Entrevista a Carmen Salgado, por Redacción Literarias, 25/05/2009.

0
442

 

Carmen Salgado dispone de poco tiempo. Pero el que tiene lo dedica a la lectura y a la escritura. Su experiencia ha acerado su voluntad y, tras pasar por los talleres de creación literaria impartidos por el poeta Fernando Menéndez, también su generosidad. Habla y dialoga con razones de lectora y tímidamente se le enciende la voz y la mirada cuando habla de escribir. Es ante todo una lectora que ahora se ha metido a guiar un proyecto en la que ella sólo hace de luz de faro: el resto nos lo cuenta aquí.
 
¿Qué fue lo que le motivó para asistir a un taller de escritura?
La necesidad. Empecé a leer y a elaborar cuentos y poemas desde muy joven. Estudié libros sobre técnicas de escritura, pero me faltaba la ayuda de un experto que pudiera resolver mis dudas; que planteara retos; que propusiera ejercicios y así me sintiera obligada a escribir de forma regular. Por eso busque un taller: para aprender a escribir mejor.
     ¿Qué destacaría de su aprendizaje en los talleres y qué echa de menos?
He aprendido sobre prosa y poesía; sobre autores, músicas y estilos; sobre géneros y tendencias. También, a perder el pudor a leer mis textos en voz alta. He podido desapegarme de mis creaciones y verlas a través de otras personas para, al reescribir, aprovechar sus sugerencias.
Echo de menos que existan talleres de escritura creativa en cada centro social o biblioteca, con varios niveles de aprendizaje y con horarios más amplios. Todo el mundo tiene que tener la oportunidad de aprender
 
     ¿Cree que se puede enseñar a ser escritora?
Se pueden aprender las técnicas para escribir con eficiencia, dónde buscar ideas para escribir; sin embargo, las técnicas y las ideas solas producen textos sin alma. Un texto vivo es el que surge de la necesidad, a veces dolorosa, de contar. Y esa necesidad surge de dentro, no se puede importar.
 
     ¿Y cree que se puede enseñar a ser un buen lector?
Creo que el proceso de la lectura es inverso al de la escritura y tiene un efecto multiplicador. El escritor materializa un universo intangible y el lector viaja a través del libro hasta un universo inmaterial, que no tiene por qué coincidir con el del escritor. Ese viaje será más pleno si el lector aprende a valorar los recursos utilizados por el escritor para guiarle.
 
     En tanto que lectora, ¿le gusta conocer a los autores o es de quienes prefiere no saber nada de ellos?
Pienso que los libros deberían conocerse por su título y por un código que identificara al autor. Los escritores producen una obra en un momento de su vida, pienso que después deben desvincularse de ella. Los lectores toman contacto con una obra, escrita desde unas coordenadas personales concretas. No es justo perseguir a través de un texto a un autor que ya no existe. Porque morimos a cada momento. Creo que el libro tiene vida propia y los autores, también. Fuera del proceso de crear, son personas. Me interesan las personas, no los autores.
 
Usted es el alma máter de un proyecto literario que enlaza con un texto inacabado de E. A. Poe. ¿Podría decirnos cómo nació este proyecto?
Mi papel ha sido de coordinadora, el proyecto nació cuando el escritor Fernando Menéndez propuso a los alumnos de los talleres de escritura de  las bibliotecas ovetenses Ramón Pérez de AyalaBiblioteca de Ciudad Naranco dar continuidad a un cuento inconcluso de E. A. Poe: El Faro. Varias personas más se unieron a esta iniciativa y, hasta el momento, se han recopilado treinta y dos narraciones con un inicio común y desarrollos independientes.
 
     ¿Con qué dificultades se han encontrado a la hora de publicar?
La idea es que alguna entidad o empresa publique o patrocine la publicación. Nosotros no tenemos ni experiencia, ni dinero. Ofrecemos nuestros textos gratuitamente y nos gustaría que llegaran a muchos lectores, a ser posible, también de forma gratuita. Hay medios de transporte que reparten libros entre sus clientes; entidades financieras que patrocinan obras culturales; empresas del entorno marítimo que pueden estar interesadas… 
 
Y ¿qué esperan conseguir con esta publicación?
Que muchas más personas se animen a escribir, que se den cuenta de que el mayor mérito de nuestros textos es el habernos atrevido a hacerlos. Si nosotros, que somos hombres y mujeres muy sencillos, lo hemos conseguido, cualquiera puede atreverse a sacar a la luz a ese escritor que lleva dentro. 
 
Al parecer, es un proyecto que continúa abierto a través de la red. Explíquenos.
Hemos creado un blog  http://amigos-escritores.blogspot.com/ para acoger los relatos de cuantas personas deseen dar continuidad al texto de Poe. Esta propuesta está abierta hasta el 31 de diciembre de este año. Sólo tienen que enviarnos el texto junto a sus datos personales a  amigosescritores@gmail.com.  
 
¿Cuál es su posición respecto a un posible pago a los autores por parte de la Administración en compensación por el préstamo de sus obras en las bibliotecas públicas?
No lo veo bien. El libro ha sido comprado por la biblioteca y una parte de la ganancia es para el autor. Por otra parte, el estar al alcance de mucho público es una propaganda que puede proporcionarle más ventas…
 
¿Se atreve a decirnos qué autores le gustan más?
Normalmente, forros los libros para protegerlos de posibles roces o manchas y para protegerme de la curiosidad ajena. No, lo siento, no me atrevo: me resulta una pregunta muy personal.
 
Y para terminar, ¿qué papel cree que juega la literatura en el mundo actual?
Es cómplice de la Historia. Amante de corazones solitarios. Acicate de mentes inquietas. Válvula de escape de tensiones, pretensiones e insatisfacciones.
Es cultura. Es arte. Es poder, si las ideas a las que sirve de soporte tienen la suficiente consistencia, intencionalidad y fuerza.
Por eso los escritores deberían ser muy conscientes de lo que quieren transmitir.
 
 

 

Texto de E.A. Poe.

1º de enero de 1796
 
         Hoy, mi primer día en el faro, hago esta anotación en mi diario, según lo acordado con De Grät. Llevaré el diario con la mayor regularidad posible, aunque Dios sabe lo que podría sucederle a alguien tan solitario como yo… Podría enfermar, o algo peor…
         Hasta ahora, todo bien. La balandra se salvó por poco, pero ¿por qué pensar en ello si estoy aquí sano y salvo? Mi ánimo mejora sólo con pensar que estaré- al menos una vez en mi vida- completamente solo, pues por grande que sea Neptuno, es obvio que no se le puede considerar parte de la sociedad. Sabe el cielo que nunca he confiado en la sociedad ni la mitad de lo que confío en este perro. Si lo hubiera hecho, la sociedad y yo no nos habríamos separado ni siquiera por un año… Lo que más me sorprende es la dificultad que tuvo De Grät para conseguirme este puesto… ¡a mí, un noble del reino! No es probable que el consejo tuviera dudas sobre mi capacidad para dirigir el faro. Un solo hombre lo había atendido antes y se las ingenió tan bien como los tres que por lo general asignan a la tarea. Las obligaciones son nimias, y las instrucciones absolutamente claras. No sería lo mismo si me hubiera acompañado Orndoff. Jamás habría podido avanzar con mi libro teniéndolo cerca, con su intolerable cotilleo, por no hablar de su sempiterna pipa de espuma de mar. Además, quiero estar solo… Es curioso que nunca hasta ahora hubiera reparado en el triste sonido de la palabra solo. Casi me parece que hay algo extraño en el eco de estos muros cilíndricos…, ¡pero no!, es absurdo. Sé que mi aislamiento me inquietará, pero no lo permitiré. No he olvidado la profecía de De Grät. Ahora, a trepar al fanal y a echar un vistazo para ver lo que pueda ver… Ver lo que pueda ver, en efecto…, no demasiado. Creo que la marea está bajando un poco, pero de todos modos la balandra tendrá un viaje de regreso turbulento. Difícilmente avistará la tierra del norte antes de mediodía de mañana, aunque sólo está a 190 o 200 millas.
 
2 de enero- He pasado el día en una especie de éxtasis casi imposible de describir. Mi pasión por la soledad no podía haber tenido mayor gratificación. No digo satisfacción, pues dudo que pudiera sentirme saciado de una dicha como la que he experimentado hoy… El viento amainó al alba y por la tarde el mar se había retirado… No se veía nada, ni siquiera con el telescopio, salvo océano, cielo y alguna que otra gaviota.
 
3 de enero- Calma chicha durante todo el día. Hacia el atardecer, el mar parecía de cristal. Avisté unas cuantas algas, pero absolutamente nada más en todo el día, ni siquiera el menor rastro de una nube… Me entretuve explorando el faro… Como compruebo a mi pesar cada vez que tengo que subir por sus interminables escaleras, es muy alto; casi cincuenta metros, diría yo, desde la marca inferior del nivel del agua hasta lo alto del fanal. Sin embargo, desde el fondo del foso debe de ser de al menos cincuenta y cinco metros, puesto que el suelo está a unos cinco metros por debajo de la superficie del mar, incluso con la marea baja… Creo que deberían haber rellenado el fondo hueco con mampuestos. En tal caso el edificio sería mucho más seguro…, pero, ¿en qué estoy pensando? Una estructura como esta es lo bastante segura en cualquier circunstancia. Debería sentirme a salvo incluso si arreciara el más furioso huracán. Sin embargo, he oído decir a los marineros que ocasionalmente, con viento del sudoeste, el mar ha subido más aquí que en cualquier otro punto del globo, con la sola excepción del paso occidental del Estrecho de Magallanes. Pero el mar por si solo no podría con este sólido muro roblonado en hierro que, a quince metros de la línea de aguas altas, tiene un espesor de al menos un metro veinte… La base sobre la cual descansa la estructura se me antoja tiza…
 
4 de enero (Hasta aquí lo escrito por E. A. Poe).
 
 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí