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Una entrevista ligera a Ricardo Labra, por Javier Lasheras y José Havel. 4/10/2012

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Una entrevista ligera a Ricardo Labra 

» Soy un transgresor, cumplo todas las normas.

 
Por Javier Lasheras y José Havel
 
 
¿Qué valora más de un viaje?
El regreso, el sentirme un Ulises contemplando mi pobre Ítaca particular; tal vez la extraña sensación de percibir en mi piel, durante unos días, las angosturas de mis trajes cotidianos. También la extraña música que casi todos los viajes dejan en mis oídos y la dulce sensación de que una de las ciudades que he visitado aún me reclama.
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
Depende de las ocho de la tarde. Aunque reconozco que solemos tener horario para casi todo en este mundo tan racionalizado. Tal vez lo que nos hace felices no tenga horario, y por eso se nos escape cada día entre los dedos de las manos.
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
No llegar nunca al destino señalado, me fascinan las esquinas y los recovecos, la letra pequeña de los grandes itinerarios.
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
Si es para realizar un viaje, alguien que no se crea Goethe o Marco Polo. Las ciudades se marchitan por las erudiciones permanentes y se empequeñecen por la búsqueda obsesiva de horizontes nuevos. Por eso me aterran las personas que no apartan los ojos de su guía de viaje o de su cámara fotográfica.
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
El lugar al que siempre quiero volver es aquél en el que se encuentran las personas que quiero y que me quieren, el porqué resulta obvio explicarlo. Todas las personas que se encuentran lejos de sus afectos, de su territorio emotivo, son unos exiliados. Los demás espacios o lugares idealizados son sublimaciones, locus amoenus con los que tratamos de compensar nuestras frustraciones cotidianas.
¿Cuál es su principal defecto?
No lo sé con certeza, todavía ando buscándolo en la mirada de los demás.
¿Y su principal cualidad?
Tal vez sea la de conocer demasiado bien algunas de las más intricadas trampas del juego, este cruel juego social en el que todos estamos inmersos. Los tahúres y sus aprendices nunca me lo perdonan.
¿Qué libros lee cuando viaja?
Una leyenda en una placa, un epitafio, una frase desprendida de un libro manoseado en un puesto de un mercado son para mí auténticos tesoros. Esas son mis lecturas favoritas, muchas veces justifican un viaje. No obstante, cualquier viaje es una trama de significaciones, un libro en el que vamos descifrando y rescribiendo sus renglones.
¿Y qué está leyendo ahora?
Un inteligente ensayo sobre la racionalización de la sociedad, esa racionalidad sobre la que ya nos alertó Max Weber y que tantas irracionalidades nos genera, titulado La Mcdonalización de la sociedad de George Ritzer, un profesor de sociología de la Universidad de Maryland.
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
No, salvo que sea una materia de estudio. No me gusta dejar mi rastro en los libros que leo, yo creo que tienen que ser los libros los que dejen su rastro imborrable en nuestra memoria. Los libros subrayados me recuerdan los rastros viscosos de los caracoles.
¿Cuál sería su mayor desdicha?
Conviene no mentarla, como sucede con los más íntimos miedos. Casi siempre se cumplen.
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
Existen autores que los hacemos propios y de los que nos sentimos consanguíneos, sus libros se nos transforman en carne y memoria. Somos como los herederos de su sensibilidad, parte de un linaje en el que se abisma y perpetúa una forma de mirar y de interpretar la realidad. Ciertamente, esa es una de las magias de la literatura. Dejémoslo así, sin más divulgaciones.
¿Dónde le gustaría vivir?
Allí donde no me sintiese un exiliado de la literatura.
¿Cuál es su bebida favorita?
Aquella que concita la conversación y los buenos recuerdos: vino, cerveza, sidra…, de vez en cuando un whisky para convocar a la Luna.
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
Hay novelas que nunca acabo de leer por mucho que haya leído y releído todas sus páginas. Por eso tengo la impresión de no haber concluido nunca la lectura de una gran novela.
¿Cuál es su ciudad preferida?
La ciudad preferida, la ciudad idealizada, la construye nuestra nostalgia. La nostalgia de ser otro y de cumplir otro destino, tal vez más verdadero. ¿Quién no se siente asediado por el pobre argumento de cada día, por sus tediosas servidumbres? A veces digo París y mi corazón se conmueve.
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
No me hace falta nombrarlos, ya lo hace mi escritura.
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
Tal vez la haya encontrado escribiendo un cuento corto, El resistente. Al terminar de escribirlo me di cuenta que aquello más que un cuento era uno de mis lemas vitales: Soy un transgresor, cumplo todas las normas.
¿Qué música suele escuchar?
Cuando estoy triste hay cierto tipo de música que no puedo escuchar, si no quiero abismarme aún más en mis sombras. Por eso casi siempre escucho ruidos desacompasados que me acompasan.
¿Con qué personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
Los personajes históricos conviene conocerlos a través de sus biógrafos o de sus historiadores. Si es un escritor, mejor conocerlo a través de su obra, que además es el motivo por el cual suscita nuestro interés. Recuérdese el encuentro, tras los esfuerzos y desvelos de Sidney Schih y de su esposa Violet, entre Marcel Proust y James Joyce en el hotel Majestic de París. El triste resultado de tan ideal reunión apenas fueron unas frases triviales, capaces de desanimar a cualquiera de sus más fervorosos lectores. En cuanto a los personajes ficticios, puedo asegurar que he pasado y paso muchas veladas con ellos: Gregorio Samsa, Eugenio de Rastignac y Clawdia Chauchat, y tantos y tantos otros, son para mí tan reales como mis recuerdos.
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de cien gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
Habría que preguntar a los versados economistas, pero me parece que últimamente la poesía está perdiendo crédito. Hay quien ve a los Adriá, Arzak, Arguiñano como a los nuevos poetas.
Recomiende un par de obras de arte.
Panorámica de Delft de Vermeer. Es el cuadro ante el que muere Bergotte en la fundamental obra proustiana de À la recherche du temps perdu. Ese fragmento en el que Bergotte contrapone la pared amarilla que aparece minuciosamente pintada en el cuadro con lo que ha sido su vida, pesando ambas en una balanza, me parece una de las páginas de oro de la literatura universal. Ya he recomendado un par de obras de arte.
En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso.
Un buen jugador sólo enseña sus cartas cuando finaliza la partida. Mostrarlas antes, variaría su resultado. Sería curioso realizar un estudio sobre las bibliografías ficticias de los escritores, sobre los libros que no se llegaron a escribir a pesar de las ilusiones depositadas en ellos por quienes decían que los estaban escribiendo. Esos libros fantasmas o bien son las trampas que los escritores más arteros ponen para despistar a sus husmeadores o simplemente, la venganza de los hados literarios ante las locuaces veleidades de los escritores más bisoños. Hay que saber guardar el secreto para que las expectativas no se difuminen como la niebla en un sueño. Siempre que me encuentro ante esta pregunta me acuerdo de Max Aub y de su Josep Torres Campalans.
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
¿Qué sería la literatura sin la crítica literaria? Tal vez un mausoleo de textos muertos. El guardián de la Biblioteca de Babel es un crítico literario, el buen lector es un crítico literario, el escritor que no sea un mero grafómano es un crítico literario. Los críticos literarios son los ángeles custodios de la literatura. Aunque algún crítico determinado pretenda hundir a un escritor, siempre lo eleva. Sus censuras son elogios, incitaciones contra el olvido.
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
Me viene a la memoria una Conseja de Antonio Machado a la que le modifico el último verso: El listado es demasiado largo, y además sí importa, porque el que mira y calla se convierte en cómplice. Una buena parte de este listado de mis cabreos e imprecaciones ha quedado recogido en El reino miserable.
 Recomiende un libro que no haya leído.
Mejor, uno de esos libros cortos que nunca se acaban de leer porque contienen toda una biblioteca: Paseos con Robert Walser de Carl Seeling. Si alguien sigue este consejo tal vez llegue a la conclusión de que la literatura es como un paseo entre la nieve de las montañas, un rastro de pasos contados.
Dígame un par de películas que todo el mundo debería ver.
El gran Dictador de Charles Chaplin y Amanece que no es poco de José Luis Cuerda. Una por sus profundos alegatos y conmovedora ironía, la otra, porque venera a Faulkner y festeja la vida con un humor delirante.
A través de qué película llegó a leer un libro estupendo.
Es cierto que los géneros literarios y las artes interaccionan entre sí, se retroalimentan. Son muchos los ejemplos que podría citar, por ejemplo el surrealismo establece una especial relación entre la literatura y la pintura. Un verso como La tierra es azul como una naranja de Paul Eluard no puede entenderse sin la obra pictórica de René Magritte o, incluso, del propio Salvador Dalí. Lo mismo sucede con el cine y la literatura, de ahí que no resulte extraño que una película sirva de entrada, de preámbulo, de prólogo a la obra literaria de un autor. Me imagino que en muchos espectadores se habrá despertado el interés por la novela de Thomas Mann, Muerte en Venecia, a través de la película de Luchino Visconti; algunos de ellos también se habrán interesado por la obra musical de Gustav Mahler. Algo parecido me sucedió con la película de John Ford, Las uvas de la ira, que provocó en mí un interés inmediato por leer Las uvas de la ira de John Steinbeck. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y he de decir que la extraordinaria película de John Ford se ha ido desdibujando en mi memoria, pero que aún recuerdo la gran novela de John Steinbeck vivamente. Cómo se puede olvidar el generoso gesto de Rose of Sharon que, tras perder a su hijo, no duda en entregar su pecho cargado de leche a un hombre enfermo y hambriento en un sórdido granero, intentando salvarle la vida. El cuadro puede parecer melodramático, pero esas páginas alcanzan una hondura humana y una dimensión literaria raramente igualables.
¿Qué suceso de la historia admira más?
La historia es como un palimpsesto, siempre está reinscribiéndose. No hay suceso histórico, por muy generador o perturbador que sea, que no se encuentre inmerso en un cúmulo de sucesos. Mi admiración en este caso es holística, se asemeja a la de Eric Wolf en su Europa y la gente sin historia. También acude en mi ayuda, para expresar esta idea, un verso de Jorge Luis Borges: ¿Es un imperio esa luz que se apaga o una luciérnaga?
¿Qué red social de internet prefiere?
Siempre que me hablan de redes sociales me acuerdo de mi admirado Bronislaw Malinowski y de sus argonautas de las islas Trobriand, del Kula y de su red de reciprocidades, redistribuciones e intercambios. Qué bueno estar enredado en la trama de nuestras dilucidaciones.
¿A quién le hubiera gustado entrevistar?
Todos los días me entrevisto con quien deseo, la literatura nunca niega una cita, sólo basta con acercarse al anaquel de una biblioteca.
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente? 
Vuelvo a Bergotte y a su balanza, estando ante la pared amarilla de nuestra conciencia: ¿quién puede declararse inocente? Quizá por ello todo escritor sueña con escribir un fragmento o un verso que lo redima.
 
Ricardo Labra es escritor.

Una entrevista ligera a Fernando Beltrán, por Javier Lasheras y José Havel. 3/10/2012

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Una entrevista ligera a Fernando Beltrán
 
 
» Intemperie
 
 
Por Javier Lasheras y José Havel
 
 
 
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
El arte de ver. La alegría de vivir.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Ducharme para salir a pasear tras dormir la siesta acompañado.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Quizás algún exceso «etilírico»…
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
  
Su amor a la belleza, su complicidad, su conversación y sus silencios
  
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
París… Oh la lá..
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
Camino horas enteras sin cansarme.
 
¿Y su principal cualidad?
 
Camino horas enteras sin cansarme.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Siempre un libro vivo: la prensa local
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
París en Chansons… Catálogo de la expo del mismo nombre, actualmente en la Biblioteca de París.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Por supuesto. Duermo incluso con ellos en la mano.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Quedarme sin lápiz y sin papel.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
On the road, Jack Kerouac.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
Ámsterdam, Estocolmo, Lloviedo, Manizales, Londres… Siempre ciudades con agua…
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
Cerveza tostada belga, uva Godello o chardonnay, ginebra inglesa, cava familiar…
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
No recuerdo, afortunadamente…
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Cualquiera sin demasiada poesía aparente, para buscarle las cosquillas…
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Italo Calvino, Philip Roth, Roland Barthes, Rilke, Coetze, Luis Landero…
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
Intemperie.
 
¿Qué música suele escuchar?

Música Barroca.

¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Con Albert Camus, con Cósimo de El Barón Rampante
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
Por menos de lo que los disfruto, siempre…
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
El Origen del Mundo de Courbet. Cualquier escultura de Giacometti.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Un nuevo poemario.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Con rodaja de limón.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
La gente que chista en la calle a la menor ocasión, por cualquier incidente…
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
El próximo de José Antonio Marina, siempre interesante.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Un paseo por el amor y la muerte y El imperio de los sentidos.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Alguien voló sobre el nido de cuco.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
El muchacho chino que se enfrentó solo a un tanque en la Plaza de Tianamenn.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Twitter.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
Albert Camus.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Huido.
 
Fernando Beltrán es escritor y nombrador.

  

Una entrevista ligera a Manuel García Rubio, por Javier Lasheras y José Havel. 2/10/21012

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Una entrevista ligera a Manuel García Rubio
 
» ¿Esto qué es? ¿El precio justo?
Por Javier Lasheras y José Havel

 
 
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
El camino.

¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Me gustaría poder desayunar, pero desgraciadamente es la hora de la cena.

¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Que te acostumbres.

¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Su capacidad para permanecer en silencio cuando toca.

¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
A la infancia, por razones cada vez más obvias.

¿Cuál es su principal defecto?
 
Mi facilidad para ilusionarme.

¿Y su principal cualidad?
 
Mi resistencia a desilusionarme.

¿Qué libros lee cuando viaja?
 
El de alrededor.

¿Y qué está leyendo ahora?
 
La piel, de Malaparte.

¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Si es un ensayo, sí. Lo narrativo solo lo subrayo.

¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
No me haga pensar en eso.

¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
La conquista de la felicidad, de Bertrand Russell.

¿Dónde le gustaría vivir?
 
En cualquiera que me respete. No crea que hay muchos.

¿Cuál es su bebida favorita?
 
El vino. In vino, veritas.

Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
Las novelas que se me atragantan no las tengo por grandes.

¿Cuál es su ciudad preferida?
 
Madrid, sin duda.

¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Onetti y alguno más.

¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
Cualquiera que sea oportuna. Depende del momento, claro.

¿Qué música suele escuchar?
 
Clásica, cuando trabajo en cosas no literarias. Cuando escribo, silencio absoluto. Y, para entretenerme, pop español.

¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Con Eva, antes de comer la manzana.

¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
¿Esto qué es? ¿El precio justo?

Recomiende un par de obras de arte.
 
Los girasoles, de Van Gogh, y la Mezquita de Córdoba.

¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
De una novela que veo muy clarita.

¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Eso de la crítica literaria es un oxímoron. O una cosa, u otra.

¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
La indolencia. Por separado, la indo y la dolencia.

Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
El hombre sin atributos, de Musil. Lo siento.

Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Apocalipsis Now, de Coppola, y Memento, de Nolan.

¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Si no recuerdo mal, ninguna. Siempre fue antes el libro.

¿Qué suceso de la historia admira más?
 
La discriminación positiva de los pobres. Aún no ha ocurrido, pero verá qué divertido el día que se apruebe que la mitad de los diputados tengan que ser pobres de solemnidad.

¿Qué red social de internet prefiere?
 
Me vale cualquiera que sirva para comunicar sin ruido. De momento, no se inventó.

¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A mis padres. Una entrevista «en profundidad».

Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?

Inocente, pero con agravantes. 

Manuel García Rubio es escritor y abogado.

Una entrevista ligera a Jorge Ordaz, por Javier Lasheras y Jorge Ordaz. 1/09/2012

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Una entrevista ligera a Jorge Ordaz
» De momento me conformo con Oviedo.
Por Javier Lasheras y José Havel
Jorge Ordaz es escritor.

Fado y poesía. 28/09/2012

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Martes, 2 de octubre                              8 de la tarde
 
Club de Prensa Asturiana de La Nueva España
 
Charla-coloquio, con proyección en DVD de fados de Amália Rodrigues,
Ana Moura,  Carminho,  Mafalda Arnauth, Antonio Zambujo, Aldina Duarte,
Mariza y Misia
 
    FADO  Y  POESÍA, POESÍA  Y  FADO
 
   Intervienen  Ángel G. Prieto y Ramón G. Ovide de la  Asociación de Amigos
del Fado de Asturias y varios poetas . Colabora: Asociación de Escritores de Asturias.
 

Una entrevista ligera a Carmen Borja, por Javier Lasheras y José Havel. 28/09/2012

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Una entrevista ligera a Carmen Borja

 
» Siempre tengo a punto el pasaporte.
 
 
Por Javier Lasheras y José Havel
 
 
 
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
Volver para contarlo. O no.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Habitualmente, ducharme.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Que para los intrépidos corro pocos riesgos, y para los sedentarios soy inquieta.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
El buen humor. Viajar con gente gruñona e irascible es una invitación al asesinato.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
De momento, y desde que marché, siempre vuelvo a Asturias, cada año, sin faltar. Uno siempre tiene la ilusión –vana- de retomar, recuperar y revivir.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
Creo que el perfeccionismo. Con la impaciencia voy haciendo progresos.
 
¿Y su principal cualidad?
 
Alguna debe haber, pero me cuesta expresarla.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Depende del tiempo que tenga y del sitio al que vaya. A veces leo, otras no.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
Un libro de Camille de Toledo: sobrevalorado.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
Si me interesa mucho, sí. Y tomo notas en mi cuaderno.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
Al margen lo importante, que siempre hiciera calor.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
Alguna de las anónimas –de las importantes para la cultura de la humanidad, claro.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
En Barcelona estoy bien. Pero siempre que voy a un lugar nuevo, pienso si viviría allí. Por ahora sólo estaría de paso. Y siempre tengo a punto el pasaporte. En el fondo lo importante es si uno está bien y con quién.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
Va a horas y momentos: zumo de naranja, café, vino blanco, cerveza, cava… Las de alta graduación, en contadas ocasiones.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
Finnegans Wake, de James Joyce. Y Auto de fe, de Elías Canetti.
 
¿Cuál es su ciudad preferida?
 
No he estado en Nueva York.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Para no aburrir a los lectores con un listado, les remito a que busquen esa información en mi web (www.carmenborja.net), en el apartado de obras colectivas.
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
«Los vientos cambian»: se la he oído a mi madre desde niña.
 
¿Qué música suele escuchar?
 
Toda la que me gusta, que es bastante. Abarca estilos muy diferentes: clásica, rock, jazz, «étnica», pop… Por enmarcar un poco, desde el gregoriano a Piazzolla. Pero sin bakalao, por favor.
 
¿Con que personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Me temo que tendría veladas para toda una vida. Por poner sólo un ejemplo, reuniría a Sócrates, Epicuro, Hipatia, Morgana, Sherezade, Montaigne, Hume, Hölderlin, Nietzsche, Bouvard y Pécuchet, el capitán Nemo y Clarice Lispector en casa de Emily Dickinson. A no ser que ella prefiriera ver mundo, en cuyo caso tendría opción de escoger el lugar.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
Créame, si el vino es un buen blanco y el libro de poemas atraviesa el corazón, no tiene precio.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
Con los años he aprendido que eso es intransferible. Que cada uno encuentre las suyas.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
En la de una entrevista ligera, todo un género.
 
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
Mejor en compañía.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
La contabilidad creativa, la desfachatez y las escuelas de negocios con prestigio. Todo ello junto y por separado.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
2666. ¡Hala, por preguntar!
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Para huir de las clásicas de toda la vida, Moulin Rouge y Arrugas.
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
A través de Espartaco, aunque el libro no sea perfecto y la película le deba más a Kirk Douglas que a Stanley Kubrick.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
La Declaración Universal de los Derechos Humanos.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Navego mucho, pero por ahora prefiero esquivar las redes. Pesco sola.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
A Nikola Tesla, por ejemplo.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 
Culpable e inocente, claro está.
 
 
Carmen Borja es escritora.
 

Manuel García Rubio gana el Ciudad de Salamanca de novela. 27/09/2012

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» MANUEL GARCÍA RUBIO, GANA EL

XVI PREMIO CIUDAD DE SALAMANCA DE NOVELA

 

El Premio, anunciado por el alcalde de la ciudad y Luis Alberto de Cuenca, ha recaído en Manuel García Rubio por su obra Los pasos del pasado.  Manuel García Rubio, que participará en Pravia en las próximas Jornadas de Literatura de la Asociación de Escritores de Asturias, narra la historia de Ricardo Tremp, un hombre de negocios que vuelve a su pueblo tras muchos años. Allí se reencuentra con su pasado y los recuerdos de una adolescencia dura.

Manuel García Rubio nació en Montevideo (Uruguay) en 1956 y vive en Asturias desde 1966. Abogado de profesión es, además, secretario del Patronato de la Fundación Aula de las Metáforas. Publicó su primera obra, El sentido de las cosas, en 1989 y a continuación publicó El efecto devastador de la melancolía, La garrapata, Green, España, España, La edad de las bacterias, Las fronteras invisibles y Sal. También es autor de relatos breves, como La registradora, Solos, Pregúntaselo a Davinia, La pluma estilográfica de Ricardo Pardías o La conquista de El Cairo, entre otros.
El alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, acompañado del los presidentes de los jurados de los premios Ciudad de Salamanca de Novela y de Poesía, Luis Alberto de Cuenca y Antonio Colinas, ha dado a conocer los nombres de los ganadores correspondientes a la edición de 2012.

El Premio Ciudad de Salamanca de Novela se creó en 1996 el Jurado actual está presidido por Luis Alberto de Cuenca y forman parte de él: África Vidal, Emilio Pascual, Fernando Marías y José Antonio Cordón.

Este premio está dotado con 18.000 euros, además de la publicación y distribución de la obra premiada por la editorial Ediciones del Viento

La bona intención / La buena intención, de Xosé Bolado. 27/09/2012

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La bona intención / La buena intención ye una sutil aventura introspectiva. Les ventanes qu’abre esti llibru allumen un espaciu que ye personal pero que ye’l de cualesquiera. El llector va facer nes sos páxines un viaxe al corazón de les hores y les coses, al infatigable y firiente cursu de los díes, a los intorgables daños y engaños que’l pasu y el pesu del tiempu aveza a dexar en nós. Somos de fixo una suma de negaciones y afirmaciones y nada como les pallabres pa ser quien a interpretar los nuestros silencios.

Xosé Bolado (Uviéu, 1946), llicenciáu en Filoloxía Románica y académicu de la Llingua Asturiana, ye autor d’estudios y ediciones sobre lliteratura asturiana y castellana, ente los que destaquenAntoloxía poética del Resurdimientu (Atenéu Obreru de Xixón, 1989) y los cinco volúmenes de la Obra Reunida de Rosario de Acuña y Villanueva (KRK, 2007–2009). Publicó tamién llibros de poesía en castellanu y asturianu: Línea imperceptible al temor (Atenéu Obreru de Xixón, 1988); Conxura contra la decadencia (Llibros del Pexe, 2002) y Na estación de los relevos (Llibros del Pexe, 2006). Emilio Coco traduxo y publicó n’italianu, nos Quaderni della Vallede Bari, dos títulos de Xosé Bolado: Nomade (1991) y Antologia poetica (2005), esta n’edición billingüe.

Impronta / Carta blanca (Edición bilingüe asturiano-castellano)

ISBN 978-84-940205-2-0.    PVP: 10,00 euros

Texto recogido de la página de la editorial Impronta.

 

Una entrevista ligera a Alejandro Céspedes, por Javier Lasheras y José Havel. 27/09/2012

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Una entrevista ligera a Alejandro Céspedes

 

» He dejado cientos: grandes, pequeñas y de tapa dura.
 
 
Por Javier Lasheras y José Havel
 
¿Qué valora más en un viaje?
 
Su cancelación. La maleta boquiabierta que se da cuenta de que no va a ser utilizada.
 
¿Qué es lo que más le gusta hacer a las 8 de la tarde?
 
Tomar el té con retraso mientras veo una puesta de sol que se adelanta o una puesta de lluvia que es puntual.
 
¿Cuál es el riesgo principal de viajar con usted?
 
Quedar en tierra o tener que tomar la decisión de viajar solo en último minuto.
 
¿Qué valora más para elegir un acompañante?
 
Su transparencia. Su soportable levedad de no ser.
 
¿Cuál es ese lugar al que siempre le gustaría volver y por qué?
 
A una tarde del verano del año 1971 en la que tuve la absoluta y biológica certeza de lo que iba a encontrar en el mundo. Y volvería para refrendar esa certeza y evitar cometer todos los pecados de esperanza que, en ese estúpido intento de cambiar el rumbo, cometí.
 
¿Cuál es su principal defecto?
 
No los tengo, soy un ser subjetivamente neutro. Los defectos son una anomalía en la percepción de los demás, como todo el mundo sabe. El infierno han sido siempre los otros aunque Sartre haya tardado tanto tiempo en demostrarlo.
 
¿Y su principal cualidad?
 
Saber la respuesta a la pregunta nº 6 [la anterior] desde pequeño.
 
¿Qué libros lee cuando viaja?
 
Siempre fui muy remolón en eso de intentar hacer dos cosas distintas a la vez, aparte de que los viajes -como ya habrá deducido- son para mí una enfermedad que me esfuerzo en prevenir.
 
¿Y qué está leyendo ahora?
 
Últimamente me da más por corregir. Ahora estoy corrigiendo a Bertrand Russell: La crisis que está asolando la literatura se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas.
 
¿Es usted de los que leen con lápiz y papel a mano?
 
¡Qué va! no consigo que ninguna idea llegue sin deshilvanarse desde donde se produce hasta la punta del lápiz. Volver a empezar únicamente reproduce el mismo proceso.
 
¿Cuál sería su mayor desdicha?
 
El tener que elegir entre lo mejor y lo mejor. Abandonar una opción la convierte de inmediato para mí en la correcta. Esta cruel desazón ya lo padeció Napoleón antes que yo y no le encontraron cura.
 
¿Qué obra publicada le hubiese gustado firmar?
 
La Biblia, y no sólo por los derechos de autor. Siempre me ha gustado tener en la estantería un libro mío en el que quepan en el lomo el título y el nombre del autor sin tener que esperar a las obras completas.
 
¿Dónde le gustaría vivir?
 
Me gustaría vivir, el sitio ya lo elegiría con algo más de tiempo. Ya sabe lo que pienso de las elecciones.
 
¿Cuál es su bebida favorita?
 
Cualquiera que calme la sed de estar viviendo.
 
Dígame un par de grandes novelas que se le atragantaron o nunca pudo terminar de leer.
 
La historia interminable de Michael Ende (no, de verdad, esto sí es de coña). La primera El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha que me pareció uno de los mayores coñazos de la humanidad y que uno y otro año en el instituto insistían en que lo leyese. Así lo tengo de «aborrecío». La segunda… mire, la verdad es que he dejado cientos: grandes, pequeñas y de tapa dura. No entiendo ese afán por terminar una cosa que aburre por muy de culto o muy best seller que sea sólo para poder decir que se ha leído. En esto no me he parecido nunca a las actrices de las películas porno. Jamás he tenido la tentación de fingir los orgasmos delante de la gente.
 
¿Cuál es su ci
udad preferida?
 
Cualquiera que esté desierta; en la que no haga calor; en la que de vez en cuando llueva con esa indolencia que tienen los acontecimientos importantes. En cualquier sitio donde se escuchen más los pájaros que los motores de los coches y el discurrir del tiempo que la gente; en cualquiera en la que, sin saber muy bien de donde, imprevisiblemente, pueda llegar un olor a limón o a hierba luisa. En realidad en cualquier ciudad que no lo sea. Tendría que haberme hecho esta pregunta hace unos años, quizá le hubiese respondido Ámsterdam o Buenos Aires. Sí, tal vez.
 
¿Quiénes son sus escritores favoritos?
 
Sócrates y los cuatro evangelistas. Siempre he envidiado su incalculable e inexplicable rentabilidad literaria. ¡Cómo tan poco ha podido dar tanto de sí!
 
¿Cuáles son sus palabras predilectas o su frase favorita?
 
«Anda a tomar por culo» y «qué angustia tan espantosa», esto es verdad y puede comprobarse fácilmente. Por lo común una suele ser subordinada de la otra.
 
¿Qué música suele escuchar?
 
La del silencio. Igual que me ha ido pasando con muchas otras cosas, antes tenía distintas preferencias pero acabaron por ensordecerme. Ahora puedo oír lo que se oculta en el ruido. Y es mucho más delicado.
 
¿Con qué personajes históricos y personajes ficticios le gustaría pasar una velada?
 
Con el Orestes que persiguen Las Furias; con el fauno que sujeta a la bacante; con el doliente de El primer duelo; con el que va a morir en Dante y Virgilio en el infierno; con Cupido en El rapto de psique; con cualquiera de los pastores que encontraron a Zenobia en las orillas del Araxes, todos de William-Adolphe Bouguereau. Y finalmente —en sentido totalmente literal— con Jean-Baptiste Grenouille.
No sé si he respondido con exactitud, tengo dificultades para distinguir con claridad la ficción y la historia.
 
¿Por cuánto sale, más o menos, una ración de 100 gramos de jamón ibérico puro de bellota, una copa de vino, un libro de poemas y una onza de chocolate?
 
Una pregunta muy parecida en el programa Tengo una pregunta para usted, estuvo a punto de costarle el palacio a un presidente. ¿O le costó? Creo que ese día aprendió a distinguir «valor» y «precio». No pienso cometer el mismo error.
 
Recomiende un par de obras de arte.
 
Pienso en gente como Damien Hirst, Piero Manzoni, Rothko, Sean Scully, Ad Reinhardt, Olivier Mosset, John Nixon… y varios miles de ellos más y no me queda más remedio que recordar lo que responderé a la pregunta nº 24 [respecto a la crítica literaria], pero en lo que se refiere a la crítica en general.
Creo que me ha tocado vivir en una sociedad culturalmente enferma, agonizante, exhausta, hueca, idiotizada. Es racionalmente imposible que los museos y las grandes colecciones privadas estén llenas de esa mierda e intenten que nos la traguemos. Ni siquiera puedo entender a quienes de verdad les gusta. Sinceramente, mi inteligencia no tiene la capacidad de procesarlo. ¡Qué tendrá que ver! estará usted pensando, pero es que si no lo digo reviento. Ahora a la pregunta: no suelo recomendar. Al final por otra suerte de «recomendaciones» hemos llegado a que las limpiadoras de los museos recojan «obras de arte« para amontonarlas «por error» con la basura (y que encima pierdan el empleo). Como ve se me da mucho mejor despotricar que recomendar. Que cada cual seleccione lo que pueda.
 
¿En la escritura de qué se halla usted ahora inmerso?
 
Encuentro la escritura un medio demasiado denso como para sumergirme sin lesiones. Pero si usted me obliga, de momento —y como mucho—, estoy en aquello de la refracción.
¿La crítica literaria la prefiere con agua, con hielo o a solas?
 
La prefiero con el crítico literario cogido por los huevos. El problema es que algunos no los tienen. O no lo parece. O vaya lo uno por lo otro.
 
¿Qué detesta, odia y le cabrea a un mismo tiempo? ¿Y por separado?
 
 A «todos y cada uno» de esos estúpidos «ciudadanos y ciudadanas» que creen firmemente que al dirigirse «al conjunto de la sociedad española» «faltando a la verdad» son «políticamente correctos» y se están expresando con inteligencia y pensando por sí mismos.
 
Recomiéndenos un libro que aún no haya leído.
 
Cualquiera de los míos. Y sí, he entendido la totalidad de la pregunta.
 
Díganos un par de películas que todo el mundo debería ver.
 
Es que las que le podría decir ya las ha visto todo el mundo y lo cierto es que mis gustos, en general, tienen bastante poco predicamento. Sinceramente, no se me ocurre ninguna que me haya gustado en los últimos muchos años. Creo que la última vez que estuve en un cine sólo llegué a la mitad de La lista de Schindler. Demasiados nombres para mi gusto. Hay dos temas propagandísticos que me producen un hartazgo estupendo: el holocausto de los judíos (como si no hubiese habido ninguno más) y la guerra civil española (vista des
de cualquier bando).
 
¿A través de qué película llegó a leer un libro estupendo?
 
Ha sido siempre al revés. Por ejemplo fue Adiós a Berlín, de Christopher Isherwood, lo que me llevó al Cabaret de Bob Fosse y varias veces.
 
¿Qué suceso de la historia admira más?
 
Ese en el que hay un mono dando golpes con un hueso contra el suelo y después lo lanza al cielo y, mientras desde abajo observa cómo gira en el aire, de repente se da cuenta de que cuando el hueso vuelva al suelo lo aplastará todo. Y sobre todo al mono.
 
¿Qué red social de internet prefiere?
 
Tal vez «preferir» no sea el verbo adecuado en este caso, sólo uso y sé utilizar el feisbu, que es el mundo del chupi-guay en el que todos somos educadíiiisimos y también los mayores productores de actividad cultural de occidente. Tengo que reconocer que he tenido a través de él contactos magníficos que no hubiesen podido producirse de otro modo. Sé de la existencia de otros, incluso de uno que tiene tasadas las palabras que puedes escribir y que, obviamente, es incompatible conmigo. Como padezco verborragia siempre estoy en conflicto con las ideas simples. De hecho, esas dos palabras juntas (idea y simple) me parecen como el agua y el aceite. Pero bueno, «Hay gente pa tóo» como le decía al filósofo el torero. Está bien que la gente se sienta entretenida, así, como decía mi abuela, no está pensando maldades.
 
¿A quién le hubiese gustado entrevistar?
 
 A Dios, a Roy Batty y a La Mula Francis. Y no precisamente en ese orden.
 
Y por último, ¿cómo se declara usted, culpable o inocente?
 

Irresponsable. Recuerde lo que me dijo al enviarme la entrevista.

 

Alejandro Céspedes es escritor