Inicio Blog Página 65

Los últimos pasos de la Transición. Por Armando Murias Ibias. 23/03/2013.

 

Los últimos pasos de la Transición
 » … parece que algo está cambiando
 
Por Armando Murias Ibias
 
 

Quizá sea el término Transición el que se ha consolidado con más fuerza cuando queremos referirnos al proceso que va desde la muerte de Franco hacia el afianzamiento de la democracia. Lo que no está tan claro son sus límites cronológicos, sobre todo el final. Hay fechas para todos los que quieren dar por concluido el periplo (la aprobación de la Constitución, el golpe fallido de Tejero, la llegada al poder del PSOE, la muerte del Rey, etc.), aunque la literatura también puede decir algo sobre el caso.

Llevamos casi tantos años de posfranquismo como de franquismo, pero desde el punto de vista literario la balanza que recoge el tratamiento de una época se inclina en volumen y en calidad claramente hacia el periodo en el que vivió el dictador. No es cuestión de recordar títulos y autores, pero parece evidente que existe abundante literatura narrativa, lírica y dramática que trata más o menos directamente el periodo franquista. Por el contrario, ¿existe literatura que trate el tema de la Transición como fenómeno sociopolítico? Aparte de títulos que se refieren a algunos aspectos de este periodo (las elecciones, la movida, la posmodernidad, etc.), no creo que haya un autor que podamos ponerle esa etiqueta (como lo pudo haber sido Galdós o Clarín, que novelaron la Restauración Borbónica, tan parecida a la actual, o Cela, Buero Vallejo y Gabriel Celaya para el periodo franquista).

Pero parece que algo está cambiando. Si nos fijamos en la historia literaria, no es nuevo el hecho de que el pueblo (y por consiguiente el escritor) mitifique el pasado para literaturizarlo. Fue lo que hizo el Romancero cuando recrea en octosílabos asonantados unas historias para hacerlas leyendas. Lo mismo pasó con las novelas de caballerías, que idealizan un mundo de caballeros y aventuras que ya no tenían cabida en la sociedad renacentista. Más recientemente ocurrió algo parecido con las novelas del oeste norteamericano.  

» ¿Existe literatura que trate el tema de la Transición
como fenómeno sociopolítico? 

Después de un largo periodo en el que parecía que la literatura tenía pocas cosas que contar sobre la Transición, vemos en los escaparates algunos libros que abordan el tema con cierta intención globalizadora. En el 2009 Javier Cercas, con Anatomía de un instante (Mondadori), indaga en uno de los episodios más oscuros y tambaleantes del periodo. El año pasado Rafael Reig presentó Todo está perdonado (Tusquets), un título muy elocuente para caracterizar lo que él llama Transacción. Ya en este año, acaba de salir a la luz Poesía, pop y contracultura en España (Berenice) de Antonio Orihuela, donde se nos descubre una parte importante de la cultura que vivió de espaldas a la España políticamente correcta. Por otra parte, el valenciano Rafael Chirbes sigue la mejor tradición del realismo con Crematorio (Anagrama, 2007), en el que nos presentó los terribles estragos que ocasiona la corrupción en la democracia española. Más recientemente, con En la orilla (Anagrama, 2013) vuelve a sumergirnos en el fondo de crisis económica, social y de valores, en el pozo del paro y de la desilusión donde ya nada queda del llamado estado de bienestar. Otro autor que encabeza este cambio de rumbo con el que la literatura se hace a la mar de la Transición es Manuel Vicent. Después de introducirnos en el mundo del poder y la cultura con Aguirre, el magnífico (Alfaguara, 2011), regresa con dos de las figuras más representativas de la Transición para mezclarnos realidad y ficción en la reciente novela El azar de la mujer rubia (Alfaguara, 2013).

Estos autores forman parte de una impetuosa corriente que beben en la prolífica fuente de la Transición para transformar la Historia en Literatura. Se están convirtiendo en los cronistas literarios más sólidos de una época. Una época, la santa Transición, la modélica, la exportable, la mundialmente alabada, que puede estar dando sus últimos pasos, si hacemos caso del carácter tan humanamente necrófago y catártico de la literatura que regurgita textos donde quedan idealizados, mitificados o ridiculizados sus protagonistas, sus delirios y sus pasiones.

 

Armando Murias Ibias es profesor de Literatura y escritor.

 

 

Entrevista al pintor Juan Falcón: Pintura y literatura se dan la mano. Por David Fueyo. 16/03/2013.

 

Entrevista al pintor Juan Falcón
 
» Siempre he pensado que el arte de pintar
y el arte de escribir van de la mano
 
Por David Fueyo
 
 
Juan Falcón (Oviedo, 1985), pintor, grabador y dibujante, ha pasado de ser una esperanzadora promesa del mundo del arte plástico a una firme realidad con todo el futuro por delante dentro del ámbito de las artes. Pese a su corta edad, cuenta con una dilatada experiencia bien curtida en diversas exposiciones en las que ha ido mostrando su evolución en diferentes épocas reconocibles por sus seguidores, y destacadas por su calidad y emotividad por público y crítica. Juan sigue creciendo artísticamente y ustedes se preguntarán ¿Qué hace un pintor en una revista de literatura?, pues créanme que tiene su sentido e incluso su necesidad. Los escritores no debemos encerrarnos en nuestras burbujas de cristal, sino que debemos abrirnos y empaparnos de toda manifestación artística que fluya a nuestro alrededor. Juan ha seguido esta premisa y en esta entrevista nos habla de su interés por la literatura y de cómo las letras y los pinceles pueden maridar de una forma deliciosa en una luna de miel que para el joven pintor y quienes lo acompañan tan solo acaba de empezar. Asómense al arte como él hace. Descúbranlo y disfrútenlo, compártanlo y luego denle vida. ¿Palabras, pinceles…? Van a ver que eso da igual. 
 
 
Los símbolos son continuos en tu creación, ¿por qué no ser explícito?, ¿pretendes crear una especie de complicidad con el espectador transmitiendo sensaciones además de a los ojos también al corazón? 
Las reacciones son importantes. Cada artista espera una reacción y ahí es cuando se completa el círculo de la obra. Mejor dejar que cada persona haga que la obra sea suya y la interprete sabiendo que los sentimientos son fundamentales a la hora de darle un sentido.
 
—De ti se ha escrito que eres el poeta del color. ¿Tiene alguna relación tu obra con la poesía o con la literatura en general?
Mucha, ya que mi entorno vive con intensidad la poesía. Siempre he pensado que el arte de pintar y el arte de escribir van de la mano.  Ya en una de las exposiciones que he llevado a cabo en el 2012 tuve ocasión de colaborar conjuntamente con varios poetas vinculados al fanzine Letra y Puñal. En aquel juego entre las letras y el color cada poeta escribía sobre una mis obras expuestas y el día de la inauguración recitaron, de viva voz, a la propia obra a modo de ritual íntimo. Qué decir que resultó una experiencia inolvidable para mí, para los poetas, y creo que para todos los asistentes a aquel acto.
Además también he ilustrado una escena de Viaje a Londres [Julio 1874], un diario de Vitalie Rimbaud traducido por David González & Dagmar Duchholz.
Dos óleos han sido portada de los últimos libros del escritor Manolo D. Abad. Y he colaborado con la pequeña editorial 45 RPM, con dos piezas: un dibujo que ilustraba la colección de perdedores de David Fueyo, y muy recientemente el retrato de Lauren García en el Joven Irredento.  
 
—Conociendo tu obra nos podemos dar cuenta de que, pese a tu juventud, ha pasado usted por varias etapas, desde la predominancia de colores vivos, amarillos, morados, azules, hasta el beige, y últimamente a los colores derivados de bruma. ¿A qué se deben estas diferentes etapas?
Cada artista evoluciona y experimenta en su obra, tanto en temas, técnicas y colores. Mis inicios han sido de colores vivos y pinceladas más sueltas.  En cuanto a  los temas, algo tiene que ver mi propia vida. En un retrato, por ejemplo, me baso en lo que he vivido con la persona retratada, en cómo la veo y la he visto; sin embargo, no hablo tan solo de una mirada, sino que voy más allá.
En cuanto a la técnica poco a poco he ido perfeccionándola y considero que ahora soy mucho más detallista en la pincelada. Investigar sobre el color ha sido un tema que me apasiona y los resultados de esta continua experimentación  han de verse en una evolución, la cual considero que todo público ha de esperar de su artista. 
 
» No hablo tan solo de una mirada, sino que voy más allá  

—Tu obra ha servido de inspiración para varios recitales poéticos en los que los autores le recitaban a tus obras. ¿Qué sensación te ha producido ver como sus pinturas pasaban a las palabras?

Es algo conmovedor, ya no solo cierras el círculo de la obra de arte plástico, sino que se cierra con otro arte como es la poesía.   
 
—También has ilustrado la portada de varios libros, desde poemarios a cuento corto, y también una novela. ¿Por qué crees que los autores te eligen para ilustrar sus obras literarias?
Tenemos un vínculo muy fuerte que ayuda a confiar entre nosotros y pienso que también los autores se han sentido muy identificados con las imágenes al igual que yo con sus escritos.
La confianza entre nosotros es tal, que en una sola conversación hemos conseguido la imagen precisa que aúna la esencia de la obra literaria. 
 
—Los escritores solemos tener dos o tres tótems literarios que, sobre todo en nuestros comienzos en la literatura, suelen servirnos como guía hacia lo que queremos hacer, hacia cómo queremos escribir. Supongo que en el ámbito de las otras artes esto sucede de igual forma, así pues: ¿cuáles serían tus referentes en el ámbito de la creación p
ictórica?
Rubens y Otto Dix son mis principales referentes artísticos.
 
—¿Crees en la simbiosis entre los diferentes tipos de creadores (pintores, escritores, músicos, realizadores…?
Sí, creo firmemente en ella. Y es más, considero que esta unión es muy enriquecedora, tanto para nosotros como artistas como para la obra final.
 
» Mis obras evolucionan gracias a las personas que las disfrutan  
 
—¿Qué te inspira a la hora de llevar a cabo una obra pictórica?
Lo primero que me obsesione.  
 
—¿Crees que son buenos momentos para la creación independiente?
Yo siempre he estado en la creación independiente y estoy muy a gusto en este ámbito. Tengo buenos apoyos a mi alrededor que hacen que pueda trabajar de manera independiente. El reconocimiento se consigue trabajando duro, soy consciente que mi profesión es una carrera de fondo.  
 —¿Qué te comentan tus clientes acerca de tus obras pictóricas?
Mis clientes son muy fieles, hay quienes me siguen de hace años, otras personas se han incorporado hace poco, y enganchado rápidamente. Eso es señal de que les gusta y quieren más. A veces me da la sensación hasta que se contagia. Por otro lado, creo que las piezas, una vez que entran en la casa de mis clientes, forman parte de las vidas de las personas que allí viven, y que están a buen recaudo. Y no solo eso, sino que además estas obras evolucionan gracias a las personas que las disfrutan.  
 
—Expones a partir del próximo viernes 15 de marzo en la sala ovetense LocalizARTE, ¿Qué va a encontrar allí el visitante?
La exposición que presento en LocalizARTE es una muestra de mi trabajo más actual. La muestra, titulada “Ambulo”, viaja a mundos insólitos que hacen posar nuestra mirada en imágenes donde aparece la bruma junto a arquitecturas y escenarios imposibles. Además presento mi obra inédita en grabado, en la que he estado trabajando recientemente gracias a la estancia que me ha concedido el taller de Litografías Viña, Gijón. Como muestra de esta unión entre arte plástico y literatura, en el mismo acto presentaremos la última plaquette de 45 RPM, El joven irredento, escrita por el escritor ovetense Lauren García, a la cual ha querido poner como portada un retrato suyo del cual soy autor. 
 
—¿Cuáles son tus proyectos futuros en el ámbito artístico?
Un proyecto con la danza contemporánea, es algo que me inspira y que tiene mucha relación con lo que hago.   
 
 
 
 
 
 
Muestra pictórica “AMBULO”
Del 15 de marzo al 30 de abril
LocalizARTE
C/ San Melchor 15, OVIEDO

 

 

 

 

 

 David Fueyo es escritor.

 

Presentación de Lauren García y Gerardo Lombardero. 15/03/2013.

 

 
El viernes 15 de Marzo, a las 20:00 horas, en la Sala LocalizARTE de Oviedo (C/ San Melchor 15, Bajo), tendrá lugar un nuevo recital literario-pictórico-musical de la serie 45 revoluciones por minuto.
 
Los escritores Lauren García y Gerardo Lombardero
 
presentarán la plaquette El joven irredento y la novela El capitán Carlista, respectivamente.

La sesión estará aderezada tanto por la exposición del pintor Juan Falcón como por la música de los 80 en español a cargo de DJ Segun.

Entrada libre y gratuita.

 

Diamantina Rodríguez, memoria de un tiempo de la canción asturiana, de X. Arias, por Jose M. Ruilopez 11/03/2013

 

DIAMANTINA RODRÍGUEZ
 
 
 
Ediciones La Cruz de Grado ha publicado recientemente el libro Diamantina Rodríguez memoria de un tiempo de la canción asturiana.  En él, Xaime Arias hace un recorrido por la vida y obra de esta cantante de tonada, nacida en Quirós, Asturias, el 14 de septiembre de 1920, con una abundante  recopilación de datos y pormenores de esta intérprete de vida tan dilatada, en la que se puede encontrar muy variados episodios personales y artísticos.
 
       Empezando por la Guerra Civil, cuando Diamantina apenas tiene 15 años. Un tiempo durante el cual se detuvo la actividad artística en Asturias, y que se reanudó en los años treinta del siglo XX. Donde la radio fue el medio ideal para la difusión de la canción asturiana: Radio Asturias, Radio Oviedo, Radio Juventud, Radio Nacional; que difunden los viejos discos de 33 revoluciones. Por cuyas emisoras se movía Diamantina Rodríguez mostrando sus dotes artísticas, compaginándolas con las intervenciones en teatros de Asturias y del resto de España.
 
       En plena efervescencia de los concursos de tonada, Diamantina gana el concurso Babel de 1955, su tercera edición. Concurso que había sido ideado por el periodista Ricardo Vázquez Prada, Director del diario Región, Antonio Aza González, Cuchichi, Miranda Aquiles Sorribas y Juan Uría Ríu. En 1948 había nacido Rumbo a la gloria que en sus primeras ediciones se denominó Concurso Provincial de Canto, se retransmitía por Radio Oviedo y lo organizaba La Nueva España.
 
   Es la época de oro de la canción asturiana: Diamantina Rodríguez, El Abogau, Cuchichi, Miranda,  La Busdonga, Juanín de Mieres, El Presi, Noriega, el Tordín de Frieres, y muchos otros. En todo ese tiempo radiofónico los programas son conducidos por radiofonistas reconocidos y verdaderos artífices de la promoción de valores nuevos: Manolo Delgado, Carlos Menéndez Jeannot, Ángel Martínez.
 
      En 1964 Diamantina Rodríguez graba su primer sencillo: Asturias, canciones asturianas. Con títulos como Arboleda bien plantada, A mi me gusta la sidra o Puerto Ventana. Grabaciones hechas en el cine Principado de Oviedo bajo el sello Hispavox. En 1965 aparece el elepé Lo mejor de Asturias, que incluye Asturias, patria querida y Vaqueiras de alzada. En 1969 otro elepé: Gaita y voz en el triunfo de Asturias, publicado por Columbia.  En 1970 edita un disco de título propio: Diamantina Rodríguez que incorpora El curru-cu-cu asturiano, El amor de una vaqueira, El pícaro molinero entre otras canciones, firmadas por José Remis Ovalle. Repitiendo en años sucesivos a razón de dos discos por año hasta 1973, y hasta su última grabación, en 1981, bajo el título A las madres de los mineros. Ya en la primera década del siglo XXI se publican recopilaciones y antologías en las que aparece Diamantina Rodríguez.  En 1988 recibió un homenaje en Mieres y en 2009 le fue concedida la Medalla de Plata de Asturias.
    Según el autor, por las «dimensiones de su repertorio, así como el acercamiento a otros géneros desde la tonada», Diamantina Rodríguez  ha hecho escuela con seguidoras como las cantantes Anabel Santiago, Marisa Valle Roso o Liliana Castañón.
  
    Para llevar a cabo esta biografía de Diamantina, además de todo un repaso a la canción asturiana del siglo pasado, pormenorizado por cantantes, autores, promotores, concursos  y todos los entresijos del mundo de la canción asturiana, Xaime Arias  ha manejado una bibliografía de casi trescientas personas, que se resume en un glosario  final  donde se pueden comprobar nombres, fechas y datos de —creo yo— todas las personas que, de una manera o de otra, en mayor o menor medida,  han estado cerca de la canción asturiana: sus interpretes, sus promotores, sus autores y todo el mundo que ha movido este fenómeno musical tan asturiano, que sigue vivo y se aventura continuador de las grandes estrellas que fueron, y que, como Diamantina Rodríguez, sigue ahí como referente clásico de la tonada asturiana.
 
      César García Santiago, como  Director de Ediciones  La Cruz de Grado,  ha tenido la sensibilidad suficiente para sacar adelante este volumen  firmado por el músico Xaime Arias, ilustrado con una cincuentena de fotografías, que se ha convertido en libro imprescindible de consulta para conocer y evaluar el pasado más lejano de la canción asturiana, con la aportación  biográfica y musical de Diamantina,  y el presente más vivo, como semillero de continuidad  interpretativa de la asturianada.
 
José María Ruilópez es escritor.

José María Guelbenzu: “En la literatura soy decididamente subjetivo y rabiosamente personal”. Por Lauren García. 10/03/2013.

 

Entrevista a José María Guelbenzu
» En la literatura soy decididamente subjetivo
y rabiosamente personal
 
Por Lauren García
 
 
Un crucero de lujo por el Nilo le sirve a José María Guelbenzu (Madrid, 1944) para configurar la perspicaz trama de su nueva novela Muerte en primera clase (Destino Ediciones). Una obra que se desata entre el misterio, la intriga y la caudalosa ambición en medio del sentido y la sensibilidad femeninas, además de hacer un guiño a Agatha Cristhie. Guelbenzu se ratifica con este libro como reputado autor de novelas policíacas; un género que desarrolla con intensidad cinematográfica y al que sabe añadir su original guinda.
 
 
—Hay en la novela una especie de atracción fatal, ¿sostienen las pasiones la literatura?
La novela sólo habla de pasiones, en realidad. Y las grandes novelas hablan de grandes pasiones, como el odio, la venganza el amor, los celos, el poder…
 
—En una conversación un personaje se refiere a Scott Fitzgerald para afirmar que hoy ese mundo nada más existe en el cine, ¿comparte el pensamiento?
Parece evidente que es así. El tiempo de Scott es un tiempo que se fue y al que probablemente ni siquiera la nostalgia podría resucitar; pero era tan seductor que para
eso están el cine o la narrativa, para recogerlo y mostrarlo como se exhibe una reliquia.
 
—La novela como otras suyas está protagonizada por la juez Mariana de Marco. ¿Cómo perfila el seguimiento de ese personaje a lo largo de tantos libros?
Del mismo modo que cuando se conoce a una persona: a medida que la relación avanza vas conociendo más cosas de ella y ordenando mejor su personalidad. Pero no   es nada fácil, porque cada acto de Mariana de Marco va fijando aspectos que no tienen
vuelta atrás. Pero, en fin, confío en ella tanto como en mí mismo.
 
—¿Hay elementos ineludibles en el tipo de novela que usted cultiva como el jazz, el alcohol o el sexo?
Son elementos que resultan ser ineludibles en sus novelas y en la vida misma, me parece a mí. Ahora bien, en sí, ninguno de ellos es ineludible en lo que respecta a la narrativa; y, en lo que a mi personaje se refiere, le pertenecen, pero puede que dejen de pertenecerle un día. De todos modos, para ella la música clásica es más importante que el jazz, como también lo son las novelas del XIX, que siempre tiene a mano.
 
—¿En qué se diferencia su actitud ante la literatura de crítico de la de escritor?
Como autor, hago la literatura que me gusta y soy decididamente subjetivo y rabiosamente personal; como crítico, busco la objetividad ante lo que leo, tanto si me gusta como si no. Saber valorar una obra que no coincide con tus gustos es un índice de la honestidad del crítico.
 
—La venta de libros sigue disminuyendo, ¿qué postura cabe adoptar?
A corto plazo, rezar. Y a medio y largo plazo, cambiar de verdad el lamentable sistema educativo de este país, para enseñar a pensar, razonar y expresarse, que falta le hace al español medio.

 

Tu rostro será el último, de João Ricardo Pedro. Por Ángel García Prieto. 04/03/2013.

 

Tu rostro será el último, de João Ricardo Pedro
» Una novela muy portuguesa, en forma y contenido
 
Por Ángel García Prieto 

 

 
 
João Ricardo Pedro 
Tu rostro será el último  
(O teu rostro será o ultimo) 
Traducción de Ana Belén Costas 
Planeta. Barcelona, 2013 
218 páginas 
17 €

 

 
 
João Ricardo Pedro (Amadora, Portugal, 1973), es un ingeniero electrotécnico que vive un una población satélite de Lisboa y consigue con esta su primera novela el galardón literario luso dotado con la mayor cantidad de dinero –cien mil euros–, que es el Premio LeYa del 2012. Por ese motivo ha adquirido fama y la obra se está traduciendo a varios idiomas.
 
Tu rostro será el último es una novela muy portuguesa, en su forma y contenido; sus primeros capítulos tienen el aire de algunos de los clásicos portugueses del siglo pasado —como José Cardoso Pires, por ejemplo— con su apego a la tierra, su descarnada crítica, su humanidad, su melancolía y esa mezcla de rabia contenida, desasosiego y la aparente paradoja de la esperanza, que suena a fado castizo triste. La novela se hace con muchos capítulos cortos que casi siempre tienen cada uno vida propia, como cuentos que van haciendo la historia en forma de mosaico que va y viene en el tiempo. El libro podría leerse con cualquier orden y al final se recompondría de igual manera; aunque tenga un final quizá demasiado abierto, como es moda ahora.
 
 Algunas de esas narraciones son chocantes, quizá demasiado llamativas en ocasiones, terribles, chuscas o de risa, pero pertinentes. Entre todas cuentan la historia de tres generaciones de una familia: el abuelo médico que se instala en una pobre aldea de la Beira Interior, en la ladera sur de la Serra da Gardunha; el hijo que pasa el tiempo más importante de su vida en las guerras coloniales de África, las que acabaron con el régimen de Oliveira Salazar el 25 de abril de 1974, en la Revolución de los Claveles. Y precisamente la historia de la novela comienza ese día, tras la aparición de un cadáver tiroteado mientras se han reunido el abuelo médico, el cura y otros pocos personajes significativos del pueblo, para comentar las noticias de la revolución. El protagonista es el nieto, Duarte, un chico que resulta un pianista prodigioso y cuya trayectoria va a tener paralelismos con otras historias lejanas y ajenas, pues no hay que olvidar que el portugués siempre ha sido un pueblo emigrante, que vive y se asienta bien en tierras e historias ajenas y lejanas, que acaban haciendo propias y domésticas.
 
A la novela no le faltan algunas palabrotas y algunas descripciones demasiado naturalistas y fisiológicas de cierta crudeza, pero la nota dominante es mesurada. Y la narración capta el interés y la tensión por su mensaje, su hondura y la manera clásica y realista entremezclada con detalles narrativos novedosos, simbolismos y paralelismos de situaciones. Descripciones detallistas, que también tienen estética muy portuguesa, como lo es la arquitectura manuelina por ejemplo, presente en tantos escenarios de la vida lusa y que parece verse en las entrelíneas.

 

El humo de los barcos, de José Marcelino García. 25/02/2013

0

 

El humo de los barcos
José Marcelino García
Ilustraciones de José Cuervo Viña
Ayutamiento de Carreño, Candás, 2008.
 
 
«El ser humano conoce la felicidad de referencias. De oscuras referencias en el futuro porque la tomamos siempre del recuerdo, llevamos su imagen en la memoria: la casa de la infancia, sus habitaciones, un barco encallado, las ropas de la mar, casas caídas, una cesta de mimbre, un faro, el dolor y el placer supremo… esto es El Humo de los barcos».
 

Humo

25.02.2013 | 02:00

Artículo de Pepe Monteserín publicado en La Nueva España el 25/02/2013

De José Marcelino García leo «El humo de los barcos», hermosos artículos de la mar de Candás; clásicos, no antiguos; barrocos, pero limpios; eruditos, no aburridos; tiernos y nunca cursis. Habla del pescao de los boteros y, a mayores, me cuenta que lo traían a Oviedo las mujeres de la paxa, andando toda la noche por el camino real, por Guimarán, el Valle…, y que por la mañana reblincaba entre felecho en el Fontán. Sale Emilia, la Coxa, que vendía marañueles junto al Arco de las madreñas… Filosofa Marce y habla de la felicidad; dice que la conocemos por oscuras referencias interiores, que no puede estar en el futuro porque la tomamos del recuerdo: la casa de la infancia, el aroma de la mar… Y exclama: «¡Ay, el humo de los barcos!». Cantaba un juglar en Foncalada: «Todo huye: con las aguas, las horas; con las horas, la felicidad; con la felicidad, la vida».

 

Ante la demiurgia o el arte de William Blake. Por Víctor González-Quevedo. 25/02/2011.

0

Ante la demiurgia o el arte de William Blake
 
»Yo abogaría por instaurar la lectura obligatoria de este autor
en las aulas occidentales ya desde la educación primaria
 
Por Víctor González-Quevedo
 
 
Por alguna extraña razón, todos nos sentimos muy próximos a algo o alguien: tanto como tan lejanos, a veces, a casi todo(s) lo(s) demás. El que firma esto, por ejemplo, se siente mansamente admirador del poco común enfoque artístico y vital de este talentoso creador inglés. La brutal, híbrida y eufónica lucha escrita y pictórica ante la demiurgia que crea lo terreno del celebérrimo escritor y grabador William Blake espantó a muchos en su tiempo –fue, más o menos, tachado de demente— tan sólo para acabar congregando voluntades más o menos de rendición unánime ante su figura y sobre todo obra en épocas posteriores: de loco a genio, nada nuevo bajo el sol, túmulo mediante y cucharada de sal en el paladar durante. “Posiblemente el mayor artista inglés de todos los tiempos”, etcétera.
 
Inspirado tanto en la Biblia como en Emmanuel Swedenborg (o más bien tomándolos como punto de partida hacia lo ignoto), Blake construyó un sistema creativo-religioso (esto es, un constructo que ordena los elementos primigeniamente caóticos, dotándolos de paradójicos orden, coherencia y sentido) el cual dicen le llevó a la ruina económica al final de sus días. Con Blake y su especial tipo de personalidad hay que tener cuidado, pues ésta adopta modos proteiformes. Uno puede leer Cantos de inocencia y experiencia y seguidamente El matrimonio del cielo y del infierno y pensar que este autor era inhumano y no sujeto a deyecciones. Sin embargo, la deyección está presente en algunas líneas de los Poemas del manuscrito de D. G. Rosetti, aunque inscrita en una visión memorable de mayor elevación —¿tal vez una broma del señor Blake?—. Se nota aquí un resquemor hacia la raza humana por parte del autor, casi parangonable con su devoción hacia lo divino. Sin embargo, no se puede decir que el artista no fuese un humanista en el sentido más literal: lo que me temo ocurre es que fue en apariencia más un escritor psicologista (individualista) antes que sociologista (colectivista). Aun así, Blake abrazó causas políticas que para entonces no eran consideradas inocuas a nivel social. Genuino precursor, lo que hacía iba contra la corriente racionalista y sólo encajaría (aunque seguramente trascendiéndolo) inscrito en el movimiento romántico –o más exactamente, prerromántico—.
 
Tal vez su poema más archifamoso sea aquél en el que utiliza una marcada métrica, “El tigre”: “Tiger, tiger, burning bright, in the forests of the night – what inmortal hand or eye could frame your fearful symmetry”, organizado en duplas y donde el acento recae normalmente durante la primera parte de la dupla, resultando placentero de leer en inglés. En cuentas de resumen, que yo abogaría por instaurar la lectura obligatoria de este autor en las aulas occidentales ya desde la educación primaria. (Por supuesto, esto no deja de ser una quimera sin demasiadas pretensiones de realidad). En cualquier caso, en estos tiempos erráticos que nos conducirán –a mal seguro— a algo que ya no es demasiado bueno y que será peor, no está de más reconciliarnos con, leer o releer esta clase de apocalípticos textos, a modo de ensayo para la tragedia universal. Por lo que pueda pasar.


Víctor González-Quevedo es escritor.

Nueva Junta Directiva de la Asociación de Escritores de Asturias. 24/02/2013

0
 
La AEA eligió ayer su nueva Junta Directiva
 
Armando Murias, nuevo presidente de la AEA.
Sustituye en el cargo a Mariano Arias
 
La Asamblea General Extraordinaria de Socios de la Asociación de Escritores de Asturias eligió ayer a los componentes de la su nueva Junta Directiva. La votación, precedida por un gran número de intervenciones de los socios discurrió en un clima de diálogo y colaboración con reflexiones y propuestas para mejorar los objetivos de la Asociación. La única candidatura presentada en esta Asamblea fue defendida por Armando Murias quien trazó las líneas maestras de actuación. Murias señaló que trabajarán para adecuar la gestión y las actividades a la situación actual de crisis sin olvidar los pilares fundamentales de la Asociación: la difusión y promoción de la obra de los socios, los Premios de la Crítica (para los que al parecer se anuncian cambios en sus bases), las Jornadas de Literatura en Pravia y la Web www.escritoresdeasturias.es . Además, Armando Murias señaló que se reforzarán los contactos con los medios de comunicación, la colaboración con otras entidades e instituciones y se estudiará la existencia de un consejo asesor. Todo ello, remató Murias, con el fin de seguir contribuyendo a incrementar el merecido prestigio de la Asociación durante estos trece años de vida, que también han servido para dar a conocer y prestigiar a muchos escritores y editoriales de Asturias y España.
A la una menos cuarto se procedió a la votación que eligió por unanimidad la lista de la candidatura y que conforman ya la nueva Junta Directiva compuesta por Armando Murias Ibias (Presidente), David Fueyo (Vicepresidente) Ernesto Colsa (Secretario) Santiago Bertault (Tesorero) y Nieves ViescaVirginia Gil Torrijos y Rubén D. Rodríguez (Vocales).  El exsecretario cifró la participación en la Asamblea en un 45% de los socios con derecho a voto.

Siete psicópatas, de Martin McDonagh: Cine In-yer-face. Por José Havel. 23/02/2013.

0

  

Cine In-yer-face 
Siete psicópatas, de Martin McDonagh
 
 Por José Havel 
 

Antes del filme Siete psicópatas (2012), antes incluso de su primer largometraje Escondidos en Brujas (2008), realizado con antelación a aquél aunque escrito por idénticas fechas, Martin McDonagh había demostrado su coherencia autoral más allá de las tablas teatrales en Six Shooter, Oscar 2006 al mejor corto. Allí narraba la historia de un hombre (Brendan Gleeson) que regresa a casa en tren pocas horas después de la muerte de su mujer, compartiendo vagón con un muchacho bocazas (Rúaidhrí Conroy) que resulta ser un psicópata armado. McDonagh, reputado cultivador del In-yer-face theatre (Teatro En-tu-cara) variante extrema del Teatro de la Crueldad, cruda, descarada, provocativa, impactante y de confrontación—, supo formular cinematográficamente su dramaturgia sin menoscabo.

Metido a cineasta, el escritor británico ha logrado trasvasar de modo consecuente su visceral poética dramática al código fílmico. Identificamos en la pantalla ese estilo característico suyo, combinación irónica de un lenguaje irlandés exagerado y grueso con cierto simbolismo primario teñido de humor negro, que muchos consideran una singular fusión de las obras de John Millington Synge —el decimonónico autor cofundacional del Teatro de la Abadía— con los más modernos trabajos de Harold Pinter, Quentin Tarantino, David Mamet o las teleseries cómicas del Reino Unido.

A su recurrente motivo del perturbado peligroso suma ahora Martin McDonagh el tema de la creación en Siete psicópatas. El título de la película lo es asimismo del guión que Marty (Colin Farrell) intenta escribir en Hollywood. Alcoholizado y presa del paralizante miedo a la página en blanco, acepta la ayuda creativa de su amigo Billy Bickle (Sam Rockwell), secuestrador de perros algo majara. Lo suficiente como para ponerlo en contacto con auténticos asesinos en serie, a efectos de documentación, e involucrarlo sin querer en el robo de la mascota de un peligroso gánster local (Woody Harrelson), rapto del que es flemático cómplice el septuagenario señor Kieslowski (Christopher Walken), cobrador de las recompensas.

Se propulsa así un hiperbólico relato metacinematográfico traviesamente recargado de intertextualidad (un aspecto detectable ya en los nombres mismos de los protagonistas: Marty por Scorsese, Bickle por el personaje principal de Taxi Driver, Kieslowski por el director polaco), malicioso en su profusión y abigarramiento pero también demasiado autoconsciente de su exuberancia, a partir de múltiples juegos de espejos donde ficción y realidad se entreveran hasta confundirse a golpes de azaroso disparate y de disparatado azar. Posmoderna deconstrucción de cuño tarantiniano, que bascula de la parodia a la épica en su flujo intergenérico (série noir, western, narrativa popular oriental, etc.), Siete psicópatas repiensa el cine desde su acervo tradicional para proyectarlo hacia el porvenir. Divertidamente fascinante.