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Lawrence Durrell, o la poética del novelista. Por Víctor González-Quevedo. 26/02/2014.

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Lawrence Durrell

o la poética del novelista

Por Víctor González-Quevedo

 

Lawrence Durrell, a el que se podría considerar un peculiar y quizás privilegiado ejemplar de apátrida dada su condición de viajero constante con cargos diplomáticos en el extranjero, fue también un notable escritor en casi todos los géneros literarios clásicos. Su éxito con las novelas del “Cuarteto de Alejandría” le permitió dedicarse de lleno a la literatura, además. Leo en un documento en la red -con suficiente credibilidad y hechuras como para considerarlo como formativo de opinión fundada- que Durrell en cierta manera fue uno de esos airados tipos treintistas enfrentados –más estética que políticamente- al establishment de la anglosajonía, y que el poeta que había en él no está considerado a la misma altura que los intocables Eliot, Auden y demás autorités  modernistas.

Pero, apenas leo unos poemas de una vieja edición antológica -en español- de su lírica publicada de material escrito entre mediados de los años treinta y principios de los sesenta, advierto a un poeta proteico y con frescura a la par que oficio, con un espectro formal y de contenido amplio, no obstante con unas características personales “marca de la casa” que le aportan necesaria singularidad. En su técnica quizás sobresale su capacidad para imbricar opuestos duales de idea-particularidad; es decir, alma y pulsión. Lo anímico-metafísico es, de este modo, integrado en igualdad de condiciones e importancia con lo sexual –este nomenclátor del sexo será constante en su producción-. Habilidoso componedor de metáforas, une de manera maestra el sentimiento que trate en cada momento con su contraparte en el objeto. Sabe hablar con habilidad de vivos y muertos y juega a sondear las mentes de ambos –por difícil que parezca en el último caso, aunque esto es un recurso común en poesía-. Entre los versos también circulan, por ejemplo, chicas en proceso de abandonar la doncellez, niños cuyo mundo se encuentra abismado del de los adultos… Además, integra la naturaleza de los astros en un no comprobable pero evidente proceso causa efecto en los humanos. El deseo en la madurez es otro tema tratado en uno de los poemas primeros, y domina el aparataje mitológico, el cual es incluido con profusión en sus poemas –ver “Corfú”, en donde trata admirablemente el nunca bien ponderado tema de la trascendencia espiritual, o el poema “Afrodita”-. En “Libertad” es trazado hermética pero menos ambiguamente de lo que parece el concepto que da título al poema. En otras ocasiones, los temas son más ligeros, si bien la forma se resiste a ser rebajada en consonancia. Especialmente divertido es “Cocos Verdes”, en donde nuestro autor muestra su desdén por las prácticas homínido-grupales consistentes en beber alcohol directamente de un coco sajado a la mitad, práctica por otra parte de sobra conocida en nuestros días pero que tal vez en esos años tendría algo de novedoso –y también de repugnante, a juicio de nuestro autor-.

Epitomizando y definitivamente, un escritor a tener en cuenta para quienes gusten del mundo de Eliot, William Carlos Williams, e. e. cummings, Pound, Auden, Dylan Thomas y demás poetas del mundo anglosajón que iban dejando atrás la época victoriana, para entrar de lleno en el albor tumultuoso del pasado siglo veinte, y ser leídos en el veintiuno.

 

 

El café de la marina, de José Marcelino García, por Olga Rico Cadavid. 17/02/2014

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El café de la marina

José Marcelino García
Editorial KRK, Oviedo, 2014

Cuando llegó a mis manos este  libro, galardonado con el Premio Asturias de Novela de la Fundación Dolores Medio, me invadió una mezcla de sorpresa y curiosidad. De antemano, y teniendo en cuenta el carácter marinero de mi pueblo natal, me atrajo el título: “El café de la Marina”. También la portada me resultó familiar y a la vez muy sugerente. Llegué a casa y, sin esperar mucho, me senté a leerlo con interés. Enseguida me di cuenta de que tenía entre mis manos un libro muy especial que irradiaba una belleza poética a través de una prosa cuidada con esmero. 

Su autor, José Marcelino García Fernández, nació en Candás, en una familia de una larga tradición marinera. Este hecho, unido al haber vivido en este pueblo costero en una época especialmente rica en contrastes y con un ambiente propicio para ser novelado, le sirvió de inspiración para escribir tanto esta historia como otras de sus obras: «Barrios de Candás», «El humo de los barcos»,«Domingos por el rastro de Gijón» y el hermoso poemario titulado «Mar enarbolada».
Sus más de quinientos artículos de opinión,  escritos como columnista del diario El Comercio de Gijón, demuestran que es un escritor versátil que maneja la pluma con maestría. 
En «El café de la Marina», José Marcelino García, con gran pericia, va narrando los recuerdos de una vieja maestra que, en la mesa de un café, observa a través de la ventana el abrigo del muelle en una tarde lluviosa.
» García es un escritor versátil
que maneja la pluma con maestría
 
 La sencilla historia de amor vivida hace años en aquel pueblo, y que la anciana de mirada desolada hace presente en un intento de aferrarse un poco a la felicidad perdida, da pie al autor para elaborar un lúcido retrato psicológico del personaje central.
Las narraciones en presente y en pasado se armonizan con tal maestría que la novela se carga de contenido sin solución de continuidad, sacando a la luz el interiorismo complejo de los personajes en una trama que fluye con erudita facilidad.
Los sentimientos y elucubraciones de la vieja maestra se intercalan con su pasado en ese pueblo, a donde llega en el oscuro año 1936 para trabajar de interina. Allí vivirá una apasionada historia de amor que marcará para siempre su vida.
La creación atmosférica con abundantes descripciones está expuesta de forma impecable sin romper el ritmo de la narración que, en forma de monólogo o diálogo, salta del melancólico presente a un pasado especialmente dramático donde emerge con gran luminosidad este amor, a la vez carnal y a la vez etéreo, que envuelve la vida de la joven maestra.
Con gran ternura y lirismo, José Marcelino García deja patente el enfrentamiento entre el deseo de los personajes y la cruda realidad, y al estilo de Herman Melville, obra en ellos una penetración no solo psicológica sino también filosófica.
Nos encontramos pues ante una de esas obras con la que podemos disfrutar de una literatura exigente. Una novela que invita a repetidas lecturas como si se tratase de un poemario, y que está destinada  a brillar con luz propia en cualquier biblioteca.
Me complace decir que, después de leer este libro, siento una especial admiración por su autor, José Marcelino García, y que para definir su escritura me viene a la mente una frase de Ernest Hemingway: «El escritor… si sabe emplear los recursos bien tendrá estilo, será escritor y artista»

Olga Rico Cadavid es escritora

Barcelona Bestiario, de Josep Carner. Traducción de Fernando Beltrán. 10/02/2014

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Poemas de Josep Carner.
Traducción de Fernando Beltrán
Fotografías de Pere Vivas
Textos de Marta Luna y Jaume Subirana
Editorial Triangle Postals. Barcelona, 2014

 

Un libro para todas las edades con 41 poemas de Josep Carner —traducidos para la ocasión por el poeta Fernando Beltrán—, ilustrados con magníficas fotografías de estos mismos animales que —esculpidos, esgrafiados o forjados— se hallan en las fachadas, fuentes, rejas o jardines de Barcelona, quizás la ciudada europea con un bestiario más extenso y completo al alcance de la mirada de sus paseantes. “Barcelona Bestiario” incluye también planos de la localización de los animales y textos de Marta Luna que ayudan a contextualizar las imágenes. 

Cuando el pasado despierta, de Olga Rico Cadavid. 4/04/2014

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Cuando el pasado despierta
Olga Rico Cadavid
Editorial Círculo Rojo

 

Elvira, una enfermera dedicada al cuidado de su padre, enfermo de Parkinson, comienza a abrigar una nueva ilusión cuando Lorenzo, un atractivo comisario de policía, entra en su vida. Sin embargo, las circunstancias personales de ambos hacen imposible aquel incipiente amor. Con el paso del tiempo, la vida de Elvira da un importante vuelco al entrar a trabajar en la prestigiosa clínica Marsé, regentada por una misteriosa familia de médicos que viven en una lujosa mansión. Elvira se verá atrapada en un torbellino de intrigas y secretos, de amores perdidos, odios y venganzas. Lorenzo, que continúa amándola, tendrá que vencer multitud de dificultades para intentar rescatarla.

Con un estilo directo, y un argumento que continuamente nos sorprende indagando en lo mejor y lo peor del ser humano, la escritora Olga Rico Cadavid consigue sumergirnos en una historia que nos absorbe desde el primer instante. El lector quiere saber más, al mismo tiempo que disfruta del placer de ir avanzando página a página. Una envolvente intriga conduce al desenlace, mitigando la pena de acabar una novela que atrapa y consigue llenar de satisfacción esos momentos especiales que, de vez en cuando, debemos regalarnos a nosotros mismos.

Olga Rico Cadavid nació en Pontedeume (A Coruña). Cursó estudios en la Universidad de Santiago de Compostela donde se licenció en Medicina y Cirugía. También posee el título de Procurador de los Tribunales.
En la actualidad vive en Oviedo donde trabaja como médico de Urgencias. Está casada y tiene un hijo. Después de escribir varios relatos y novelas cortas, edita su primera novela: Cuando el pasado despierta

 

En el bajo Tâmega, Amarante y sus artistas. Por Ángel García Prieto. 15/01/2014.

 

En el bajo Tâmega, Amarante y sus artistas

Un estilo muy propio

Por Ángel García Prieto

 

Amarante es una encantadora ciudad del distrito de Porto, que trepa por una de las colinas verdes asentadas en la caída de la sierra; allí “(…) la noche, donde susurra nuestro origen / subió conmigo a los cerros del Marão (…)” al borde del Tâmega, poco antes de que desemboque en el Douro, allí está enterrado su patrono São Gonzalo, santo con fama de casamentero y protector de las familias y los matrimonios. Su colorido sepulcro es el centro de una capillita situada en el ábside de la iglesia del antiguo convento que lleva su nombre; edificio rodeado de casas nobles de los siglos XVI, XVII y XVIII con ricas balconadas de madera labrada y de enrejados.  

El llamativo templo, con peculiar estructura arquitectónica de predominio barroco, preside una plaza que se conjunta con el también espléndido puente de sillares de granito, la torre señera y el cimborrio construido en el s. XVIII, que constituye el núcleo de la ciudad antigua y que junto al río forman un rincón acogedor y solemne, elegante y bello. 

Amarante ofrece otras edificaciones y objetos dignos de atención, como la iglesia de São Pedro, el Museu con lienzos del famoso pintor cubista local Amadeo de Souza Cardoso y un monasterio benedictino cercano, en Travanca. 

En ese ambiente de cierta nobleza rural, desarrolló sus años infantiles y juveniles Texeira de Pascoaes, antes de estudiar y ejercer sin convicción la abogacía en Porto durante unos años, hasta que se retirara a la rica hacienda familiar, para dedicarse a la literatura. 

“A minha aldeia! / ermo lugar que existe / perdido, neste mundo (…) / onde o silencio as almas arrefece ; / e o clarão do ponente moribundo / é mais dourado e triste, / e lembra enorme e livida candeia, / nas mãos dum negro espectro que aparece (…)”

[“Ay mi aldea/ solitario lugar que existe/ perdido en este mundo…/ donde el silencio enfría las almas / y la claridad del poniente moribundo / es más dorado y triste / y parece una enorme candela / en las manos de un negro espectro que aparece…”]
 
Teixeira de Pascoaes participó en las actividades del movimiento cultural de la Renaixença Portuguesa y fundó la revista   A Águia (El Águila), con la que alentaba en la renovación y exaltación de los valores portugueses. A la vez que escribía mucha poesía, ensayos e historia de Portugal.
 
También nació en 1922, en otra fregresia del concejo llamada Vila-Meâ, la muy conocida autora Agustina Bessa-Luís. Pasó allí su infancia y adolescencia, hecho que empapa de ambiente local una buena parte de su extensa obra. Tras estrenarse como autora de novela, con Mundo fechado, en 1948, tiene una brillante carrera literaria con más de cincuenta obras narrativas publicadas, numerosas traducciones a los principales idiomas e incluso a lenguas más minoritarias como el rumano o el griego. Ha recibido premios nacionales e internacionales, representó a su país en acontecimientos literarios importantes; ocupó la dirección del diario de Oporto O Primeiro de Janeiro, del Teatro Nacional de D. Maria II, de Lisboa y fue miembro de la Alta Autoridade para a Comunicação Social. Es miembro de varias academias y ha sido honrada con medallas y graduaciones diversas, así como al menos catorce premios literarios. En fin, es una autora portuguesa muy apreciada en su país y fuera de él.
 
Con un estilo muy propio, conjuga influencias simbolistas con sabiduría ancestral, se enfrenta con energía a los problemas difíciles del hombre, para resistirse a la pérdida de la singularidad. Entre sus novelas, pueden destacarse A Sibila, con veinte ediciones, Os meninos de Ouro, con ocho y Fanny Owen, llevada al cine por el famoso realizador portugués Manoel de Oliveira. 
Otra artista del lugar es su hija Mónica Baldaque, pintora del Douro. Nació en el lugar de Ariz en 1948, se formo en la escuela de Bellas Artes de Lisboa y es especialista en museística, colaborando en la Fundación Eça de Queirós, en el Museu do Douro y otras instituciones culturales. Su último libro publicado es una colección de relatos también ambientados en el Douro, que se titula Vinte anos na província.
 
 
Ángel García Prieto es psiquiatra y escritor.

 

Con pecado concebido, de Sergi Escolano, por Ernesto Colsa. 6/01/2014

 
Con pecado concebido
Sergi Escolano
Ed. Pez de Plata
Colección Brotadura 2
Ilustraciones de Roger Pibernat
 
Desde este foro no puedo sino darle la más enardecida enhorabuena a Jorge Salvador Galindo, factótum de Pez de Plata, por el comienzo de esta segunda, y esperemos que venturosa, etapa de su editorial, en la cual se aprecia diseño renovado y nuevos bríos. Se mantiene la intención de diversificar la oferta mediante varias colecciones, como la que aquí nos ocupa, Brotadura, cuya segunda referencia es objeto de la presente reseña.
Sergi Escolano, barcelonés de los tempranos setenta, trabaja como guionista en varios medios, entre ellos la revista humorística El Jueves, un clásico que ha sobrevivido gobiernos de diferente signo pero similar ponzoña, un intento de golpe de Estado y la guerra de occidente contra el terror. Pues bien, el talento en el ejercicio de la sátira se le desata al autor en esta Con pecado concebido, cuyo planteamiento resulta de lo más sugerente: a modo de Apocalipsis apócrifo, la novela sitúa en nuestros días el segundo advenimiento divino a la tierra, un suceso, no obstante, forzado por las circunstancias, pues la fuerzas celestiales se ven obligadas a enfrentarse al Anticristo, a quien por mediación de Fede, un eficaz agente de Satanás, ha concebido una joven residente en la Ciudad Condal tras una cogorza de espanto. Por su parte, Jesús prefiere continuar dedicándose a sus asuntos antes que asumir el engorro, escarmentado como quedó de la anterior experiencia, donde lo dejaron hecho un ecce homo. San Gabriel, al mando interino del Reino de los Cielos, trata de buscarle un sustituto, pues Dios se encuentra de vacaciones con Shiva y no se manifiesta a sus súbditos desde hace varias semanas.
Semejante punto de partida no desentonaría en la obra de un Alfred Jarry o, si me apuran, del Boris Vian más desatado, mas Escolano opta por un tratamiento a la española, a modo de Jardiel Poncela, haciendo honor a la revista donde se dio a conocer. Pero el aparente trazo grueso oculta más enjundia de lo que se aprecia a simple vista; los diálogos denotan el oficio del autor en los resortes de esta técnica, una de las más complejas de la narrativa, y la aparente chanza se convierte, en realidad, en sutil sátira a todos los estamentos sociales a través de continuas referencias al imaginario popular de las últimas décadas, tantas como las de la edad del autor, sin quedarse así en una simple y facilona mofa del fenómeno religioso, en lo cual podría haber incurrido alguien con menos talento del necesario.
Pero, sin desmerecer cuanto antecede, las últimas cincuenta páginas hacen trascender a la novela de mero entretenimiento más o menos ingenioso a ejercicio metaliterario mediante un sorprendente quiebro formal propiciado por una sucesión encadenada de epílogos, reepílogos, capítulos suprimidos y paralelos, finales alternativos —made in Hollywood y al modo del Siglo de Oro—, tomas falsas, entrevistas, agradecimientos, un prólogo apócrifo… Una genial pirueta que enriquece sobremanera el conjunto de la obra.
La cuidada edición mejora los ya esmerados antecedentes de Pez de Plata. Un diseño de portada un tanto vintage, una agradable maquetación y unas sugerentes ilustraciones a cargo de Roger Pibernat, elaboradas ex profeso —una tradición en anteriores referencias de la editorial—, constituyen no pocos alicientes para hacerse con la obra, y así colaborar con Jorge Salvador en su heroica iniciativa de insuflar hálito a nuestro depauperado panorama cultural.
 
Ernesto Colsa es escritor. 

Especulación, de Thomas Wolfe. Por Alfonso López Alfonso. 29/12/2013.

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Eterno retorno

Especulación, de Thomas Wolfe

(Periférica, Cáceres, 2013) 

Por Alfonso López Alfonso

 

A comienzos de julio de 1929 un profesor universitario regresa a casa atravesando los Estados Unidos en tren para encontrarse con que su pueblo ha caído de lleno en la locura inmobiliaria colectiva que azota el país. Hasta algunos de sus parientes, entre los que se encuentra su propia madre, especulan sobre lo que podrán ganar comprando a tiempo y vendiendo pronto. Thomas Wolfe (1900-1938) uno de los integrantes de la portentosa generación que publicó en la revista The American Mercury, de H. L. Mecken, léase los Ernest Hemingway, William Saroyan, John Fante o John Steinbeck, salpica esta breve novela -publicada por primera vez en esa revista- de su característico lirismo y de algunos elementos autobiográficos —como al propio Wolfe, a John, el personaje principal, se le han muerto algunos hermanos—. Leerla en las circunstancias actuales de derrumbe económico, tras el estruendoso pinchazo inmobiliario que siguió a la locura del crédito blando, proporciona cierta sensación de bucle. Y si no vean el panorama que John describe al llegar al pueblo, de cuyas gentes cree que se ha apoderado una oleada de energía destructiva:

«Habían despilfarrado fabulosas sumas en calles inútiles y puentes, habían derribado los antiguos edificios públicos, el juzgado y el ayuntamiento, para levantar otros nuevos de quince plantas de alto y lo bastante grandes para satisfacer las necesidades de una ciudad de un millón de habitantes; habían aplanado las colinas y perforado las montañas construyendo magníficos túneles pavimentados, con dos carriles para los coches y relucientes ladrillos; túneles que desembocaban en la mismísima Arcadia de la vida salvaje. Era algo loco, exasperante, ruinoso. Habían derrochado las ganancias de toda una vida para hipotecar las de toda la generación venidera; se habían arruinado a sí mismos, a sus hijos, a su ciudad y nada podría detenerlos».

Creo que no hace falta decir absolutamente nada del paralelismo con una situación que nos resulta demasiado familiar, pero aún así dejemos que lo haga Thomas Wolfe:

«Los barberos, los abogados, los fruteros, los carniceros, los constructores y los sastres, todos estaban comprometidos en un único interés, todos compartían la misma obsesión. Y no parecía haber más que una sola regla, una ley preponderante e infalible: comprar, siempre comprar, pagar cualquier precio que se pidiera y vender de nuevo a los dos días al precio que uno decidiera fijar».

Especulación es una novela lírica y emocionante preñada de la prosa elegíaca de Wolfe, quien sabiéndolo o sin saberlo nos habla del eterno retorno: «Lo único que sabía era que los años corren como el agua y que un buen día los hombres vuelven a casa». John vuelve a casa y acompaña a su madre y su hermano Lee al cementerio, donde está enterrada parte de su estirpe. Curiosamente ese cementerio es la única porción de tierra en todo el pueblo preservada de la invasión de los agentes inmobiliarios. Hay cosas que no cambian, que vuelven una y otra vez, haciendo que nos bañemos dos veces en el mismo río, o al menos en las mismas aguas putrefactas. El mundo que describe Wolfe unos pocos meses antes del martes negro de octubre de 1929 parece una foto fija del que nosotros conocimos hasta el desmoronamiento de 2008.  

 

Alfonso López Alfonso es historiador y escritor.

 

Diabolicón, de Jorge Ordaz, por Fernando Fonseca. 21/12/2013

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Diabolicón
«Cae el Sol y el Diablo entra en mis planes…» (H. Balzac: Le Fraiseur)
 
Animado por los Stones, con su Simphaty for the devil a modo de banda sonora para El maestro y Margarita, trataba yo de demostrar que los diablos dispersos por el mundo no siempre llevan cuernos y rabo —del mismo modo que los locos tampoco vagan por el mundo tocados con cascabeles, por darle la razón a Schopenhauer— cuando me llegó Diabolicón, de Jorge Ordaz, y me dispuse contento a recibir semejante legión de diablos «superiores y mandamases», «intermedios y de oficios» y «menores y del montón», que así son presentados en el libro.
 
Una temporada en el infierno (Une seasson en enfer) venía yo padeciendo, solo que ahora, de la mano de Ordaz, el lapso se volvió divertido y didáctico, facilitándome la osadía de perderle el respeto a estos seres de dudosa reputación, perversa compañía y mermada trascendencia. No, hoy las cosas malas que nos ocurren no las trae el Diablo.  (Tampoco vamos a descubrir a estas alturas la erudición de este escritor nuestro, Ordaz, que no cesa de obsequiarnos con sus envidiables conocimientos del género que tercie).
 
» Ordaz consigue con maestría
hacerlos tiernos, familiares, teatrales, inocuos…
 
Según Borges, en alusión a Dante, el Infierno es ese lugar poblado por fantasmas de Italia y endecasílabos endemoniados. Como si me hallara en un rincón ensoñado de Italia, consumidos los endecasílabos que antiguamente me trasladaban al ámbito avernal, me arrellano pues en la butaca y empiezo a leer con devoción Diabolicón, donde se da noticia no sé si de todos (yo echo en falta a los que cabría encuadrar en la categoría de «diablos literarios», tales como Maldoror, Vóland o el sufrido monje Medardo) o casi todos los diablos que por el mundo deambulan enredando las cosas sin parar.Pero el autor no solo pretende acercarnos diabólicas presencias cuya identidad hoy en día se encuentran al borde del ostracismo —tiempos peligrosamente descreídos—, sino que nos ofrece la oportunidad de jugar con ellos desde la perspectiva familiar de un tuteo abrigador y calmoso —a partir de un apropiado lenguaje neoclásico o con brisas románticas—, porque Ordaz consigue con maestría hacerlos tiernos, familiares, teatrales, inocuos…
 

» El autor nos introduce en un paralelo del infierno

 
Curiosamente el mundo demoníaco es una de las temáticas que más se prestan a la interpretación en clave de humor —a tal extremo llega el desprestigio de los seres superiores en estos tiempos de simpleza democrática—, cuando no al basto desdén, al osado desafío o a la irresponsable descreencia. Cuánto se viene a echar de menos la sentencia magistral de Tertuliano que, entre otras pocas elegidas, ha venido guiando mis secretas inclinaciones. Es esta: credo quia absurdum (traducido: creo porque es absurdo)
 
El Diabolicón de Ordaz, fundamentalmente, apunta en la primera de las direcciones, la desenfadada y no exenta de humor. Como si el autor se tomara a los demonios (a Satanás en sus múltiples metamorfosis, de pompa unas y domésticas otras) un tanto a broma, pero desde el respeto que emana cada una de las entradas de la extensa relación nominal que conforma el libro. No en vano, hacer publicidad de estos personajes hoy en día ya es en sí mismo un gesto a valorar positivamente, una iniciativa propia de un escritor independiente, pues queda claro que no busca el tema «políticamente correcto» o comercialmente más oportuno, sino el desmelenamiento verbal de un trabajo imaginativo y depurado.
 
No obstante, en el terraplén que uniría las dos direcciones antes señaladas (la del humor o la del desdén) los personajes llegarían a poseer al autor como si de demonios asentados en la sabiduría y la experiencia se trataran; como íncubos que manejaran a ojos cerrados las tuercas refinadas del escritorio. ¿Vendió Ordaz su alma, quiero decir su pluma a alguna maléfica compañía de las tinieblas?…
 
» Ordaz se encuentra cómodo en los libros perdidos,
las frases irrecuperables y los autores
sospechosamente al margen.
 
Este Diabolicón está hecho con tan elevada sabiduría y temple que cabría sospechar en la intervención satánica, mas conocedores de la trayectoria y el aplomo creativo del autor, sabemos que no es así; que todo responde al oficio elevado de Ordaz, con cuyo concurso queda claro que el producto no podría ser otro que un libro diabólicamente certero y entretenido. Un manual extemporáneo. Una melancolía inmarchitable. Un guiño socarrón. Las trompetas de Jericó derribando prejuicios de arena. Un aquelarre inocentón. Una feliz compañía…
 
No sé, según voy leyendo —y descartada la intervención del Maligno— imagino la escritura pacienzuda de este libro con cálamo de ave filipina y tinta de recreo añil, cuyos visos cobrizos me recuerdan las tentativas purgatorias de los llamados al triunfo; es decir, los proscritos en estos tiempos que corren. Proscritos pese a su indiscutible condición de eternidad, como es el caso del Diablo en sus mil y un reflejos. Bienaventurados, de ellos será el reino…
 
            Ordaz nos introduce en un paralelo del infierno —porque no todos los infiernos se presentan con igual paisaje—, y una vez instalados resulta que nos decidimos a pasar una temporada Allí/Aquí. Por eso, la otra noche —siguiendo al poeta-niño francés— yo también senté a la Belleza en mis rodillas, y la injurié. Mis rodillas sostenían un libro-espejo, y lo injurié al verme allí reflejado en un demonio que, a su vez, se viese reflejado en mí. Solo sé que «la belleza es una promesa de felicidad»…, en palabras de Stendhal retocadas por Baudelaire. Acabé reflexionando acerca de la necedad vigente que desprecia sin disimulo a todos los demonios. Qué demonios, a todos los ángeles…
 

En fin… No sé si Dios existe, pero sé que al Demonio lo llevamos todos dentro.

Conque cayó el sol y el Diablo entró en mis planes de la mano, precisamente, de un escritor que se encuentra cómodo en la erudición, lo recóndito, la magia de las antigüedades, los libros perdidos, las frases irrecuperables y los autores sospechosamente al margen. No me cuesta imaginarlo con su alma dada al diablo a cambio de la excelencia. Como un neoclásico o un romántico en ciernes. Y este Diabolicón se ajusta a las mil maravillas a la natural predisposición creadora del autor. Nadie podría hacerlo mejor. Pase pues, nuestro querido Ordaz, a engrosar la tradición «infernal» en la literatura. A grandes rasgos: Anónimos egipcios, Virgilio, San Agustín, Dante, Goethe, Kadaré, Bernhard…, Ordaz.
 
Suena el teléfono, lo descuelgo y oigo la voz serena de Mark Knopfler susurrando su Devil baby.

—Jorge, ¿eres tú?…  

Fernando Fonseca es escritor

Presentación de Luciérnagas en la memoria, de Pilar Sánchez Vicente. 16/12/2013

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Miércoles 18 de diciembre, a las 19.30 horas, en el hotel Meliá Reconquista de Oviedo, presentación de la novela, LUCIÉRNAGAS EN LA MEMORIA.

Luciérnagas en la memoria es un periplo a través de la Historia de dos países, España y Argentina, y dos regiones, Asturias y Tucumán, unidas a través de los protagonistas: dos hermanos trágicamente separados por la Guerra Civil.
Publicada en Amazon, la novela ha alcanzado, en menos de un mes,  un millar de ejemplares vendidos y lleva camino de convertirse en un éxito.
 

 Este es un homenaje a todas las personas que lucharon por la utopía de un mundo más justo y vieron sus vidas segadas por la represión o la guerra.