Luces rojas, de Rodrigo Cortés: Trucos de manos. Por José Havel. 03/03/2012

0
530

Después de que Concursante (2007) no fuera muy bien entendida, Rodrigo Cortés alcanzó renombre internacional gracias a Enterrado (Buried) (2010). Un éxito éste que ha hecho esperar con interés y grandes expectativas su última película, Luces rojas (2012). Las entradas se agotaron en su presentación mundial dentro del Festival de Sundance (hubo que programar un pase extra) y ya ha sido vendida a más de cincuenta países. Precisamente esa venta es la que le permitió contar en su reparto, sobre un presupuesto de 12 millones de euros, con actores estelares de Hollywood: Robert De Niro, Sigourney Weaver, Cillian Murphy, Toby Jones, la emergente Elizabeth Olsen.

El cineasta gallego ha escrito y dirigido un thriller psicológico con fondo paranormal, que pulsa determinados códigos del género de terror para subvertirlos, y que, en razón de su discurso, se emparenta con el thriller político anticonspiratorio de los años 70. Sus protagonistas son  la doctora Margaret Matheson (Sigourney Weaver) y el físico Tom Buckley (Cillian Murphy), dos investigadores de fraudes paranormales que afrontan el reto definitivo de su carrera: el desenmascaramiento de Simon Silver (Robert De Niro), celebérrimo paragnosta invidente de turbio pasado.

De planteamiento racional y crítico, la aproximación de Luces rojas a la fenomenología parapsicológica está muy bien documentada, hasta el punto de erigirse en un auténtico epítome de la historia de las anomalías. Los aficionados al misterio reconocerán, sin duda, numerosos casos y figuras reales de los que bebe. Bien citados explícitamente, ya insinuados, Ted Serios (fotografía psíquica), Uri Geller (torsión de metales), Criss Angel (levitación), Gasparetto (pintura automática), etc. Los más avezados rastrearán, incluso, el magisterio patente de libros clásicos sobre la materia, principalmente Pseudoscience and the Paranormal (1987), de Terence Hines, y Paranormal Claims: A critical analysis (2007), de Bryan Farha. De entre los pocos publicados en español la literatura paranormal pertenece a la tradición anglosajona afloran a nuestros ojos Los fraudes espiritistas y los fenómenos metapsíquicos (1931), del jesuita mexicano Carlos María de Heredia, amigo de Harry Houdini; Las fuerzas físicas de la mente (1973), de Oscar González Quevedo, jesuita español radicado en Brasil, muy mediático en su día, fundador del Centro Latinoamericano de Parapsicología; Fraudes paranormales (1982), de James Randi; o Paradojas psíquicas (1984), de James Booth.

«Hay dos grupos de dotados con un don especial: los que realmente creen tener algún poder y los que creen que no podemos detectar sus trucos. Ambos se equivocan», sentencia la doctora Matheson en una de sus clases. Según ella, lo paranormal solamente responde a causas naturales mal descifradas, percepciones subjetivas de los fenónemos y controles científicos defectuosos. Su postura descansa en uno de los extremos del debate  que enfrenta a científicos, racionalistas y escépticos —como ella— con creyentes y dotados metapsíquicos. A veces dos posiciones idénticas, sólo que mantenidas desde polos opuestos, sin voluntad de profundizar más allá de los apriorismos respectivos. Una guerra de creencias, en definitiva. En el corazón de esa controversia está el motor dramático de Luces rojas.

En determinado momento, el relato sufre una fractura dramática hacia la oscura aventura mental de la obsesión desesperada, hasta el gran truco final. Porque eso es la película: un enorme truco de magia de dos horas. Y como tal funciona, sin ocultar nunca su deuda con el ilusionismo no sólo a efectos argumentales. Ojo, pues, a las pistas reveladoras y a los guiños relevantes. Atentos, por tanto, a las “luces rojas”, esas notas discordantes, esos signos de que algo falla o no debería estar ahí. Como buen thriller que aspira a imprevisible, el largometraje de Cortés impele de continuo al espectador a reconsiderar las situaciones, convirtiéndolo en parte activa de la narración al hacerle desconfiar de todo tras jugar con sus asunciones al modo de los magos. Es decir, que con una mano distrae nuestra atención mientras trata de robarnos la cartera con la otra. Pero, al contrario de otras muchas obras de tema paranormal, Luces rojas no agota todo su interés en la prometedora premisa de partida, no se rinde a las convenciones banales a mitad de metraje, no traiciona la coherencia de lo relatado perdiéndose en un efectista desenlace falto de rigor. 


LUCES ROJAS (Red lights). España/ EE UU, 2012. Dirección, guión y montaje: Rodrigo Cortés. Producción: Rodrigo Cortés y Adrián Guerra. Música: Víctor Reyes. Fotografía: Xavi Giménez. Dirección artística: Antón Laguna. Intérpretes: Cillian Murphy (Tom Buckley), Sigourney Weaver (Margaret Matheson), Robert De Niro (Simon Silver), Elizabeth Olsen (Sally Owen), Leonardo Sbaraglia (Leonardo Palladino), Toby Jones (Doctor Shackleton), Joely Richardson (Monica Handsen)… Duración: 119 minutos.

 

[Versión extendida de la crítica publicada en El Comercio y La Voz de Avilés (02.03.2012)] 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí