Entrevista a Christian Franco Torre, por Virginia Gil Torrijos.

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Christian Franco Torre (Langreo, 1979), historiador y periodista, acaba de publicar “Edgar Neville. Duende y misterio de un cineasta español" (Shangrila Ediciones) , una biografía de este director considerado“de culto” por cinéfilos de toda clase y condición.


Hoy entrevistamos a Christian sobre Edgar Neville para la revista digital “Literarias”:
Este libro que tiene su origen en una tesis doctoral reconstituida, ¿qué dificultades te has encontrado a la hora de intentar hacerla asequible a un público general? ¿cómo crees te ha ayudado tu oficio de periodista?

A la hora de redactar la tesis ya pensaba en un lector no especializado. Estofue algo en lo que insistió mi director de tesis, Vidal de la Madrid, que me instaba a ser muy claro y didáctico a la hora de abordar el texto. Creo que eso es algo que ha beneficiado mucho el resultado final, ya que el libro puede resultar denso en diversos pasajes. En todo caso, el libro es bastante diferente a la tesis, por varias razones. Primero porque tuve que rehacerlo estructuralmente: hay que pensar que la tesis tenía 1.400 páginas y se apoyaba mucho en diversos apéndices audiovisuales con los que no contaría en el libro. Pero además, en la primera parte del libro, la biografía de Neville, tuve que insertar todo lo referente a la producción y el estreno de las películas, además de un pequeño análisis, que en la tesis había incluido en otro volumen. Esto me llevó a adelgazar la biografía, para que no quedase demasiado voluminosa. Aparte de todo esto, en el libro también modifiqué algunos pasajes atendiendo a las recomendaciones del tribunal de la tesis, que estuvo formado por tres auténticos referentes: Germán Ramallo, Ángel Luis Hueso y Jorge Uría. Unas modificaciones que pienso que mejoraron el resultado final. Y por último, en los meses que pasaron entre la lectura y la publicación del libro pude acceder a una documentación que no había podido revisar previamente.
 
En cuanto a mi trabajo como periodista, pienso que me ha dado una soltura a la hora de escribir que no tenía antes, aunque también algunos vicios. Me explico: cuando escribo para el periódico, utilizo preferentemente el tiempo presente, para acercar las noticias al lector; en cambio, como historiador tengo que utilizar toda la magnífica paleta de pasados que tenemos en la lengua española. Yo me ponía con la tesis cuando acababa de trabajar, y a veces, inconscientemente, usaba el presente cuando tenía que escribir en pasado. Luego tenía que corregirlo, claro.
 
Pero más allá de todo esto, creo que mi formación como historiador me ha ayudado más en mi trabajo que a la inversa. El trabajo con las fuentes es similar, aunque esas fuentes sean diferentes. Yo siempre hablo de una metáfora muy hermosa que hizo Orson Scott Card, que asimilaba a los historiadores como “portavoces de los muertos”. De alguna manera, los periodistas son los portavoces de los vivos, así que casi podríamos hablar de dos profesiones complementarias.
 
 
Edgar Neville, fue un hombre polifacético, además de trabajar en el cine como productor, director y guionista, Neville fue diplomático, escritor, humorista, autor teatral, crítico, jugador de hockey sobre hielo, ¿hasta qué punto crees que se conoce la figura de Edgar Neville y su obra?
 
Por parte del público en general, creo que muy poco. Aunque hay que precisar que ese es un problema generalizado en lo referente a toda la Historia del Cine Español. Dentro de los ámbitos académicos, en cambio, Neville es una figura muy apreciada, especialmente en las dos últimas décadas. Pero además, este cineasta en concreto se ha beneficiado de su recuperación como “director de culto”, especialmente gracias a La torre de los siete jorobados (1944), lo que le ha hecho popular en ciertos círculos.
 
Dicho esto, tanto mi director de tesis como yo creíamos que Neville estaba mal estudiado. Primero porque su biografía estaba adulterada, algo que había impulsado el propio Neville, aún en vida, para justificar sus actuaciones durante la Guerra Civil. Hasta 2007, cuando Juan Antonio Ríos Carratalá publicó su ensayo Una arrolladora simpatía. Edgar Neville, de Hollywood al Madrid de la posguerra no podemos hablar de una revisión crítica de la biografía de Neville. Y segundo, porque el conjunto de su obra cinematográfica se ha visto oscurecido por el extraordinario nivel que alcanzó Neville a mediados de la década de 1940, cuando firmó de manera consecutiva cuatro películas esenciales en la Historia del Cine Español: la citada La torre de los siete jorobados, La vida en un hilo (1945), Domingo de carnaval (1945) y El crimen de la calle de Bordadores (1946). Algo, hay que decirlo, en lo que también influía ese conocimiento inexacto de su biografía afectaba a su valoración como cineasta, ya que propiciaba una radiografía inexacta de su evolución.
 
 
Creo que has calificado a Edgar Neville como uno de los cinco directores más relevantes en el cine español. ¿Cuáles crees que fueron los grandes logros de Neville?
 
S
í que lo he calificado como uno de los cinco más relevantes, aunque esas clasificaciones no me gustan demasiado. Esta aparente contradicción se explica porque creo que, más allá de valoraciones sobre la “calidad” o el “talento” de los directores, hay una serie de cineastas que son claves para entender la evolución estilística del cine español. Es como si hablamos de la evolución del lenguaje cinematográfico: Griffith, Eisenstein, Vertov, Welles, Rossellini o Godard son claves más allá de la calidad de su filmografía porque son creadores de lenguajes, porque marcan cotas evolutivas.
 
Dentro de la Historia del Cine Español hay una década, que es la década de 1940, en la que hay un intento muy evidente de injerencia política para acabar con un cine de raigambre popular que había funcionado muy bien durante la República. Esta injerencia, además, sume al cine español en una profundísima crisis de la que no se ha recuperado. Obviamente, el inicio de esta crisis es la Guerra Civil, pero el Estado franquista la convierte en estructural con una serie de medidas, como la Orden de doblaje obligatorio de 23 de abril de 1941.
En este contexto, Neville es clave porque es capaz de marcar una línea evolutiva. Él no rompe con el pasado, no trata de negar ese cine Republicano en el que se inició, sino que lo asimila en su propuesta cinematográfica. Una propuesta unívoca, singular y marcada a fuego por una profunda marca autoral. Pero además, Neville está en contacto con lo que se hace fuera, algo que en la España de la Autarquía era muy difícil. Eso le convierte en una auténtica vanguardia local.
 
Por eso sitúo a Neville como un cineasta clave. Dejando a un lado los cineastas que aún están, al menos sobre el papel, en activo y que son ciertamente relevantes (como Erice, Saura o Gutiérrez Aragón), está claro que en España tenemos un cineasta de talla mundial, que es Buñuel, y que además hay un tipo como Segundo de Chomón que merece un aparte en nuestra historia por su condición de pionero. Pero luego están Neville, Berlanga y Fernán-Gomez, que son tres cineastas muy relevantes para nuestra historia y que marcan una línea evolutiva a partir de la cual podemos empezar a hablar de un cine nacional. Lo interesante de Neville es que influye en los otros dos.
 
 
¿Qué hay de duende y que hay de misterio en Edgar Neville?
 
Hay que decir que el título es un guiño a una de sus películas más singulares: Duende y misterio del flamenco (1952). Además, es una referencia a las dos partes en las que se divide el volumen. El “duende” es el análisis de su estilo, que centra la segunda parte del libro, y se refiere precisamente a esa condición personal y unívoca de su cine. El “misterio”, por su parte, se refiere a la primera parte del libro, esa biografía en la que tratamos de aclarar los enigmas que envuelven a la figura de Neville.
La implicación política de Neville fue un poco controvertida y hasta cierto punto nebulosa. Explícanos un poco ésta más detalladamente y cómo crees que la misma se puede reflejar en su obra y en el reconocimiento o no de la figura de Neville.
 
Neville era una persona ciertamente contradictoria. Era noble, en un tiempo en el que la nobleza aún significaba algo, pero durante los años treinta se posicionó de manera pública y notoria a favor de la República. Al estallar la Guerra Civil era diplomático republicano, pero desertó y se unió a los insurgentes nada más que tuvo ocasión. Entre medias se separó de su esposa e hizo vida en pareja con su amante, quince años más joven. Todo esto hizo que el franquismo le mirase con desconfianza, pese a tener amigos en las altas esferas como Dionisio Ridruejo, Marichu de la Mora o Agustín de Foxá. Por ello, Neville inició ya durante la contienda una reescritura consciente de su biografía, maquillando algunas acciones controvertidas y omitiendo muchas otras. Yo digo en el libro que el marcó un “camino de baldosas amarillas”, y durante muchos años los investigadores han transitado por ese camino, sin plantearse que podría haber otras sendas por explorar.
En todo caso, Neville no tuvo un encaje fácil en el franquismo. Y en la Transición sufrió, durante varios años, el mismo desprecio al que fueron sometidos todos los cineastas de la dictadura. Se quiso hacer una especie de tabla rasa, purgar todo aquello que oliese a nacional-sindicalista. Sólo a finales de los ochenta se empezó a valorar su figura, pero previamente se le hizo un lavado ideológico que, en esencia, era una simplificación de una figura mucho más compleja.
Más allá de todo eso, y en conexión con esa reescritura de la biografía de la que hablamos, Neville dedica toda su producción literaria y cinematográfica entre 1936 y 1941 a hacer méritos dentro del bando insurgente. Sólo a partir de ese año, cuando ha superado un proceso de depuración y se siente “a salvo”, Neville alcanza la madurez como cineasta y comienza a hacer un cine más personal, algo que ya se refleja en su esencial mediometraje Verbena.
Desde tu perspectiva de historiador y periodista como ves a día de hoy el mundo de la cultura asturiana y en concreto del panorama cinematográfico.
 
Creo que hay que distinguir dos vertientes. Por un lado está el panorama cinematográfico actual. Creo que en los últimos 10-15 años ha surgido una notable generación de cineastas que están logrando resultados muy interesantes, sobre todo en el ámbito del documental.
Otra cosa es el estado de nuestro patrimonio cinematográfi
co, que pienso que es terrible. En Asturias nunca ha habido una labor programada y sistemática para preservar ese patrimonio. Ni para difundirlo, algo especialmente sangrante cuando contamos con una figura de la talla de Gil Parrondo. Yo creo que la Filmoteca debería tener un papel determinante en toda esta cuestión, pero carece de los fondos necesarios para hacer nada. En este sentido, padecemos las nefastas consecuencias de una serie de decisiones políticas encaminadas a ahogar a esa institución.
Para mí, la salida sería refundar la Filmoteca a imagen y semejanza de lo que se hizo años atrás en Murcia, cuando usaron una figura emblemática, como era Paco Rabal, para organizar en torno suyo todo un esfuerzo de protección y difusión del patrimonio cinematográfico. Nosotros tendríamos que hacerlo con Parrondo, dando su nombre a la Filmoteca, desarrollando una exposición permanente sobre su trabajo y potenciando la realización de publicaciones que analicen su trayectoria. A partir de ahí podríamos trabajar en otros ámbitos, hasta tener una Filmoteca digna. Pero para lograr esto haría falta un inequívoco compromiso político que se tradujese en más fondos, más personal y una nueva ubicación, desligándola de la biblioteca “Pérez de Ayala”.
 
¿Tienes otros proyectos de escritura en mente? Si es así, háblanos por favor de ellos.
 
En el ámbito de la Historia del Cine, me interesa mucho la figura de Harry d’Abbadie d’Arrast, un cineasta muy poco estudiado pero ciertamente relevante. Quisiera estudiarlo en profundidad, aunque dependerá de mi situación profesional.
 
Aparte, tengo un proyecto de ficción con el que llevo un par de años: se trata de un pastiche holmesiano, La liga de los teclistas barbudos. Ya he completado en torno a la mitad del volumen y ahora que he terminado el libro sobre Neville confío en poderlo rematar.
 

Muchas gracias Christian. Esperamos poder contigo en un futuro próximo en algún tipo de colaboración para la Asociación de Escritores de Asturias. Suerte con la distribución y las ventas del libro.
 
Gracias a vosotros

 

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