La aventura de cantina de Nel.lo y la Banda del Zoco. Por Lauren García. 01/06/2013.

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El sentido ferviente de la existencia

La aventura de cantina de Nel.lo y la Banda del Zoco

Por Lauren García

 

El virus inefable del rock and roll contagió a Dani Nel.lo desde muy joven formando parte del grupo mítico Los Rebeldes. Pasajes coronados de saxo y armónica que configuran buena parte de la historia del rock español le pertenecen. Pero a finales de los 90 a Dani Nel.lo le atraía explorarse como artista y perfilar el filón de su personalidad. Así nacía enclavado en Barcelona Nel.lo y la Banda del Zoco; henchido de matices mestizos y olor irrefrenable a barrio.

La primera entrega del grupo Derechito al infierno es un catálogo autoafirmativo de propósitos y pasiones desheredadas. Rock hecho de cariz heterogéneo que vira desde la rumba a Santana o la canción mediterránea. Para la banda Nel.lo recluta a Enric “Nota” Parés a la batería y Jorge Rebenake al piano, instrumento que con su trasfondo inquietante será uno de los sinónimos del grupo. Para las letras Dani mostrará su sentido ferviente de la existencia junto a Jorge Soto. Derechito al infierno producido por Jaime Stinus es un disco atrevido con todo el descaro de la verdad como descubre el primer corto homónimo. Así se  retrata con intensidad el querer romper la angustia monótona que produce la ciudad en “Palabras vacías”: “En medio de una reunión de cuervos/ de manos largas y negro azabache/ conspiran sentaditos en corro/ cómo robar de tu pecho ese broche”. El órgano parpadea orgulloso en el tema  “En la calle” que parece simular un paseo nocturno por las Ramblas: “Me encontrarás en la jungla/de cemento y de cristal/ en un bosque de antenas, hijas del padre invierno”. “Carta a Filippo” evidencia el cruel paso del tiempo que resume el refrán de Santa Rita, el inevitable decaimiento de la vida rematada en frases como: “el silencio por respuesta/ así es difícil soñar”. La canallesca y gandulería bien entendida lo captan perfectamente canciones como “El olor del silencio”: “En todo hombre/ existe un rayito de maldad/ desconfía de quién lo niega/ y aprende a escuchar”. La autenticidad se rebate contra la pozoña de las grandes ciudades: “Busco a un solo hombre/en toda la ciudad/que no tenga precio/y sonría de verdad”. El desarraigo aparece en cortes como “La semilla”, el suicidio en “Blues ingrato” con la frase lapidaria: “El que se quita la vida/ se quita el miedo a la muerte” o las resonancias agrias de la doble moral en “Casino Caín”. El disco se cierra con “Renegado”, que parece un retrato peliagudo del propio Dani Nel.lo en medio del inexorable destino, de las marcas a fuego lento: “Amarilla es la envidia, roja la ira/ ¿de qué color la traición?”.

En 1999 llega Crápula, su segundo disco, como un merodeo descorazonador por el Raval se abre la obra con “Pura vida”, canción sustentada en el imponente saxo de Dani Nel.lo como motor; la letra ejerce de nuevo en manifestar la sabiduría popular: “Pura vida, vidilla/ que te llevas las grandes/deja las chiquillas”. En esta nueva entrega el grupo  ahonda en la jerga de la calle tan variada y locuaz para expresar canciones de  marinero que escapa de la tormenta y recoge las perlas del naufragio como bien se  muestra en  “Carita de ángel”. Aparece de nuevo la Barcelona del barrio chino y el Puerto en la incansable e insaciable búsqueda urbana que se refleja en el tema Crápula: “Colgado de tu cuello/como un viejo amuleto/crápula se pierde en el silencio/ de una cama por hacer”. Radiante es la atmósfera musical que se consigue en “El médico del miedo” donde brilla el acordeón de Rebenaque y el estribillo atropella las dudas: “No  hay médico pal miedo/linda y esbelta muchacha/ donde hay mucho sentimiento/ también hay mucho dolor”. Los personajes que retratan mancillan el destino que les tocó en suerte teniendo muy presente el azar y la superstición, otro de los símbolos del grupo manifiesto en canciones como “La balada de Juan y María”. Las relaciones humanas son de entrega pero abandonadas al lado visceral del corazón: “iré de prisa a ninguna parte/olvidando tu forma de amar/yo seré el faro que engañé/ a todas las sirenas del mar” grita “Cánica oscura” en medio de una atrayente melodía. Crápula destila arrebatos de buena música como un tequila entrometiéndose en el paladar y alusiones a Confucio o el boxeador Mano de Piedra Durán en temas como “Tramposa”, “No más”, “23 cucarachas” o la elegía declamatoria de amor perdido que se zanja de un plumazo que es “Cupido asesinao”: “Sólo nos queda el desierto/ leguas de sequía/ manos llenas de malicia/ y un cupido asesinao” . “La apuesta” redondea el disco emulando las longevas canciones de bar de ebriedad malentendida y enmarañada: “Desnuda está la espalda/ de quien no tiene amigos/ cantaba un lobo borracho/ buscando pelaza conmigo”. Por si quedará algo en el tintero Nel.lo y la Banda del Zoco rematan con una versión del clásico “Rascayu”.

A parte de estos dos discos la banda colaboró con sus personalísimas versiones en Cántame mis canciones, disco homenaje a Jackson Browne con “Linda Paloma” y en el de Elvis Presley Tributo al rey con Polk Salad Annie. Desde entonces Dani Nel.lo ha grabado discos  de blues y jazz y continúa paseando su saxo por los garitos. Las canciones de Nel.lo y la Banda del Zoco simulan la compañía de un cómplice recién conocido en una noche de  farra, y nos hacen pensar que por una vez la vida está de nuestra parte.

 

Lauren García es periodista y escritor.

 

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