianu de la so convocatoria de Premios de la Crítica». Pues bien, que nosotros sepamos esta asociación no se escuda en nada ni lo ha hecho nunca. Los argumentos que ofrecemos son claros y exactos y en nada hieren ni a nadie ofenden.
A continuación se lee que: «Esto significa apartar ya negar reconocimientu a una parte de la realidá asturiana». Dejando al margen la interpretación sobre la «realidá asturiana», debemos manifestarles que no es así, que la no convocatoria no significa negar nada, así como su convocatoria en el pasado tampoco significaba afirmar algo. De hecho, nuestras jornadas de literatura siempre son publicitadas en lengua española y asturiana y, hasta la fecha, la presencia de escritores que usan la lengua asturiana y de otros escritores que usan lenguas cooficiales en otras comunidades de España siempre ha sido estimable. Además, nuestra asociación no se ocupa ni tiene por objetivo la promoción de ninguna lengua. Y a mayor abundancia, cualquier texto escrito en lengua asturiana, y dirigido a nuestra página web o a nuestra revista digital LITERARIAS, siempre ha recibido el mismo tratamiento que los recibidos en cualquier otra lengua.
Respetando las opiniones tan particulares de los párrafos siguientes del Manifiestu, no quisiéramos pasar por alto el último que dice: «Ye por eso qu’atalantamos qu’esta ye una midida mezquina ya inxusta y por ello nun sólo espresamos el nuesu malcontentu sinón que pidimos que l’Asociación rectifique en ficies de que la mayoría los/es socios/es d’esa Asociación, munchos d’ellos/es escritores en llingua asturiana, nun comparten la decisión nin los argumentos que la sustenten». Ante estas palabras sólo podemos disentir por cuanto pudiera parecer que el gasto que hemos realizado en estos premios procediera del bolsillo ajeno, que todo el trabajo y esfuerzo para lograr realizarlos careciese de valor y de precio o que todo el proceso hubiese estado al cuidado de cabezas y manos completamente ajenas a la AEA. Apreciamos que los firmantes del Manifiestu se interesen tanto por estos premios que han despreciado con su ausencia continuada a la hora de trabajar para conseguirlos y en muchos casos con su indiferencia. Pero no es bueno ni aconsejable tomar por acciones injustas ni mezquinas aquellas que se derivan de la falta de compromiso de unos autores que han estado siempre invitados a participar y formar parte de la Asociación de Escritores de Asturias. Recordamos que la AEA convoca los Premios de la Crítica de Asturias, pero que no puede ser siempre de su competencia estar vigilante para que los autores y sus obras se presenten a concurso. En todo caso, nosotros respetamos escrupulosamente el dinero procedente del erario y respondemos de su uso ante las administraciones competentes. Además, nuestras acciones están sometidas al control y a la crítica de la Asamblea de Socios de la Asociación de Escritores de Asturias.
Por tanto, nada tenemos que rectificar y sí mucho por hacer. Por nuestra parte, desde nuestro trabajo cotidiano y con toda humildad, les invitamos a que antes de escribir se informen adecuadamente y actúen de buena fe.
Como siempre, deseamos que estas palabras sirvan, por enésima vez, para invitar a todos los escritores nacidos o residentes en Asturias a formar parte cuando lo estimen oportuno de la Asociación de Escritores de Asturias. Nuestros ojos y nuestros brazos siempre estarán abiertos a todos.
Cordialmente, reciban un afectuoso saludo de
 
 Mariano Arias
Presidente de la Junta Directiva de la AEA.
 
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Texto remitido por Silvia Cosio. Ed. Suburbia.
Manifiestu de protesta pola exclusión de les obres en llingua
asturiana de los Premios de la Crítica

Escudándose nel argumentu de la crisis y de que se presenten poques obres a la convocatoria, l’Asociación d’Escritores d’Asturies decide escluyir a les obres n’asturianu de la so convocatoria de Premios de la Crítica.
Esto significa apartar ya negar reconocimientu a una parte de la realidá asturiana. La industria editorial n’asturianu goza de prestixu tanto dentro como fora d’Asturies y ente les voces más reconocíes ya imprescindibles del panorama lliterariu asturianu alcontramos nomes cuya carrera ta vinculada a la llingua asturiana, la lliteratura asturiana d’anguaño nun podría entendese ensin l’aportación d’estos/es escritores nin sin la presencia de la llingua.
Desgraciadamente tamos acostumaos a que s’use la crisis como sida y escudu pa esconder les verdaderes intenciones idolóxiques qu’enmazcaren les midíes que se suelen tomar pa combatila. Los/es actores de la realidá lliteraria y cultural fecha n’Asturies y n’asturianu nun mos dexamos engañar énte argumentos tan infantiles, y entendemos esta midida como lo que realmente ye: un ataque a la llingua asturiana y una falta de respetu a los/es escritores nesti idioma. Pero principalmente ye un ataque a la cultura asturiana y un intentu d’enfrentar a
los/es autores, dao qu’entendemos que con independencia de la llingua na que tean escrites les sos obres, la so aportación pal arriquecimientu cultural d’Asturies ye evidente. Esti tipu d’acciones y argumentarios paecen querer incidir na supuesta división de la vida cultural asturiana cuando toes y toos somos parte del so desarrollu y ameyora.
Ye por eso qu’atalantamos qu’esta ye una midida mezquina ya inxusta y por ello nun sólo espresamos el nuesu malcontentu sinón que pidimos que l’Asociación rectifique en ficies de que la mayoría los/es socios/es d’esa Asociación, munchos d’ellos/es escritores en llingua asturiana, nun comparten la decisión nin los argumentos que la sustenten.

Escudándose en el argumento de la crisis y de que se presentan pocas obras a la convocatoria, la Asociación de Escritores de Asturias decide excluir a las obras en asturiano de su convocatoria de Premios de la Crítica.
Esto significa apartar y negar reconocimiento a una parte de la realidad asturiana. La industria editorial en asturiano goza de prestigio tanto dentro como fuera de Asturias y entre las voces más reconocidas e imprescindibles del panorama literario asturiano encontramos nombres cuya carrera está vinculada a la lengua asturiana, la literatura asturiana actual no podría entenderse sin la aportación de esto/as escritores ni tampoco sin la presencia del asturiano.
Desgraciadamente estamos acostumbrados a que se utilice la crisis como excusa y escudo que esconde las verdaderas intenciones ideológicas que enmascaran las medidas que se suelen tomar para combatirla. Lo/as actores de la realidad literaria y cultural hecha en Asturias y en asturiano no nos dejamos engañar ante argumentos tan infantiles y entendemos esta medida como lo que realmente es: un ataque a la cultura asturiana y un intento de enfrentar a lo/as autore/as, dado que entendemos que con independencia de la lengua en la que
estén escritas sus obras, su aportación al enriquecimiento cultural de Asturias es evidente. Este tipo de acciones y argumentarios parecen querer incidir en la supuesta división de la vida cultural asturiana cuando todos y todas somos parte de su desarrollo y mejora.
Es por eso que creemos que esta es una medida mezquina e injusta y por ello no solo expresamos nuestro malestar sino que pedimos que la Asociación rectifique en vista de que la mayoría de lo/as socio/as de esa Asociación, muchos de ellos escritores en lengua asturiana, no comparten la decisión ni los argumentos que la sustentan.
 
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Información publicada en Iniciativa pol asturianu. Para leer pulse AQUÍ:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Fin de un malvivir, por Gerardo Lombardero. 9/05/2012

Recitando

               FIN DE UN MALVIVIR                     

 

 
Ha fallecido sin haber llegado a la longevidad el segundo hijo del gran escritor español Torrente Ballester. Se llamaba Gonzalo como su padre y lógicamente se apellidaba Torrente, aunque su segundo apellido, el materno, era Malvido, aunque bien podría haber sido malvivo. Lo digo porque su vida fue en su mayoría un cúmulo de desaciertos y desgarros, mezclados en ocasiones con destellos de aciertos literarios que nunca llegó a consolidar del todo aparentemente. En 1960 consiguió colocar una de sus novelas Hombres varados como finalista del prestigioso Premio Nadal y tres años después ganó el Café Gijón con la obra La raya. No tanto la segunda como la primera, suponía de algún modo toda una premonición de lo que vendría más tarde.
 
Su vida fue en su mayoría
un cúmulo de desaciertos y desgarros
 
Se da por hecho y debe ser cierto, que su padre escribió en la edición de la gran trilogía Los gozos y las sombras una dedicatoria dedicada a su díscolo hijo que rezaba: «A quien más dolor me causa». Luego este dolor y su mala conducta vienen de bastante lejos. Más recientemente frecuentó la amistad del cantaor Camarón y en su compañía y sin ella fue constante protagonista de sonadas borracheras, que terminaron por arruinar su salud física y mental. No era infrecuente verle dormir al raso —suponemos que en época estival— en algunos de los bancos del Prado madrileño. No obstante entre lucidez y lucidez que perdía con frecuencia por el alcohol, fue capaz de publicar al menos una docena de libros, muchos de ellos de relatos. La constante más característica de su desgarrada existencia fue su sentido bohemio de la vida y su constante deseo de autodestrucción, casi como si idolatrase o quisiese imitar a su santo patrón, que no podría ser otro que el genial Charles Bukowski. Donde más a gusto se sentía cuando contaba con algún dinero era paradójicamente en el madrileño y canalla Bukowski Club de Malasaña, como no podía ser menos.
 
Se sentía a gusto en el canalla
Bukowski Club de Malasaña
 
Hay una vertiente entre todos los creadores que se aproxima mucho a un afán por la propia destrucción cual si de una maldición demoníaca se tratase. Una pugna interior tan grande, que les impele a llevar a cabo actos que si no son justificables, sí en cambio pueden ser comprensibles. Da lo mismo que se trate de escritores, pintores o compositores. La lucha interna existe siempre y en ocasiones no llega a aflorar, pero en la mayoría de los casos se presenta inopinadamente como si fuese un mal cíclico. Estos, llamémoslos ataques psíquicos, suelen darse en los períodos intermedios entre un acto creativo y el siguiente, aunque en no pocas ocasiones, se entremezclan en la vida diaria se esté trabajando o no. Es frecuente que la propia exaltación tras la consecución de un logro personal lleve a la pérdida del autocontrol, como también la frustración de no alcanzar la meta deseada de inmediato, conduzca irremediablemente al olvido mediante la tormenta provocada con total determinación.
 
Desde el Nobel norteamericano Ernest Hemingway, que era capaz de pasarse jornadas y hasta días encadenados bebiendo sin cesar, para una vez pasada la locura transitoria, ponerse a escribir dando vida quizá a una de sus mejores novelas o artículos. Cierto es que, cuanto más tiempo pasaba y más víctima de sus arrebatos iba siendo, más se deterioraba su estilo y su agudeza para escribir. Y no solamente se deterioraba su capacidad mental, también se deterioraba gravemente su salud física, hasta el punto de tener que escribir de pie en un atril, para soportar las terribles molestias que sus padecimientos hemorroidales le causaban. Así hasta llegar finalmente al tratamiento mental y por último al suicidio.
 
Hasta el genial impresionista Toulouse Lautrec, que olvidaba la malformación de sus piernas en prostíbulos, donde la absenta corría de copa en copa como si de un manantial brotase. Cuentan de él que era íntimo amigo del jefe o prefecto de la policía parisina, quien tenía advertido a sus hombres que en caso de encontrarse al pintor en cualquiera de las calles, tendido en el suelo y casi inconsciente, deberían conducirlo a su casa sin ningún tipo de reprimenda o sanción. Hecho que derivó en que el insigne enano, optase la mayoría de las veces por pasar varios días en las casas de lenocinio sin salir de ellas. Lo que como era de esperar, lo condujo finalmente a la muerte por la sífilis contraída en no se sabe qué momento.
 
No fueron todos iguales en su conducta aunque de algún modo sí similares. El gran pintor renacentista Miguel Ángel, quien gustaba de las bulliciosas tabernas romanas, donde corrían el vino y el sexo más promiscuo a la par, era capaz de beber y entre tanto dibujar sobre cualquier soporte con el que contase, tomando ávida nota de rostros y cuerpos que llamaban su atención, para luego convertirlos en personajes que trasladaba a sus esculturas o frescos, trasmutando así su canallesca apariencia en belleza artística. En resumen, tanto unos como otros, casi siempre fueron víctimas propiciatorias del arte que llevaban dentro y de la tortura que éste les produjo.

Gerardo Lombardero es escritor.

Mentiras de viajeros, por Óscar Calavia. 1/05/2012

Mentiras de viajeros.
 
 
La literatura de viajes es, dicen, un género minoritario; y sin embargo no sería demasiado audaz decir que toda otra literatura procede de ella. La Odisea cuenta un viaje, o un conjunto de viajes. El Libro del Éxodo también. El Quijote transcurre por los caminos, y la Divina Comedia no es una comedia, sino un periplo por el más allá. El Viaje al Oeste, el equivalente chino de ambos, es, ni que decir tiene, otro viaje, y qué decir de Sindbad. El historiador Carlo Ginzburg sugirió, en un libro famoso, que el relato del viaje al mundo de los muertos es la semilla de toda narrativa humana o de la propia capacidad humana de contar.
 

La distinción sería irrevocable si los libros de viajes 

 no mintiesen. Pero lo hacen, y eso abre una brecha 

en ese muro que debería separar sus viajes reales

 de los viajes ficticios.
 
Pero alguien podría decir que literatura de viajes es otra cosa: algo así como lo que inventaron Hecateo, Marco Polo o Mandeville, lo que desarrollaron los innumerables exploradores y conquistadores de las Indias, La Condamine, Concolorcorvo,  Humboldt, Potocki, Goethe, Stevenson, Burton… Es una lista interminable de viajeros que contaron viajes de verdad, viajes hechos con móviles comerciales, políticos, científicos, o todo ello a la vez; o viajes hechos casi con el sólo propósito de escribirlos después.
La distinción sería irrevocable si los libros de viajes no mintiesen. Pero lo hacen, y eso abre una brecha en ese muro que debería separar sus viajes reales de los viajes ficticios. No es que dude de la honestidad de La Condamine, de Humboldt, o de muchos otros: basta que la mentira la haga el lector. Muchos relatos de viajeros españoles —como el que hizo Gaspar de Carvajal del primer tránsito español Amazonas abajo— han sido tenidos por mentirosos hasta que la arqueología reciente los ha reivindicado: en medio de aquella selva supuestamente virgen había, sí, naciones populosas, ciudades ante las que los bergantines tardaban días en pasar, flotas de centenares de canoas. Muchas otras veces los viajeros fantaseaban con impudicia ante su público, y lo hacían porque lo que más vale en un viaje real es todo aquello que lo lleva a las rayas de la ficción. Es difícil saber cuánto de experiencia directa o de rumores o de pura invención hay en los relatos de Marco Polo, organizados por un escribidor profesional; y los viajes muy reales de Vespucio se enriquecieron en sus crónicas con un coro de maravillas tomadas quizás de los viejos libros de Plinio. Un prejuicio castizo tiende a expurgar de la literatura en castellano todo aquello que suene a exceso de imaginación, pero ahí está el Viaje del Mundo, de Pedro Ordóñez de Ceballos, publicado en 1614, traducido entonces a varias lenguas y olvidado después, con el relato de sus amores con la emperatriz de la Cochinchina o de su combate con una negra cimarrona gigantesca; los contemporáneos lo leían con admiración y una punta de escepticismo. Hans Staden, por el contrario, soportó largamente la incredulidad de los lectores ante su sobrio relato sobre los Tupinambá, de los que fue prisionero y por muy poco no fue comida; ya él mismo se empeñaba en señalar que otros relatos independientes del suyo confirmaban sus noticias. Hay una larga época en que las admoniciones del escritor viajero a su lector, potencialmente incrédulo, se tornan casi una convención: «sé que mucho de lo que te cuento te resultará increíble, pero mi narración es punto a punto fiel a la verdad». Y al viajero no le hace falta imaginación para mentir, a veces basta con que acepte sin recelos lo que le mienten durante su viaje: los viajeros occidentales, en sus relatos, han llenado el planeta de caníbales que no habían visto pero de los que habían oído; y de ciudades sumergidas, y de islas flotantes que aparecen y desaparecen.
 
Hay una larga época en que las admoniciones del escritor viajero a su lector, potencialmente incrédulo, se tornan casi una convención: «sé que mucho de lo que te cuento te resultará increíble, pero mi narración es punto a punto fiel a la verdad».
 
De hecho, la condición mentirosa de los viajeros fue una de las inspiraciones de una literatura de viajes explícitamente ficticia. Jonathan Swift, cuando escribió sus Viajes de Gulliver, probablemente pensaba en George Psalmanazar, el mistificador más famoso de la historia inglesa, que se hizo pasar por formosano (era probablemente francés), endilgó al público culto un tratado sobre las costumbres de Formosa e incluso dio clases en Oxford sobre su lengua (que él había inventado de cabo a rabo).  Cuando fue por fin descubierto no dudó en intentar un nuevo best-seller contando esta vez su verdadera (¿?) historia.

De hecho, la condición mentirosa de los viajeros fue

  una de las inspiraciones de una literatura
 de viajes explícitamente ficticia.
 
¿Hasta dónde llegaba en su momento la diferencia entre las narraciones de Swift, de Psalmanazar y de Marco Polo? No tan lejos como ahora. Los viajeros mentían y algunos lectores dudaban, pero es difícil decir quién dudaba, de qué dudaba, por qué. Lo que en estas líneas llamamos mentira es, en realidad, algo que se mueve suelto entre el fraude, la creencia y la conjetura. Los criterios de verdad han cambiado mucho, y han cambiado también —lo que no es lo mismo— los criterios de verosimilitud.  Y eso no se debe sólo a tinieblas medievales que entorpeciesen otrora el juicio; junto a ellas había también una línea de duda que hemos perdido. Hoy en día tenemos, por ejemplo, una noción cerrada de lo que físicamente puede ser un ser humano, pero hasta hace poco más de un par de siglos esa noción estaba en abierto. Nada parecía impedir que se encontrasen en algún lugar suficientemente lejano humanos con el rostro en el pecho, con cola o cabeza de perro. Por un tiempo los orangutanes del remoto Borneo fueron contabilizados como una tribu más, especialmente primitiva. Chozas de paja con tejados de oro, árboles con pájaros en lugar de hojas, ¿por qué no? Desde entonces, la verosimilitud se ha ido encerrando en amplios catálogos, creemos saber con bastante aproximación qué es y no es posible dentro de la diversidad del planeta, y la verdad se ha sometido a una comprobación bien regulada. En los tiempos de Ceballos o incluso en los de Psalmanazar no había ese control de los hechos, y sí, por el contrario, lo había de las doctrinas. Algún que otro viajero tuvo problemas con la Inquisición no por las mentiras que pudiese estar contando, sino por las interpretaciones que podían surgir de sus noticias, verdaderas o no. 
 

Hubo una larga época en la historia de la literatura de viajes 

 en que narraciones ficticias o veraces compartían 

una misma función, que no era la de testimoniar la verdad,

 sino la de roturar lo impensable.
 
Así que hubo una larga época en la historia de la literatura de viajes en que narraciones ficticias o veraces compartían una misma función, que no era la de testimoniar la verdad, sino la de roturar lo impensable. Cada noticia sobre el ancho mundo permitía ver con otros ojos el rincón en que se vivía, y que posiblemente no fuese el ombligo del planeta como se había supuesto hasta entonces. Permitía ver, por ejemplo, que había civilizaciones lejanas muy poderosas que sin embargo nunca habían oído hablar del dios de la Biblia. Para eso no suponía mucha diferencia que esas noticias fuesen auténticas o inventadas de principio a fin: eran en esencia nuevas posibilidades abiertas.
Desde el siglo XIX en adelante, las dos variantes de la literatura de viajes se fueron separando. Los viajes fantásticos fueron conformando un género propio y desembocaron en la ciencia ficción, que pocas veces deja de ser una reflexión sobre nuestro propio mundo. Los viajes reales se hicieron por su parte realistas, y cada vez más la facilidad de viajar y de documentar al instante lo que pasa en cualquier rincón del planeta (todo él encerrado en una especie de Casa del Gran Hermano) hace más improbable que un viajero se arriesgue a inventar. Otra cosa es que por ello la literatura de viajes se haya vuelto más verdadera. En algunos sentidos lo que ha ocurrido es todo lo contrario. 
 
El viajero relata creencias absurdas, o costumbres despóticas, o miserias, o lujos exorbitantes, o barbaries, o bellezas sorprendentes, y nos hace olvidar las propias.
 
El nuevo tipo de mistificación responde al nombre de exotismo, una noción que convendría ampliar. En su versión más simple el exotismo es una especie de corona de laureles extraordinarios con los que el viajero se adorna: «mirad, yo estuve allí, en aquel lugar casi impracticable, rodeado de bárbaros con costumbres absurdas, era verdad pero parecía un sueño». El mundo es ahora más homogéneo y hemos aprendido a desconfiar de los tartarines, de modo que ese exotismo sencillo está un poco pasado de moda. Los viajeros suelen vacunarse contra él señalando latas de Coca-Cola en lo alto del Himalaya o teléfonos móviles en plena selva. Pero aún así el exotismo sobrevive en una versión más sobria: es un dispositivo capaz de cegar, de hacer que, expuestos a una visión lejana y deslumbrante (por su belleza o por su horror) los ojos del lector queden incapacitados para ver de cerca, y piensen que el mundo es absurdo sólo allá a lo lejos. Los viajeros antiguos no conocían el exotismo, por eso sus noticias extraordinarias eran capaces de inquietar o escandalizar: los indios de un país distante podían ser miembros de una tribu perdida de Israel o antiguos cántabros, en cualquier caso eran tataranietos de Adán y descendientes de alguno de los hijos de Noé, primos lejanos cuyos pecados podían afectarnos. Podía haber miedo a lo desconocido o lo incomprensible, pero no esa sonrisa ante las rarezas de los otros, tolerables pero banales. El exotismo es un régimen de excepción que solo es posible cuando se ha consolidado una saludable distancia entre esos bárbaros y nosotros, entre sus dolencias hereditarias y las nuestras, es el espectáculo de algo que por definición nos es extraño. 
 

Se puede escoger entre tópicos de primera, segunda o tercera generación pero el autor debe siempre hacer lo que

 pueda para parecer, cómo decirlo, viajado.
O sea, erosionado por ese mismo tipo de roce que hace lisas
a las piedras cuando han rodado mucho.
 
El exotismo en el occidente ha sido, así, un modo de esconder el occidente. El viajero relata creencias absurdas, o costumbres despóticas, o miserias, o lujos exorbitantes, o barbaries, o bellezas sorprendentes, y nos hace olvidar las propias. A veces puede hacerlo con espíritu de censor: estos pueblos, dirá, no llegarán a alcanzar una vida digna hasta que sepan apreciar la economía de mercado, o los principios de la higiene, o la igualdad de la mujer, o la separación entre religión y política. Es, por poner un ejemplo ilustre, el caso de los libros de viaje de V.S. Naipaul. Otras veces eso mismo puede adquirir un matiz solidario, o de denuncia de la responsabilidad que el occidente tiene en esas agruras tan poco occidentales. O, en fin, puede revestirse de un aprecio estético: es atroz, pero es sublime de un modo que nosotros no podremos ya conocer; o es cutre pero es auténtico de un modo que ya no alcanzamos. En todos los casos, el resultado casi inevitable —quizás involuntario— es que el lector agradezca a los cielos por no haber nacido allí, o por vivir aquí. Donde todo lo peor no ocurre y donde quizás haya que resignarse a una existencia más o menos gris: no es, a fin de cuentas, un precio excesivo.
Recuerdo —es un buen ejemplo, porque es un excelente libro de viajes, bien escrito y perspicaz— el relato de Érico Verissimo, un novelista brasileño, sobre el viaje que hizo a México cuando trabajaba en la embajada de su país en Washington. Después de muchos capítulos llenos de descripciones sugerentes, anécdotas inolvidables y a veces macabras, Verissimo acaba el relato con un recuerdo amoroso del Brasil, ese país en un buen medio camino entre la turbia visceralidad o la violencia mexicana y la gélida eficiencia de los Estados Unidos. Pero ¿de qué Brasil estaba hablando? ¿y de qué Estados Unidos? No sé si Verissimo escribió algo sobre los Estados Unidos, pero en lo que él mismo escribió sobre el Brasil estaba lejos de ofrecer ese cuadro equilibrado y conforme.
 
Para que en la literatura de viajes cupiese ese tipo de verdad
que va más allá de la verosimilitud, sería necesario quizás que recuperase algo de su capacidad de asombro.
 
Esas anteojeras o ese tributo a los tópicos son quizás requisitos obligados de los viajes, donde siempre llega ese momento en que, por muchos placeres que el viaje haya ofrecido, se echan de menos los gustos y olores conocidos del hogar, incluso sus molestias. Pero en el relato de ese mismo viaje, donde se seleccionan libremente los recuerdos, hay más arbitrio. Los viajeros suelen usarlo para honrar el espíritu de los tiempos.
Los libros de viajes de hace siglos —con mentiras o sin ellas— inquietaban al Occidente; sugerían que había estados más poderosos, o modos de vivir más felices, o que Dios no era Dios en todas partes, o que en tal lugar las conchas son más apreciadas que el oro: «¿por qué?». Los de ahora, en general, lo aquietan: «es lo que hay». China es un mastodonte tramposo que está ganando el juego, pero es ese mismo juego el que nosotros inventamos. La Amazonia es un paraíso amenazado por una devastación que antes o después nos pasará cuenta también a nosotros, o es una tierra de enormes promesas. EEUU es una potencia absurda con un pie en el espacio y otro en un fanatismo telúrico. Se puede escoger entre tópicos de primera, segunda o tercera generación pero el autor debe siempre hacer lo que pueda para parecer, cómo decirlo, viajado. O sea, erosionado por ese mismo tipo de roce que hace lisas a las piedras cuando han rodado mucho.
Para que en la literatura de viajes cupiese ese tipo de verdad que va más allá de la verosimilitud, sería necesario quizás que recuperase algo de su capacidad de asombro, convencida de que si vale la pena aventurarse por este mundo es sólo a condición de verlo, todo el y no sólo una parte, como un otro mundo.
 
Óscar Calavia Sáez es autor de Amazonia-China. Dos viajes de vuelta National Geographic -RBA, 2012 (VII Premio Eurostars de Narrativa de Viajes), así como de Las botellas del señor Klein, 2008 (XXXI Premio Tigre Juan) y Ojos cortados, 2010, ambas publicadas por Lengua de Trapo, y La única margen del río, Algaida, 2008.
 
 
 

La habitación del verso, por Chus Neira. Publicado en La Nueva España. 27/04/2012

 

La habitación del verso

 

Jaime Herrero, Jorge Ordaz y Ernesto Colsa recitan poemas propios y ajenos invitados por Javier Lasheras

 

 

 

 
Herrero, Lasheras, Colsa y Jorge Ordaz, ayer, en el local donde recitaron. miki lópez
 
 
 
 
 
 

Ch. NEIRA

La cita, íntima y curiosa, reunió ayer a un puñado de amigos dispuestos a escuchar versos, convocados por el escritor Javier Lasheras bajo el sugerente «Tres maneras de quitarse el sombrero». Debajo, las cabezas recitantes eran, fueron ayer, Ernesto Colsa, Jorge Ordaz y Jaime Herrero. La cita era en un local de la calle San Antonio, Bolero Lounge, al fondo del bar.

Era una especie de reservado, salón dijo Lasheras, un tanto inquietante. Cubos iluminados, sillones de diseño, techo plástico abuhardillado. Los rapsodas, contra el título, no llevaban sombrero. Sí los había dibujados en las paredes, en la cabeza de bailarines de jazz, de pantalón a rayas hecho a trazos.

Lasheras, como anfitrión, fue el maestro de ceremonias de este minirrecital que pretende repetir en el mismo lugar para otras ocasiones. Habló poco y en síntesis de los tres, el pintor, aunque el más poeta, Jaime Herrero, y los narradores Colsa, más en los márgenes, y Ordaz, también traducción.

De hecho, fue esta faceta la que sacó Jorge Ordaz a recitar. Aprovechó los versos que ha tornado al castellano de autores norteamericanos y, así, se excusó con un «yo no soy el autor, soy el que ha puesto la versión», pero aceptó toda la culpa: «Si hay algún error, es mío».

Antes, Colsa había abierto la sesión poniéndose en pie y declamando con bastante dramatismo unos sonetos de falsos endecasílabos sobre la droga y sobre el cantante Joaquín Sabina. Género burlón, quevedesco a su manera, y aplauso correspondiente.

Ordaz, en su primera sentada, abrió con un escalofriante poema de Sharon Olds sobre «La muerte de Marilyn». Y siguió con otro de David Rosenthal.

Jaime Herrero combinó versos de distintos poemarios, algunos ya desaparecidos, unos pequeños y ágiles sobre Picasso y otros de sintaxis más descabalgada con recuerdos de infancia. De postre, Colsa reinterpretó el dadaísmo de Hugo Ball y ofreció un poco del suyo, una suerte de soneto fonético que escondía en acróstico un «me gusta chingar».

Kenneth Patchen y su «ella sabe que está lloviendo y mi cuarto es cálido pero ella es orgullosa y bella y yo no tengo dinero» en voz y versión de Ordaz dejó el cierre a una pequeña joya de Jaime Herrero dedicada a la muerte de uno de sus lápices, que gasta, taja a taja, hasta el último trazo, y cuyos cadáveres diminutos guarda en caja.

Literatura, periodismo y medicina. 27/04/2012

MESA SOBRE LIteratura, periodismo y medicina.
 
Literatura, periodismo y medicina.
 
10 de mayo, a las 20,00 horas en el Club Prensa Asturiana de La Nueva España. Intervienen: Pablo Álvarez y Armando Murias. Presenta Ángel García Prieto. Organiza: Asociación de Escritores de Asturias. 

Una tarde con Dickens, Jorge Ordaz y Juanjo Lage. 27/04/2012

 
HOMENAJE A CHARLES DICKENS
 
Una tarde con Dickens. Intervienen Jorge Ordaz y Juanjo Lage. Presenta Mariano Arias. Míercoles, 2 de mayo, 19,00 horas. Librería Cervantes. Oviedo. Organiza: Asociación de Escritores de Asturias.

VI Festival Internacional de Poesía. Castrillón. 26/04/2012

VI FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA, PALABRA EN EL MUNDO.
Centro Cultural Valey. Castrillón.
 
Carta de Mª Esther García López
 
Estimados compañeros y compañeras:
 
Como ya sabéis por la invitación oficial que os hemos remitido, este año, desde la Concejalía de Cultura que represento, nos hemos sumado al “VI Festival Internacional de Poesía, Palabra en el Mundo”. Estamos muy ilusionados, trabajando mucho, apropiándonos del sentir y propuestas de otros organizadores de ediciones anteriores, para vincular nuestro concejo, Castrillón, con la gente de paz, que armados con ideas, sueños y lugares posibles, esgrimen palabras destinadas a conmover, sembrar esperanzas, indicar un camino, valorar un ejemplo y sobre todo construirle ventanas a la vida.
Estaría encantada de poder contar con vuestra participación, la de los escritores de Asturias, en algunas de las actividades . Toda la información del 11 y 12 de mayo en
 
Como yá sabéis pol brinde que vos ficimos va unos díes, esti añu, dende la Conceyalía de Cultura que represento, sumámonos al “VI Festival Internacional de Poesía, Pallabra nel mundu”. Tamos ilusionaos y enfotaos nesta xera, col envís de siguir na llinia de los organizadores de les pasaes ediciones, y venceyar asina ‘l nuesu conceyu de Castrillón, cola xente de paz, colos qu’armaos con idees , suaños y llugares posibles, esparden pallabres destinaes a conmover, semar esperances, indicar un camín, valorar un exemplu y sobre too abrir ventanes a la vida.
Prestaríame enforma poder contar cola vuesa participación, la de los escritores d’Asturies en dalgunes de les actividaes programaes. Tola información para el 11, 12 de mayu ta na páxina
 
 
¡Esperámosvos!
 
Mª Esther García López
Conceyala d’Educación y Cultura
Ayuntamientu de Castrillón

Recital Tres maneras de quitarse el sombrero. Oigo y Bolero Lounge. 24/04/2012

 

   
 
 
 
Oigo y Bolero Lounge
 
 
presentan
 
 
Tres maneras de quitarse el sombrero
 
 
un recital de
 
 
Ernesto COLSA, Jorge ORDAZ y Jaime HERRERO
 
 
 
 
Jueves 26 de abril de 2012 | 20,00 h. | BOLERO LOUNGE | c/ San Antonio 3. Oviedo.
 
 
 
 
Entrada limitada según aforo disponible. Se servirá un vino español.
Duración estimada del acto: 25 minutos.